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El despertar por Lucia_BANA

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Notas del capitulo:

Ahí os envío el capítulo ocho. Es el penúltimo ya... no sé cómo he podido escribir tanto con lo perezosa que yo soy, jeje. Espero que os guste. Un beso

POV JIN YOUNG

 

Desperté sobresaltado. Sandeul debía haber entrado en el baño de nuestra habitación y al cerrar había dado un portazo inconsciente.

Me quedé en la cama mirando al techo. El día anterior había sido complicado. Después de la pelea entre Dong Woo y Gongchan todo se había mantenido tenso, a pesar de lo mucho que se había esforzado Baro para tratar de relajar el ambiente. Nos habíamos marchado cada uno por su lado para no tener que vernos hasta la noche. Baro y CNU se fueron juntos, mientras que los otros tres nos habíamos escapado por separado.

No sé dónde habrían ido los demás, pero yo me marché lo más lejos que pude para no tener que ver a Sandeul. Sé que Baro no lo hizo con mala intención, pero casi me morí de vergüenza por su culpa. Por suerte para mí, cuando llegué Sandeul ya estaba dormido en su cama. Yo me tumbé en la mía pensando cómo debía enfrentarme a él el día siguiente. Me quedé dormido sin hallar la solución a mi problema.

Miré el despertador que Sandeul y yo compartíamos. Mi compañero se había despertado mucho antes de lo normal.

Oí la ducha al otro lado de la pared y me imaginé a Sandeul bajo ella, totalmente desnudo. Casi pude ver el agua cayendo lentamente por su piel. Casi pude ver como se echaba el pelo mojado hacia atrás. Casi pude ver como se volvía hacia mí y me sonreía, pidiéndome que entrara en la estrecha bañera con él.

Sacudí la cabeza y me incorporé un poco en la cama. Genial. El claro bulto de mis pantalones parecía pedirme que siguiera con mis fantasías, pero mi orgullo me lo impedía. Volví a tumbarme en la cama. Como un niño tonto, me tapé los oídos para no oír el sonido del agua. El calor era insoportable y la puerta del baño, que yo sabía sin pestillo, demasiado tentadora para mi pobre corazoncito.

El agua dejó de sonar y soñé con Sandeul saliendo con una corta toalla en la cintura, preparado para secarse el pelo, sin imaginar los pensamientos tan pervertidos que cruzaban por mi cabeza.

Como dormido, me levanté de la cama y caminé hacia le puerta del baño. Me detuve justo cuando ponía la mano en el pomo. ¿Qué estaba haciendo? ¿De verdad iba a entrar? Pero mi cabeza no ejercía suficiente control sobre mi cuerpo. Abrí la puerta sin hacer ruido y miré por la pequeña rendija. En efecto, Sandeul, que estaba de espaldas  a mí, se peinaba con un secador en la mano. En efecto, solo iba cubierto por una toallita blanca, que me resultó realmente seductora. El olor del champú de fresas llegaba hasta mí, tan dulce como él. Una gota de agua cayó desde su pelo, deslizándose por su espalda.

Me acerqué a él. Vio mi reflejo en el espejo apenas un segundo antes de que yo le abrazase por detrás, recogiendo con la lengua esa gota traviesa que había conseguido seducirme. Sandeul abrió mucho los ojos, sorprendido.

- Hyung, ¿qué haces?

- Ssh... – comencé a besarle lentamente el cuello, como a él le gustaba, mientras acariciaba su abdomen húmedo con las manos.

- Hyung... – Sandeul suspiró, provocándome un estremecimiento. Bajé la caricia hasta el límite prohibido que marcaba la toalla – Jin Young...

Sonriendo ante sus suspiros, bajé la mano aún más, acariciándole la entrepierna por encima de la toalla. Sentí como se “despertaba” bajo mi mano. Sandeul cogió mi mano con la suya, apartándola de su entrepierna. Se volteó hacia mí. Nuestros “amiguitos” chocaron y yo no pude evitar suspirar. Sandeul estaba encantadoramente sonrojado.

- Te he echado de menos... – me susurró, como temiendo que si hablaba más fuerte, la magia se acabaría.

- Y yo a ti – susurré también.

Me incliné a besarle dulcemente mientras intercambiábamos suaves caricias que hacían que se nos escaparan suspiros de los labios.

- Ven – le pedí.

Le saque del baño y le tumbé sobre mi cama, donde volvíamos a abrazarnos y besarnos, esta vez con más intensidad. Rompimos el beso para respirar, momento que Sandeul aprovechó para desprenderme de mi camiseta. Nuestros pechos desnudos se rozaron, el suyo aún húmedo mojando el mío.

Con manos temblorosas, Sandeul me arrebató el pantalón del pijama, dejándome en calzoncillos. Me acarició la entrepierna con mucha suavidad, como si tratara de no hacerme daño. Luego se arrepintió de si dulzura y me acarició más fuerte, haciéndome jadear levemente.

Le arrebaté la toalla, que lancé lejos, odiándola, y observé el cuerpo desnudo de Sandeul desde arriba. ¿Por qué había esperado tanto tiempo para volver a desnudarle? ¿Por qué habíamos dejado de amarnos? ¿Por qué habíamos perdido tantos meses, torturándonos? Ya ni siquiera recodaba por qué habíamos cortado.

Sandeul se sonrojó al sentirse tan observado.

- No me mires así – pidió con un puchero que resultó realmente seductor.

- ¿Por qué no? Me gusta observar las cosas bonitas y ahora mismo me resulta imposible dejar de mirarte – contesté, romántico, haciendo que se sonrojara aún más.

- ¡Ah, cállate, hyung! – exigió. Reí flojito y volví a besarle para callar sus quejas.

Sandeul tiró del elástico de mis bóxers, bajándolos. Me besó el cuello. Yo le volví a acariciar la entrepierna, haciéndole jadear en mi cuello. El aliento cálido de Sandeul me provocó un  agradable escalofrío.

- Te quiero, hyung... – susurró en mi oído. Suspiré.

- Yo también, Sandeul – le besé.

Cogió la mano que yo aún mantenía en su entrepierna y se llevó varios de mis dedos a su boca, lamiéndolos. Yo comprendí lo que me pedía con ese gesto y durante una fracción de segundo me entró miedo. Después de tanto tiempo esperando, soñando con que volvería a ocurrir, que Sandeul estuviese bajo mí persona lamiéndome los dedos me aterrorizaba.

Todo mi miedo se disipó al vez su expresión cuando me devolvió la mano y se me quedó mirando inquisitivamente. Yo, en mi infinita crueldad, decidí burlarme de él.

- ¿Qué? ¿Por qué me miras? – le dije.

- Creo que lo sabes... – se sonrojó, avergonzado. Yo sonreí.

- Pídemelo – me miró molesto, pero ante mi sonrisa, decidió seguirme el juego. Se acercó a mi oído, susurrando.

- Quiero que me hagas el amor, hyung.

Que me lo pidiera así fue demasiado para mí. Le introduje los dedos con cuidado para no dañarle. Cerró los ojos fuerte y entreabrió los labios, suspirando. Verlo así, sonrojado y ansioso, casi me vuelve loco.

Comencé a entrar en él despacio, sin ninguna intención de lastimarle. Llevábamos demasiado tiempo sin hacerlo para que él acabara con malos recuerdos y dolores por todo el cuerpo. Fue él mismo el que me avisó de que estaba listo para continuar, y yo lo hice. Lanzábamos gemidos que tratábamos de controlar para que no nos oyeran los demás en la casa. Sandeul gimió fuerte y al segundo se tapó la boca, arrepentido.

- No... Mhm – traté de decirle – Quiero oírte... ¡Ungh!

Le quité la mano de la boca y me moví más rápido, buscando ese lugar que a volvía loco a mi dongsaen. Cuando lo encontré, Sandeul se olvidó totalmente de los demás integrantes y comenzó a gemir de verdad. Yo le imité. Parecía que estuviésemos compitiendo a ver quién tenía más pulmones.

- Jin Young... yo… voy...

Jamás terminó de decir la frase. Un gemido largo se escapó de sus labios y sentí la humedad en mi abdomen. Seguí un poco más, acabando segundos después con un gemido que seguro se habría oído ya no en toda la casa, sino en todo el edificio.

No quedamos abrazados unos minutos, hasta que nuestras respiraciones y los latidos de nuestros corazones volvieron a ser normales. Me di cuenta de repente de que estaba aplastando a Sandeul. Me levanté con esfuerzo para volver a dejarme caer a su lado. Mi dulce patito se acercó a mí, abrazándose a mi pecho. Le acaricié el pelo, prometiéndome a mi mismo que jamás volvería a permitir que nuestra perfecta relación se torciera. No nos volveríamos a hacer daño. Ya no habría secretos entre nosotros...

El piii-piii del reloj hizo que me despertara. Había olvidado que era lunes. Sandeul se revolvió sobre mí buscando con la mano el despertador, que encontró sobre la mesita de noche y apagó entre quejidos.

- Me temo, patito, que tenemos que despertarnos – como única respuesta, Sandeul se estiró sobre la cama -. Ya sé que tu te duchaste antes, pero yo no lo hice. ¿Vienes conmigo?

Oí una carcajada. Sandeul se había incorporado y me miraba divertido desde arriba.

- Por supuesto – dijo plantándome un beso en los labios. Sonreí.

   

END POV JIN YOUNG

 

* * *

 

POV CNU

 

Habían pasado casi dos semanas desde que perdí el control y golpeé al maknae, y aún me costaba mirarle a la cara. Al menos ya no la tenía hinchada, pero al principio, cada vez que me lo cruzaba y veía el moratón, me apetecía suplicarle a la tierra que me tragase y me mantuviese en su misterioso estómago para siempre.

 

Ese día me había despertado decidido a hacerlo... y eran las ocho de la tarde y aún no había tenido suficiente valor. Suspirando, entré en la salita. Mi ardillita favorita recién teñida de rosa estaba solo en un sofá leyendo el cómic que había robado sin permiso del cuarto de Sandeul. Me senté a su lado. Iba a soltarle de una vez la pregunta que me rondaba la cabeza desde que salíamos juntos.

- Baro... – el aludido me pidió por señas que le dejase acabar la página, y eso hice.

- Vale. Dime.

Me puse rojo como un tomate aún antes de hablar. Había estado practicando frente el espejo mil formas de decírselo y no recordaba ninguna.

- ¿Qué...? – murmuró Baro sorprendido ante mi sonrojo - ¡Ams, ya entiendo!

- ¿Qué es lo que entiendes exactamente?

- Te has puesto colorado... porque tienes ganas de hacerlo... y no sabes como decírmelo.

- ¡No, claro que no! – agité la cabeza negativamente.

- ¿Ah, no? ¿Entonces qué ocurre, hyung? ¿Quieres proponerme hacer un trío?

- ¿Es que solo piensas en sexo, Baro?

- Claro que no, hyung, pero si te sonrojas, es que los tiros van por ahí.

Maldita sea, pensé. Me conoce demasiado bien.

- Esto... yo...- ¿cómo decir algo así sin parecer un depravado sexual?

- No deberías ser tan vergonzoso conmigo. Solo dilo y ya.

- Está bien – respiré hondo y me preparé para dejar caer la bomba -. Me preguntaba si yo podría ser seme por una vez.

Ya está, me dije. Lo solté de corrido, pero lo solté. Baro me envió una preciosa sonrisa que me obligó a sonreír también. Me sentí idiota por haber tenido tanto miedo. Todo el día tenso por la maldita preguntita.

- No – volvió a centrar su atención en el cómic dejándome descolocado.

- ¿No? – repetí - ¿No lo vas a pensar siquiera?

- No.

- ¿Por qué?

- Porque no.

- Vamos – hice un puchero infantil y le cogí del brazo tirando de él como un niño que le pide un favor aparentemente inocente a su mamá -. Te prometo que no te dolerá. Al contrario, te encantará. Seré dulce y delicado como tu lo eres conmigo y conseguiré que...

- Déjalo, Dong Woo, no vas a convencerme.

- Pero, ¿por qué no?

- Porque no.

- ¡Otra vez! ¿Qué clase de respuesta es esa?

- Pero, hyung, ¿te estás oyendo? – me miró divertido.

Me puse rojo de nuevo. Había estado haciendo pucheritos, agitando su brazo y poniendo voz de niña buena. No, así no lo conseguiría. Decidí cambiar de táctica. Me erguí en el sofá todo lo que pude hasta el punto de sobresalir ante Baro incluso una cabeza. Carraspeé y puse cara de enfado.

- Está bien, dongsaen – puse voz de profesor serio y mandón -. Esta noche vamos a tener sexo y el seme seré yo. Vas a comprobar lo mucho que te puedes divertir probando cosas nuevas y vas a...

- Esa técnica tampoco sirve, Dong Woo.

- ¡Jo! – me crucé de brazos repitiendo el puchero y derrumbando mi fachada de hombretón.

Baro dejó el libro a un lado y me miró con curiosidad.

- ¿A qué viene esa insistencia? Creía que te gustaba estar conmigo... así.

- ¡Y me gusta! – me sonrojé por tercera vez – Es solo que... yo...

- ¡Ay, Dong Woo! ¡Dilo de una vez!

- Me siento como una chica.

Silencio.

- ¿Como... como una chica? ¿Y eso por qué?

- Porque, bueno...yo...

Sus carcajadas me interrumpieron. Qué guapo está mientras se ríe, pensé. Se enjugó las lágrimas.

- Créeme si te digo que tu no tienes nada de chica, hyung. Bueno, eres muy guapo, pero de ahí a compararte con una chica hay un rato.

- ¡No lo digo por eso! ¡Sé que no parezco una chica! Pero me siento como una.

- Hazme el favor de explicarte, porque no me estoy enterando de nada...

- Bueno, antes de salir contigo yo jamás habría permitido que alguien... me hiciera lo que tu me haces...

- ¿Te refieres a hacerte jadear de placer cada noche hasta el punto que caes en redondo en la cama y no te despiertas hasta el día siguiente ni aunque tu móvil se pase veinte minutos sonando sin parar en el fondo del cajón de la ropa interior?

- ¡Eso solo pasó una vez! ¡Estaba soñando y por eso no me desperté! Y ya te dije que no sé cómo se las apañó el móvil para llegar hasta ahí.

- ¡Veinte minutos, Dong Woo! ¡A todo volumen! Tuve que sacar todos nuestros calzoncillos del cajón...

- ¡Baro! ¡No cambies de tema tan descaradamente!

- Lo que quiero decir, hyung, es que pienso que no necesitas ser el seme para quedar satisfecho.

- Ya, pero...

- Y te repito que de chica no tienes nada.

- Lo sé...

- Te quiero tal y como eres, adorable, despistado y horriblemente sexy.

- ...

Vencido. Otra vez. Baro ha vuelto ha convencerme. Me quiere... y yo también, seamos realistas. Y tiene razón, aunque yo no sea seme la satisfacción es grande... yo diría que mayor incluso que antes. 

Me besó dulcemente en los labios.

- Oye, ya podríais hacer esas cosas en vuestra habitación.

La voz del maknae nos trajo al mundo real. Baro se separó de mí un poco sonrojado y yo me decidí a esquivar la mirada de Gongchan.

- No seas plasta, solo nos besábamos – repliqué.

Gongchan no contestó, sino que se limitó a tender a mi novio un móvil, concretamente el del líder. Baro lo cogió un poco confundido.

- El manager acaba de llamar – explicó el más joven con indiferencia -. No me hado tiempo a contestar.

- ¿No está Jin Young? – preguntó Baro.

- Sí está en el baño, pero tengo prisa. Dáselo tú, hyung.

- ¿Prisa? ¿Y eso? – preguntó Baro, curioso - ¿Adonde vas?

- He quedado – dijo misteriosamente mientras salía por la puerta que daba a las escaleras – con un chico. Nos vemos luego, hyungs.

Y se fue, dejándonos la cabeza llena de dudas.

- En fin – Baro me tendió el móvil. Me negué a cogerlo. Baro infló las mejillas imitando mis pucheros y puso la voz lo más dulce que pudo – Por favor, hyung... El cómic está muy interesante y quiero acabarlo...¿sí?

Riendo, cogí el móvil y me levanté del sofá. Ya seguiríamos más tarde. Total, teníamos todo el tiempo del mundo, pensaba mientras me dirigía hacia el baño. En mi infinita sabiduría, estaba decidido a abrir la puerta sin llamar cuando me detuve en seco, sonrojándome. ¿De verdad había estado a punto de entrar el un baño en el que Jin Young debía estar desnudo bajo la ducha? Llamé con los nudillos.

- Dame un segundo, Sandeul – contestó el líder.

- No... Soy Dong Woo, hyung.

- Ams... ¿Qué ocurre?

- Te han llamado. Vine a traerte el móvil.

- ¡Ah! ¡Gracias! Déjalo sobre mi cama, por favor.

Eso hice y me marché del dormitorio casi corriendo. No entiendo por qué me puse tan nervioso. Sandeul y Jin Young habían vuelto. Desde entonces los dos estaban muy sonrientes. Ya ninguno recordaba lo mucho que había sufrido por el otro.

Volví a la salita y casi me tiré sobre Baro, abrazándome a él. Sentí como se sobresaltaba.

- ¡Hyung! ¿Qué...? – realmente había sido demasiado brusco al lanzarme de esa forma sobre él.

- Necesito que me prometas algo, Baro.

- ¿El qué?

- Dime que nosotros no nos haremos tanto daño como ellos.

- ¿Cómo ellos? ¿Quiénes?

No le contesté. Cerré los ojos. Me vinieron varias imágenes a la cabeza: Sandeul llorando acurrucado en una esquinita de su cama, Jin Young gritando cosas sin sentido con el acento claramente marcado por el alcohol...

- ¿Hyung? ¿A quién te refieres?

No quería seguir pensando en ellos, pero no conseguía apartar esas imágenes de mi cabeza.

- Prométemelo, por favor.

- Está bien, te lo prometo – susurró en un suspiro.

- Gracias.

Baro me abrazó sin haber entendido qué ocurría, pero no volvió a preguntar, y yo tampoco se lo dije.

El líder irrumpió en la habitación, recorriéndola con la mirada.

- ¿Dónde están los demás?

Baro y yo nos encogimos de hombros.

- Bueno, pues para que lo sepáis, han cambiado nuestra aparición en televisión a mañana.

Y se fue, si despedirse siquiera. Bueno, pensé, quizás fuera mejor así.

Notas finales:

Espero que este os haya gustado. Ya solo queda el último. ¡Ánimo! ¡Sé que aún podéis soportarme un poquito más, que el siguiente es más corto!


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