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Lazos rotos por mei yuuki

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Notas del capitulo:

Hola, bueno aki les traigo el final, este capitulo me quedo un poquitin mas largo ke los dos anteriores, o eso creo yo, espero ke les guste aunke me haya pasado con lo rosa y todo eso un poco X3

 

Lazos rotos

 

·Tercera parte - Mi elección·

 

 

 

El cielo iba aclarándose, tomando una tonalidad gris y esa noche mágica y casi milagrosa llegaba a su inevitable final; el sol se alzaría sobre el cielo una vez más borrando así los últimos resquicios de lo sucedido anteriormente.

Hibari abrió los ojos lentamente, sintiéndose confuso y adormilado. Miró el río frente a él y el cielo, acto seguido se preguntó en dónde se encontraba y entonces también notó que unos fuertes brazos lo envolvían y acunaban; los recuerdos de la noche recién pasada llegaron a su soñolienta mente trayéndolo a la realidad y se dio cuenta de que todo lo que había pasado había sido real después de todo. A pesar de lo inverosímil de los acontecimientos, había sido real y eso nadie podía negarlo, porque en ese preciso momento se encontraba a su lado, después de tanto tiempo estaba junto a él.

-¿ya despertaste? -el peliazul interrumpió la cadena de sus pensamientos

Kyoya lo miró y se removió entre sus brazos

-ni siquiera me di cuenta cuando me dormí

-kufufu~ no me extraña, parecías muy cansado. Te dormiste sobre mi regazo mientras hablábamos -le regaló una preciosa sonrisa y le acarició el rostro, lo que causó que éste se sonrojara y sintiese cosquillas en el estómago como cuando era adolescente.

Estaban sentados sobre el césped cercano al río, Mukuro le había puesto su gabardina negra encima durante la noche y lo tenía acurrúcado entre sus brazos.

En ese momento el pelinegro se incorporó sentándose sobre el césped y tallándose los ojos todavía con sueño

-ya me tengo que ir, no debería de haberme quedado aquí toda la noche -pensó vagamente en Dino, ¿que pensaría si se despertaba y no lo encontraba allí?, no sabía como le explicaría eso, aunque en el fondo no llegó a preocuparle demasiado

-no puedo detenerte, ¿no?

Kyoya negó con la cabeza, poniéndose de pie y peliazul hizo lo mismo; sobre ellos el cielo iba tornándose de hermosos colores rosas y damasco, que le daban la bienvenida a un nuevo día, a un nuevo amanecer.

El pelinegro se sacudió la ropa y echó a caminar al lado de Mukuro

-eso si no me importa lo que digas, te acompañaré hasta tu casa

-hmph, no pensaba negarme -contestó en voz baja

Mukuro pasó su brazo sobre los hombros de Kyoya, tomándo por sorpresa a éste que enseguida lo miró de frente, cosa que el peliazul aprovechó para robarle un beso rápido

-kufufufu~ realmente no has cambiado en nada

-cállate, tu sigues siendo igual de irritante que antes o incluso más

El peliazul se rió otra vez al ver la expresión enfurruñada de Hibari y un lindo sonrojo en sus mejillas, y deseó que el camino hasta el departamento de Kyoya fuese larguísimo y que nunca llegaran, para así no tener que separarse de él otra vez justo cuando acababa de encontrarlo. Aunque también creía que si el destino los había reunido nuevamente sería por algo y esperaba que no los separse otra vez, pero no, esta vez ni lo permitiría. Definitivamente se quedaría a su lado sin importar qué.

 

 

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-Aquí llegamos -dijo el pelinegro una vez que ya estaban en frente del edificio en donde vivía

-bueno, ya te dí mi número de teléfono y mi dirección, llámame cuando quieras -tomó su mano y entrelazó sus dedos- te esperaré hasta que decidas si quieres estár conmigo o con él

-...no quiero pensar en eso ahora -desvío la vista. ¿Qué debía hacer?, la confusión en su interior no hacia más que aumentar, junto con su stress

Mukuro notó la preocupación en su rostro y de repente tuvo una idea

-ya sé que haré. Te esperaré cada día a las ocho de la noche frente al río en el mismo lugar donde nos encontramos anoche, si decides que quieres estár conmigo, ven a mi encuentro. Tómate tu tiempo si lo necesitas, yo te esperaré todos los días

-eso es...-no sabía si aceptar o no, pero tampoco tenía una mejor idea así que finalmente decidió aceptar- está bien, supongo. Espérame si así lo quieres

-kufufufu~ espero que no te tardes tanto -se acercó su rostro al contrario y junto sus labios en un último beso de despedida- nos vemos pero esta vez espero que no pase tanto tiempo.

“Yo también espero lo mismo...“ -pensó el pelinegro para sus adentros.

 

 

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Kyoya entró sin hacer ningún ruido, abrió la puerta tan silenciosamente como le fué posible hacerlo. Estaba cansado, apenas estaba amaneciendo y todo lo que quería era dormir sin tener que hablar con nadie en esos momentos

-Kyoya, ¿adónde estabas?, me preocupé cuando desperte y no estabas -Dino estaba en la cocina tomando un café con unas tostadas

-salí a caminar porque no podía dormir -pasó de largo, directo a su cuarto- no hay razón para que te preocuparas, ahora tengo sueño así que no me molestes

Sin darle tiempo para contestar, entró en la habitación oscura y cerró la puerta tras de sí.

Se sentó en la mullida cama y cerró los ojos. A su mente acudían las imágenes de la noche anterior como una película en cámara lenta, para él todavía era como si hubiese sido un sueño o una ilusión y no quería olvidar ningún detalle de lo sucedido.

Suspiró y se subió a la cama, necesitaba dormir para después poder pensar con claridad sobre lo que iba a hacer con respecto a Mukuro, aunque todavía no tenía ni la más mínima idea de lo que iba a hacer.

Se acurrucó debaje de las mantas y sus párpados pesados volvieron caer rápidamente.

“¿Qué debería hacer?, tengo que tomar una decisión pronto, o si no... lo volveré a perder, pero ¿qué camino es el correcto, qué es lo más indicado?“

 

 

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El tiempo parecía transcurrír con mucha lentitud para Mukuro, desde que se había despedido del pelinegro en la mañana, contra su voluntad y hay que decirlo, porque no le quedabade otra.

Al fin volvía a verlo y había tenido que decirle adiós demasiado pronto, aunque fuera de forma temporal y en vez de un adiós fuera un hasta luego.

Aún así, no soportaba la idea de que su Kyoya estuviese en brazos de otro, se le revolvía el estómago de sólo pensarlo; pero no podía hacer otra cosa que no fuese esperarlo, tal y como le había prometido, no tenía otra alternativa.

Suspiró cansado, sabiendo que no podría dejar de pensar en él ahora que sabía qué estaba en la misma ciudad que él y a su alcance nuevamente.

Después de dejarlo ir diez años atrás, se había arrepentido de no pedirle que se quedara, porque incluso aunque eso no hubiera servido de nada de todos modos, haber sido egoísta y haberlo intentado hubiese sido mejor que arrepentirse por no hacerlo y vivir preguntándose y lamentándose por lo que pudo haber sido.

Lo había dejado ir, sí, pero en ese momento pensaba en que si lo detenía su relación seguiría siendo sólo un juego y que nada cambiaría, que tarde o temprano se cansarían el uno del otro y todo acabaría. Y Mukuro no quería eso, en ese entonces se había dado cuenta hace no mucho tiempo de que de verdad amaba a la nube, pero nunca encontró el momento adecuado para decírselo, así que cuando le dijo que se iría, a pesar de que le causó tristeza y dolor, ocultó todo eso y lo dejó partir con la expectativa de que la siguiente vez que se encontraran las cosas serían diferentes y lo que sentían, lo que tenían ya no sería un simple juego.

“Sé bien que fuí un cobarde y que sólo huí al dejarte ir en vez de afrontar mis sentimientos y arriesgarme a que tal vez no sintieras lo mismo y me rechazaras...sólo espero que aún no sea demasiado tarde.“

 

 

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Los siguientes días trancurrieron sin brillo ni novedad, todo seguía su curso normal aparentemente sin ningún cambio significativo, pero eso era sólo aparentemente, para Kyoya su vida entera había dado un giro desde su encuentro con Mukuro y la posibilidad que eso significaba, la alternativa de dejar a Dino por él, ¿quería hacerlo, realmente quería dejar todo por él peliazul?, aún era incapaz de llegar a una decisión y sabía que Mukuro aguardaba su respuesta.

-Últimamente estás algo distante y distraído, ¿te ha pasado algo? -el rubio interrumpió sus pensamientos una tarde nublada y con posible lluvia.

Hibari desvió la vista de la ventana y lo miró

-estoy igual que siempre -evadiendo su pregunta, aunque internamente sabía que desde que no dejaba de pensar en el peliazul, que también por las noches se robaba sus sueños, efectivamente estaba distante con Dino y tampoco dejaba que lo tocara

-...-se acercó a él pelinegro y antes de que éste pudiera reaccionar, posó sus labios contra los suyos.

Lo tomó desprevenido, no se lo esperaba y no supo como reaccionar inmediatamente, cerró los ojos y apoyó las manos en su pecho, rubio lo abrazó y lo apegó más contra sí.

Estaba confundido, no sabía que sentír ahora cuando el lo besaba, no sabía a quién elegir; su corazón estaba dividido al igual que su mente. Su lado racional le decía que se quedara con Dino, con quién ya estaba y quién estaba claro que lo quería, que no se arriesgara a perderlo sólo por alguien que acababa de aparecer de la nada, como era Mukuro en este caso. Pero la otra parte de si mismo le decía todo lo contrario, que se arriesgara por ese amor al que tanto había esperado y extrañado por tanto tiempo, y que no lo dejara escapar, que esta sería probablemente su última oportunidad de estár a su lado.

“Pero si me dejo llevar por la corriente y n tomo una decisión, sería más fácil, pero ¿eso es realmente lo que quiero?“

No. En ese momento entendió que era lo que en verdad deseaba y lo que no, entendió que tenía el poder de su vida en un instante si así lo quería, de cambiar su destino y también comprendió que no quería dejarse llevar por lo establecido, por la corriente, sino que quería elegir, elegir algo diferente. A alguien diferente.

Lo empujó del pecho y detuvo el beso, tomando por sorpresa al otro que lo soltó extrañado por su repentina reacción

-¿Kyoya?

El pelinegro se alejó unos pasos de él y fijó la mirada en el suelo. Respiró hondo y luego lentamente elevó la mirada nuevamente y clavó sus ojos en los de color chocolate

-lo siento...pero tengo algo importante que decirte

 

 

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Se encontraba de pie frente al río con las manos en los bolsillos. Suspiró algo ausente, ya se había oscurecido casi por completo y el vasto cielo sobre su cabeza lucía nubes densas y oscuras, que amenazaban con dejar caer su lluvia en cualquier momento.

Aún así no quería irse, lo esperaba tal y como se lo había prometido hace ya más de un mes cuando se encontraron una noche en ese mismo lugar por casualidad, aunque durante ese tiempo trancurrido luego de su encuentro no había tenido ninguna noticia suya ni tampoco la alondra se había aparecido por allí ninguna vez, pero de igual modo el seguía esperandolo allí, cada día en el lugar y a la hora acordada. Siempre tenía esperanzas de que apareciera, podría sonar una estupidez para cualquiera, pero sentía y creía que si lo esperaba lo suficiente , un día llegaría a su encuentro.

-Pero al parecer ese día no será hoy -dijo para si mismo con un deje de tristeza en la voz

Las gotas de lluvia comenzaron a caer finalmente y el peliazul resignado decidió marchare. No pudo evitar esbozar una leve sonrisa triste al pensar en su pelinegro y en que tal vez estaba siendo demasiado ingenuo e idealista al creér que vendría hacia él y decidiera que lo quería era estár con él, y lo eligese sólo a él...

Era un poco egoísta y probablemente no lo merecía, pero era lo que más quería.

-¡Espera! -una voz familiar lo hizo detener su andar, se volteó sin poder creérselo y efectivamente, no lo había imaginado, allí estaba el, inclinado hacia adelante y con las manos en las rodillas intentando recuperar el aliento

-Hibari...viniste -susurró acercándose al recién llegado

-casi no alcanzo...-se enderezó y lo miró con el ceño levemente fruncido- ¿por qué?, ¿por qué no me pediste que me quedara?

-¿eh?, ¿te refieres a la vez pasada cuando nos vimos?

Hibari negó con la cabeza

-cuando te dije que me iría, hace diez años, tu no intentaste impedirlo, no dijiste nada, como si no te importara...he querido preguntarte esto desde hace mucho tiempo

-...-Mukuro se le quedó mirándo unos minutos en silencio, onservando como la lluvia se deslizaba por su rostro y empapaba su cabello negro, acarició su mejilla helada y finalmente dijo:

-No lo hice porque creí que si te obligaba a quedarte conmigo, aparte de que eso no te haría feliz, lo que en ese entonces éramos no hubiese cambiado y no quería ya estár contigo solamente cuando tuvieramos ganas, pero tampoco sabía que era lo que tú sentías por mí y nunca tuve el valor de preguntártelo...

Kyoya levantó la vista y lo miró, el peliazul tenía una expresión triste en el rostro en esos momentos, al igual que el tono de su voz

-debiste de habérmelo dicho -añadió en voz baja apretando los puños a sus costados- esa vez dijiste que me amabas, pero no me detuviste, yo...durante mucho tiempo no he podido entender eso

-sé que debí ser claro contigo, no decirte lo que pensaba fué mi error. Cuando te fuíste, fué un duro golpe para mí y me prometí a mi mismo que nunca dejaría ir de nuevo a quién amo por ser un cobarde o por indecisión -su voz se alzaba y denotaba emoción a cada palabra, con sus ojos fijos en los ojos acerados de Kyoya -sé que no tengo ningún derecho a pedirte que estés conmigo y sé también que tú tienes otra vida ahora con alguien más, pero te amo, te he amado durante diez años y en estos momentos lo que más quiero es tomarye en mis brazos y no dejarte nunca ir de nuevo.

-tienes razón, no tienes ningún derecho sobre mí ni mi vida te pertenece...pero soy libre de elegir y ya lo he hecho, por eso estoy aquí en este momento frente a tí. Acabo de terminár con Dino, porque aunque suene estúpido y cursi, no puedo estár con él ni con nadie más que no seas tú y aunque pensaba que te había enterrado en lo más profundo de mi corazón, estos sentimientos volvieron en el momento en que te ví nuevamente...-bajó la vista algo avergonzado por lo que acababa de decir

-...-lo estrechó entre sus brazos y sus labos buscaron los suyos, fundiéndose y derritiéndose en un apasionado beso con sabor a lluvia. Kyoya correspondió gustoso su demandante beso, rosando su lengua con la ajena y pasando sus brazos alrededor de su cuello.

A pesar del frío y de la gélida lluvia que caía sin piedad sobre ellos, por primera vez en mucho tiempo, Hibari sintió calor; un calor que se extendía desde su pecho al el testo de su cuerpo, algo que sólo había sentido estando.con Mukuro, justamente como en aquel momento.

-estás temblando...vámonos de aquí, estás completamente empapado -volutas de vapor salían de sus labios junto con sus palabras, una vez que se separaron por la necesidad de oxígeno

-vamos, pero a tu casa porque yo ya no tengo adónde volver -contestó el pelinegro enterrando su rostro en el pecho de Mukuro

-kufufufu~ entonces a partír de esta noche ya no será más mi casa, será nuestra casa

Kyoya no contestó nada, solo asintió feliz y se dejó llevar por él.

 

 

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-Ten, aquí tienes -Mukuro le entregó una taza de café humeante al pelinegro que se encontraba sentado en el kotatsu*, vestido con la ropa que le había prestado Mukuro ya que la suya se había mojado casi completamente y no tenía ninguna otra en ese momento. También tenía una gruesa manta sobre los hombros que el peliazul le había puesto, dado que todavía sentía frío

-mañana iré por mis cosas -dijo después de un rato y tras dar unos cuantos sorbos a su café cuya taza rodeaba con sus níveas manos

-ire contigo, si te parece

-esta bien -asintió alzando la vista hacia él- creo que me gusta aquí, es acogedor

Y en verdad lo era, a pesar de ser un departamento pequeño y no yener muchas cosas, era cálido y agradable. Le gusta su nuevo hogar

-kufufufu~ de seguro que donde vivías antes era más grande y cómodo que este lugar, pero gracias por el cumplido, me alegro de que te guste -le sonrió cálidamente

Desvió nuevamente la mirada desde su ronrisa a su café, ahora por fín estaba con él y se sentía tranquilo y feliz, con la seguridad de haber elegido lo que de verdad quería y también ya entendía el pasado, lo aceptaba y lo atesoraba al mismo tiempo.

Sólo había una cosa que no había podido decirle aún, dos simples palabras que nunca logró decir antes, ni a Mukuro ni a nadie y que aunque contradecía a su personalidad y lo avergonzaba, sentía que era el momento y no quería arrepentirse después por no decir lo que sentía

-hace diez años no me diste oportunidad de contestarte -alzo la vista y lo miró fijamente a los ojos bicolor, que le devolvían la mirada con atención e interés- ...aunque en ese entonces yo estaba confundido y no lo sabía aún...-respiró hondo intentando calmar sus nervios- nunca pude responderte que también te amo...

El peliazul pareció sorprendido un momento, pero enseguida en sus labios se formó una bella sonrisa que a Hibari lo hizo sonrojarse y desviar otra vez la vista. Se movió y se sentó a su lado, ya que había estado sentado frente a él hasta ese momento, pasó su brazo por sobre los hombros del pelinegro y le susurró al oido

-gracias por decirmelo, me haces inmensamente feliz

Kyoya giró el rostro y sus labios encontraron los suyos en un beso corto pero intenso y dulce

-hmph -apoyó la cabeza en su hombro, cerrando los ojos e inhalando su dulce aroma.

 

 

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No existen caminos equivocados, cada uno lleva a una vida y a un destino diferente, lo importante es decidir cuál quietes escoger por ti mismo y si el deatino te ofrece una segunda oportunidad para con alguien o algo que creías perdido o imposible y en verdad lo quieres, no hay que dudar ni dejarse llevar tanto por la razón, sino por lo que se siente y seguir nuestro instinto.

Esto es algo de lo que aprendió Kyoya después de mucha reflexión y de encontrar finalmente a quién tanto amaba y necesitaba.

Notas finales:

bueno, gracias por leer este fic, ke me encanto escribir aunke  a veces me trababa por varios dias XD pero aun asi me encanto como quedo =3

Kotatsu*: Consiste en una mesa con una estufa en la parte inferior de la mesa, cubierto por un futon o una cobija.

sin mas ke decir, me despido y ojala ke dejen algunos comentarios, ke de verdad motivan mucho para seguir escribiendo.

bye !!


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