SANDÍA
Sandía: Ese era el olor de aquellas tardes de verano que pasabais en casa de tu abuela cuando todavía erais una el apéndice de la otra en todo momento, cuando ella todavía reía de tus bromas y tú de las suyas, cuando podías imaginarte que era más que una simple amiga.
Ahora, simplemente, todo esto ya no existe –ni nunca lo ha hecho, por lo que refiere a ella-, todo ha estado substituido por su dura indiferencia y por tu propia culpabilidad.
Es extraño de imaginar lo que te pueden llegar a cambiar la vida tan solo tres segundos. Aquellos tres segundos de impotencia y de desconcierto en los cuales se te escapó un “te quiero” y su cara se deformó hasta convertirse en una de desconcierto y seguidamente en una de asco. Nunca te hubieras imaginado el daño podían hacer aquellas palabras que simplemente habías visto como una cosa preciosa hasta el momento.
No puedes ni levantar la cabeza, ahora. No hay ni un día en el que no te arrepientas de tus palabras, ni tan solo hay uno en el que no recuerdes las palabras que te dijo a continuación de su cara de asco: “Yo… Realmente no me esperaba esto… Creo que lo que necesitamos ahora es tiempo… Un poco de tiempo…”
“¿Tiempo?” piensas absolutamente desde hace más de tres años “Tiempo es precisamente lo que sobra en esta relación”.
A pesar de todo el tiempo que ha pasado todavía sigues en la primera fase: El impacto. Nunca te has podido creer del todo que tu razón para seguir viviendo haya desaparecido. Siempre te despiertas esperando encontrártela a tu lado, sonriéndote y preguntándote qué tal has dormido, pero al encontrarme a mí la ilusión desaparece de tus ojos. Y no me lo intentes negar, por favor, sé que es verdad. Explícame por qué, sino, sigues oliendo una sandía cada mañana.
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Lo vuelvo a poner, es demasiado corto sino :)
SANDÍA
Sandía: Ese era el olor de aquellas tardes de verano que pasabais en casa de tu abuela cuando todavía erais una el apéndice de la otra en todo momento, cuando ella todavía reía de tus bromas y tú de las suyas, cuando podías imaginarte que era más que una simple amiga.
Ahora, simplemente, todo esto ya no existe –ni nunca lo ha hecho, por lo que refiere a ella-, todo ha estado substituido por su dura indiferencia y por tu propia culpabilidad.
Es extraño de imaginar lo que te pueden llegar a cambiar la vida tan solo tres segundos. Aquellos tres segundos de impotencia y de desconcierto en los cuales se te escapó un “te quiero” y su cara se deformó hasta convertirse en una de desconcierto y seguidamente en una de asco. Nunca te hubieras imaginado el daño podían hacer aquellas palabras que simplemente habías visto como una cosa preciosa hasta el momento.
No puedes ni levantar la cabeza, ahora. No hay ni un día en el que no te arrepientas de tus palabras, ni tan solo hay uno en el que no recuerdes las palabras que te dijo a continuación de su cara de asco: “Yo… Realmente no me esperaba esto… Creo que lo que necesitamos ahora es tiempo… Un poco de tiempo…”
“¿Tiempo?” piensas absolutamente desde hace más de tres años “Tiempo es precisamente lo que sobra en esta relación”.
A pesar de todo el tiempo que ha pasado todavía sigues en la primera fase: El impacto. Nunca te has podido creer del todo que tu razón para seguir viviendo haya desaparecido. Siempre te despiertas esperando encontrártela a tu lado, sonriéndote y preguntándote qué tal has dormido, pero al encontrarme a mí la ilusión desaparece de tus ojos. Y no me lo intentes negar, por favor, sé que es verdad. Explícame por qué, sino, sigues oliendo una sandía cada mañana.