Bienvenida a casa
Cálido, el ambiente que se sentía eran cálido, tranquilo, y alegre... eso era lo que pensaba un joven hombre quien se encontraba recostado en una cama de sábanas blancas, teniendo en sus brazos su más grande tesoro un pedacito de su alma, de su corazón, carne de su carne. Un pequeño angelito que fue muy deseado por sus padres y ahora tan amado por todos los seres que le rodean.
Ese joven era Hiroki, el mismo que una vez fuera llamado "El demonio Kamijou" y ahora aquel que lo conociera y lo viera no creería que fuera la misma persona, su expresión era suave, tan trasparente y expresiva con una mirada ensoñadora y un cálida sonrisa la cual sólo era dirigida a una, bueno, ahora dos personas.
Una de ellas el gran amor de su vida, porque hay que reconocer que no lo admitiría abiertamente pero aun así lo era, era el ahora pediatra Kusama Nowaki, esa persona quien siempre ha estado a su lado por largos años, en las buenas, en las malas y en momentos como estos llenos de felicidad y completa dicha.
La segunda personita que habitaba muy en su corazón, era la pequeña niña que cargaba, esa dulce criaturita, tal cual vivo retrato de su padre con sus cortos cabellos oscuros, piel pálida y sus ojos... que aunque todavía no los abra espera sean tan azules como profundos lagos.
Y seguiría tan perdido es sus pensamientos si no fuera por el sonido de la puerta al abrirse no tenía porque voltear, ya sabía de quien se trataba. Peinó el suave cabello de la menor mientras sentía la cama hundirse y unos brazos rodearlo, ladeó la cabeza levemente encontrándose con unas brillantes orbes azulinas que tanto amaba perdiéndose lentamente en su mirar.
Su mente se distrajo por los suaves quejidos de su hija clamando obvia atención teniéndola enseguida por parte de sus orgullosos padres, los cuales encantados la mecieron ganándose la primera sonrisa de su hija sólo para ellos, guardándola en el fondo de sus corazones.
Poco a poco abriendo sus ojitos para felicidad de Hiroki al saberse correcto, atenta a las luces y figuras a su alrededor la pequeña veía todo de forma curiosa, Nowaki encantado y dándole una rápida mirada de agradeciemiento a su castaño besa su frente para repetir la acción con su hija y sonriendo como sólo él sabe dice...
- Bienvenida a casa, Aiko Kusama Kamijou.
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Bienvenida a casa
Cálido, el ambiente que se sentía eran cálido, tranquilo, y alegre... eso era lo que pensaba un joven hombre quien se encontraba recostado en una cama de sábanas blancas, teniendo en sus brazos su más grande tesoro un pedacito de su alma, de su corazón, carne de su carne. Un pequeño angelito que fue muy deseado por sus padres y ahora tan amado por todos los seres que le rodean.
Ese joven era Hiroki, el mismo que una vez fuera llamado "El demonio Kamijou" y ahora aquel que lo conociera y lo viera no creería que fuera la misma persona, su expresión era suave, tan trasparente y expresiva con una mirada ensoñadora y un cálida sonrisa la cual sólo era dirigida a una, bueno, ahora dos personas.
Una de ellas el gran amor de su vida, porque hay que reconocer que no lo admitiría abiertamente pero aun así lo era, era el ahora pediatra Kusama Nowaki, esa persona quien siempre ha estado a su lado por largos años, en las buenas, en las malas y en momentos como estos llenos de felicidad y completa dicha.
La segunda personita que habitaba muy en su corazón, era la pequeña niña que cargaba, esa dulce criaturita, tal cual vivo retrato de su padre con sus cortos cabellos oscuros, piel pálida y sus ojos... que aunque todavía no los abra espera sean tan azules como profundos lagos.
Y seguiría tan perdido es sus pensamientos si no fuera por el sonido de la puerta al abrirse no tenía porque voltear, ya sabía de quien se trataba. Peinó el suave cabello de la menor mientras sentía la cama hundirse y unos brazos rodearlo, ladeó la cabeza levemente encontrándose con unas brillantes orbes azulinas que tanto amaba perdiéndose lentamente en su mirar.
Su mente se distrajo por los suaves quejidos de su hija clamando obvia atención teniéndola enseguida por parte de sus orgullosos padres, los cuales encantados la mecieron ganándose la primera sonrisa de su hija sólo para ellos, guardándola en el fondo de sus corazones.
Poco a poco abriendo sus ojitos para felicidad de Hiroki al saberse correcto, atenta a las luces y figuras a su alrededor la pequeña veía todo de forma curiosa, Nowaki encantado y dándole una rápida mirada de agradeciemiento a su castaño besa su frente para repetir la acción con su hija y sonriendo como sólo él sabe dice...
- Bienvenida a casa, Aiko Kusama Kamijou.