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Aunque tú no lo sepas por Yais

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Notas del capitulo:

Este chap es parte de la actualización doble, así que si no leyeron el capítulo pasado denle clic a anterior y léanlo… aunque si no quieren hacerlo, no se pierden de nada =^^=.

[      Flash Back 3      ]

 

 

 

En ese momento Naruto estaba parado frente a la enorme casa de los Uchiha y repasaba con sus dedos, en un gesto de nerviosismo, los bordes de la invitación que pretendía entregar a los hermanos Itachi y Sasuke.

 

La invitación a su boda.

 

La verdad era que no se sentía preparado para aquella situación, pero estaba convencido de que hacer presencia en la antigua casa y darle la noticia de manera personal a aquel par, era lo correcto, tanto para su prometido como para él.

 

Después de tocar el timbre de la casa se balanceó sobre sus pies mientras por su mente cruzaba la idea de meter la invitación al buzón y correr fuera de vista, pero se contuvo. Esperó con paciencia y lanzó un suspiro de alivio tan pronto vio al mayor de los Uchiha abrirle la puerta.

 

– ¿Naruto? – Itachi lo recibió con un gesto de sorpresa imposible de ocultar.

 

– Hola – escondió la invitación en su espalda mientras sonreía.

 

– Hola, pasa – su interlocutor se hizo a un lado para dejarle ingresar al recibidor – ¿acabas de llegar?, ¿por qué no avisaste que vendrías?

 

Naruto se limpió los zapatos con descuido – llegué anoche, se suponía que sólo venía a entregar unas cosas y volvía a la alianza pero… – se encogió de hombros al tiempo que cortaba la oración.

 

– Supongo que estas muy ocupado, hace mucho que no sé de ti – Itachi lo guío por el recibidor y pronto estuvieron en la sala – le avisaré a Sasuke que estás aquí.

 

– Ahmm – Naruto se rascó el cuello en un gesto de nerviosismo antes de dejarse caer en un sillón cercano con más fuerza de la que hubiera deseado y, tan pronto vio a su anfitrión retirarse, miró la invitación que sostenía en su mano izquierda antes de volver a repasar los bordes de ésta con sus dedos.

 

 

 

Desde donde estaba sentado podía ver el recibidor y la mesa angosta de caoba donde usualmente los Uchiha dejaban la correspondencia. No le gustaba aquella, sin embargo la recordaba a menudo. Su memoria no se concentraba específicamente en la madera sino en la pila de regalos que los hermanos dueños de la casa solían poner sobre ella. En sus cumpleaños, en Navidad, en San Valentín y, en general, todas las festividades donde había presentes involucrados.

 

Naruto cerró los ojos para perder de vista la mesa y recargó la cabeza en el respaldo del sillón. Justo ahora podía imaginar, como un borroso recuerdo, el paquete que había enviado a Sasuke aproximadamente dos años atrás. Vislumbraba a su amigo arrebatándole el papel de regalo rojo escarlata y leyendo, con su típica mueca de superioridad, la pequeña tarjetita negra que rezaba su nombre.

 

Sonrió levemente al sentir como su corazón se aceleraba de sólo recordar aquel momento en que entre la envoltura y la caja de chocolates había deslizado una carta, doblada en cuatro partes, dirigida a Sasuke.

 

Trabajó en aquella misiva tres días y sus noches, buscando encontrar una manera de decirle todo lo que sentía por él, lo mucho que lo amaba y como se moría por no estar a su lado, sin que sonara como un reto a duelo, una amenaza o simplemente confuso. Jamás en su vida había sopesado tanto las palabras, pensando que cometía un error, para, al final, arrugar la hoja y terminar escribiendo lo primero que se le ocurrió.

 

Y Sasuke, con elegancia y un grupo de palabras en tono suave, lo rechazó.

 

La verdad era que le dolió bastante la indiferencia con la que su amigo trató el tema y su decisión deliberada de ignorar sus sentimientos. Sin embargo amaba tanto la firmeza con la que se expresaba, que no fue tan terrible como imaginó que sería formar parte de su lista de rechazos.

 

Una parte de sí sabía que no era culpa del pelinegro no corresponderle ni que él hubiese imaginado lo contrario. Aunque su otra parte, aquella que no se rendía, jamás llegó a explicarse cómo se confundió de esa manera, estaba seguro que Sasuke le correspondía.

 

Tal vez no estaba preparado, probablemente lo había asustado con sus palabras serias o ni siquiera era consciente de sus sentimientos. ¿Quién sabe?, su amigo era muy dedicado así que no le sorprendía si la razón del rechazo era que prefería ser económicamente estable antes de inmiscuirse en una relación.

 

La verdad había muchas razones y se aferró a todas porque cualquiera era preferible al rechazo definitivo. Si esperaba, si perseveraba, si maduraba, si no lo presionaba; no era una cuestión de sí o sí, pero al final lo obtendría. Eso era lo que pensó… que lograría que Sasuke fuera suyo toda la vida.

 

Lanzó un segundo suspiro al tiempo que negaba con la cabeza – No tenía que haber vuelto – susurro a modo de regaño.

 

 

 

Esos últimos meses, desde que le había ofrecido su compañía a Gaara hasta el momento en que se comprometieron, creyó que ya podía manejar la situación, pero ahora, sentado en aquel sillón, se dio cuenta que en realidad se había engañado. Casi podría jurar que no pasaría la prueba de fuego: Ver a Sasuke.

 

Se sentía tan ansioso por deleitar sus ojos con la figura del pelinegro, compartir su calor y respirar su aroma; que la parte en su cerebro encargada de los remordimientos tenía muchos problemas para manifestarse y recordarle que ahora estaba comprometido.

 

 

 

– Naruto –  el rubio escuchó a Sasuke llamarlo y tan pronto separó la cabeza del respaldo del sillón, se lo encontró en el rellano de la puerta.

 

Faltaron palabras para describir lo que sintió al momento de encontrárselo después de tanto tiempo, pero más que eso faltó cortar su dedo índice con el papel de la tarjeta para poder autocensurarse y dejar de bebérselo con la mirada.

 

– Sasuke – se obligó a sonreír como siempre e ignorar las ganas que tenía de correr hacía él y darle un abrazo – hola.

 

– … Hola – su amigo entró a la habitación y lo rodeó con cuidado antes de sentarse en el sillón más alejado a él – Itachi dice que llegaste anoche, no piensas quedarte mucho tiempo ¿verdad?

 

Naruto había olvidado lo grato que era hablar con Sasuke. A veces deseaba jamás haberse enterado que le gustaba, así no se sentiría tan fatal cada vez que le decía cosas como aquella. – ¡Pero si acabo de llegar!, ¿estas seguro que eso es lo primero que quieres decirme?, que me vaya – le retó formando un gesto de ofensa infantil.

 

Como respuesta Sasuke bufó levemente – jamás dije que te fueras, pero si eso es lo que quieres… – le señaló con la mano la salida.

 

El rubio entrecerró los ojos – eres…

 

– ¡Tan pronto se están peleando! – Cuando Itachi asomó la cabeza desde la puerta por la que antes había aparecido Sasuke, su rostro no mostró la sorpresa con la que había dejado escapar aquellas palabras – ¿por qué no se dicen que se extrañaron de manera más honesta? – preguntó al tiempo que negaba, reprobando su actitud.

 

– ¡Él comenzó! – acusó el rubio.

 

– Dobe ¿cuántos años tienes? – Sasuke se cruzó de brazos como si el problema no fuese con él.

 

Itachi rodó los ojos – voy por algo de té.

 

 

 

Había una diferencia sustancial entre hablar en vivo, mediante video conferencia y no hacerlo por completo. Así que después de las palabras de Itachi el silencio se hizo entre ellos hasta que el mayor volvió. Ninguno sabía qué decirse.

 

 

 

La especialidad de Naruto era hacerse el desentendido y fue justamente esa la actitud que tomó respecto a Sasuke mientras sostenía una charla trivial con Itachi.

 

Al mayor le contó todo lo que había hecho esos tres años, desde lo cotidiano hasta detalles que, en el contexto adecuado, podrían considerarse clasificados. E inevitable llegó al momento cuando extendió la invitación que celosamente había escondido durante todo ese tiempo.

 

A pesar de que había estado hablando únicamente con el mayor. Fue a Sasuke a quien se la entregó.

 

 

 

Sólo alguien ingenuo o poco observador habría pasado por alto lo nervioso que estaba mientras veía a los hermanos Uchiha leer la invitación. Quiso disimular las razones de su nerviosismo y decepción, al ver como Sasuke mostraba ningún tipo de emoción por la noticia, con pura felicidad. Aquella invitación anunciaba su boda en unos cuantos meses y lo mínimo que esperaba era que su amigo elevara una de sus finas cejas y le hiciera un comentario.

 

Si tan sólo se entristecía un poco. Seguro no sabría qué hacer, pero deseaba ser puesto en aquella situación como nada en el mundo. Sin embargo Itachi fue el primero en hablar y con sus palabras apartarlo de esos pensamientos poco racionales que lo hacían sonrojar sus mejillas.

 

–…de Gaara – sonrío intentando ocultar sus sentimientos fingiendo felicidad, y tal vez exageró, pero, de otra manera, el par habría notado esa estúpida esperanza que albergaba en una esquina de su corazón y que lo estaba obligando a olvidar sus convicciones.

 

 

 

Aunque desde un principio tuvo claro que Sasuke sería, justo como ocurría, indiferente, tenía el corazón destrozado. Así que realmente no estaba poniendo atención a lo que Itachi le decía y contestó hasta que, al hacer una pequeña pausa, obtuvo reacción por parte de su amigo.

 

Después de la indiferencia había proyectado escenarios de felicitación, sorpresa y tal vez unas cuantas bromas, pero no imaginó uno cargado de desdén, acompañado por una insinuación que le hizo recordar un desagradable sentimiento de culpabilidad.

 

¿Qué era lo que Sasuke había querido decir?, que Gaara era fácil y que él, como siempre, un impulsivo. La primera ofensa lo hizo mirarlo incrédulo y luego apretar los puños; mientras que la segunda, la que más le dolió, le cayó como un balde de agua fría. Tuvo unas irrefrenables ganas de darle un golpe.

 

No le gustó ponerlos en una balanza porque amaba a Sasuke, pero también formaría una familia con Gaara y era su amigo. Lo había dicho antes, a pesar de que no sentía emociones tan fuertes por él, ya había decidido estar a su lado y darle todo lo que pudiera. Se lo debía.

 

– No te atrevas a insinuar nada sobre Gaara, Sasuke, porque no quiero olvidar quién ni qué eres –

 

Y sí, era un impulsivo, para nada un remirado como Sasuke, eso era un hecho. Y aunque asumía correcto el sexo hasta después del matrimonio, no se debía a cuestiones histórico-sociales, sino porque tenía muy inculcada la versión romántica de la vida en pareja.

 

Por eso no entendía.

 

¿Acaso Sasuke creía eso?, ¿había dedicado por lo menos diez segundos para analizar su carta y entender su forma de amar?, ¿cómo podía creerse que estaba enamorado de Gaara?, cuando la única persona por la que olvidaría todo lo que le habían enseñado era él. Sólo con Sasuke se descontrolaría hasta el punto de mandar todo a la mierda.

 

¡¿Por qué le creía?! Él era inteligente ¿Por qué no pensaba más allá? De verdad, tenía ganas de zarandearlo para ver si se le acomodaban las ideas.

 

Le rezongó de vuelta y mientras hablaba, por fin entendió que deseaba ver morir sus convicciones a manos de su amigo. Se suponía que su intención era presentarse ahí y convencer a su yo testarudo que Sasuke no lo amaba y jamás le correspondería.

 

Pero en ese momento, como un haz de luz de entendimiento que lo golpeó más tarde de lo debido, comprendió que en el fondo lo que deseaba era darse la satisfacción de descubrir que no se había equivocado al interpretar los sentimientos de Sasuke, que estos sí existían y eran para él. Que lo que en realidad hacía a ahí era desilusionarlo.

 

Se supo tan bajo.

 

Que se parara y le preguntara “¿Por qué?”, “¿Por qué si lo amaba a él se casaba con Gaara?” y volver justo a ese momento donde él le pudiese confesar que lo seguía amando, que siempre lo iba a amar y que…

 

era un completo imbécil.

 

– ¡Sasuke! – Itachi interrumpió sus pensamientos y el arrebato de su hermano – Si quieres hacerle una broma esto es demasiado, sabes que no debes expresarte de esa manera y mucho menos a insultar al prometido de Naruto. Lo mejor es que te disculpes.

 

– No me interesa disculparme –

 

Kami, no se suponía pasara eso. Ahora tenía enfrente lo que había planeado: Sasuke se creía que amaba a Gaara; y lo que deseaba: ¡Sasuke estaba celoso!, absurda y gloriosamente celoso. Su cuerpo hirvió a causa de la carga de adrenalina que fue a parar a su torrente sanguíneo. Sintió el corazón palpitarle vertiginoso y con deseo contenido lo miró salir de la sala.

 

Dio cuatro pasos tras él, con los labios húmedos producto del jadeó que le ocasionó enterarse de esa excitante verdad, pero paró justo cuando chocó contra el descansa brazos del sillón que recién abandonó Sasuke y, la hacerlo, tirar la invitación.

 

La invitación a su boda.

 

De pronto ese golpe de adrenalina amenazó con causarle un paro cardiaco. Se agachó para volver a tomar el cartoncillo y lo arrugó entre sus dedos.

 

Por unos borrosos segundos había deseado ir tras Sasuke, apresarlo para que no huyera y afrontar sus sentimientos. Besarlo y cumplir su velado deseo de morder y lamer sus labios, así como probar el néctar de su saliva mientras le rezaba su amor eterno. Siempre, lo amaría.

 

Pero el hecho era que nunca estaría a su lado.

 

No podía.

 

– Naruto – Itachi usó un tono sosegado para llamarlo y él se tomó su tiempo para responder.

 

– Me voy – dijo extendiéndole la invitación arrugada al mayor. Todo era absurdamente abrumador.

 

 

 

Después de salir de la casa de los Uchiha, no sin antes extender invitación a su despedida de soltero, fue por las calles con la mirada baja, viendo su espíritu arrastrarse por los suelos, hasta que llegó a su antigua casa.

 

Subió al segundo piso y se botó en su cama reposando su remolino de emociones mientras esperaba a que llegara la hora en que sus amigos aparecerían para celebrar.

 

Faltaban poco más de 2 meses para la fecha de su boda, pero Ero-sennin le había dicho que debían aprovechar su estancia ahí. No era seguro que le dieran días libres antes de la ceremonia o que todos sus amigos en Konoha pudieran trasladarse a la alianza para celebrar con él. Así que aunque la idea de una fiesta le parecía chocante no tuvo más opción que aceptar. Lanzó un suspiro y dejó que el tiempo pasara. Pensando y arrepintiéndose de mil y un tonterías.

 

 

 

Debido a que no había prendido la luz, su habitación se fue oscureciendo conforme se ocultaba el sol y ahora, como algún tipo de conspiración maligna entre la farola en la calle y sus cortinas, la poca iluminación que se colaba pegaba de lleno en la foto que tenía de Sasuke y él en el buró al lado de su cama. Aquella la había tomado Kakashi, mientras Obito los obligaba a sostenerse de las manos. Sasuke había sido extremadamente adorable aquel día y él se comportó como un perfecto idiota cuando declaró que las insinuaciones de los adultos le causaban nauseas, pues aquello más que incesto le sonaba a zoofilia.

 

– Baka – se regañó mientras acariciaba la imagen de su amigo. – Sasuke, te amo – no pudo contener el impulso que lo incitaba a besar a la foto así que lo hizo.

 

 

 

– ejem – de pronto escuchó a alguien aclararse la garganta y en el rellano de la puerta se encontró con Jiraya – si ya terminaste con eso, hace horas que todos esperan por ti.

 

Su rostro se coloreó al saberse descubierto – aah… sí… ya voy – se levantó de un salto y en un gesto de nerviosismo alisó las arrugas que se hicieron en su pantalón y playera.

 

– Naruto – Jiraya lo detuvo antes de que cruzara la puerta – ¿Por qué te casas?

 

Como respuesta tensó los músculos de los hombros, no se esperaba la pregunta. En la alianza fingió bastante bien e incluso ahí las cosas se dieron de manera natural, pero sabía que en Konoha su relación con Gaara era anormal. Itachi fue el primero en atreverse a decirlo, y eso que él no había escuchado su recién declaración de amor.

 

Intentó relajarse – Porque quiero…

 

Jiraya compuso un gesto dubitativo, para nada a gusto por su respuesta. Pues si le preguntaban, él contestaría sin lugar a duda que eso no era lo que Naruto quería. Mucho menos por la manera en que lo había descubierto mirando a Sasuke incontables veces. – No quieres.

 

El menor apretó los puños.

 

– Y sé que tampoco dormiste con tu prometido, ¿Por qué te vas a casar? – presionó haciendo alusión a la única razón por la cual creía que Naruto “querría” casarse con alguien. No deseaba, bajo ningún concepto, que lo intentara embaucar con un cuento como ese.

 

Dormir era una expresión suave y coloquial que Jiraya no solía usar para referirse al sexo, pero lo entendió en ese sentido. Era una lógica evidente: ¿Por qué, si amaba a Sasuke, se casaría con Gaara?... porque debieron haber dormido juntos.

 

Negó con la cabeza lentamente al tiempo que apartaba a Jiraya de la entrada para poder salir – Aun si lo hice o no, no quiero hablar de eso.

 

– Naruto – el mayor usó un tono duro, justo como lo usarían sus padres si les hubiese dicho que decidió casarse por un compromiso y no por amor. Sabía que con las respuestas esquivas que le daba sólo lo hacía maquinar ideas de conspiración. – No arruines tu vida para cargar responsabilidades que no son tuyas.

 

El rubio tuvo un ligero temblor. Ero-sennin al igual que todos se creía que él no cometía errores, que todo lo hacía por el bien de otros. Se sentía frío. Pero la verdad era que no le estaba haciendo ningún tipo de favor a Gaara. “Cargar responsabilidades que no eran suyas”. Estaba bastante seguro de que todo era su responsabilidad – no la voy a arruinar.

 

Para él era mucho más fácil fingir que estaba enamorado de su prometido que dar explicaciones, e incluso para Gaara parecía mejor de esa manera. ¿Qué importaba si el matrimonio era un “hasta que la muerte nos separe”?, ¿Qué importaba si era lo que quería o no?

 

No era justo que cumpliera su sueño cuando por su culpa se había arruinado el de Gaara.

 

 

 

 

 

Cuando fue al patio trasero de la casa para unirse a la fiesta lo hizo con fingida felicidad. A pesar de que no se avergonzaba o arrepentía de su decisión, no quería explicarse con Jiraya. Le desagradaba la idea de mancillar su determinación a convivir con Gaara divulgando sus motivos.

 

Además, Sasuke lo olvidaría y él volvería a aceptar que hacía lo correcto y confundía la realidad con sus deseos internos. Sus dudas y todo el problema surgían porque Sasuke jamás lo rechazó, si le hubiese contestado en vez de ignorarlo, no hubiera conservaba esperanzas todo ese tiempo.

 

Tal vez el Teme sí estaba celoso, pero no por amor sexual sino fraternal. Seguro le carcomía que él hubiese encontrado su persona predestinada mucho antes.

 

 

 

Aunque le pesara así debía de ser y tan pronto regresara a la alianza la pesadilla se acabaría.

 

 

 

Pero, por ahora, la pesadilla seguía. A él no le gustaban esas cosas, Jiraya lo sabía, pero de igual forma le encargó un numerito triple X que lo hizo sentir ultrajado. Después, mientras todos sus amigos brindaban, alguno tuvo la brillante idea de mencionar a Sasuke.

 

Itachi no estaba por ahí, y supuestamente a él no le afectaba, así que pocos escatimaron al decir lo atraídos que se sentían por su amigo y lo felices que estaban que hubiese decidido borrarse del tablero. Antes que él anunciase su futura boda, todos en Konoha asumían que ellos fueron, eran y serían pareja.

 

Se le revolvió el estomago, quiso matar a más de uno de sus ex amigos que se atrevió a pedirle consejos sobre como tratar a Sasuke, y se empinó la botella más cercana cuando le dijeron que Gaara debía ser un ángel caído del cielo si es que había cambiado a Uchiha por él.

 

Antes de que no pudiera contenerse a azotarle el envase en la cabeza al próximo que lo molestara, decidió pararse de la silla en la que estaba e ir a vomitar a cualquier otro lado, estaba muy mareado y veía borroso.

 

 

 

– Naruto – antes de llegar al baño escuchó a Sora llamarlo. Él era uno de sus amigos más antiguos, mayor por sólo un par de años, así que volteó con intención de saludarlo de vuelta. Pero Sora no esperó respuesta, sino que lo jaló pasándole el brazo por el cuello, haciéndolo caer hacía atrás.

 

El dolor del golpe contra el suelo no se comparó con la molesta sensación de mareo, ni con la sonrisa de Sora mientras le ponía el pie sobre el pecho.

 

– ¡Quí-tate! – Naruto hizo un puchero y se incorporó empujando el pie de Sora en el proceso – ¿Por-por qué hicizte ez-o?

 

– Hace mucho que no te veo y me entero de tu boda por medio de una invitación electrónica, creo que si no fuera porque trabajo en el club no sabría que planeaban hacerte una fiesta – lo regañó con un gesto altivo – eres un pésimo amigo.

 

El rubio iba a protestar pero volvió a sentir nauseas y se llevó una mano a la boca para evitar el vómito.

 

– No – Sora se río de él un poco más – ¿Tan pronto estas borracho?, Naruto eres tan patético.

 

– Yo no to-mo – se defendió – odio ezto.

 

– ¿Cómo puedes? – Sora lo zarandeó y Naruto sintió el cerebro rebotarle contra el cráneo. Parecía que su compañero lo agitaba apropósito.

 

– Voy a vomi-tar – dijo llevándose las manos a la boca al sentir la arcada.

 

– Yo sé como quitarte eso. Vamos a robarle un poco a Jiraya – le volvió a pasar el brazo por detrás del cuello, pero ya no lo tiró – estoy seguro que si es para relajarte no le importará al viejo ese.

 

Sora lo llevó directo al baño en la habitación de su sensei y comenzó a rebuscar en los cajones del lavabo después de recargarlo contra la pared. Lo hacía sin preocuparse porque sabía perfectamente que el mayor no se aparecería por ahí. Estaba bastante ocupado mirando a los bailarines como para preocuparse por lo que hacían.

 

– ¿Qué busca-z?

 

– Algo que le vendí al viejo hace unos días – Sora movió la mano para restarle importancia – aún no debe habérselas ter… mira, aquí están. Un poco de esto y se te baja la borrachera.

 

– ¿Qué ez?

 

– ¡Que importa!, no te matará – Sora se llevó una pastilla a la boca y le extendió la otra a Naruto – Son para aletargar el efecto del alcohol.

 

– No v-oy a tomr una de e-saz co-saz – Naruto sabía que Sora vendía drogas en el club donde trabajaba y que Jiraya de vez en cuando le compraba. No le gustaba, así que lo rechazó y mejor intentó empinarse en la taza del baño para vomitar. Pero sin la ayuda de Sora terminó por resbalarse y pegarse en la frente contra la porcelana – itte.

 

Su amigo se rió de él – ¿Estás bien?, te ayudo.

 

Con el apoyo de Sora logró vomitar gran parte del alcohol. El sabor a bilis era bastante desagradable, casi tanto como imaginar que ahora “que no estorbaba” los otros pretenderían a Sasuke con mayor ahínco.

 

Quería matarlos, si alguno tocaba a su amigo, definitivamente, los haría arrepentirse.

 

– Naruto – Sora se recargó en él al tiempo que le acariciaba la espalda – vamos a tu habitación, te daré un freebie para festejar tu boda – como respuesta el rubio se volvió a pegar contra la porcelana – necesitas relajarte, ¿Por qué tomaste tanto si lo odias?

 

Le lanzó un gruñido. – Ellos quie-ren molestar a Sasuke.

 

– Ah – Sora entrecerró los ojos con desgano y cierto rencor – Sabía que no podrías con la broma.

 

– ¿Qué bro-ma?

 

– Apostaron por Uchiha, dicen que aquel que logre sacarte de quicio es quien irá por él primero – Sora entornó los ojos – que les des importancia “seguro” va a evitar que se orinen en los pantalones antes de hablarle.

 

Naruto volvió a gruñir. Estaba de acuerdo con Sora, Sasuke sabía defenderse solo, pero le dieron ganas de golpear a unos cuantos.

 

– Y tampoco es como si tú fueses tan importante en la vida de Uchiha.

 

El rubio arrugó el entrecejo y fulminó al otro con la mirada –Soy mu-y importante pa-ra él. Sazuke es mio.

 

– Kami – Sora lo empujó para poder mirarlo a los ojos – ¿Acaso dijiste lo que creo que escuché? – No recibió respuesta, sólo el gesto de Naruto que lo retaba a refutar su afirmación. – Tú también. No lo digas, seguro también te le declaraste y te rechazó –. Justo como lo había pedido no hubo respuesta. – Tsu, eso es incluso más desagradable que tu boda. Tu gusto es tan corriente, como el mismo Uchiha. Tan estereotipo, tan estándar, tan cliché…

 

– Sazuk-e es perfec-to.

 

– Eso es lo desagradable – Sora se sacudió como si las palabras de Naruto le hubiesen salpicado. – Uchiha vive perfecto en su cajita de cristal perfecta y familia perfecta – seguía hablando con asco – Tendrá un esposo perfecto y ni siquiera tú eres suficiente – con lo último Sora pereció verdaderamente enfadado. Casi como el rechazado y ofendido por ello fuera él.

 

Naruto sintió que su cerebro continuaba dándole vueltas, pero eso no evitó escuchar a Sora. Nunca había considerado “no ser suficiente”, era la primera vez que se planteaba algo como aquello, jamás pensó que Sasuke lo creyese así. Aunque con todos los errores cometidos recientemente era muy probable.

 

Sin embargo, como en su filosofía no cabía la baja autoestima y porque ya sabía que era terriblemente celoso, se enfrascó en la parte del “tendrá un esposo perfecto”. A pesar de que Sasuke estaba actualmente solo, evidentemente, obtendría pareja pronto. Se casaría y tendría hijos. La sola idea lo hizo golpear la cabeza contra la pared detrás de él.

 

No podía, simplemente Sasuke no debía permitir que alguien lo tocara. Nadie debía deleitarse con su armoniosa presencia, sus ojos brillantes, sus sonrisas, nada de lo que por antigüedad y destino le correspondían. Después de todo, sus padres los habían hecho para que fueran pareja.

 

Lanzó un gemidito y se tapó los ojos con ambas manos. La cabeza volvía a darle vueltas.

 

– Entonces te gusta Uchiha, pero te vas a casar con…“ni puta idea quien sea” – Sora se hizo un espacio para que Naruto lo mirara y se comenzó a reír – ven conmigo, a tu habitación. De verdad vas a necesitar que te relaje.

 

– No – a pesar de lo mareado que se sentía, ligero, y el hecho de que jamás le habían dado sexo oral, y gratis, no le apeteció la idea. Imaginar a Sasuke con alguien más, quien fuese, estaba por matarlo de enfado y angustia.

 

– Pfff – Sora lo empujó ligeramente al tiempo que viraba los ojos. – Mejor olvida a Uchiha y recuerda que el adulterio es delito, ¿estas seguro que quieres meterla en un solo lugar el resto de tu vida?... en alguien que ni siquiera te gusta.

 

Lo miró con un intento de apatía y ofensa, pero por el gesto de burla que su compañero mantuvo supuso que sólo se veía patético. No había forma que olvidara a Sasuke y, la verdad, no quería.

 

Sora hizo un cuadro con el índice y pulgar de ambas manos y enmarcó a Naruto – Retiro lo dicho, eres parte de la caja perfecta – No te voy a rogar si es lo que quieres, tampoco es gran cosa.

 

Nadie lo calificaría como gran cosa, mucho menos para su edad y GEN, pero para él lo era, y ahora, con los celos matándolo estaba seguro que menos podría concentrarse. Lo que menos necesitaba era a Sora desatornillándose de la risa al ver su nula respuesta. La impotencia que cargaría a partir de ese momento.

 

– Naruto te propuse un freebie, no una vasectomía, quieres dejar de sufrir por eso –. Le acarició la frente antes de reírse diciendo algo que no tenía sentido – me gustaría enamorarme algún día y ser “tan feliz como tú”. – Así era Sora, jamás lo presionaría para que contara algo que no deseaba decir ni intentaría convencerlo para que cambiara de opinión, pero se reiría de sus desgracias sin remordimientos.

 

– Sí, ¿ver-dad? – fue ligeramente irónico.

 

– Sí – Sora formó un gesto maligno – rubio estúpido – entonces lo empujó contra la pared y se le trepó encima para besarlo.

 

Naruto no opuso resistencia, principalmente porque cuando Sora lo empujó se golpeó, de nuevo, la cabeza, y tardó en entender lo que pasaba. Sin embargo cuando sintió como la lengua ajena acariciaba la suya, al tiempo que le obligaba a tragar una de las amargas pastillitas, que antes había rechazado, lo empujó.

 

– aahh, ¿Qué… ¿Por qu-é hi-cizte e-zo? – regañó mientras intentaba regurgitar la pastilla, como quien recién se traga un chicle, pero no pudo regresarla

 

El mencionado se encogió de hombros y volvió a reírse – Te juro que lo necesitas, tú vida pinta a que es una mierda. – Después del ataque a traición se comportó como si no hubiese sido nada y le ayudó a pararse para volver a la fiesta.

 

 

 

No tenía idea sobre si mezclar drogas y alcohol fuera a matarlo, pero como Sora dijo que no y las cosas dejaron de importarle pasados unos minutos, se tomó otra copa para reponer lo que había desechado en el baño. Después se trepó a una mesa y se unió a tres bailarines que, esta vez, sí lo toquetearon y viceversa, pero ni lo sintió.

 

Todos parecían gustosos de invitarle preparados y a pesar de estar más estúpido de lo que alguna vez estuvo en su vida, tomó la acertada decisión de esconderse de Sora y sus intenciones de llevárselo a la cama.

 

Después de un rato, cuando intentaba calmarse porque el corazón le palpitaba muy rápido, comenzó a experimentar un cosquilleó en la entrepierna. Estuvo a punto de atribuir esa sensación a la reciente explosión de excitación y sensación de poderlo todo, pero recordó que su móvil vibraba y usualmente le daba ese tipo de cosquilleo.

 

Aunque, no tenía idea en qué momento fue a parar a su ropa interior.

 

Fue una sensación pre orgásmica ver el nombre de Sasuke aparecer en el identificador de llamadas de su teléfono. Afortunadamente, a pesar de que era su fiesta, nadie le estaba prestando atención pues había comenzado la segunda ronda de streep tees, así que no lo vieron bailotear emocionado sobre su lugar antes de decidirse a contestar.

 

– Hola, Sasuke teme – prácticamente cantó tan pronto respondió el teléfono. Aquella era la voz que había estado esperando escuchar y, más embriagado por la sensación de colegial enamorado que por el alcohol, se dejó caer en una silla cercana – ¿Dónde estás?, Itachi no te dijo que hoy era mi despedida – hizo lo que pudo para evitar enredar las palabras en su boca y, a causa de eso, terminó arrastrando las silabas.

 

Estoy fuera, ven – un escalofrió le recorrió la espalda tan pronto su suave voz le acaricio el oído a través del auricular.

 

– Entra estoy al fondo – podría ser irrespetuoso e indecente, pero “¿A quién le importaba?, a él, definitivamente no”, así que mientras dijo aquello, como una sugerente invitación, se acarició la tela del pantalón sobre su entrepierna.

 

Ven – repitió Sasuke y le colgó pasando de todo.

 

Usualmente haría un berrinche y mandaría a Uchiha a ver secarse la pintura, antes de hacer caso a sus órdenes, pero ahora se hincaría o pararía de manos si se lo pidiera. No podía enfadarse pues no sentía pudor, tristeza ni nada negativo; sólo euforia.

 

Aún había algo en su mente que funcionaba de manera correcta así que recordaba que Sasuke estaba enfadado con él a causa de su boda. Pero así como venía se iba y lo siguiente que recordaba, con desagradable nitidez, eran los celos que lo carcomían al pensar que alguien más lo tendría. Así que después de soltarle alguna disculpa patosa lo tomó de la mano para arrastrarlo a la fiesta.

 

Si no hubiese estado intoxicado jamás se habría atrevido a cruzar por su mente la idea de llevar a su amigo dentro con la más insensata intención de restregarles a todos que, independientemente que se casara, Sasuke le pertenecía.

 

Pero claro, como Sasuke sí estaba en sus cabales y entendía las cosas mucho mejor que él, se resistió – Me voy – dijo con su típico tono de superioridad.

 

– ¡¿Na-ni?! ¿Por qué? Si recié-n llegas – mientras hablaba con Sasuke la claridad le fue volviendo poco a poco. No era versado en los efectos de las drogas pero entendía que al mezclarlas con alcohol podía potenciar las sensaciones positivas y mantener su estado de euforia. Se sentía muy bien.

 

Aunque, también estaba alucinando. De otra manera no había forma de explicar por qué Sasuke estaba rodeado por un haló de fuego negro con destellos morados o que sus seductores ojos tuvieran un encantador tono carmesí.

 

– Sabes que detesto el ruido y las fiestas –

 

Sexy. Sasuke era la tentación hecha carne, con la peor personalidad que pudiera existir. – Sé que eres un amargado – Un demonio que a pesar de ser una perdición, quería tocar y fundirse en él – no vas a cambiar nunca ¿verdad?

 

Definitivamente probaría ponerle un par de cuernos y alas negras. Sólo para alucinar con la sensación de desplumarlo, desnudarlo y obligarlo a decirle un ansiado “Naruto, te amo”. Tenía tan gravado su tono de voz y expresiones, que en su imaginación podía hacer que dijese o hiciese cualquier cosa que quisiera.

 

Pero su imaginación no se comparaba a la realidad, así que siguió dialogando con él, provocándolo para que le mostrase más de esas muecas que lo hacían sonreír, hasta que ya no pudo más y lo jaló para besarlo.

 

La sensación no se comparaba a nada. Ni Sora o Gaara, simplemente besarlo era gloria. Morir e ir al paraíso. Lo ansiaba y si no lo hubiese separado de sí, probablemente habría colado las manos bajo su ropa y a su interior sin importarle estar a mitad de la calle.

 

– ¡¿Qué te pasa?! –

 

Se rió de la expresión de Sasuke porque todo le causaba gracia, pero también porque ese toque que tuvo con él volvió a llenar su sistema de adrenalina y no encontró otro forma de liberarlo que seguir bromeando y deseando.

 

– No sé que hago aquí – el susurro de su amigo llegó a sus oídos.

 

– Estas aquí porque me amas, por eso estabas tan celoso en la tarde – dio el primer paso hacía el momento ansiado de su declaración, porque lo llevaría un paso más cerca de llenar el hueco de desamor en su pecho.

 

“Ya basta”, tenía mucho tiempo negándose cosas que eran evidentes. Sasuke lo amaba y él lo hacía de vuelta. ¿Qué importaba su futura boda?, ¿Por qué lo hacía?, ¿Por qué no podía tenerlo a él también?

 

No más engaños ni pensamientos seudo racionales. Sasuke era su amigo, SUYO, esa era la irrefutable verdad.

 

Decidió acarrearlo dentro de la casa. Si se hubiera dejado lo habría llevado hasta su habitación, pero se estaba poniendo muy pesado diciéndole que lo soltara así que sólo llegaron a la sala. No entendía cuál era el problema con él, ni que le fuera a hacer algo malo.

 

– Shh Sasuke, nos van a escuchar – se le fue encima con la primera intención de sentirlo y embriagarse de su aroma. Si había protestas, esas no existían en su mundo. Ese fuego negro que rodeaba a Uchiha comenzaba a incendiarlo a él y ahora estaba ardiendo por su causa.

 

Tan feliz, tan duro y tan mojado. Excitación, en toda la extensión de la palabra, era lo que sentía. – No quiero – respondió irreflexivo cuando Sasuke le pidió que lo soltara. – Es mi despedida de soltero y tú aún no me das un regalo.

 

– ¿Regalo?, maldito Dobe suéltame o te mataré

 

– Si, claro – y entonces comenzó a besarle el cuello – puedes hacerlo cuanto termine.

 

Uchiha le dio un par de golpes, manotazos, e intentó escaparse de él, pero no lo dejó ir. Sabía perfectamente que el único motivo por el que se atrevía a hacer y decir tantas cosas que no debía era por la mezcla de cosas que ingirió (más porque Sasuke, tan agudo como era, se lo recalcó), pero la situación estaba creada y por muy ingenuo, lleno de remordimientos y suave que era, decidió poner su deseo por encima de todo.

 

– Tranquilo, sólo te voy a tocar

 

Él intentando detener los movimientos de Sasuke con tono conciliador era absolutamente bizarro. Más porque se había atrevido a contenerlo amarrando sus brazos. No pensar, ser irreflexivo y no cargar con remordimiento, era lo mejor del planeta, ¿Por qué no se había decidido a hacerlo antes?

 

 

 

Lo volvió a besar. Respiró con dificultad mientras metía la mano debajo de su pantalón y sintió que terminaba en ese instante cuando escuchó el primer gemido suave que Sasuke soltó. Aquellos eran lo más erótico que hubiese escuchado en toda su vida.

 

Pequeños quejidos que con un ritmo constante e involuntario le hicieron saber que aquella era la primera vez que alguien ponía una mano sobre su compañero. Robarse aquel único e irrepetible instante lo hizo estremecerse a la par de Sasuke. Compartir su orgasmo gracias a las pulsaciones que hizo la carne entre sus dedos.

 

Se relamió los labios inconscientemente al ver la expresión de gozo y paz en su compañero al desguanzarse bajo su cuerpo. Las punzadas en su vientre y abdomen se intensificaron. – Eres tan lindo – esa palabra no hacía justicia a todo lo que era Sasuke, ni al nivel de erotismo que exudaba, pero ninguna lo hacía.

 

– No lo soy – la voz de Sasuke salió ligeramente ronca y con un todo de certeza que todo había terminado.

 

Pero no era así, simplemente, era imposible que lo dejara ahí. Su idea tener a Sasuke sobrepasó el límite de lo brillante y se convirtió en estupidez. – Sasu – le susurró justo después de haberlo besado – lo siento, la verdad es que no sólo quiero tocarte… quiero tenerte – y una vez dicho, no pensaba echarse para atrás.

 

Como aquel que idolatra un ángel antes de mancillarlo, coló sus dedos en el caliente interior de su compañero y perdió la noción de la conversación al comenzar a estirar sus paredes internas.

 

¿Cometía un error al tomar el GEN de Sasuke?... no, de hecho era lo correcto. Tomar lo que se hizo para él, lo que –… sería perfecto.

 

Sin embargo se impacientó. Algo, arraigado en su cerebro e impulsado por las palabras de Sasuke, comenzaba a punzarle y amenazaba con obligarlo a detenerse.

 

No, Sasuke no debía llorar, ni verse lastimero en ningún momento. Mucho menos por su causa – pero… te vas a casar con alguien más.

 

Le sonrió levemente. Que se olvidara de eso – Me hicieron para ti y por eso serás siempre mio – ¿Casarse?, ¿Con alguien que no fuese Sasuke?, jamás. Todo y todos podían irse mucho a la mierda.

 

A nadie le importaba. Se castigara o no, aquellos que murieron por su causa no iban a revivir y Gaara, quien seguía con vida, era perfectamente consiente de que no lo amaba, así que entendería si le retirara la palabra.

 

Antes de ese momento lo único que había cometido eran errores. Irse a la alianza, declararse a Sasuke por medio de una estúpida carta, no enfrentarlo cuando lo rechazó, fallar la misión y sentirse responsable por lo que le pasaría a Gaara… Puras tonterías.

 

No como estar con Sasuke, acomodarse entre sus piernas y fundirse en su interior era correcto. Nada que se sintiera tan bien podía estar mal. Así que prefirió besar las mejillas del pelinegro y acariciarle el cabello para parar sus lágrimas.

 

– ¿Por qué haces esto?

 

Se dio cuenta que estaba atormentando a Sasuke, pero en vez de volver la voz de su conciencia, una áspera inundó su mente. Uchiha se merecía sumergirse en el mismo conflicto emocional que él había estado teniendo durante esos seis meses. De amor, desesperación y tristeza.

 

¿Por qué lo había rechazado?, ¿Por qué no le dio una oportunidad?, ¿Por qué lo ignoró? o ¿Por qué lo tomó a la ligera?, jamás obtendría respuesta a esas preguntas. Sasuke jamás consideró tener la cortesía de rechazarlo.

 

– porque soy… estoy… te pedí que me llamaras, pero tú nunca piensas en mi.

 

Que tonto. Si esperaba, si perseveraba, si maduraba, si no lo presionaba… nada de eso lograría que Sasuke fuera suyo toda la vida. Sólo moverse en su interior lo haría.

 

– Me fui y jamás te interesé. Pero ahora, a pesar de que quieras, aunque esté casado ya no me podrás olvidar – era egoísta e impulsivo. No quería compartir a Sasuke – lo dijiste, soy ese tipo de persona – y por eso mismo no se iba a detener.

 

 

 

 

 

 

 

A la mañana siguiente despertó con un dolor de cabeza inclasificable. Rodó por la alfombra de la sala antes de darse cuenta de dónde estaba y en qué estado. Se hincó con lentitud, gateó un par de metros y con ayuda del descansabrazos del sillón más cercano se paró.

 

La cabeza le palpitaba, dándole la sensación de que se le hacía grande y pequeña a la altura de las sienes. Y tenía unas inmensas ganas de vaciar el estómago.

 

– ¡Naruto! – Su tutor apareció por la puerta de la sala, parecía que su noche había sido igual de catastrófica que la suya pero lo manejaba de mejor manera pues él sí estaba vestido y caminaba en línea recta.

 

– Aahmm – le contestó con un quejido al tiempo que se tapaba los oídos, aquel tono le destruyó el tímpano – ¿Qué?

 

– ¡ah!, nada, aquí sigues…

 

– Aquí – Naruto miró a todos lados – ¿Desde cuándo?

 

– Desde anoche, te habría despertado para que fueras a tu cuarto pero estaba ocupado y tú ya estás bastante grandecito – lo miró con cierto enfado – lo suficiente para meterte con mis reservas.

 

– ¿Reservas? – No estaba conectando las ideas claramente – ¿Qué reservas?

 

Jiraya se aclaró la garganta –… da igual, ¿Te divertiste?

 

Naruto se rascó un brazo – no lo sé – ¿Se había divertido?, probablemente.

 

A pesar de que le doliera horrores la cabeza, estaba desorientado y sediento, había que ser bastante tonto como para no darse cuenta que había pasado la noche con alguien. Cerró los ojos y un sentimiento de angustia lo embargó. Pero… ¿Con quién?

 

– ¿No sabes? – Jiraya elevó una ceja.

 

Recordaba que lo fastidiaron y que bebió sin parar, y que cuando iba camino al baño se topó con – Sora – susurró.

 

Jiraya resopló divertido – Así que no te le escapaste – fue directo a él y le puso una mano sobre el hombro – al menos la fiesta fue un éxito. ¿Qué tanto recuerdas?

 

– No mucho… nada

 

Tal vez la cara de traumado que tenía resultaba graciosa porque Jiraya murmuró algo como “Que bueno que Kushina no puede verte porque me mataría”, antes de darle una pastilla para aminorarle los malestares y empujarlo para que fuese a su habitación a darse un baño.

 

 

 

Mientras se duchaba, enjuagando su vergüenza y desazón, no pudo hacer otra cosa más que golpear las baldosas. Otra vez había metido las cuatro patas.

 

Sabía que de Sora no debía preocuparse pues él se dedicaba a eso, pero no por eso dejó de tenerlo presente. Además, había vuelto a ser infiel a sus sentimientos y convicciones. Se suponía que había ido a Konoha a entregar las invitaciones de su boda y legitimar a su pareja. Pero terminó añorando a Sasuke, peleando con él al tiempo que se rendía al hecho de que siempre lo amaría, y acostándose con Sora.

 

¿Con qué expectativas iba a volver a la alianza?, seis meses de asegurarle a Gaara que serían felices, sólo para regresar con el evidente fracaso entre sus dedos.

 

 

 

Cuando salió de la ducha lo hizo suspirando. Iría con Sasuke e intentaría cerrar el círculo con él, tal vez obligarlo a que lo rechazara como debió y jamás hizo; y después empacaría sus cosas.

 

No quería estar peleado con él. Después de todo era la persona que más le importaba en la vida.

 

 

 

 

 

(Ja_ja)

Notas finales:

Bueno pues ódienme, a Naruto y, si quieren a, Gaara (Ya luego sabrán por qué).

 

En general no me siento satisfecha, pero jamás lo estoy, así que qué más da. Espero que ustedes si lo estén y me comenten pues aunque me desaparecí volví con un total de 25 hojas… el equivalente a cuatro capítulos, los cuales no quise publicar en partes porque “es sólo el flash back” y según yo “nada más me tomaría un capítulo”. Consideré una exageración explicar también por qué Gaara y Naruto no se casaron… era otro chap y no sé ¿Lo hago?, jajaja sé que dirán que no.

 

La verdad es que alguien me dijo que mi orden cronológico estaba mal hecho y por eso le di a esto una estructura diferente. No me gusta repetir sucesos así que lo único que superpuse fue el último chap.

 

La cosa queda así: Flash back 1, Flash Back del capítulo 2, Flash Back del capítulo 3, Flash Back capítulo 4, Flash Back 2, Flash Back 3.

 

XD para la próxima no jugaré con los saltos en el tiempo porque luego me reclaman XP. De hecho, voy a escribir un fic todo lo opuesto a éste – haciendo caso a todos los reclamos y sugerencia que me hicieron – en las próximas semanas. ¡Incursionaré con un poco de SasuNaru! :]

 

En fin, gracias por leer y comentar.

 

Atte. Yais


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