Pasaba sus dedos de forma delicada sobre las teclas dejando que cada suave y relajante sonido resonara por toda la estancia, expresando así cada sentimiento que se agolpaba contra su pecho, y hacia a su razón desaparecer, cerro los ojos y dejo que sus dedos expresaran todo lo que el no se sentía capaz de gritar al viento y comunicarlo a quien era el dueño de cada uno de sus pensamientos, de cada una de sus sonrisas, de sus lágrimas, de sus temores y sus inexplicables ganas de gritarle al mundo que era feliz.
Por momentos la melodía se volvía lenta y sutil como las olas del mar, y luego cambiaba de forma algo feroz a un ritmo mas rápido y sensual, y luego a uno con un toque algo tortuoso, logrando crear una extraña melodía que comprendía cada uno de sus sentimientos, de sus pensamientos, y sus sueños.
En otra parte de esa enorme mansión, un joven de cabellos azabaches y mirada melancólica, abría de forma lenta sus ojos, acostumbrándose poco a poco a la luminosidad con la que contaba la estancia donde se encontraba, se dio media vuelta, quedando con la vista hacia el techo, aun traía puesto aquel elegante traje, que utilizo para ir a la oficina unas horas antes, cerro una vez mas sus ojos colocando una de sus manos sobre su frente.
Se levanto de la cama, y vio aquella habitación en la que no había estado desde hacia tanto tiempo, queriendo guardar en lo mas profundo de sus ser aquellos recuerdos que se agolpaban en su mente, se paro, comenzando a caminar, viendo cada detalle y sutil cambio que había tenido aquella habitación, se vio a si mismo gracias al único espejo de ahí se encontraba, cerrando una de sus manos en un puño, sin dejar aquella melodía que se escuchaba a lo lejos, era la primera vez que la oía, pero sin duda cautivaba su corazón.
Abrió de nueva cuenta sus ojos, sin dejar de tocar, y a su mente vino el recuerdo de la primera vez que el mayor lo llevo de paseo cuando recién habían llego de Seúl, llevándolo a una pradera lejano de las ajetreadas calles de París, cuando sus ojos ligeramente cegados por el sol que estaba sobre ellos, lo hizo desviar su mirada encontrándose con que el mayor caminaba frente a el, a unos cuantos metros, disfrutando de la suave brisa que acariciaba su cuerpo y de cierta forma se ser.
Camino tras él, sintiendo la hierba rozar sus manos, lo mismo que el mayor, y sin poder evitarlo unas ganas inmensas de abrazar al otro le invadieron, haciéndolo sentir un idiota, pero no podía culpar a su corazón de haberse enamorado del mayor, ya que él jamás le había dado razón alguna para pensar que el sentimiento era recíproco.
El mayor de pronto volteo hacia el y le regalo una pequeña pero brillante sonrisa, dejando que el sol hiciera resplandecer el brillo de sus ojos negros como la noche.
Volvió a abrir sus ojos, comenzando a sentirlos algo más húmedos de lo normal, sus dedos siguieron presionando las teclas de aquel lujosos y antiguo piano, en medio de aquella luminosa estancia, donde un joven de cabellos castaños claros lloraba su miedo e idiotez, al no ser capaz de decir todo aquello que amontonaba en su garganta queriéndosela desgarrar.
Cuando las lágrimas comenzaron a salir, dejo de tocar, y se comenzó a secar las mismas con algo de molestia, no quería llorar, no sabiendo que el mayor esta en casa y podía llegar a escucharlo, le preguntaría que tiene, el negaría y diría que esta bien, el mayor no queriendo hacerlo sentir incomodo, no diría nada más y lo consolaría de forma silenciosa abrazándolo, envolviéndolo en ese ciclo vicioso de amor que poco a poco comenzaba a consumirlo por dentro, dejándose ver por fuera que ya nada estaba bien.
Intento no sollozar, pero en cuanto el primer sutil sonido roto escapo de su garganta le fue imposible evitar que mas le siguieran y sin darse cuenta el mayor lo observaba en silencio, sabia que su dongsaeng estaba sufriendo, no era ciego ni un imbécil para no notarlo, y sabia que solo era su culpa, suya y de nadie más al no poder decir que se sentía igual, y haciendo presión en sus puños y tomando un fuerza de los recuerdos de sus días felices en Seúl, camino hasta él, para tomar entre sus manos su rostro, secar de forma algo torpe las lágrimas que aun caían par después y con suma delicadeza unir sus labios.
Era un roce suave y delicado, haciendo que el menor dejase de llorar y cuando el beso se vio roto, mirara confundido al mayor.
-te amo...- recito en voz baja, sin dejar de ver aquellos pozos cafés que comenzaron a brillar de forma intensa, mientras sus mejillas se tornaban de un suave rosa- te amo Cho KyuHyun...
-Hyung...-dijo Kyu- yo tambien te amo Kim JongWoon... - dijo sonriendo ahogándose en la profunda mirada del mayor, que le sonrió de vuelta.