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Miércoles y Jueves por LalitaCorvo

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Notas del fanfic:

Este es el primer fic que escribo y publico en AY Espero sea de su agrado.

La situacion es de mi autoria, por favor no piensen en plagios, yo no soy simpatizante de ellos.

Sin más les dejo el fic, graciaspor leer.

Notas del capitulo:

Olvide mencionar que la historia se situa en una secundaria, por lo que el personaje principal tiene 13 años.

Y ahí estaba de nuevo, en el salón de catecismo, escuchando a los alumnos hablar de los problemas que había en casa, mientras que él, se lo guardaba todo ¿Para qué exponer sus problemas ante personas a las que no les interesa? Era algo sencillamente innecesario.

Estaba viendo a su profesor quien escuchaba con atención a una compañera suya, ella estaba exponiendo sus problemas y se escuchaba su voz quebrándose; él prestaba poca sino es que nula atención a su compañera, estaba semi recostado en la mesa con los brazos cruzados y su cabeza recargada en ellos, con su mirada algo fría y perturbada que se escondía bajo un par de cejas fruncidas y largas pestañas, volteó a ver a la ventana, veía a los alumnos correr por el patio de seguro tenían hora libre, fijo su vista en un árbol frondoso ¿Por qué no podía salir de ese lugar? Sencillamente era aburrido cuando en la clase se ponían a hablar de problemas familiares, era menos divertido que hablar del país, aunque más soportable que hablar de la Biblia.

 

No se dio cuenta cuando los alumnos de su grupo comenzaron a salir del salón, y para cuando volteó, sólo quedaban las típicas niñas quienes sólo se quedaban a preguntar cosas que sólo ellas y el profesor sabían, cosas que tampoco le interesaban; al pasar al lado de las niñas y el profesor, esté le dedico una mirada, mirada que no supo descifrar, y sólo alcanzó a levantar una ceja ¿Qué había sido eso? ¿El profesor Gonzalo le dedico una mirada a él? Estaba fumado de seguro, el profesor está casado y con una niña de seguro fue imaginación suya, camino hacia su siguiente clase, en el camino se encontró con Jaz, su amiga de infancia.

 

-      ¡Tú! ¡Pendejo! Te estaba buscando ¡¿Dónde te metiste?!

-      No me di cuenta a qué hora salieron todos, me quede al final.

-      Estabas divagando en clase como siempre ¿Verdad?

-      Sí ya sabes ¿Para qué te digo? – siguió caminando-

-      Zorra –Le siguió- Oye –hablo en susurro- Dime que tienes, pareces perturbado, bueno tú sabes, más de lo normal.

-      No sé de que hablas.

-      Lautaro, te diría que actúas raro, pero pensándolo bien no tanto.

-      Te he dicho ¿No? que no es nada y ¡No me vuelvas a llamar “Lautaro” sabes que lo detesto! ¡Te voy a rebanar la lengua si lo vuelves a decir!

-      Delicado, es tu nombre ¿Cómo quieres que te llame?

-      No lo sé ¿Marshall? –Alzo la ceja -

-      Jaz comenzó a reír- Eres un tonto ¡Ese es nombre de un personaje de “Hora de Aventura”!

-      Es mi programa favorito ¡Déjame ser! –Comenzó a correr y volteó hacia atrás- ¡Cualquier nombre está bien siempre y cuando no sea “Lautaro”!

Jaz se quedó parada en su lugar mientras reía –Este chico está loco- dijo en voz baja, corrió para alcanzarlo y lo tacleo, una vez en el suelo le saco la lengua y camino a su aula, Lauta la miro desde el suelo y cuando reacciono, corrió a su salón, había llegado en poco tiempo gracias a su carrera de 100 metros.

Toda la clase se la pasó en su mundo, de vez en cuando le mandaba mensajes a Jaz desde su celular, o se la pasaba haciéndose el tonto mientras garabateaba en su cuaderno, no hacía caso a la clase, o fingía que sí.

Al terminar su clase, en la cual aprovecho el tiempo para pensar en Gonzalo y su mirada enigmática, se dirigió a la sala de computación, su clase favorita, por así decirlo, su profesor Luis era con quien tenía una buena relación “alumno-maestro” siempre peleando pero bueno, era la confianza, a Lauta se le hacía fácil la materia y los profesores normalmente le prestan más atención a los alumnos con buenas notas en su materia, así que Lauta era afortunado en eso, quería que tanto Luis como Gonzalo le prestaran atención, ya que los dos le atraían desde tiempo atrás; camino un poco más a prisa para ser el primero en llegar a su salón, sin darse cuenta que dejaba a sus amigos atrás, eso no era lo importante, él solo quería entrar ya al aula.

Cuando ingreso pudo ver a su profesor, siempre tan atractivo sentado en su escritorio frente a su computadora, ese día vestía de camisa manga larga color gris con unos jeans deslavados; en cuando vio a Lautaro ingresar por el umbral de la puerta, sonrió, gesto que Lautaro correspondió y se dirigió a su asiento situado frente al profesor, antes de que llegarán los demás alumnos, ellos se quedaron viendo un rato, comenzando un juego de miradas intensas, a Lauta se le comenzó a acelerar el pulso, y quería apartar la vista, pero esos ojos se lo impedían, entonces vio a su profesor levantarse de su asiento, y acercarse al suyo, esto lo descoloco y se puso tenso, pero al fijar su vista en cierta zona del jean del profesor, noto como se le marcaba un enorme bulto, a lo que abrió sus ojos y una disimulada sonrisa torcida se le asomo al rostro.

-      “Oh mierda, moriré con ese bulto dentro”-

Luis se detuvo y siguió con la vista, la mirada de Lauta, al notar a donde miraba, su sonrisa se dibujo muy pervertida, apoyo sus manos en el escritorio del pequeño, le mando una mirada juguetona, y el menor sólo atino a devolvérsela un poco más tímida y con el rostro sonrojado, “Pequeño pervertido” fue lo que pensó para sus adentros, el profesor acerco una mano a la mandíbula de su acompañante y la alzo solo un poco, le beso los labios, primero lento, pero no tenían tiempo, le metió la lengua sin preguntar y escucho un gemido por parte del menor, que fue amortiguado en sus gargantas, el muchacho para aguantar semejante pedazo de carne en su boca se sujeto de los hombros de su profesor y se acerco un poco más, sólo para sentirla mejor, se separaron al poco rato, Lauta tenía la cara sonrojada y el profesor una mirada pervertida.

-      Sabes a chocolate – Le susurro su profesor y regreso a su escritorio-

Los alumnos ingresaron y Lauta se quedo estático en su asiento mirando al frente ¿Qué había sido eso? Hubiera gritado a todo pulmón de la felicidad, pero, estaba en clase y debía disimular, para su fortuna, se había quedado con una expresión seria, así que nadie sospecho nada.

En el resto de la clase, él miraba discretamente al profesor quien se paseaba por el aula para ver lo que sus alumnos hacían; cuando el profesor, paso atrás suyo, se recargo en su hombro derecho mientras miraba lo que Lauta hacía en su computadora, esté se puso nervioso, pero al ser alagado por su profesor, no dijo nada y solo sonrío, al momento de irse, el profesor, le acaricio los cabellos y dijo un suave “Buen chico”.

 

Al finalizar el día, él no sabía si debía ir corriendo donde Jaz a contarle lo sucedido con Luis o simplemente debía irse a casa de su madre. Caminando hacia la salida de la escuela vio algo que no le gusto, estaba su amigo Rafael junto con su otro amigo Martín, este último estaba charlando con el primero, parecía nervioso. “¿Martín nervioso? si claro, esta fingiendo, es lo más seguro, es un buen actor, después de todo, sólo engaña a la gente”, fue lo que cruzó por la mente de Lauta.

Y de un momento a otro le robó un beso, Lauta se quedo estático, ¿Debía correr, taclear a Martín y gritar que Rafael es suyo? ¿O simplemente se iba a quedar ahí pasmado como idiota? Él no se entero que había una tercer opción, cuando estuvo a punto de irse corriendo, alguien le tomo del brazo, volteo bruscamente y vio a Gonzalo quien lo jalo hacia sí mismo y lo abrazo, le susurro un quedo “No te alteres, sólo no veas nada”, el pequeño se tenso y apretó en un puño la camisa de su profesor ¿Debía llorar? Ya no estaba seguro de lo que tenía que hacer; Gonzalo se lo llevo cargando a su auto, no pasaron cerca de la pareja que seguía besándose como si no hubiera mañana, al conseguir llegar al auto, el mayor deposito el cuerpo frágil de su alumno en el asiento de pasajero, debía llevar al pequeño a su casa, y después se retiraría a ver a su esposa e hija, pero al ver la expresión del menor, algo se estrujo en su pecho, el pequeño estaba ido y no mostraba señas de que fuera a soltar ni una lagrima, cosa que entristeció aun más al mayor. Estaba shockeado ¿Quién no se hubiera quedado igual? No ves a la persona que te gusta besarse con tu amigo todos los días.

Condujo hasta que llegaron a la residencia del pequeño, al bajar, vio como este sólo miraba la ventana, no realmente viéndola, sino como rememorando ese instante en que vio a sus amigos besarse, cuando Gonzalo toco levemente el hombro del menor, este dio un ligero brinco, se volteo a verlo con una expresión vacía, el mayor le tendió la mano para que pudiera salir del auto, el pequeño quedo viendo la mano y la ignoro olímpicamente, se bajo del auto y fue directo a la puerta de su casa, saco las llaves y la metió en la hendidura de la puerta, movió la llave y el cerrojo desistió, al momento de abrir la puerta, volteo en ¾ la cabeza y dijo apenas audible ”¿gusta pasar?” el aludido al llamado se quedo sorprendido, acepto la invitación y paso a la morada del menor, al ingresar, fue conducido a la sala de la casa donde se acomodo en un sofá de forro negro.

 

-      ¿No está tu madre?

-      No – fue su simple respuesta

-      Em… ¿Estas sólo?

-      Sí – Camino hacia la cocina y grito desde ahí- ¿Desea algo de tomar? ¿Agua, jugo, café quizá?

-      A-Agua está bien, gracias-

Lauta regreso a la sala con el agua y lo dejo frente a Gonzalo, quien aún no entendía o mejor dicho, no se decidía por la opción de su nerviosismo, habían tantas razones para estarlo, en principio porque, estaba solo en una casa ajena con un menor de edad, habían demasiados testigos que lo vieron llevarse a un joven shockeado de la escuela en su auto, sin mencionar que esto le podía llevar a un mal entendido y ser despedido con riesgo de no ser contratado fácilmente en alguna escuela, además estaba el hecho de que cierto joven quien estaba sentado al lado suyo en el sofá mientras miraba el suelo como si de lo más interesante del mundo se tratase, aun tenía una mirada por demás tétrica; así que con todo el valor que tenía, se animo a preguntar el estado del joven.

 

-      Lauta ¿te encuentras bien?

-      No ¿Cómo podría? Vi al chico que me gusta besarse con mi amigo –soltó en un hilo de voz y con un deje de desesperación, mientras su respiración aceleraba y sus ojos se empañaban por las lágrimas que querían salir.

-      El profesor lo abrazo – Comprendo que es difícil de ver algo como eso, pero no llores –

-      ¡No me pida que no llore, él me gusta y Martín solo lo quiere porque sabe que me gusta! Él no lo quiere de verdad, sólo lo utiliza –grito aferrándose a la camisa de su profesor.

El profesor no supo que decir ante eso y simplemente lo abrazo, esperando a que el joven que se encontraba entre sus brazos se calamara. Al ver que el pequeño dejaba de convulsionarse por el fuerte llanto, el profesor, seco sus mejillas con un pañuelo que llevaba minutos antes en la bolsa de su camisa; paso el paño por las mejillas del menor, delineando el camino de lagrimas que recorrían su rostro desde los ojos hasta la barbilla, estaba tan ensimismado que no se dio cuenta que su acción era muy sospechosa a ojos ajenos, esa dedicación con que retiraba las lagrimas era similar al de un amante que prometía bienestar a su pareja. El joven frente a él se sonrojo de sobremanera al notar cómo le miraba su acompañante, estaban además solos y su madre no llegaría hasta entrada la noche, tenían toda la tarde. Tal vez por su despecho, por el calor del momento, por la admiración que sentía hacia el mayor, no supo realmente cual fue la razón, pero el menor se atrevió a rozar los labios de su maestro, en un roce casi imperceptible.

Gonzalo tan ensimismado estaba viendo los ojos del menor que al sentir los labios de este rozar leve los suyos propios, no tardo en perder la poca compostura que aun tenía y decidió besar los labios delgados de su acompañante, primero saboreo los labios como si de su primer beso se tratase, pero como si no aguantara más devoro los labios ajenos con una lujuria inimaginable, jamás antes sentida por él, el propietario de dichos labios gimió quedo por la intempestiva sensación que lo embargo, al sentir la lengua experta del mayor pedir permiso y entrar a su boca, una corriente eléctrica lo envolvió completamente y como si tuviera temor a caer y perderse en el mar de sensaciones que Gonzalo le brindaba se aferro a su cuello, mientras este comenzaba a escabullir sus manos por debajo del polero del menor, tocando así la piel tersa que llegaba a ellas, acariciando suave mientras intentaba dar placer y degustar dicha piel.

 

El calor de la habitación aumentaba conforme Gonzalo acariciaba mas la piel del contrario, sus impulsos primarios brotaron con mayor fuerza al tocar sus tetillas, comenzando a masajearlos al punto de endurecerlos, una vez hecho esto, se despego de los labios ajenos y llevo su boca al pecho, repartiendo así besos y laminas, mientras el pequeño gemía bajito. Gonzalo recostó a Lauta en el sofá, y le quito el polero blanco que llevaba, aprecio brevemente el rostro sonrojado, los ojos entrecerrados y la boca con un poco de saliva en las comisuras del menor, esto lo encendió más y llevo sus manos a la hebilla del cinturón, halándolo y desabrochando el pantalón, metió la mano y noto que el miembro del joven estaba duro.

 

-      Pequeño Lauta, eres un pervertido – dijo con una mirada lujuriosa – hoy jugaremos mucho – susurro y masajeo mas el miembro

-      ¡Aahh! Nnn… jmm… aahh… ahhh – comenzaba a gemir con mayor volumen y a mover sus caderas levemente.

-      Dime, ¿te gusta esto? – pregunto Gonzalo pervertida mente

-      ¡Aahhh! S-Sí –susurro-

-      Disculpa, no te escucho Lauta

-      ¡Aah! ¡Sí, sí me gusta! ¡Aahh! No se detenga

-      Buen chico – dijo y movió mas fuerte su mano –

-      ¡Ahhh! – arqueo su espalda debido al placer del orgasmo, miro a su profesor con los ojos llorosos; el profesor como si hubiera salido de un transe, se quedo shockeado ante la imagen de su alumno sin el polero, sonrojado, jadeante, con el pantalón desabrochado, y su mano llena de semen.

Dio un brinco hacia atrás al ver lo que había hecho, no sabía si correr, ya se le había hecho tarde, había olvidado que tenía que ir a ver a su esposa e hija quienes lo esperaban en casa, estuvo a punto de irse, pero Lauta se adelanto, y con voz baja casi susurrando dijo:

-      Profesor, aun me molesta – señalando su entrepierna.

El profesor trago saliva ¿De verdad iba hacer, lo que creía que iba hacer? – se acerco a su alumno, bajo el pantalón junto con los bóxers hasta los tobillos del menor y metió el jovial pene a su boca, comenzó a lamerlo lento, por toda la extensión del falo; mientras, su alumno gemía cada vez más fuerte y se retorcía de placer, su cuerpo se calentaba aun más; por otro lado el profesor movía su lengua no estando seguro de lo que hacía, pero al ver las expresiones de Lauta, tomo confianza y comenzó a moverse más ágilmente, logrando sacar no sólo gemidos más fuertes, sino movimientos más notorios es la cadera del menor, toco la punta del pene y lo mordisqueo levemente, fue ahí cuando Lauta se arqueo y abrió su boca gozando del oral, se quedo en esa posición algunos segundos que se vieron eternos a los ojos del profesor; ese cuello hacia atrás, dejando la piel expuesta, su cara sonrojada y esa boca que permanecía abierta sin emitir sonido alguno mientras, un hilo de saliva muy notorio se escurría en las comisuras de los labios y descendía hacia la barbilla, sus piernas flexionadas y sus manos apretando fuertemente el forro negro; una imagen muy erótica, pensó Gonzalo. Y por primera vez, olvido que era un profesor y que ese chico era su alumno, se olvido incluso de su esposa y su hija, decidiendo así tener a ese joven las veces que fueran necesarias; dejando esos pensamientos de lado, el mayor comenzó a succionar el falo viril del menor y antes de que esté se corriera de nueva cuenta, dirigió su boca al cuello del menor besándolo.

Dejo una marca roja en el cuello, se apartó y se saco la camisa, tomo la mano del menor y la puso en su pecho haciendo que lo acariciará, después llevo su mano al cinturón y le indico con la mirada que se lo quitará; Lauta trago saliva y le desabrocho el pantalón, bajo el cierre y miro el bóxer, bajo su tela estaba la silueta de una enorme erección –no tan grande como la de Luis – miro fijamente la tela y cuando se dio cuenta, Gonzalo lo tomo de la barbilla.

-      No querido Lauta – sonrió y negó con un dedo – acuéstate y date la vuelta.

El pequeño obedeció, se recostó en el sofá, apoyándose en sus brazos, dándole la espalda a Gonzalo, quien se deleito la pupila con la vista de de la entrada expuesta de lauta.

Comenzó a masajear las nalgas, y luego le dio un beso negro, saco la lengua, lamio e hiso simulación de penetraciones; se aburrió, introdujo un dedo en el ano del menor y comenzó a moverlo de manera circular, observo como Lauta se retorcía de dolor y hacia muecas.

 

-      ¿No te gusta?-

-      Se siente raro – Alcanzo a decir con voz molesta.

-      Ya pasará – Enterró su dedo sacando un grito del menor.

-      ¡Aaah! N-No sea brusco -

-       Ups – Sonrió de medio lado.

 

Introdujo el segundo dedo para abrirse paso en el interior del ano, con su otra mano, él mismo se masturbaba, a lo que silencioso gemidos salían de su boca.

Cuando introdujo el tercer dedo, Lauta, gemía de placer, al ver que ya tenía la entrada dilatada saco de un jalón el dedo, el menor dio un brinco, volteo hacia atrás, e hiso una mueca de insatisfacción; antes de lograr reclamar, observo como Gonzalo se bajaba el pantalón junto con los bóxers y se dirigía a él, trago grueso y volteo hacia el frente con la cara sonrojada.

Gonzalo entro en él de una sola estocada. Se escuchó un grito de dolor y placer, acompañado de un gruñido de satisfacción. La entrada del pequeño es muy angosta para el pene del mayor, algo que se sintió sumamente bien, el ritmo de la penetración acelero, volteo al pequeño y este se aferro a sus hombros y enrosco sus piernas alrededor de su cintura. Lauta ya estaba llegando al clímax.

 

-      Y-Ya llego –

-      Aguanta –

-      N-No p-pued-do

 

Gonzalo acelero y dio en la próstata del menor, Lauta se corrió y las contracciones del esfínter lograron que esté se corriera en su interior, cayó sobre Lauta y lo abrazo hacia sí mismo, acariciando sus cabellos humedecidos, aparto un mechón de la frente y miro como dormía plácidamente, le beso la mejilla. Estuvieron un rato así, Gonzalo se vistió, recogió la ropa del menor, lo levanto en brazos, lo llevo a su cuarto, lo baño y vistió y se retiro sin ser visto.

Cuando Lauta se despertó, estaba en su cama con los auriculares puestos, ropa limpia y los recuerdos de la tarde, sonrío, el idiota lo dejo así para evitar sospechas.

 

Al día siguiente en la escuela, vio al profe Luis quien le sonrío pícaramente, él solo negó con la cabeza mientras se apenaba y sonreía, después se topo con Rafael y Martín, se puso serio y los saludo, miro como Martín sujetaba por la cintura a Rafael y este se ruborizaba, pero a lo lejos miro a Gonzalo, quien charlaba con otro maestro, se sonrío e ignoro a sus amigos. Al final se topo con Jazmín y corrió hacia ella, la jalo hacia un lugar solitario y le conto lo sucedido, estaba emocionado, y hablaba rápido, apenas y se le entendía.

 

A lo lejos una persona vestida de negro lo miro, estaba en compañía de otra, que vestía un traje en color gris opaco, esté sostenía una capa en la mano; la otra persona quien le miraba a Lauta, alzo una rosa negra a la altura de su boca y susurro…

 

-      Espero que te haya gustado tu historia Lauta, es especialmente para vos, cuídate – Dio media vuelta, se subió al auto, seguido del hombre de traje, bajo la ventanilla y dejo caer la rosa en el pavimento.

 

 

-      ¡Lauta! Cálmate, no entiendo lo que dices – alzo las manos en señal de “alto”

-       Lo siento, es que todavía estoy feliz –

-      Sí, comprendo, lo que alcance a entender es que –susurro- Tuviste sexo con Gonzalo ¿Cierto? Y además te baño, te cambio y te recostó en la cama.

-      Sí, fue genial y… – Jaz le tapo la boca con la mano.

-      Nadie más debe saber y tampoco debes gritarlo, tonto.

-      Por eso te traje a un lugar solitario, menza –dijo mientras aparto la mano de Jaz.

-      El profesor tiene esposa y una hija ¿No te sientes mal por eso?

-      Un poco – bajo la mirada – Pero sólo fue una vez, no creo tampoco conseguir que vuelva a suceder.

-       ¿Y si vuelve a suceder?

-      Si vuelve a pasar, seré doblemente feliz.

-      Idiota – le dio un zape –.

-      ¡Auch! –se sobo la parte afectada - ¿Eso era necesario?

-      Más o menos, vámonos tenemos clases.

-      Vale, vale – se levantaron y se fueron a sus respectivos salones.

 

Al salir de clases, vio a Gonzalo esperándolo en el portón, camino hacia él y sin que las personas escucharán sostuvieron una breve platica, salió de la escuela, y al doblar en una esquina, paso al lado de una rosa negra en el suelo, la recogió y se la llevo, mientras caminaba se desprendieron los pétalos de la rosa.

 

Escribió la última frase del cuento, sonrío, miro la hora en su computadora, guardo el archivo y acomodo sus cosas, apago la computadora y la guardo, tomo la maleta y salió del cuarto, apagando la luz. En el escritorio permanecía una rosa negra recién tintada en un vaso con agua negra y un papel con algo escrito.

 

“Los pensamientos de un niño”.

 

Tomo el taxi que le esperaba, al subir miro por la ventana el edificio que acababa de abandonar.

 

-  Supongo que la historia quedo bien. ¿Qué estará haciendo Lauta-chan en estos momentos? –suspiro y miro por la ventana de nuevo – Eso no lo sabré. 

Notas finales:

Espero que si les haya gustado la historia, son bienvenidas todas las criticas (jitomatazos, alagos, lo que sea), siempre y cuando no hayan groserias, no me gustan ._.


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