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El despertar por Lucia_BANA

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Notas del capitulo:

aqui os dejo el tercero <3 admito que me he sentido muy pervertida al escribirlo...

POV CNU

 

Miré la pantalla del móvil, en la que no aparecía la respuesta a mi último mensaje. Tres segundos. Cinco. ¿Por qué tardaba tanto en contestar? Miré la sala de espera del médico. Varias personas - nuevos ricos, empresarios - ocupaban aburridos los sillones. Diez. Doce. El mensaje no llegaba. Al final de la sala reconocí a uno de los actores de una conocida serie de televisión que mi madre veía por las tardes. Quince. Dieciséis. Yo empezaba a sudar. Quise culpar a la leve fiebre que sufría por el resfriado.

Tal vez no debería haber enviado ese mensaje. Había sido demasiado brusco por mi parte. De hecho, no sabía que extraño impulso me había llevado a hacerlo. Me gustaba Baro, pero ¿acaso él es homosexual? Cuando Gongchan me dijo lo que pasó en Barcelona, me sorprendí bastante. No solo por lo que ocurrió, sino por que Gongchan me lo contase a mí. ¿Sabía quizás Gongchan que Baro me gustaba y me lo había dicho solo para joderme? Yo nunca se lo había contado, pero Gongchan siempre ha sido muy intuitivo y además me conoce muy bien. No creo que haya nadie que me haya conocido tan bien...

Nuestra historia empezó hace tres años. Por aquel entonces yo ya no tenía ninguna duda acerca de mi homosexualidad. De hecho, creo que nunca la he tenido. No lo descubrí de repente un día al quedarme embobado mirando a un chico jugando al baloncesto ni nada de eso. Nací sabiendo que era gay y me crié asumiéndolo. Pero no soy idiota. Cuando comencé a formar parte de B1A4 decidí convertirlo en un secreto. Un homosexual no es precisamente una buena imagen para un grupo de K-pop que debía ser admirado por cientos de chicas cuyo deseo más profundo es tenernos en su habitación un ratito para ellas solas. Por eso me sorprendí bastante cuando hace tres años Gongchan se me declaró entre lágrimas y temblores, muerto de miedo ante esos nuevos sentimientos que no comprendía. Que adorable era Gongchan en aquel entonces. Aún lo es, pero...es duro ser famoso. Tienes que decirle adiós a tu vida personal, incluyendo la relacionada con la sexualidad. Salimos en secreto un tiempo. Me costó convencerle de que no se preocupara tanto, nadie tiene porque enterarse, le decía, no hacemos nada malo. Pero era difícil. Sobrevivimos casi un año de salidas a escondidas, miradas profundas en mitad de los ensayos y suspiros ahogados contra la almohada. El estrés le derrumbó, Gongchan no está hecho para guardar secretos. Aunque fue él quien me dejó, también fue el que más sufrió. Yo por aquel entonces ya andaba colgado de otra persona...

Gongchan y yo decidimos por mutuo acuerdo continuar como si nada hubiera pasado. Al fin y al cabo seguíamos siendo compañeros de piso, de trabajo, de fama, en fin, de todo. Mentiría si dijese que no nos sorprendimos cuando bastante tiempo después Sandeul y Jin Young nos confesaron que llevaban un tiempo saliendo juntos. Entre los cuatro decidimos que Baro debía permanecer al margen. No fue muy difícil, Baro es un chico muy despistado que siempre es el último en enterarse de las cosas. Siempre el es el último en despertar...

Cuando cortaron hace poco más de un año se volvió un poco más complicado, porque teníamos que evitar que Baro encontrara a Sandeul llorando por las esquinas y a Jin Young borracho como una cuba lanzando gritos de verdulera a quien se le acercase demasiado. En aquel entonces Sandeul y Baro compartían habitación. Baro “detectó” que algo le ocurría a su compañero y en lugar de preguntar como cualquier cotilla se limitó a abrazarle y a darle su apoyo. A partir de ahí se hicieron muy amigos. Entonces llegó el debut a al fama y pasaron a la historia como el dúo estupideces, la pareja de súper-amigos de B1A4, siempre gastando bromas y sonrientes ante las cámaras, y detrás de ellas también. Si Baro supiera que Sandeul es bisexual...

Porque sí, no es totalmente gay como Gongchan y yo. Jin Young y él son bisexuales y, personalmente, no lo entiendo. En serio, ¿qué atractivo tiene una mujer? Son toda blanditas, sin músculos, y con esas voces chillonas y agudas. Por no hablar del misterioso secreto que guardan entre sus piernas...un secreto que Baro siempre ha estado dispuesto a descubrir. Me dan envidia las mujeres, con sus pechos hipnotizantes y sus traseros redondos y blandos, atrayendo la atención de mi ardillita. Claro que si nos ponemos así, también envidio a Sandeul, siempre sonriéndole y recibiendo sus sonrisas, como si tuviera derecho a obtenerlas.

Y ahora Gongchan viene y me cuenta que se acostó con Baro en Barcelona. Me hierve la sangre al recordarlo, ¡qué rabia! ¡Qué humillación! Probablemente me lo ha contado solo por satisfacer el rencor que me guarda en el fondo de su corazón. Un rencor producido por  el hecho de que se enamoró de un hombre y este le hizo de todo – repito, de todo – sin ni siquiera estar enamorado de él. Estaba pensando en todo eso cuando llegó el mensaje al fin:

HAMBARO: hablaremos luego.

¿Ya está? ¡Me odia! Es obvio que me odia. ¡Joder! ¿¡Por qué coño no nací con un par de buenos melones estampados en el pecho!? Con ellos sería más fácil conquistarle.

 

* * *

 

Abrí la puerta del piso y me colé rápidamente por ella. Corrí a mi habitación con la intención de esconderme allí. No quería que nadie me viese, que no supiesen que había llegad...

- ¡Ay! – su voz grave me hizo volver en mí.

            Acababa de estamparme contra Baro, el objeto de mi carrera. Se agachó para recoger su gorra, que había caído al suelo. Yo me restregué la barbilla con la mano, dónde me había clavado su visera.

- Pero, ¿qué pasa contigo?- me preguntó, colocándose bien la gorra – Primero me dejas en ridículo delante del jefe y luego, ¿me intentas atravesar?

- Lo siento, Baro, no quería meterte en problemas.

- Pues casi lo consigues – me lanzó una mirada asesina. Qué sexy -, pero me he salvado por mi cara bonita.

            Ante el riesgo de que cualquier respuesta pudiera poner en duda la belleza de su rostro, volví a pedir perdón e intenté escabullirme por su lado. Pero me interceptó. Su mano atrapó al vuelo mi brazo y me obligó a girarme hacia él.

- Tenemos que hablar.

- Tengo que...clase...taekuondo... – hablaba huyendo su mirada.

- Ni taekuondo ni gilipolleces. Ya me estás explicando el por qué de ese mensaje – no sabía que contestar. Era humillante. Siempre me resultaba humillante cuando era Baro quien estaba molesto conmigo -. Si era una broma, no ha tenido gracia – continuó diciendo con su melodiosa voz de tenor -. Me lo vas a explicar y lo vas a hacer ahora. Y no intentes escabullirte ni buscar protección en otro. Estamos solos.

            Miré a mi alrededor fijándome en la ausencia de mis compañeros y recordé que habían ido al centro comercial. Yo me había escaqueado con la excusa de ir al médico, a pesar de que el resfriado no era muy importante, y Gongchan...¿dónde habría ido Gongchan?¡Qué importaba eso! El caso es que Baro tenía razón, estábamos solos y yo no tenía más escapatoria que decir la verdad y esperar a que se la creyese.

- Está bien – dije en un suspiro -. ¿Sabes esas veces en que haces algo sin pensar en las consecuencias, como siguiendo un instinto animal o algo así? – él asintió. Claro que lo sabía, se había acostado con Gongchan, ¿no? –pues eso es lo que me ha pasado.

            Me miró tratando de comprender. Me soltó el brazo que seguía sujetando por inercia y yo lo moví, intentando que la sangre volviera a circular por él. Baro me miraba. Abrió la boca para decir algo, pero se arrepintió y la cerró. Repitió esta operación un par de veces, hasta que me desesperé.

- Bueno, ¿lo vas a decir o no?

            Me volvió a coger del brazo, que por fin había recuperado su sangre, y me llevó casi a rastras a su habitación. Me pregunto si hubiera podido resistirme a su repentina fuerza. No, no lo creo.

- Dong Woo, ¿yo te gusto?

Primero palidecí y al momento sentí el calor en la cara. ¡Qué vergüenza! ¿Qué debía contestar? Si decía que no, mentiría, además de que podía herir su GRAN orgullo, pero si decía que sí...No quería que dejara de mirarme, de hablarme, y ni pensar cómo podría sobrevivir sin sus sonrisas. Valoré las opciones en un solo segundo que a él debió parecerle eterno en por su estado de nerviosismo, y me decidí. Al fin y al cabo, un beso vale más que mil palabras, ¿no? Me incliné in poco, lo justo para rozar sus labios...y la chispa se encendió. Sentí la electricidad haciéndome cosquillas por todo el cuerpo. Cuando el beso se hizo más profundo sentí que me quemaba. Su boca dulce me devolvía el beso y eso hacía que yo me alegrara...y mi entrepierna también. Le acerqué más a mi y sentí como su entrepierna se sentía también feliz de encontrarse con la mía, como si fueran dos animalillos que se encuentran de repente y quieren conocerse, sentirse, jugar juntos. Él empezó a acariciarme un poco, tímido, y yo también. En un arranque de valentía bajé mi mano por su espalda. Con un dedo estiré el pantalón hacia atrás, lo justo para que mi mano entrase, acaricié sus posaderas, esas tan perfectas, que tanto había soñado con tocar y atravesar con mi...

De repente, Baro no estaba. Se apagó mi luz, aunque el interruptor de mi pantalón estaba un poco lejos de mi alcance. Él estaba ajustándose el pantalón, con un bulto bien marcado al frente.

- ¿Se puede saber que coño haces?

- Lo siento, Sun Woo, creí que te gustaba – yo no entendía el porque de su reacción.

- Para empezar, llámame Baro. Y sí, me gustaba, mucho. Hasta que tú decidiste intentar meterme el dedo en el...

- Hey, espera – le interrumpí antes de que dijese una grosería -. Lo siento. Quizás hubieses preferido ir más despacio. He sido muy brusco.

 No es cuestión de velocidad – me miró, franco -. Íbamos a un ritmo perfecto. El problema está en que tú no puedes tocar mi trasero. Ni tú, ni nadie – titubeó un poco -. Bueno, al menos no esa zona que querías tocar.

            Entendí que quería decir, y no me gustó. Si quiere estar conmigo, aquí el seme soy yo.

- Pues entonces tenemos un problema, porque tú tampoco puedes tocar mi trasero – ahora titubeé yo -. Bueno, esa zona no.

- Pues sí, tenemos un problema.

            Nos miramos, desafiantes. La escena me recordó a una película de vaqueros. En cualquier momento, sacaríamos nuestras pistolas y nos dispararíamos...aunque quizás hablar de pistolas en esa situación no sea muy indicado.

- A ver – Baro habló primero -. Explícame qué te hace pensar que tú podrías tocar esa zona de mi trasero.

- Pues mira, hay muchos motivos – comencé a enumerar con los dedos -. Soy mayor que tú, y también más alto. Tengo pinta de seme, me lo han dicho más de una vez. Por no hablar de que tengo más experiencia que tú en este campo y...

            Él me había estado mirando fijamente mientras hablaba. De repente, sonrió, agresivo...y ya no estaba ahí. Se movió deprisa tras de mí y me lanzó contra su cama. Antes de que tuviera tiempo de reaccionar yo estaba de rodillas en el suelo, con la mejilla y el pecho pegados al colchón y el brazo izquierdo inmovilizado hacia atrás. Él estaba de pie inclinado sobre mí sujetándome el brazo sin demasiado esfuerzo. ¿¡Cómo coño había conseguido hacer eso!? ¡Menuda llave! Además me había inmovilizado el brazo adecuado. Pero, ¿cómo? ¿No era yo el que hacía taekuondo, no él? Sin duda, Baro es una caja de sorpresas. Con la mano libre me quitó el pelo de la oreja y se inclinó más, susurrándome al oído.

- ¿Y si...resulta que tus razones...no me importan...? – su voz grave hacía que me estremeciese. ¡Joder! ¡Qué sexy!

            Empezó a besarme el cuello. Me mordisqueó la oreja. Casi no me importaba estar inmovilizado por una llave perfecta.

- Ah...- el suspiro se me escapó, juro que se me escapó.

Él soltó una leve carcajada, burlándose de mí. Vamos, Dong Woo, contrólate, me dije a mi mismo. Aquí el seme eres tú, no él. Estaba decidido a liberarme de la incómoda llave de Baro cuando su mano se deslizó a la parte delantera de mi pantalón.

- Ungh...- de verdad que fue sin querer, yo no suspiro como una chica – Mhm... – trataba de controlarme, pero era imposible hacerlo mientras su mano jugaba con mi entrepierna – ¡Angh! – pensándolo bien, ¿por qué debería controlarme? Estábamos solos, ¿no? Su mano buscaba el botón de mi pantalón. Lo encontró, de repente, y me sentí liberado de los estrechos pitillos - ¡Ngh! – su mano había derribado una barrera.

Me pregunté cuánto tardaría en derribar la siguiente. No mucho. Con la otra mano tiró de mis pantalones que, tras superar la curva del trasero, cayeron al suelo. No me había dado cuenta de que me había liberado de la llave.

- Mhm...

Sus manos acariciaban mi trasero y mi entrepierna sin ninguna prisa. Yo, cansado de la dolorosa presión del suelo contra mis rodillas, me subí a la cama, hasta donde Baro me siguió. Una vez arriba deslizó sus manos por mi cuerpo hacia arriba, robándome la camiseta. Sentí su piel desnuda contra la mía. ¿Cuándo se había quitado su camiseta?

– Ah... - ¿¡Qué importaba eso!? Su mano volvía a estar en mi entrepierna. Oí cómo abría su pantalón con la otra, que caía también – Ungh...- sus manos deslizaban ahora mis calzoncillos hacia abajo.

En un arranque de masculinidad seme me resistí, pero él fue más inteligente que yo. Me distrajo acariciando más fuerte mi entrepierna mientras los bajaba del todo. Ya no quedaba ningún tipo de barrera entre su cuerpo y el mío. La dureza de su pecho contra mi espalda me distrajo, hasta que empecé a “sentirlo”.

- ¡Arg! – ya no habían suspiros de placer por mi parte. ¡Joder! ¡Eso duele! - ¡Ah! – “Dolor...Agonía...”Me sentí idiota al recordar de repente la frase de aquel videojuego, pero es que no había otra forma de definirlo - ¡Hug! – yo estaba a punto de echarme a llorar.

El dolor me inundaba por completo ante las embestidas de Baro, quien, por sus gruñidos de satisfacción parecía estar pasándoselo en grande. Cerré los ojos con fuerza, tratando de contener el dolor. Mi técnica funcionó, o al menos, poco después ese horrible dolor se había convertido en una molestia inevitable.

- ¡Ngh! – oí los graves gruñidos y suspiros de Baro que, de repente, volvían a resultarme realmente sexys – Mhm... – el dolor se convertía en algo nuevo, algo que nunca antes había sentido - ¡Ah! – eso está mucho mejor, pensé, me gusta – ¡Ungh...! – era la primera vez que experimentaba un placer tan grande, nunca había sentido algo así como seme. Me uní feliz a Baro, sustituyendo los gemidos por gruñidos, aunque de vez en cuando se me escapaba alguno - ¡Angh...! – quizás, después de todo, yo estaba equivocado y había nacido para ser uke - ¡Ngh! – fuera como fuese, yo me sentía como un cañón a punto de... - ¡Ah! -...y explotó.

Con último suspiro, todo se quedó en blanco. El tiempo se había parado y cualquier tipo de movimiento con él. No soplaba el viento en la calle y no caminaba la gente con prisa. No volaban los pájaros en el cielo y no corría el agua por los ríos. Ni siquiera latía mi corazón.

Oí al ajetreada respiración de Baro tras de mí y las manecillas del reloj volvieron a moverse. Solté el aire dándome cuenta entonces de que lo había retenido en mis pulmones.

Baro se tumbó en la cama desnudo y se puso el antebrazo sobre los ojos. Sentía la respiración aún acelerada en el movimiento de su pecho. ¡Qué belleza! Baro era digno de que le dedicaran una canción. Me incliné sobre él arrancándole un beso y él sonrió. Me tumbé a su lado sonriente también. Cerré los ojos y esperé. Un minuto. Al menos a mí me lo pareció. Le miré de reojo. ¿Ya está? ¿No piensa dormirse abrazado a mí o algo? ¿Nada? ¿Ni un solo roce? Pensé que tal vez debía ser yo quien se acercase a...¡Ni hablar! Mi orgullo ya había sido bastante machacado por hoy.

Volví a cerrar los ojos e intenté dormirme concentrado en su respiración. Oí como deslizaba la mano más cercana por las sábanas de la cama deshecha. Cogió mi mano y la llevó hacia su abdomen. Empecé a sentir los latidos de su corazón.  Me dije a mi mismo que tendría que conformarme. Quizás con el tiempo se volviera más cariñoso...Nuestras manos permanecieron entrelazadas, muy quietas, hasta que nos quedamos dormidos.

 

 * * *

La luz caía justo sobre mis ojos. Fruncí el ceño, molesto, e intenté taparla con el dorso de la mano. No pude. La mano estaba enganchada a algo que le impedía moverse. El gruñido molesto que oí a mi lado hizo que me despertara del todo, alerta de repente. ¿Qué has hecho, Dong Woo? La pregunta me apuñaló y durante un segundo la angustia y la incertidumbre me inundaron, pero al momento una lluvia de recuerdos cayó sobre mí, arrancándome una sonrisa. Las mariposas de mi estómago me obligaron a suspirar. ¡Al fin!, pensé. ¡Al fin eres mío! Bueno, rectifiqué, técnicamente, yo soy tuyo, ¿no? ¿¡Qué más da!? El caso es que te tengo. Eso es lo que importa.

 Me incorporé lentamente, intentando no perturbar el sueño de Baro. Necesitaba ir al baño. Puse los pies en el suelo, sintiéndolo helado, y me levanté. ¡Joder! Se me escapó un gruñido que habría sido un grito si yo no hubiese estado intentando hacer el mínimo ruido posible. Pero se me saltaron las lágrimas de todas formas. Me dolía...bueno, es que me dolía todo, era imposible especificar.

Miré un momento a Baro, alegrándome de ser yo quien sintiera ese horrible dolor y no él. No querría que mi Hambaro sufriera tanto. di un paso...y me cagué en todos los muertos de esa puta ardilla. ¡Joder, mi trasero! ¡Mi espalda! ¡Mi pobre y sensible cuerpo! Di dos pasos más, de puntillas. Baro, muérete.

Contuve la respiración y salí corriendo de puntillas hacia el baño. Cuando llegué, casi jadeaba y estaba empezando a sudar. Decidí entre quejidos darme una ducha rápida. Al menos no tendría que pasar por la tortura de desvestirme: ya estaba desnudo. Me regañé a mi mismo por haber caminado por el piso sin nada de ropa y cara de dolor. Si alguien me hubiese visto...se habría reído, sin duda. Al menos yo lo habría hecho en su lugar.

Me miré en el espejo enroscado en una toalla y con el pelo mojado sobre el cuello. ¿Dónde estaban mis gafas? Miré con atención a distorsionado yo que me observaba desde el reflejo. Estaba...¿sonriendo? Sí, sonreía. No había borrado la sonrisa de mis labios desde que había descubierto que era Baro el que había dormido a mi lado. Sin duda, si alguien me hubiese visto corriendo desnudo con una terrible sonrisa implantada en el rostro y cara de dolor, me habría tomado por loco.

Crucé los dedos porque todos durmieran aún y me dirigí cojeando al dormitorio de Baro en busca de mis gafas. Al menos esas eran mis intenciones. Pero, tras recuperar la visión me fijé en algo que no había percibido antes. ¡Vaya! Así que Baro es de los que normalmente se levantan de buen humor... La primera vez que me lo encontré así, en Barcelona, me corté bastante, y creo que el también. Pero esta vez...me sonreí a mi mismo con malicia y levanté la fina sábana que cubría a Baro. Además de “contento”, estaba desnudo. ¡Uau! Qué calor hace de repente, ¿no? Me reí bajito, sintiéndome pervertido por lo que estaba a punto de hacer. Me senté en la cama y me incliné...

¡Espera! ¿Estás seguro, Dong Woo, de que quieres hacer esto? Además de que nunca antes lo has hecho, ¿de verdad vas a caer tan bajo? Baro suspiró en sueños. Mi Baro... Por ti podría caer mucho, mucho más bajo. Llevo tanto tiempo esperándote que no me importa el dolor o el orgullo, no me importa nada. Te quiero...¿¡Qué!? ¿De verdad le quieres, Dong Woo? Deberías pensarte las cosas un poco mejor. ¿De verdad le quieres? Sí, te quiero.

Me tragué mis principios y, quitándome las gafas para evitar que me molestaran, me incliné hacia delante. Pensé que había visto a Gongchan y a otros hacer esto, y que no podía ser demasiado complicado. Empecé a oír los graves suspiros de placer de Baro mientras yo jugaba con mi lengua. No, no era muy complicado, o al menos parecía complacer a Baro, quien empezó a juguetear feliz con mi pelo. Una persona que no haya oído a Baro, ya sea hablando, cantando, rapeando o gimiendo, no puede ser feliz. Yo me puse muy “contento” al oírle haciendo lo último, y pensé que tal vez cuando yo acabara, él me devolvería el favor. De repente su mano se cerró, haciéndome daño. ¡Ay! ¿Es que este tío es sado o algo? ¿No puede tener sexo conmigo sin lesionarme? ¡Joder, yo no soy mazoquista! ¡Iba a darle un par de quejas a ese maltratador compulsivo! Me incorporé para mirarle. Él me miraba a mí con ojos como platos. Tenía cara de sorpresa y yo no comprendía el por qué. Devolví la lengua a su boca, ya que aún permanecía fuera de ella y le pregunté:

- ¿Te encuentras bien, Baro?

No obtuve respuesta. Baro simplemente se levantó y comenzó a vestirse sin mirarme. Ni siquiera se dio cuenta de que se había puesto mi camiseta en lugar de la suya. Sacó su gorra de debajo de mis pantalones y una cajita de lentillas del cajón de la mesilla.

Se largó del dormitorio a toda velocidad, dejándome aún enroscado a la toalla, con el pelo empapado y las gafas en la mano, observando como la borrosa puerta se cerraba tras él dando un portazo y preguntándome por qué tendría que solucionar solo el problema que tenía entre las piernas.

 

Notas finales:

¡Uah...! ni si quiera yo sé muy bien cómo he conseguido meter a Baro en este lío. He formado un triángulo amoroso casi sin darme cuenta, y no sé cómo voy a resolverlo...con lo poco que me gustan los triángulos amorosos: siempre me acabo enamorando del personaje que acaba solo T_T claro que esta vez soy yo la que escribe... juas juas juas <3


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