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Amor Yaoi
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Los chicos Yaoi por Risu

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Notas del fanfic:

¡¡Yey!! ¡¡He vuelto!! ^^

 

Bueno, como mencioné en mi fanfic anterior, es una parodia de Sailor Moon. Se me ocurrió cuando estaba jugando a vestir a una Sailor Moon y de la nada salió Sasuko vestida como heroina. Y de ahí nació esta idea :P

 

Como siempre, los personajes no me perteneces, pues son de la propiedad de Masashi Kishimoto y está inspirada en la obra de Naoko Takeuchi, "Sailor Moon"

Notas del capitulo:

Por más que pego no sale la imagen :c



Miren que intente poner una imagen, pero no sale >:(

 

En fin, solo imagínense la ropa de Serena, esa es la ropa de Sasuke. La de Naruto es, en vez de azul, anaranjado; Gaara, verde; Sai,amarillo y Kiba,rosado.

 

En fin, no tengo mucho tiempo para escribir mi historia, así que solo espero que les guste ^^

 

P.D.: Prácticamente no tiene lemon, solo menciones, así que creo que el término correcto es lime. Pero no hay como advertencia lime, por eso puse lemon, pero no esperen nada Uu

 

Los chicos Yaoi

 

 

La cuidad de Konoha.

 

Una gran cuidad de Japón, rodeada de alta tecnología, llena de importantes hombres de negociosos, visitada por miles de turistas —quienes quedaban impactados ante tal magnitud—. Sin embargo, como toda gran cuidad, su nivel de crimen era alto, solo que Konoha era algo particular; sus malhechores eran más bien bestias que amenazaban con interrumpir la paz.

 

Para suerte de todos los ciudadanos, existía un grupo de chicos —cinco en total—, quienes se encargaban de estos monstros. La banda estaba integrada por: un rubio ojiazul, un pelirrojo de ojos aguamarina, un castaño con un triángulo rojo en cada cachete, un moreno de piel extremadamente pálida y por último, pero no menos importante, un azabache ojinoche. Y juntos formaban:

 

—¡Los chicos Yaoi! —dijeron todos al unísono.

 

—Pero yo soy hetero —alegó el de figuras geométricas en las mejillas.

 

—Sí, sí, Kiba, díselo a Shino.

 

—¡Eso fue un desliz! —se excusó.

 

—Como sea —cortó el blondo—. Estamos aquí para defender a Konoha del mal que lo amenaza y… ¡Sai! —gritó al sentir que le nombrado le alzaba la diminuta falda.

 

—Quería verificar si aun seguías siendo hombre, ya sabes, si tu pene disminuye ya no te querríamos en el grupo.

 

—Es cierto —apoyó el aguamarina—. En todo caso nos haríamos llamar “Las chicas Yuri”.

 

—¡Pero que sigo siendo hombre! —se defendió abochornado—. Si no pregúntenle a Sasuke.

 

—A mí no me metas, pene pequeño.

 

—¡¡Sasuke!! —abrió los ojos como platos y su sonrojo aumentó cuando escuchó las risillas de los demás—. Ayer no decías lo mismo.

 

—Eso es jugar sucio, Uzumaki.

 

—¡¡Chicos!! —llamó cansado el castaño—. Mientras ustedes siguen hablando sobre penes y orgías…

 

—¿Quién dijo orgías? —preguntó inocentemente el moreno—. A menos que quieras una con Gaara y conmigo, no nos molestaría, en lo absoluto; además, puedes traer a ese chico insecto. Mientras más, mejor.

 

—¡Que no! Solo les digo que una bestia está atacando Konoha mientras hablan —señaló al enorme animal que estaba divirtiéndose destruyendo un parque—. Y para su información, ¡no me gusta Shino!

 

—Lo que digas, rosadito —le dio unas palmaditas en la espalda al joven que odiaba el color de su traje—. Ahora, muchachos, ¡por Konoha!

 

—Tú irás por tu estúpida cuidad de mierda, nosotros vamos por la fama y el dinero —corrigió el canino.

 

—Estoy de acuerdo con Kiba —secundaron los otros tres.

 

—Lo que sea, solo vamos a aniquilar a esa bestia.

 

—Bien… —respondieron sin ganas.

 

Se posicionaron de tal manera que el pelirrojo y el castaño estén en los extremos, mientras que los dos azabaches a sus costados, pero estos estaban más cerca entre ellos y el rubio (figureti*) en el centro con una sonrisa de oreja a oreja.

 

—Tranquilos, habitantes de Konoha, los chicos Yaoi llegaron para salvar el día —anunció posando para las cámaras de los periodistas.

 

—¿Día? Yo diría tarde —malogró la frase sonriendo falsamente uno de los integrantes.

 

—Gracias, Sai, siempre tan útil —agradeció entre dientes sarcásticamente.

 

—No es nada —mantenía su sonrisa—. Siempre es bueno corregir a un ignorante como tú.

 

—¡Chicos —hizo oídos sordos—, a sus posiciones!

 

Todos se sacaron la gema que estaba en el lazo de su pecho y lo lanzaron al aire, y estas piedras se transformaron en armas letales, las cuales cogieron al mismo tiempo.

 

—Sai, Gaara, ataquen a las patas —mandó el rubio apuntando a las extremidades inferiores.

 

—¿Quién te crees?, ¿el líder?

 

—Gaara y Sai, vayan a las piernas de la bestia —ordenó el ojinoche.

 

—Sí, uke-sama —acataron antes de que su compañero los golpeara con su arco.

 

—Idiotas… —murmuró fastidiado—. Kiba, Naruto, síganme, iremos adelante —voló unos metros cuando se percató de que no lo acompañaban.

 

—Lo siento, Sasuke, yo siempre voy atrás —se disculpó el de piel canela—. Tú, porque estás acostumbrado a esto, irás al frente.

 

—“Y tuve que trabajar con incompetentes” Me refiero a que ataquemos de frente, a su cabeza, y de esta manera ya no avance más y deje de destruir el parque —explicó detalladamente.

 

—Ahhh… —comprendieron finalmente—. ¡¡Vamos!!

 

Volaron hasta quedar cara a cara con el gigante animal, que al costado de este, solo parecían unas mosquitas zumbando por ahí. Sasuke, con su arco, apuntó al ojo de la bestia, pero esta se percató de un puntito negro y con una de sus colas lo apartó, mandándolo a volar por los aires.

 

—¡Dónde mierda están Sai y Gaara! —exclamó molesto el rubio—. Solo tenían que atacar a las piernas y ni eso pueden hacer. ¡Par de inúti…!

 

—Naruto… —le tocó el hombro el castaño, haciendo que este se volteara—. Ahí están —apuntó abajo donde los dos integrantes sobrantes estaban teniendo relaciones apoyándose contra un árbol.

 

—Ahhh… —se sobó las sienes—. Tienen todo el rato del mundo y justo ahora a Gaara se le da por calmar sus ganas.

 

—¿De qué me perdí? —llegó el moreno algo exhausto, ese animal lo había mandado lejos.

 

—Ahí —indicó con su dedo a los dos ardientes amantes.

 

—Ese par de idiotas…  —con su perfecta puntería tiró una flecha que rozó los cabellos la pareja, quienes buscaron al causante de esto y se encontraron con la molesta mirada del arquero. El pelirrojo se apresuró y con unas cuantas estocadas más eyaculó dentro del moreno y este sobre el pasto.

 

—Ejem… —se aclaró la garganta el aguamarina cuando llegaron donde estaban sus amigos—. ¿Qué estamos esperando para deshacernos de eso?, ¿una invitación?

 

—Cuidado, Sabaku no —amenazó—. Terminemos de una puta vez.

 

Dicho esto Sai y Gaara, con su pistola y abanico, se dirigieron a las patas de la bestia; ahí concentraron toda su fuerza, logrando así que el monstro deje de caminar, ya que sus extremidades estaban dañadas. Al mismo tiempo que Sasuke, Naruto y Kiba —con su arco, espada y martillo, respectivamente—atacaban la cabeza y pecho del gutural animal.

 

—Más rápido, Kiba.

 

—El día que cargues un martillo más grande que tu cuerpo, ese día me hablas de rapidez —con todas sus fuerzas llevaba aquella herramienta pesada—. Maldita sea el día que me tocó esta arma, ¿por qué no algo simple?, como un sable o una pistola o ¡qué sé yo!

 

—¡Deja de hablar contigo mismo y pelea! —reprendió el arquero molesto—. Esta bestia es complicada —se limpió el sudor de la frente.

 

—¡Sasuke! —llamó el ojicielo, haciendo que el llamado girara hacia él—. Cuando terminemos, ¿aceptarías… —un suave rubor apareció—tener una velada romántica con vista al mar contrastando perfectamente con el hermoso firmamento y observar juntos la luna apare…?

 

—¿Quieres follar?

 

—¡¡Síí!! —contestó emocionado—. ¿Quieres?

 

—No tengo nada mejor que hacer.

 

—En ese caso —silbó fuertemente para que todos lo pudieran escuchar—. ¡¡Chicos, maniobra TMT0PN!!

 

—Te-eme-te-o-pe-ene —analizó la operación el moreno—. Ahhh… te meto pene. ¿Quieres, Naruto, que te meta mi pene para que sientas lo que es un pene de verdad, uno que mida más de ocho centímetros? —propuso con una sonrisa falsa.

 

—¡¡No!! ¡¡Que es más grande de ocho centímetros!! —manifestó con un sonrojo visible para todos—. Me confundí, era la maniobra 5AD.

 

—Ahh… ¿Y qué es eso?

 

—¿Acaso no leen los manuales que les doy, los cuales me amanezco escribiendo y que me cuesta dinero y tiempo imprimirlos?

 

—Sí —respondieron todos normales.

 

—Lo único que leo es el Kamasutra —agregó el azabache—. Para que lo intente con Gaara.

 

—Ya, Sai, hablas de más —paró con vergüenza, sintiendo algo de calor en sus pálidas mejillas.

 

—Muchachos, quiero ir temprano, así que solo armemos la catapulta —interrumpió cansado.

 

—Como usted mande, patrón.

 

—¡Kiba, deja de bromear!

 

Aterrizaron en el parque semi destruido, donde juntaron sus armas (y la herramienta) y estas comenzaron a brillar desapareciendo de sus manos. Se alejaron unos cuantos metros y esa intensa luz se convirtió en una catapulta romana.

 

—Me gusta usarla, ¡¡yo primi!! —corrió feliz hacia el objeto.

 

—Naruto, no estamos jugando —regañó el ojinegro—. Además, te tocó la vez pasada, ahora es mi turno —lo empujó.

 

—¡Qué! ¡Sasuke! Por favor… —este permaneció inmutable en su sitio—. Chicos, díganle algo.

 

—Yo no me meto con Uke-sama.

 

—Idiotas —cogió una de las piedras de tamaño regular y la colocó en el brazo con forma de cuchara.

 

—¡Epa! —antes de que el de piel nívea cortara la honda, el rubio lo hizo con el taco de su bota—. ¡Ja!

 

El de cabello oscuro le lanzó una mirada asesina y se giró dándole la espalda, fue ahí que el blondo comprendió que se había comportado como el más grande idiota de la Tierra.

 

—Lo siento, Sasuke, yo…

 

—¡Rápido! La bestia está disminuyendo de tamaño —el castaño atrasó la disculpa cogiendo la catapulta que se separó en cinco piezas.

 

Todos recogieron sus armas y se elevaron por los aires hasta llegar donde el animal que poco a poco perdía altura, hasta volverse un chibi del monstro que anteriormente los atacaba sin piedad.

 

—Jejeje…, ya no eres tan feroz, ¿eh? —lo depositaron en una jaula y sonrieron entre sí.

 

—Déjame recuperar mi verdadero tamaño y verás de lo que soy capaz —escupió el cuadrúpedo.

 

—Tranquilo, Kokuo.

 

—¡Uno más a la colección! —alzó sus brazos para darle un abrazo a su compañero Sasuke, quien le correspondió la acción. Pero se alejó al sentir unas manos que recorrían su trasero sin pudor alguno.

 

—¡Sai! ¡Enfermo, pervertido! —le regaló un golpe con su arco y se marchó de ahí.

 

—Buen trasero para pene pequeño, ¡qué desperdicio! —se lamentó.

 

—¡Que no es pequeño! —todos se retiraron a su guarida secreta, la cual era en un penthouse en el más alto rascacielos de toda Konoha.

 

Sin que nadie se percatara, unas burbujas salieron del tranquilo lago que estaba rodeado del parque —pobre de los jardineros, una ardua jornada los esperaba—y una viscosa cabeza redonda se asomó fijando su vista en el puntito azul que volaba por los aires, alejado de sus colegas. Se escondió nuevamente en las aguas esperando volver a ver a su próxima víctima.

 

 

 

Caminaba pensativo por las pobladas calles de Konoha con el cielo anunciándole que ya estaba por anochecer, pero poco le importaba. A veces necesitaba alejarse de esa bola de imbéciles —mejor conocidos como sus amigos y/o compañeros de trabajo—. Días como esos se arrepentía de haber rechazado el trabajo a su padre, el magnate empresario: Fugaku Uchiha; pudo haber aceptado un buen trabajo y el jugoso sueldo que le ofrecían, pero prefirió desperdiciarlo uniéndose a ese estúpido grupo.

 

Su hermano nunca hubiera hecho eso.

 

Su teléfono sonó e intentó ignorarlo, pero la insistencia del aparato —o de la persona que lo llamaba—lo hartó y contestó, finalmente, de mala manera.

 

—¡Qué mierda quieres! —saludó.

 

—Sasuke —reconoció la voz y un gesto de molestia apareció en su delicado rostro—. Lamento lo que hice esta tarde, no quería arruinar tu momento…

 

—¡Uke! —gritaron unos entrometidos—. ¡Kiba fue!

 

—¡Lárguense! —pudo escuchar unos golpes y unos cuantos gritos más—. Lo siento, ya sabes cómo son.

 

—Habla de una buena vez, no tengo tiempo para sus tonterías —enunció cansado.

 

—¡Ah, sí! Cierto —no lo veía, pero ya podía imaginarse ese apetecible sonrojo en sus mejillas que estaban dibujadas de tres líneas en cada una—. Pues… antes de encerrar al monstro, t-tú me prometiste algo.

 

—¿Enserio? No me acuerdo, tendrás que refrescarme la memoria —respondió juguetonamente, ese rubio cabeza hueca era capaz de hacerle olvidar las emociones negativas.

 

—Que tú y yo… ya sabes, eso… -susurró.

 

—¿Eso? ¿Qué eso? —se hizo el tonto.

 

—Eso, pues, tener relaciones… —antes de poder terminar la oración le arrebataron el celular.

 

—Sasuke, lo que pene pequeño quiere decir es que desea…

 

—Sai, dame el teléfono.

 

—Anhela, añora…

 

—¡Dámelo!

 

—Estamparte contra la pared y hacerte gemir como perra en celo.

 

—¿Cómo tú cuando Gaara te la mete?

 

—Touché.

 

—¡Dámelo, ya! —le quitó el aparato.

 

—Ya, Naruto, no te molestes —lo calmó—. Un día de estos te voy a dar para que conozcas lo que es grande.

 

—¡Fuera! —lo sacó a patadas de la cocina, para luego suspirar cansado por haberlo corretearlo—. Como siempre Sai, una vez que termina su sesión con Gaara se aburre y jode —explicó como disculpa.

 

—Voy más tarde a la casa —y con un tono libidinoso agregó: —. Espérame, pene pequeño.

 

—Sas… —cortó la llamada pensando en la cara embobada del ojiazul.

 

 

 

—¿Qué tal fue? —se sentó sobre uno de los sillones que había en la sala—. ¿Aceptó?

 

—Síí… —respondió ido.

 

—Entonces, ¿por qué estás así?

 

—¡¡Porque dijo sí!! —saltó emocionado—. ¡¡Dijo sí, sí, síí!!

 

—No entiendo su emoción —comentó Sai entrando con unos refresco en la mano—. Diariamente tienen relaciones y siempre se emociona cuando le dice que sí, como si fuera la primera vez —le entregó la bebida al pelirrojo.

 

—Es Naruto —contestó dando un sorbo, pero luego lo escupió al sentir un sabor amargo—. ¡Sai! ¿Qué es esto?

 

—Laxante —ante la mirada del agumarina, corrigió—. Está bien, afrodisiaco.

 

—Sai…

 

—Ya, jarabe.

 

—¿Para qué me das jarabe?

 

—Quiero que estés bien —una tierna sonrisa se formó en el rostro del  pelirrojo—. Así cuando te haga gritar no te quedes afónico tan rápido.

 

—Qué lindo eres, mira que preocuparte por mí —dijo irónico jalándole con cólera disimulada uno de las pálidos cachetes—. Y eso que hoy no vamos a hacer nada.

 

—¡Pero eso no es justo! Yo fui el uke en el parque, ahora te toca a ti.

 

—Hoy no vamos a hacer nada —repitió encendiendo el televisor.

 

—Pero…

 

—¡No! —sentenció ignorando el llanto del otro.

 

 

 

Mientras tanto, el Uchiha se dirigía a su hogar con parsimonia; hacer sufrir a su amante era algo que disfrutaba en demasía, podía visualizar su cara ansiosa de placer. Pero tenía que admitir que él también quería un poco de acción, ver a sus amigos en el parque teniendo relaciones lo había dejado algo picado.

 

Sin embargo, por más que apresurara su paso, iba a llegar algo tarde; se había ido volando hasta el otro lado de la cuidad y caminando le tomaría siglos ir donde estaba su amado kitsune. Decidió ir de la misma manera que había venido: volando.

 

Se metió a un callejón oscuro y ahí cogió el collar de forma de corazón con gema de corazón rojo que reposaba en su cuello. Pronunció las palabras mágicas, las cuales eran: <<Por el poder del Yaoi. ¡Transformación!>> y de un momento a otro su ropa casual se convertó en un traje de superhéroe (superheroina), y se marchó volando feliz de que nadie lo haya visto.

 

—Oye, ¿viste eso?

 

—No, ¿qué cosa?

 

—Nada, debería dejar esta mierda, me hace alucinar demasiado.

 

—Más hierba para mí.

 

—Otro día la dejo.

 

Con la velocidad a la que iba, estaría en su casa en menos de lo esperado; le gustaba ver la cuidad de  noche con todas las luces prendidas, era realmente hermoso. Pasó cerca del parque que habían salvado a tiempo, redujo la altitud y miró el extenso lago que estaba debajo de él.

 

Siguió su camino, pero algo lo detuvo atrapándolo de la bota, se fijó en esa cosa que lo sujetaba fuertemente y pudo visualizar un gigante tentáculo color rojo con leve tonalidad de morado. Intentaba alejarse, pero parecía que le iba a quitar la pierna atrapada.

 

—¡Suéltame, bestia!

 

—Tranquilo, amor, solo voy a hacer lo que te gusta.

 

—¡Sucio animal inmundo! —con mucho esfuerzo logró deshacer su agarre, aunque tuvo que sacrificar su bota izquierda.

 

—Mmmm… —olfateó el zapato y lo lamió—. Cuando te pones molesto expiras un humor exquisito.

 

—Qué asco —puso cara de repugnancia y se sacó la piedra que tenía en su nudo de su pecho y esta se volvió en un arco—. Es hora de poner fin a este encuentro.

 

—¿Fin? —soltó una larga carcajada—. Amor, esto no ha hecho más que empezar.

 

El guerrero apuntó hacia el ojo del animal y tres flechas salieron disparadas hacia esa dirección, pero uno de los gelatinosos brazos lo impidió, tragándose las flechas haciéndolas desaparecer por completo. No obstante, antes de poder celebrar, su pegajosa extremidad explotó en miles de pedacitos que caían al agua.

 

—Parece que te subestimé, pero ahora es mi turno de jugar —con su prolongación le quitó un guante con una rapidez impresionante—. Me gusta disfrutar poco por poco.

 

—Me das asco —con su arma disparó tres flechas más y, sin percatarse de dos tentáculos que estaban detrás de él, le quitaron su otra bota—. ¡Hey! ¡Era mi turno!

 

—Soy el malo de la historia, ¿qué esperabas? Iba a hacer trampa tarde o temprano —hábilmente le despojó de su otro guante—. Por ejemplo, como lo que acabo de hacer ahora, mientras tú atacas de a uno, yo lo hago triple.

 

—Pues yo disparé tres flechas, estamos iguales.

 

—Uhm… Tienes razón, en ese caso, basta de jueguitos tontos —botó el arco y lo atrapó con una de sus extremidades.

 

—¡¡Quita tus mugrientas patas de mí!! —gritaba con todas sus fuerzas y pataleaba con cólera—. ¡¡Déjame ir!!

 

—Uy, sí, te haré caso —con la ayuda de sus demás tentáculos cogió cada extremidad del moreno—. Te ves delicioso, pero te falta algo —con dos prolongaciones suyas le rasgó la parte de adelante, dejando ver sus rosados pezones, y de la espalda—. Así estás perfecto.

 

—¡Estoy casi desnudo!

 

—Agradece que tenga algo de piedad y te deje con algo de ropa.

 

—No creo que por consideración lo habrás hecho.

 

—Es cierto, tengo mis motivos —las dos sobrantes extremidades se dividieron en varios viscosos tentáculos—. Que la diversión comience.

 

 

 

Mientras tanto en la penthouse de los chicos, un rubio estaba desesperado, tenía todo listo: las velas, la crema, un poco de chocolate derretido, un tazón de ramen por si necesitaba recuperar energía, los juguetes sexuales que estaban en orden de utilización, solo faltaba el moreno.

 

Lo cual era muy extraño, Sasuke era muy puntual, aunque no hayan acordado hora, el ojinoche llegaba temprano; pero ya había pasado treinta minutos. Sabía que su amigo no era débil ni delicado, sin embargo, tampoco era invencible. Cogió su casaca, iba a dar una vuelta a ver si lo encontraba por ahí. Pero antes de poder salir, se percató de algo: todo estaba en silencio, aquello le daba mal augurio.

 

—¿Chicos, están aquí?

 

—Shh… Cállate, Sai —murmuraron desde su habitación.

 

—¿Qué están haciendo en mi…? —entró sin tocar y se encontró con sus dos colegas sobre su cama y el moreno tenía un dildo de gran tamaño en su mano.

 

—Te podemos explicar, Naruto —habló el pelirrojo.

 

—Sasuke, no va a venir, acéptalo.

 

—Sí va a venir, yo lo sé —frunció levemente el ceño—. Por eso voy a quedarme aquí, esperándolo.

 

—Está bien, Naruto, tú ganas —dijo resignado—. Te puedes unir para hacer un trío y cuando venga Sasuke, también se podrá meter; aquí no discriminamos a nadie.

 

—Y ustedes se  van de mi cuarto.

 

—Mira lo que ocasionas, Sai, te dije que te callaras y tú con tu bocota.

 

—Con mi bocota que te la come entera.

 

—Vamos a la sala antes de que lo hagan delante de mí.

 

—No es mala idea —sonrió pícaramente.

 

—A todo esto, ¿y Kiba?

 

—En su cuarto, con Shino jugando al doctor —informó el azabache aburrido. Pero una maliciosa sonrisa salió de sus labios—. ¿Cómo reaccionaría Shino si supiera que Kiba se avergüenza de él?

 

—No se avergüenza de él —prendió el televisor—, solo no le gusta admitir que es pasivo de la relación.

 

—Por suerte, Gaara y yo no tenemos problemas, ambos somos sukes.

 

—¡Ja! ¡Yo soy siempre el activo! —exclamó orgulloso.

 

—¿Y no te da curiosidad saber qué se siente ser el uke?

 

—No, yo soy feliz así.

 

—Pues déjame decirte que es genial.

 

—No, yo soy feliz…

 

—Vamos, di la verdad, no está Sasuke.

 

—Sasuke no me deja ser el uke, dice que es un trabajo difícil para un dobe como yo.

 

—¿No te parece sospechoso que Sasuke no quiera que seas el pasivo? —se metió el aguamarina que había estado al margen de la conversación.

 

—No, yo soy…

 

—Te sientes de maravilla cuando te la meten —se lamió los labios con sensualidad.

 

—Si quieres podemos prestarte nuestro servicio: “Doblemente uke” —le comenzaron a dar unos masajes en el cuello y, poco a poco, iban bajando por su pecho.

 

Estaban tan concentrados en convencer al rubio a ser el pasivo de la relación que no prestaron atención al noticiero que  pasaba con una primicia de último momento. Sin embargo, el golpe de la puerta y un grito los sacó por completo de su burbuja de placer.

 

—¡Chicos, miren las noticias! —con un minivestido blanco lleno de varias cruces rojas y con un solo taco rojo, salió el castaño más despeinado de lo normal con el colorete corrido—. ¡Es Sasuke!

 

—¿Sasuke? ¿Qué Sasuke? —preguntaron embobados sin mirar la pantalla.

 

—Sasuke Uchiha, su compañero de equipo —salió un joven con lentes oscuros y tapado con un calzoncillo que intentaba disimular la notable erección entre sus piernas—. Dejen de  mirar lo que es mío —expresó con voz ronca.

 

—¿Qué? ¿Quién está mirando qué? —se hicieron los que no sabían a qué se refería.

 

—¡¡Miren el puto televisor!! —explotó bajándose un poco la putifalda.

 

Los presentes fijaron su vista en la caja boba y quedaron impactados: delante de ellos se encontraba un indefenso Sasuke siendo sometido por un pulpo gigante, su ropa estaba rasgada y no tenía ni sus guantes ni sus botas, estaba sujetado de sus  piernas y brazos, además varios tentáculos recorrían esa tersa piel como si fuera suya, dejando un camino baboso. Asimismo, unas traviesas extremidades se habían metido en su boca y en su ahora dilatado ano, sus duros botones era toqueteados sin pudor y su despierto miembro era masturbado por un tentáculo. Claro, sin mencionar que algunas azotaban con firmeza la  nívea piel que iba adquiriendo un tono rojizo.

 

—Debemos detener a esa bestia —comentó el de triángulos en sus mejillas.

 

—Sí, no podemos dejar que le haga eso a nuestro amigo —dijo seriamente el blondo—. Pero antes…

 

—¡Yo pido baño!

 

—No, Sai, yo iba a decir eso.

 

—Yo voy a la ducha.

 

—Espera, Gaara, podemos enjabonarnos la espalda.

 

—Bueno, yo me quedo con el inodoro.

 

—En ese caso, podemos terminar con el asunto que tenemos pendiente, enfermera traviesa.

 

—Shino, no, pobre del bastardo —intentó alejarse, pero  la carne es débil—. Tampoco debe de estar sufriendo, con lo perra que es, seguro que lo está disfrutando.

 

—Exactamente, ahora diríjase a mi oficina.

 

—Como usted diga, doctor —le siguió la corriente.

 

 

 

Por otro parte, el Uchiha estaba petrificado, estaba siendo violado por un enorme pulpo, pero eso no era lo peor, sino que todo estaba siendo filmado y transmitido por todos los televisores de Konoha y, con la mala suerte que tenía, lo más probable es que la noticia iba a parar a todas partes del mundo.

 

Solo esperaba que su padre no esté viendo esto, aunque dudaba que esto pasara, ya que todos los canales estaban con sus cámaras sin desperdiciar ningún momento en el que le daban placer; eso no podía negar, se moriría de tanta satisfacción que le daban.

 

—¡Ahhh! —gimió corriéndose nuevamente y sintiendo como una densa sustancia lo embarraba por completo: el animal había eyaculado una vez más, pero eso no detenía a la insaciable bestia.

 

—Eres la mejor zorra que me he tirado.

 

—Hmmm… —no podía hablar con los tentáculos que tenía en su cavidad bucal, eran tres en total, habían entrado a la fuerza. Sentía que su mandíbula se iba a salir en cualquier momento.

 

Bajó la mirada y podía ver perfectamente a las personas que lo observaban, la mayoría de los hombres se estaban masturbando al aire libre, y los que tenían pareja estaban teniendo relaciones como conejos. Era como una mega orgía y todo por la culpa de esa cosa que no se cansaba con nada.

 

Suspiró cansado, solo esperaba que sus compañeros vengan dentro de poco, porque sentía que no iba a aguantar mucho más, tal vez unas cinco rondas más, pero ya iba a ser su límite. Más les valía a esos idiotas que se apresuraran, ya se le iban entumeciendo sus extremidades.

 

 

 

—¡Listo! —dijeron todos al unísono, ya transformados.

 

—Me encanta cuando estás vestido así, me pone demasiado —abrazó del cuello de su pareja y le besaba la oreja, estremeciendo al castaño.

 

—Guárdense sus cochinas para más tarde, ahora tenemos que vencer a  la bestia.

 

—Es la bestia de ocho colas, tengan cuidado, a vencido a cualquier cantidad de oponentes con su sarcasmo —advirtió acomodándose los anteojos negros.

 

—¿De verdad?

 

—No, era sarcasmo. Quería ver si sabían reconocerlo, pero veo que están perdidos.

 

—Nos largamos —sentenció el aguamarina.

 

—Adiós, Shino, no llames a tu sabes quién —le guiñó el azabache.

 

—¿A quién vas a llamar? —preguntó celoso el amante de perros—. Es Lee, ¿verdad?

 

—¡Qué no sé de qué me habla!

 

—Luego hablas con él, Kiba. Tenemos que salvar a nuestro amigo —con la ayuda de los tres sacaron al castaño, que quería aclarar las cosas con su pareja. Salieron de su guarida secreta y se dirigieron donde estaba toda la atención.

 

 

 

Su respiración era agitada y todo su cuerpo le pesaba, estaba muy cansado, estaba así desde hace más de media hora y el animal no daba signo de agotamiento. Si llegaban a parar —lo cual deseaba que fuera pronto—, lo primero que iba a hacer sería dormir por lo menos toda una semana completa. Sus ojos de vez en cuando se cerraban con la intensión de descansar un poco, pero cuando lo hacía, unos nuevos azotes con más fuerza lo despertaron y se encontraba en esa pesadilla.

 

Podía sentir las gotas de sudor que corría por toda su piel, el líquido blanquecino que salía de su boca y de su adolorida entrada. Solo porque era un Uchiha y poseía un orgullo que no cabía en él, no lloraba, porque el dolor que sentía era nuevo, juraba que si cambiaba de posición, todas sus articulaciones sonarían como cohetes.

 

Iba a cerrar otra vez sus ónix ojos, pero antes de hacerlo, pudo visualizar cuatro puntitos que volaban por donde estaba: los chicos Yaoi habían llegado a rescatarlo. Quiso sonreír, pero era imposible hacerlo con esas cosas entrando y saliendo de su boca.

 

—De cerca se ve más excitante —admitió el ojinegro.

 

—Sí —respondieron los otros tres, al percatarse de lo enfermizo que se veía, negaron con sus cabezas.

 

—Bueno, ¡hora de salvar a nuestro Sasuke! —enunció el rubio.

 

—¡¡Síí!! Con nuestro bastardo nadie se mete.

 

—Bueno, hemos demorado demasiado, así que hagamos esto rápido.

 

—¿Catapulta?

 

—Catapulta —afirmó.

 

Llegaron al mismo lugar que habían descendido en la tarde, repitieron su acción de juntar sus armas y que estas se transformaran en una catapulta romana. A unos cuantos metros se encontraba el árbol con la flecha del arquero  del grupo, cosa que le trajo buenos momentos al moreno y al pelirrojo.

 

—Vamos, no perdamos más tiempo, llenen de municiones —mandó el de ojos zafiros.

 

—No tenemos municiones —le comunicaron—. Sasuke era el que daba las piedras, y sin él no las tenemos.

 

—En ese caso, tiren cualquier cosa, pero que ataque a esa bestia —ordenó exaltado. Todos se miraron entre sí y cargaron al blondo.

 

—No, a mí ¡no!

 

—Naruto, eres el indicado, tú podrás atacar desde ahí.

 

—Está bien. Todo sea por Sasuke —lo posicionaron en el brazo con forma de cuchara.

 

—¿Preparado? ¿Listo? ¡Ya! —rompieron la pita, mandando a volar al rubio en dirección del animal.

 

—¡¡Esperen!! ¡¡Mi espada!!

 

—¡Así! ¡Atrápala! —le tiraron su arma y este la cogió a tiempo para agredir a la bestia, pero esta era hábil y cuando lo vio aproximarse, abrió su enorme boca y se lo comió sin masticar.

 

—Un bocadillo para recuperar energía.

 

—¡Naruto! ¡Dobe! —gritó espantado ante lo que vieron sus ojos.

 

—Jajajajaja, ese insecto sabe a ramen con látex, es un sabor extraño, pero lo que entra entero nunca sale entero —se carcajeó con su broma.

 

Sin embargo, su risa paró en seco al sentir que dentro suyo algo se desgarraba; y estaba en lo cierto, el rubio desde adentro cortaba todo lo que podía, todas las paredes de su interior eran mutiladas. Poco a poco perdió tamaño, mientras tocía sangre y se retorcía, era muy doloroso. Los chicos se acercaron y esperaron que soltara a su amigo que estaba algo inconsciente y que el de piel oscura salga por la boca del monstro que se convirtió en una miniatura, lo encerraron y se retiraron, no sin antes sonreír ante las cámaras.

 

 

 

Luego de unas horas se despertó y se encontró en su habitación, a su lado estaba Naruto, quien dormía sentado apoyando su rostro en la cama. Le acarició el suave cabello, pero esta simple acción lo levantó.

 

—¡Sasuke! ¡Sasuke! —gritó emocionado soltando unas lágrimas.

 

—Ya, dobe, tampoco iba a morir —lo calmó.

 

—Tú no entiendes, he esperado todo un día para que al fin tengamos relaciones —confesó algo nervioso.

 

—¡Casi muero violado y tú quieres que lo hagamos! —le dio un golpe en su dura cabeza—. Está bien, siempre puedo hacer una excepción por ti —lo besó apasionadamente.

 

—Eso es lo mejor, para que descanses, yo puedo ser el uke y tú el seme, ¿Qué te parece? —propuso con ilusión.

 

—Has estado hablando con Sai y Gaara, ¿verdad? —dedujo hábilmente.

 

—Yo… bueno, ellos…

 

—No, lárgate de mi habitación —se tapó con sus mantas.

 

—Mentira, tú puedes ser el uke y yo el seme. Solo hagámoslo, no lo he hecho por horas, ¡horas! —rogó de rodillas.

 

—Pues hazlo con tus buenos amigos Sai y Gaara.

 

—¡Sasuke,  por favor!

 

—No.

 

A fuera del cuarto, se encontraban un pelirrojo y un moreno riéndose por lo que habían ocasionado. Un día el Uchiha les había confesado que amaba ser el pasivo de la relación, por eso le insistieron al Uzumaki que intente ser el uke, porque iba a disfrutar; pero en verdad, ellos se divertían con la pelea de la pareja.

 

Mientras tanto, Kiba estaba muy ocupado en convencen a su “profesor” para que le suba la nota y poder pasar con la máxima calificación sin haber estudiado, pero este maestro era algo complicado de persuadir, era muy exigente en clase al igual a la hora de ser complacido por su alumna favorita. Pero eso no iba a detener al castaño, se iba a esforzar al máximo, como en ese momento que ponía todo su empeño en la felación que le estaba haciendo.

 

Y así es como termina un día en Konoha. Y todo gracias a los chicos Yaoi, quienes sabían cómo cumplir con sus responsabilidades de héroes y con sus propias necesidades de jóvenes aguantados.

 

 

 

 

 

Extra:

 

—Pain, ¿por qué tenemos que usar esto? —preguntó un alto hombre con piel azul—. Me siento ridículo al vestirme así.

 

—Ya, Kisame, tampoco está mal —calmó un rubio de ojos azules—. Nos vemos lindos.

 

—Tú, porque estás acostumbrado a usar esto por tus juguetitos con Sasori.

 

—A mí no me metan.

 

—Además, fue Itachi el de la idea —habló el líder—. Cualquier queja, a él.

 

—¿Itachi?

 

—Así es, pregúntenle a él —se retiró con Hidan y Kazuzu.

 

—¿A dónde van?

 

—Al cuarto de BDSM, van a hacer un trío —respondió un joven con máscara naranja—. Así como cuando jugamos Deidara-sempai, Sasori y yo.

 

—Itachi… —llamó Kisame mirando a su compañero que observaba la cuidad de Konoha con la ventana abierta—, ¿por qué estamos usando estos trajes?

 

—Porque —el viento mecía su sedoso cabello largo que estaba amarrado en dos altas colas—es hora de reencontrarme con mi adorado hermano.

 

—¿Y por qué así? —se jalaba la minifalda.

 

—Porque lo haré vestido de la misma manera que él —giró encarando a los integrantes que estaban presentes y, por el aire, su falda se alzó dejando ver su corto short que lo cubría, provocando hemorragias a sus amigos—. Uchiha Sasuke, prepárate.

 

 

Notas finales:

*Figureti: En Perú, significa que le gusta estar en todo y siempre quiere estar en el centro.

 

En fin, espero que les haya gustado. Me tomó mi tiempo, iba a publicarlo ayer, pero mi papá me decía que ya apagara la compu, y yo no desobedesco a mi papi *w*

 

Si les interesa, pues estoy escribiendo un nuevo fanfic, será un Two-shot, obviamente, la pareja será NaruSasu, mi favorita ^^


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