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Una luz se apaga por cutebeast64

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Notas del fanfic:

Fujimaki tadoshi-sama, es el creador de Kuroko no
basket y por tanto, de Aomine daiki y Kagami taiga, sin embargo, la idea de
este fic es solo mía, espero les guste, primer fic que escribo de esta pareja…

Notas del capitulo:

Hola a todos, después de releer los reviews que me
han dejado en muchos de mis muy populares (?) one-shots, decidí intentar
regresar al exitoso sendero del Angst (?), así que aquí tienen, un fic que
lloré escribiendo, espero les guste y si quieren más de esta pareja (incluso si
en vez de esto prefieren una comedia, un fluff o solo lemon) por favor, lo
pidan en un comentario! No duden en hacerlo, me hará muy feliz saber que les
interesa, en todo caso, a leer!

Una luz se apaga

-          ¡Está helando!- Al salir de entre sus delgados labios, las palabras se convirtieron en cálidas nubes blancuzcas que confirmaban sus palabras…

Lo poco de cielo que asomaba entre las esponjosas nubes grises y blancas –tan grandes, amplias y redondas que simulaban los vientres de ballenas recorriendo el mar– era de un color azul distante, pálido y congelado, similar al del rocío que se congelaba en las briznas de pasto en las madrugadas de su infancia, cuando montados en sus bicicletas y temblando de frío, jugaban a las carreras para llegar a la escuela…

Los hilos de acero que entrelazados en rombos, se erigían como redes para rodear aquella pequeña cancha de basketball, estaban igualmente congelados; las gotas de lluvia de la mañana se estaban convirtiendo en escarcha… Las redes viejas y sucias se agitaban entre el viento frío, sobre los aros de color rojo vivo se vislumbraba de una pequeña capa de hielo, el mismo suelo empezaba a ponerse resbaloso…

Las suelas de sus zapatos chirriaban con los ágiles y poderosos movimientos de los dos chicos, y el balón naranja rebotaba de manera cada vez más dispar… El sudor que corría por sus cuerpos se congelaba al caer al suelo, sus respiraciones se convertían en vapor blanco y sus cuerpos empezaban a entumirse un poco por el frío, sin embargo, no les importaba… la irreprimible sonrisa que iluminaba sus rostros era prueba más que suficiente de la existencia de aquella felicidad genuina e infantil.

Aomine hizo una finta hacia la derecha, cruzando el balón por entre sus piernas antes de driblar en la dirección opuesta, confundiendo a Kagami, quien tardó unos cuantos segundos en notar lo que había sucedido y corriendo tan rápido como le daban las piernas, intentar detener al moreno, que con una sonrisa en el rostro, saltó hacia el aro mucho antes de que el pelirrojo pudiese siquiera intentarlo, encestando con un clavado para irritar más a su oponente…

-          ¡Ah, mierda! ¡Ahomine, otra vez!- Replicó el pelirrojo apretando los puños, exigiendo de inmediato la revancha ante aquella última derrota

-          Imposible, ya déjalo- replicó cubriendo con una de sus manos su bostezo, al tiempo que caminaba hacia la banca en la que estaban sus maletas, dos botellas de agua a medio terminar, una bebida energética y una pequeña radio, de la que provenía la música de Hip&Hop que habían estado escuchando desde hacía un rato sin ponerle mucho cuidado…

-          ¡Ahomine!- Replicó en un grito al tiempo que corría a recoger el balón, abandonado a la deriva por el moreno, quien ya parecía demasiado aburrido como para ser jugando- ¡Aún no es suficiente! ¡Una vez más! ¡1 a 1!

-          ¿Qué no entiendes? No puedes vencerme- replicó al tiempo que ponía sus manos cerca a su boca, calentándolas con el vaho blanco que salía cada vez que hablaba- aah, está helando en serio…

-          ¡No tengo frío! ¡vamos juguemos!- Repetía incesantemente el pelirrojo

-          No vas a ganarme si jugamos más… solo vamos a terminar congelándonos- Fue la respuesta de Aomine, al tiempo que recogía la botella de agua, abriéndola para tomar un poco de su contenido- Por cierto, esto no es Hip Hop americano, ¿verdad?

-          ¿Eh? No, espera ¿Cómo se supone que lo sepa?…- respondió Kagami algo sorprendido por el cambio de tema, antes de volver a quejarse- ¡No cambies de tema Ahomine! ¡Quiero otro 1 a 1!

-          Cállate Bakagami, eres molesto- Replicó en voz baja tomando otro sorbo de agua al tiempo que escuchaba la letra de la canción… lo poco que lograba entender eran las frases pronunciadas en mal inglés, sin embargo, no le parecía del todo mala aquella canción

La radio cortó intempestivamente la canción que escuchaban para dar un anuncio de precaución a quienes condujeran por las posibles heladas de la noche que estaba por venir; al parecer habían ocurrido varios accidentes en la noche anterior y las autoridades empezaban a preocuparse… Kagami siguió driblando en la cancha vacía sin prestar atención al frío, llamando a Aomine a unírsele cada cierto tiempo, sin que el moreno diera señal alguna de interés, recostándose en la fría reja para observar al otro jugar…

La canción se reanudó a los pocos momentos y el recuerdo de aquella advertencia desapareció pronto entre el frío de aquella tarde de inicios del invierno. Los ojos negros de Aomine seguían el balón casi por instinto, como un predador vigila a su presa, por lo que para Kagami no era nada sorprendente sentir que estaba siendo observado mientras jugaba, al contrario, estaba perfectamente acostumbrado a la sensación de que Aomine evaluara su nivel de juego. Sin embargo, en ese preciso momento de ese día específico, en aquella solitaria cancha de basketball, no era el movimiento del balón lo que distraía al moreno, sino el jugador…

Aquel pelirrojo cuyo temperamento no se enfriaba ni siquiera con el frío del invierno, cuya cálida sonrisa era capaz de enviciar incluso al corazón cerrado del moreno, que se había convencido a sí mismo de que no existía nadie en el mundo para él, de que si nadie era capaz de vencerle era porque nadie merecía estar a su lado… Y era con esta fría determinación  que se había alejado de Kuroko, su primer gran amigo e incluso de Momoi… Sin embargo, ahora aquella sonrisa le estaba cambiando, alterando… estaba dándole una nueva esperanza

-          Oye, Kagami- Se atrevió a decir cuando el pelirrojo, cansado de jugar solo, se recostó junto a él en la reja de metal, tomando agua de la botella trasparente, con el rostro algo rojo por el esfuerzo físico y el sudor resbalando por sus mejillas

-          ¿Eh? ¿Qué?- Cuestionó bruscamente mirándolo apenas de reojo

Abajo en la calle pasaban automóviles a gran velocidad, silbando entre el viento y con las llantas rechinando contra la pequeña pantalla de hielo que recubría el asfalto negro; quizás no habían escuchado la advertencia de la radio o quizás les importaba tan poco que preferían ignorarlo. Una garza blanca graznó en lo alto, anunciando su paso por aquel cielo que parecía nublarse más y más conforme pasaba el tiempo.

-          Tú…- Murmuró en voz baja

Tan cerca… tan lejos. Incluso cuando estaba recostado en aquella misma cerca, tomando agua al igual que él, Kagami parecía estar demasiado lejos como para alcanzarlo; parecía estar en un mundo completamente distinto e inalcanzable… Un mundo de luz y calidez al que Kuroko había sido invitado, mientras él era dejado de lado… entre las sombras de un pasado no muy agradable de recordar.

-          ¿Qué te pasa Ahomine?- Insistió el pelirrojo al ver que el peliazul se había quedado sin palabras con las cuales expresar sus intenciones- ¿Tienes hambre o algo?

-          Si fuera algo tan trivial…- y entonces se quedó callado una vez más, dejando a Kagami con una expresión de sorpresa y en cierto modo de inconformidad, sus ojos rojos entreabiertos y sus labios entreabiertos

“Si fuera algo tan trivial, no estaría dudando tanto” Completó para sus adentros mientras apretaba la reja congelada entre sus dedos desnudos, sintiendo de inmediato un escalofrío que sin embargo, no era en lo absoluto tan intenso como la tormenta que se libraba en lo profundo de su corazón…

-          ¿Entonces quieres jugar?- Preguntó otra vez con una expresión confundida

-          Bakagami…- fue la respuesta del moreno

No tenía la fuerza para intentar y fallar… no tenía la fuerza para acercarse a aquel sol que calentaba su corazón cuando el riesgo de fallar significaba quemarse hasta las cenizas. Incluso cuando dar un paso hacia su derecha sería suficiente para que sus hombros se tocaran, no haría nada que le obligara a caer con las alas destrozadas, como un Ícaro tentado por la oportunidad de volar…

Kagami, ese estúpido pelirrojo para quien solo parecía existir el basket, que podía cocinar delicias, que poseía un estómago sin fondo, con un pánico infundado hacia los perros, que jamás se rendiría ante un reto y que aunque había vivido en USA seguía perdiendo los exámenes de inglés… Y pensar que se había llegado a enamorar de él, de ese idiota tan parecido a él mismo, incluso cuando creyó que para él no existiría nunca nadie… que estar solo era la única salida… ¿Porqué su corazón anhelaba tanto el calor del pelirrojo junto a él?

-          ¡¿Entonces qué Ahomine?!- Gritó irritado ante la respuesta del pelirrojo

Era imposible que él dijese algo como “Eres mi esperanza y por eso deseo estar a tu lado” o “Si pudiera, te sostendría entre mis brazos y jamás te dejaría ir”, porque odiaba las cursilerías tanto como a las personas que daban vueltas alrededor de temas simples… Pero tampoco era capaz de decir directamente un “Te amo”, “Te necesito” o “Estoy enamorado”, al menos no mientras siguiera vacilando sobre si era correcto hablar o si sería mejor para él permanecer en silencio…

Porque incluso si no lo admitía jamás, era cierto que en ese momento, tenía miedo… Miedo de pensar que si llegaba a confesar sus sentimientos, la mirada de Kagami cambiase… que dejara de sonreírle y jugar con él, que dejara de comportarse como lo hacía. Lo amaba platónicamente, lo amaba desde la distancia… amaba a ese Kagami sonriente que siempre estaba lejos de él, a esa luz inalcanzable que parecía sin embargo tan cercana a él. Amaba esa pequeña distancia que existía entre sus hombros en momentos como ese… Porque la esperanza de ser correspondido existía justo allí, de la misma manera en que existía la posibilidad de caer y jamás regresar…

Apretó con más fuerza las rejas detrás de él… No podía decírselo… No podía arriesgarse a que Kagami cambiase, no podría soportar ser odiado, evadido, ignorado… No por él… no por aquel a quien amaba… se negaba… se negaba a ver como su sol se enfriaba por su culpa. Y sin embargo, había dicho aquellas palabras… como si supiera que esa sería su última oportunidad de confesar sus sentimientos, su corazón había brincado en su pecho, pidiéndole que llamara la atención de Kagami, que se atreviera…

-          Yo te…- amo, te necesito... anhelo… porque eres como yo y al mismo tiempo no lo eres… porque tu sonrisa me hace sentir que estoy vivo, que hay esperanzas, que la felicidad existe en alguna parte, que realmente existe alguien para mi…

-          ¿Qué intentas decirme?- Los ojos de Kagami no reflejaban más que confusión y nerviosismo mientras se acercaba a él, disminuyendo cada vez más el abismo que los separaba… No… no podía, si ese abismo desaparecía entonces…

-          Idiota, si crees que puedes ganarme alguna vez estás muy equivocado- Incluso cuando no era eso lo que quería decir, cuando esos no eran sus verdaderos sentimientos, eso fue lo que salió de sus labios… Incluso cuando lo único que quería era admirar esa cálida sonrisa- ¡Realmente eres tan imbécil como pareces, bakagami! ¡Todo este tiempo y no te has dado cuenta de que no puedes contra mí!

-          ¿Qué dices AHOMINE? ¡Voy a vencerte! ¡Solo dame un juego más y te lo demostraré!- Dijo apretando los puños y retrocediendo de aquella reja con el ceño fruncido, irritado, iracundo…

Cuando el peso de Kagami desapareció, la reja se tambaleo, rompiéndose algunos de los cristales de hielo frío que cayeron al suelo haciéndose añicos y con eso Aomine quedó solo otra vez… Una sonrisa cruel e irónica se esgrimió en sus labios, destinada a su propio corazón adolorido… Ese único momento había desaparecido…

“Cuando la verdad es que lo amo tanto”

-          Aaahh, tengo sueño ¿sabes? Me largo…- Dijo alejándose también de aquella reja gris… El metal se agitó y el hielo terminó de hacerse añicos, cayendo trozo a trozo al suelo…

Su garganta estaba agria de tanto contener la tristeza, pero llorar era lo último que haría un hombre… llorar no era algo a lo que estuviese dispuesto, mucho menos por una fantasía que ni siquiera era real, por aquel sueño de poder escuchar aunque fuese una vez que aquella persona a la que amaba le correspondiese con un “Te amo”. Tiró la botella a la caneca más cercana y recogiendo su maleta con una mano le dio la espalda al molesto pelirrojo, que seguía gritándole en busca de una revancha…

No había nada que hacer… las fantasías no se hacen realidad solo porque así lo desees en un momento determinado, pero aún cuando su mente lo entendiera, su corazón se rehusaba… La ilusión de poder besar aquellos labios, o sujetar aquella cálida mano entre las suyas, apareciendo incesantes en los rincones más recónditos de su mente hacían que su pecho se sintiera vacío y su mente acongojada, riéndose a carcajadas de su propia estupidez abandonó aquella cancha y empezó a bajar las escaleras hacia la calle, con la vista nublada por las lágrimas que no se permitiría derramar, oyendo sin escuchar los insistentes gritos de Kagami…

Era mejor así… si tan solo se pudiese consolar así mismo, diciendo que todo estaba mejor así… que Kagami sin duda estaría mejor sin saber la verdad, que aquellos sentimientos solo podían arruinar aquella amistad a la que había llegado a aferrarse como lo haría un náufrago de un trozo de madera… Mañana sería otro día, volverían a encontrarse allí y jugarían otra vez 1 a 1 hasta que se hiciera de noche… Se habría olvidado ya de estos sentimientos que le consumían y se contentaría con la sola sonrisa de Kagami, con aquella radiante felicidad…

-          ¡Ahomine!- cuando escuchó este grito ya estaba suspendido en el aire…

Solo entonces cayó en cuenta, de que se había resbalado en el primero de aquellos resbalosos escalones congelados y caía hacia la calle que estaba un metro por debajo… un par de golpes, quizás un moretón y unas raspadas, no era nada de qué preocuparse, aquella caída no era nada; podía seguir jugando baket incluso así… ¿Entonces porqué Kagami lucía tan preocupado mientras corría hacia él atravesando con zancadas impetuosas la cancha? ¿Por qué aquella voz  que siempre estaba llena de entusiasmo se estaba quebrando en ese momento? ¿Por qué aquellos ojos escarlata que tanto amaba, se estaban llenando ahora de lágrimas?

Muy tarde vio el automóvil que le estrellaría en medio de su caída, haciéndolo rodar por el capó de color rojo sangre antes de estrellarse contra el cristal, rompiéndolo con su cuerpo… Un profundo dolor cuyo origen era incapaz de descubrir dominó sus sentidos antes de que pudiese entender lo que sucedía, su boca se lleno de un desagradable sabor a sangre… escuchó el tronar de sus huesos, más fuerte aún que el chirriar de las llantas contra el hielo en un intento fallido de frenar. El conductor perdió el control del automóvil, que dando vueltas como loco, terminó lanzándole contra una baranda de concreto…

Su cuerpo entero estaba entumido, no sentía ya el frio del invierno; era como si su cuerpo se hubiese hecho parte de la nieve que empezaba a caer, copo a copo desde el cielo alto… el sonido de todo lo que le rodeaba empezó a hacerse cada vez más tenue, tendiendo a desaparecer en un silencio absoluto… no podía mover sus piernas o brazos, ni siquiera sus dedos responderían… sonrió irónicamente para sí mismo con las pocas energías que le quedaban… “Ya no podrás jugar basketball” se dijo en tono burlón…

-          ¡Aomine! ¡Aomine!- los incesantes gritos de Kagami, resonaron en sus oídos, obligándole a levantar la mirada para buscar al dueño de aquella voz… El pelirrojo, se encontraba en la calle, recorriéndola con zancadas tan amplias que casi parecía volar…

En ese momento, la sonrisa de su rostro se desvaneció y un atisbo de lágrimas asomó en sus ojos oscuros… ¿Cómo era posible que pudiese sonreír ante la idea de perder el basket para siempre, pero no ante el solo pensamiento de no volver a ver a Kagami? ¿Por qué se arrepentía más de no poder volver a disfrutar de la calidez de aquella sonrisa que de no poder volver a jugar el deporte que tanto amaba?

…¿En qué momento…sus prioridades habían cambiado tanto?

-          ¡Aomine!- El silencio estaba consumiéndolo todo, incluso la voz de Kagami, que ahora sonaba mucho más distante… al parecer, ese era el final…

Después de todo lo que había hecho… después de todos los partidos en los que había participado, de Teikou, de Touou, de haber entrenado, de haberse vuelto fuerte junto con los de la generación de los milagros, de haber conocido a Kuroko, de haber jugado con Kise… de haberse enamorado de Kagami… al parecer… ya todo estaba llegando al final esperado…

Ni siquiera sintió la calidez en las manos de Kagami cuando le incorporó con miedo y tristeza, o la dulzura de las lágrimas que cayeron sobre él, después de haber recorrido por completo el rostro que amaba o la desesperación en la voz del pelirrojo al llamarlo por su nombre una y otra vez, pidiéndole que abriera los ojos, que se quedara allí…

“Déjame abrazarte hasta que exhale por última vez” Hubiera querido ser capaz de decir esas palabras, aunque fuese solo una vez… Aunque sonaran cursi, aunque no fuera de hombres…hubiese querido tener el valor de poder decir aquellas palabras, de atenerse a las consecuencias de haberlo hecho,  ya fuera el amor o el odio…

Aunque las sombras ya lo habían consumido todo a su alrededor, Kagami seguía allí, abrazándolo contra su pecho, llorando y gritando cosas que no lograba escuchar, con tanta desesperación…

Si le hubiera dicho un “Te Amo” ¿Cómo hubiera reaccionado? ¿Acaso se habría molestado, o se habría entristecido, o quizás sus mejillas se hubieran teñido ligeramente de rojo mientras le correspondía avergonzado? Hubiese querido sonreír ante la ironía de la vida, pero no podía… porque su corazón no se lo permitiría… la sonrisa de Kagami ya no estaría allí para darle esperanzas… Levantó su mano lo suficiente como para acariciar la mejilla del pelirrojo y antes de que se diera cuenta, una sola lágrima escapó de sus ojos, mientras en su mente recitaba la despedida que no podría confesar en voz alta

“Adiós, mi amado”

La nieve caía lentamente sobre la ciudad, cubriendo la calle ensangrentada, cubriendo la cancha abandonada, cubriendo las patrullas de la policía y la ambulancia que llegarían demasiado tarde para salvarle la vida… cubriendo también a un pelirrojo que se rehusaba a soltarlo, incluso cuando ya no daba muestra alguna de vida, con los ojos llenos de fieras lágrimas, como si fuese algún animal salvaje…

-          Ahomine… idiota, abre los ojos ahora… ahora mismo, tenemos que jugar… un 1 a 1, me lo prometiste… ¿No ves que tengo que ganar?...- Murmuró en voz muy baja, ya le había cerrado los ojos a aquel cuerpo frío como la nieve cuya ropa se había tornado roja como la sangre que le manchaba- Abre los ojos, por favor… aun no he podido decirte… que te amo…

Notas finales:

bueno, estoy llorando aquí. Espero les haya gustado, espero poder escribir mucho más de esta y otras parejas de KuroBasu una vez lea el manga (solo ha visto el anime por culpa de la Universidad) no olviden apoyarme también en mis dos originales (Amor Sangriento en Whitechapel y Junto a mi Amo) y los demás fics que he escrito de Naruto con comentarios ^^

Cutebeast64 se despide


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