Asura no dejaba de recordar lo que sucedió apenas la noche anterior. Yasha, debajo de su cuerpo, con ese rostro… ¡demonios! Debía dejar de pensar en eso. Por otro lado, Yasha se preparaba para salir. En cuanto el peliblanco lo vio las preguntas a su mente no tardaron en llegar, pero no tuvo tiempo de decir nada, por que como si le hubiera leído la mente, el pelinegro le respondió con toda la calma que pudo reunir.
- Voy al trabajo.
Y dicho eso se marchó. Asura miró la puerta por donde Yasha había partido. No supo cuanto tiempo quedó sumergido en sus pensamientos, pero lo que si estaba seguro, era de que algo muy extraño pasaba, y no era algo que podía identificar, lo cual era frustrante para el.
Las horas pasaban… se aburría como nunca. Decidió dar un paseo para despejarse, mirando a todos lados buscando algo que le llamara la atención. Sin querer había escuchado a unos sujetos hablar de un bar que recien había abierto y que daban un excelente servicio. Por curiosidad, y más que nada por aburrimiento, decidió aventurarse a ese bar y dar prueba de las excelentes criticas que se le daban. Al entrar nada llamó su atención. Era lujoso el lujar, pero sin exagerar. Era notorio que la mayoria de los clientes eran empresarios y uno que otro joven con hormonas alborotadas.
Fijó su vista un poco más hasta que notó algo que en verdad captó tanto su interés como sorpresa al ver ahí, como mesero, o eso parecía ser, a su cuñado Yasha. No lo podía creer. ¿Ese era su trabajo? Nunca se molestó por saber a que se dedicaba laboralmente su cuñado, pero el verlo ahí si que fue una gran sorpresa, era… ¿cómo decirlo? ¿degradante? No, un trabajo es un trabajo, pero, a Yasha no se lo imaginaba de mesero, como un empresario quizas, pero no mesero, eso era algo que no le cabía en la imaginación.
Cuando notó que uno de los clientes le llamaba molesto, Yasha se acercó, para, al parecer, recibir una critica muy ofensiva. Al ver el rostro un poco cansado de Yasha, y obviamente conteniendo la molestía, supo, que efectivamente, aquel hombre lo insultaba. No supo por qué, pero eso le molestó. Nadie podía insultar a su cuñado más que el.
Cuando Yasha se disponía a marcharse, una mano muy atrevida, lo sujetó con rudeza del brazo y lo jaló hasta el sujeto. La sorpresa en el rostro de Yasha fue la gota que derramó el vaso. Aquel sujeto no conforme con el insulto, se atrevía a pensar que Yasha era un sujeto de compañía, no lo dejaba ir y su mirada era de lujuria. Yasha trataba de ser educado y quitarselo de encima. Asura ahora muy cabreado, se dirigió a paso apresurado y le acertó un puñetazo al sujeto, ante la atónita mirada de Yasha que no cabía en sí de la sospresa. El dueño se acercó para tratar de saber lo sucedido, meter paz y reprender al o los culpables.
- ¡Asura! ¿Qué se supone que haces aquí? Vete o me meterás en problemas.
- ¿cómo permites que te manoseen?
Yasha enrojeció de vergüenza y de ira. Se sintió humillado en su orgullo.
- Vete, no necesito que me cuides.
Y con eso, Asura se marcho. Pero no se fue a casa, esperó a Yasha hasta que terminara su trabajo. Cuando el pelinegro salióp, con mochila en mano, y vio a Asura, su sorprensa se volvió pronto indignación.
- Te dije que no necesito que me cuides.
- No crei que trabajaras en un lugar así.
- Un trabajo es un trabajo, además, ¿Qué hacias tu ahí?
- No me gustan esos lugares, pero estaba aburrido.
Yasha no supo que pensar. Por un lado, no le intereaba lo que hiciera o dejara de hacer Asura, pero por el otro, no le agradaba la idea de que se metiera en sus asuntos. Asura no quería dejar de pensar en lo sucedido, quería seguir con una serie de interrogaciones.
- ¿Por qué dejaste que ese sujeto te manoseara?
De nuevo aquello. Yasha no dejó que hicieran nada con el. Estaba claro que no podía ser violento, pero tampoco era un tonto, quería retirar al sujeto sin causar mayor molestia para evitarse problemas con su jefe. Pero al parecer, su cuñado no parecía pensar igua. Clásico, nunca usaba la cabeza, la cual parecía que carecía de cerebro y solo pensaba con los puños.
- Yo no dejé que me “manoseara”.
- ¡Claro que si!
Aquello sorprendió a Yasha. Asura lo miró como un demente.
- Y es mas, no parecías muy a disgusto.
Yasha se ofendió por aquel comentario. ¿Qué insinuaba? ¿Que era un fácil? Su orgullo y su honor se vieron mansillados con aquel comentario.
- ¿Cómo te atreves? No tienes idea de nada.
Asura lo sujetó con rudeza de las muñecas, sorprendiendo al otro, que miraba entre sosrprendido y molesto a Asura.
- No te atrevas…
- Si no es así entonces ¿por qué no te lo quitaste de encima?
- Ese es mi problema.
- Entonces, es eso. Lo admites. No éres más que un cualquiera.
¿por qué le decía esas cosas? ¿por qué le dolían demasiado? No pudo decir nada. Se sentía herído en su orgullo, su honor se había puesto en duda. Se soltó de Asura y lo miró con rencor.
- No te atrevas a insinuar nada si no tienes ni idea de nada.
Asura gruñó y se marchó, dejando a Yasha aún parado en el mísmo lugar. No quería caminar junto a Asura. Se quedó pensando.
Asura hacía horas que había llegado a casa y Yasha no daba señales de llegar. Afuera llovía torrencialmente. En su mente se repetían las escenas del bar y su discución con Yasha. Se sentía enfadado y aunque quisiera negarselo y asumir que era enojo y no otra cosa, estaba comenzando a preocuparse.
Yasha no tenía ganas de regresar a la casa de su hermana y cuñado. Pero no tenía otra opción. Además, ya llevaba demasiado tiempo bajo la lluvia. Cuando entró a la casa, estaban todas las luces apagadas, no se encontró a Asura por ninguna parte, lo cual le alegró, no tenía ganas de lidiar con ese cabeza dura. Sus palabras e insinuaciones injustas aún le dolian. Entró a la habitación que ocupaba en su estancia ahí y sin darse un baño, se cambió de ropa y se fue a la cama.
Asura había permanecido en la sala esperando a Yasha. Cuando por fin llegó, tuvo el impulso de levantarse y gritarle a la cara en dónde había estado, pero algo le impulsó a quedarse quieto. Cuando ya no escuchó más movimiento, se levantó del sofá y caminó hasta la habitación de Yasha, pero antes de tocar si quiera la puerta, escuchó una tós. En su mente gruñó.
- Ese idiota. Se ha enfermado.
Entró y lo que vio lo dejó helado, por decirlo de alguna forma. Yasha se veía con el rostro muy sonrojado por la fiebre y sudaba excesivamente. No se veía nada bien. Claro, varias horas bajo la lluvia y sin darse un baño caliente… cualquiera se enfermaría. Se acercó lentamente para tocar su frente pero en cuanto Yasha sintió la mano de Asura en su frente la retiró de imediato con gran indignación.
- Largate. No necesito tu preocupación.
- ¿Y dices que yo soy el cabeza dura?
- Nunca escuchas… vete. No tengo ánimo de soportar tu impertinente precensia y menos escuchar tu venenosa boca.
Asura sabía a que se refería. Se fue. Cerró la puerta y esperó ahí unos minutos. La tós de Yasha era cada vez más fuerte y constante. Su preocupación pronto se convirtió en remordimiento. Ni siquiera sabía por que había dicho aquello. Entendía por que Yasha no quería verlo, y tenía toda la razón, pero estaba enfermo y necesitaba que lo atendieran. No era enfermera, no tenía ni idea de qué hacer, pero no podía dejar que la enfermedad se agravara o sería mucho mas serio el asunto. Mañana llamaría a un médico para que lo revisara. Por ahora, solo podía permitirle privacidad.