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Yulian por BunnyNoDanna

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Notas del fanfic:

los personajes aqui utilizados son de mi creacion [es enserio ewe] si quieren usar a cualquiera deben de pedir mi permiso :3

esto es lo más largo que he escrito ;0; estoy orgullosa de mi misma (?)

Notas del capitulo:

como dije y repito todos los personajes son mios cualquiera que se quiera usar [que lo dudo] tienen que pedir mi permiso

 

Cualquier parecido fisico de Daniel con Lestat [cronicas vampiricas de Anne Rice] y de Ale con Simone Simons [cantante de Epica] es mera cohincidensia [no es verdad, me base en ellos dos para como se veian x3 pero solo en eso]

Ya estaba acostumbrado a estar con él, a quererlo, cuidarlo, protegerlo… por eso no supe cuando paso, cuando cambio, cuando dejo de ser Yul; el niño al cual cuidaba por una promesa a ser Yul; el niño que cuidaba porque me había enamorado de él. Muchas veces me hice la idea de que quien me gustaba era su madre, y es que ambos se parecen mucho; piel blanca, cabello rubio rizado, ojitos azules, tiene una cara muy fina y bonita.

 Lo conozco desde que nació, yo tenía tres años en aquel entonces. Su madre es amiga de la mía, así que cuando el nació fuimos a su casa a conocer al bebe. Yo no tenía muchas ganas de ir a pesar de que amaba ir a esa casa, tiene un patio mil veces más grande que el de mi casa en el que puedo jugar con demonio, mi perro, y estaba Angie, la dueña de la casa y mamá de Yul, ella me gusta, es muy linda y amable, no como mi mamá. Se notaba que no quería ir, íbamos en el auto, yo en el sillón del copiloto, llevaba los brazos cruzados y el ceño fruncido.

–Es raro que no quieras ir con Angie, tú siempre insistes en ir a su casa. – dijo mi madre al notar mi poco entusiasmo.

–No quiero ver al feo bebe… - los bebes nunca me habían gustado, jamás había visto uno pero mi madre tenía muchas amigas y siempre los traían con ellas. Eran feos a mi parecer, calvos, sin dientes, babeaban todo, mucho ruido, lloraban muy fuerte, no me gustaban.

–No es un feo bebe, él es como tu hermanito o tu primo.

– ¡Es un feo bebe!

–Tú también fuiste un feo bebe, así que, ¡cállate!

Solo torcí la boca en un puchero esperando llegar a la casa mientras demonio se paseaba desesperado como siempre por el asiento de atrás.

Llegamos a la enorme casa después de un rato de camino y estar escuchando la música de mi mamá, desde siempre pone la misma cosa rara, baje del auto dando un brinco del asiento sin esperar que mi madre me ayudara a bajar, abrí la puerta con algo de torpeza por mi edad y deje salir a demonio que en aquel entonces aún era un cachorro pequeño.

–Quédate con demonio aquí afuera, yo iré a ver al feo bebe y le diré a Angie que no quieres verla.

Le hice una mueca de disgusto a mi madre haciendo un ``aish’’, también de disgusto, a mi Angie me caía muy bien, ella no me regañaba como mi madre y yo siempre quería verla. No quería que le dijera que yo no quería verla a ella, solo no quería ver a su hijo. Mi madre me respondió mi gesto con otra mueca y se fue en dirección a la entrada.

Me quede como me indico en el patio jugando con el perro, no sé qué madre le da a su hijo de mi edad un perro pastor alemán llamado demonio, pero ese diablo siempre ha sido mi mejor amigo y se parece más de lo que quisiera a mí. Le arrojaba la pelota y la traía y así duramos varios minutos hasta que mamá salió. Metí a demonio de nuevo al coche y cerré para luego entrar yo pero antes de cerrar la puerta escuche a mi madre.

– ¡Daniel, ven para acá! – hice un gesto de disgusto y baje del auto no sin antes decirle a mi perro que no tardaría y que se quedara allí.

Camine a donde ella con mi cara de disgusto y los brazos cruzados.

–Aish, si pones esa cara siempre se te va a quedar así y te vas a ver como tu abuelo. – le gustaba asustarme con eso, y no es que mi abuelo fuera feo, pero tenía una carota que daba miedo, era como una máscara, dura, fría, sentías que te partiría el alma con solo mirarte.

–Vamos, cuando menos despídete de Angie, se pondrá triste si te vas sin despedirte.

Hice un puchero al escucharla y empecé a caminar en dirección a la casa mientras sentía que mamá sonreía triunfal, ella ama ganarme en todo.

Entre a la casa y no encontré a Angie ni en la sala, ni en la cocina, incluso revise el comedor y no estaba, corrí por toda la planta baja gritando su nombre y buscándola pero sin resultado alguno.

–No la veo…

–Porque no está aquí- ese sarcasmo de mi mamá y su formita de hablar que te hace sentir idiota.-  ven, te llevare con ella. – me tomo de la nuca como empujándome por el camino hasta la planta alta.

Subimos las numerosas escaleras que aparte de muchas son muy altas, esa casa parece hecha para una familia de gigantes. A brincos y con ayuda de mi madre que jalaba de mi cinturón logre subir cada una por mi cuenta. Ya algo cansado la mire con disgusto.

–Cálmate niño mal humorado, está en ese cuarto. – me dijo apuntando con la cabeza una de las habitaciones, la puerta estaba entre hubiera.

Me dirigí a esta y la termine de abrir lo suficiente para entrar.

–Dani, tu mamá me dijo que no querías verme. – puso una carita como de cachorro.

– ¡No le hagas caso!

Ella sonrió de aquella dulce forma que a mi tanto me gusta y fue cuando me di cuenta de algo curioso en el cuarto. El olor me era un poco familiar, olía como a pañales y a bebe. El lugar estaba pintado de una forma dulce, como para un pequeño niño y detrás de Angie había una cuna con enormes barrotes subidos.

–Dani, te quiero presentar a alguien.

Mi cara se cambió a una de asombro, no había nadie más en ese cuarto que nosotros dos, ¿a quién quería presentarme? Hizo una seña con su mano indicándome que me acercara más a ella, lo hice, poco a poco me acerque hasta donde ella me indico.

–Está allí, en la cunita… - susurro de una forma suave, todo el tiempo estuvo hablando en aquel tono más bajo y tranquilo que lo habitual, como si no quisiera despertar a alguien.

Fruncí el ceño al escucharla, aun no captaba bien a quien quería presentarme ni que tenía que hacer. Se rio suavemente y me cargo en brazos acercándome más a esta y haciéndome ver por encima de los altos barrotes.

–Se llama Yulian…

Y fue allí donde fije mi vista en él. Era tan pequeño, aún recuerdo claramente cómo se veía. Tenía la piel muy blanquita, algo normal tomando en cuenta que Angie era pálida como vampiro, no se de su padre, murió antes de que yo pudiera recordar su cara, por eso mamá y yo casi vivíamos en su casa. Sus cabellitos apenas brotaban de su cabeza, pero no era calvo como todos los bebes, tenía un poco más de pelo, eran cabellitos rubios, como los míos, pero mucho más rizados. Dormía tan tranquilo, como si no supiera que lo estaba viendo, como si no lo sintiera, solo dormía, se veía tan bonito, no lloraba, no hacía ruidos feos. Me quede como bobo viéndolo, como si fuera algo muy nuevo.

– ¿Quieres tocarlo?

Asentí suavemente sin siquiera ver a Angie que aún me sostenía, me bajo poco a poco hasta que mi mano pudo alcanzar su rostro, era suavecito, como uno de juguete. Ni mi tacto lo despertó, solo soltó un suave suspiro, era como esos angelitos que están pintados en las catedrales.

– ¿Lo cuidaras mucho cuando los dos sean grandes?

Voltee a verla después de mucho rato de solo ver a su hijo y asentí con la cabeza.

– ¿Me lo puedes prometer? – me dedico otra de sus bonitas sonrisas mientras me dejaba en el suelo y se inclinaba a mi altura, extendió su dedo pulgar, como muchas veces en las que le había prometido algo, y yo estreche mi pulgar con el suyo para luego hacer una cruz en mi pecho en donde me enseñaron estaba el corazón.

–Te lo prometo.

Acaricio mi cabello mientras me sonreía y luego me llevo a la entrada tomado de su mano. Salí del cuarto y mi madre se despidió de ella con un gesto de su mano y una amplia sonrisa al verla en el umbral de la puerta. Me tomo de la camisa y me volvió a jalonear esta vez escalera abajo.

Todo el viaje de regreso me la pase pensando en ese niño, en lo bonito que era a pesar de ser un bebe, a mí no me gustan los bebes, solo me gustaba el.

 

Mi mamá me llevaba casi a diario a la casa de Angie, cuando el aún era un bebe solo me limitaba a verlo como la primera vez que lo había hecho. Cuando el cumplió tres años yo tenía seis, ya podía jugar con migo, jugaba con él desde que tenía un año, pero ahora era mejor. Jugábamos con demonio, aunque él le tenía un poco de miedo, y es que había crecido mucho.

Cuando se tropezaba yo lo levantaba con la delicadeza de mi madre, por la ropa, y lo sacudía mientras el lloriqueaba de dolor.

–No llores tan feo, si lo haces se te quedara la cara así…

Y así dejaba mínimo de berrear, aunque aún salían sus lágrimas, en ese punto acariciaba su cabello que ahora eran abundantes risos dorados, me recordaba a la niña del cuento que se comía la sopa de los osos.

– ¿Te duele mucho? – siempre le preguntaba y el siempre negaba con la cabeza violentamente, parecía que su cabeza saldría volando con ese movimiento que hacía.

Entonces yo lo llevaba de regreso a su casa como podía en mi espalda, arrastrándolo un poco porque yo aún no era muy alto, me estire cuando entre a la secundaria.

Cuando él me lo pedía me quedaba a dormir en su casa, le tenía miedo a su armario, por un supuesto monstro que descubrimos juntos era un feo suéter, y no dormía sin la luz prendida, pero a mí me molestaba por lo que usaba una lamparita que igual era molesta, pero no decía nada.

Su cuarto a pesar de ser solo uno era para dos personas, así que cuando yo iba a dormir me quedaba en la otra cama, pero siempre terminaba colándose en la noche a esta diciendo que le daba miedo quedarse solo por el monstro, yo nunca creí en todo eso porque mi madre no me dejo creer en un monstro que no fuera ella, así que me apiadaba de él y lo dejaba subir a mi cama, a nadie le importaba.

Cuando yo tenía ocho él tenía cinco, una vez que fui a su casa me llevo a uno de los arboles más grandes de su patio, era el segundo más grande después del enorme árbol con una casa encima en la que jugábamos a los piratas. Escalamos ese gigante árbol, yo lo ayudaba jalando de su ropa y de sus brazos para que subiera y siguiera mi ritmo. Cuando llegamos a lo alto descansamos en las gruesas ramas, fue en ese momento cuando Yul lo noto; un pequeño nido de pajaritos con los huevos aun cerrados, aun no nacían.

–Dani, mira… - su entusiasmo era tal como si hubiera encontrado la Atlántida.

–Miro… - me acerque a donde él y pude ver el nidito, eran huevos muy diferentes a los que se hacían en el desayuno.

Durante un tiempo subimos cada vez que iba a ese árbol y veíamos los huevos hasta que estos se abrieron.

–Dani… nosotros somos como sus padres.

– ¿Cómo vamos a ser padres de unos pájaros?

En ese momento lo vi raro, no por la idea de ser padres, si no por de lo que éramos padres.

–Nosotros los vimos nacer, hay que cuidarlos, ¿sí? – y me sonrió de esa bonita forma con la que no puedo negarle nada.

–Bien, pero yo soy el papá.

– ¡Yo no quiero ser la mamá!

–Tú fuiste quien quiso cuidar de ellos – hizo un suave pucherito de resignación y acaricie sus dorados rizos despeinándolos un poco.

Seguimos subiendo a diario a ver a los pajarillos, yo les llevaba algunos gusanos porque a Yul le daba asco tocarlos y le daban pavor todos los insectos, sigue igual. Subíamos a verlos a diario, hasta que vimos que ya podían volar, pasaron unos días hasta que se fueran, Yul se puso muy triste ese día.

–Yul, ahora son grandes, ya no nos necesitan.

–Lo se…

Fuimos por helados ese día para animarlo, y lo cargue en mi espalda, eso siempre lo hacía reír.

Cuando el cumplió seis años entro a la primaria, a la misma en la que yo estaba, solo que yo ya tenía nueve años, estaba muchos grados arriba. Yul, como le decían de cariño, empezó a juntarse conmigo y yo lo junte con mis amigos. A todos les agrado, sobretodo porque era bueno jugando futbol, a parte él era bueno haciendo amigos, siempre le sonreía a todo mundo, tenía una sonrisa bonita, como la de Angie, me gustaba mucho cuando sonreía incluso por una tontería como una mariposa.

Cuando él tenía nueve yo ya tenía doce y ya tenía que irme de la primaria, el lloro mucho ese día, yo solo le dije;

–Deja de lloriquear, te veo todos los días en tu casa – agradezco a mi madre mi sensibilidad.

–Promete que no te olvidaras de mí solo porque ya estas grandote.

Y como hacía con su mamá entrelace nuestros pulgares e hice la seña en mi pecho.

–Te lo prometo enano, iré incluso a hacer mis tareas a tu casa con tal de verte.

Esto saco su bonita sonrisa que a mi tanto me gusta.

 

Y como le prometí, no deje de ir a su casa, siempre fui con la misma frecuencia ya que desde niño tenía un horario totalmente calculado; los lunes y miércoles entrenaba tae kwon do, los martes y jueves natación, el viernes tenía guitarra, que primero fue piano pero esa cosa me aburría y los sábados y domingos eran completamente míos, bueno no del todo, eran de Yul y Angie. Aun con toda mi agenda llena iba a la hora de hacer mi tarea a su casa, me gustaba mucho verlo mientras hacía sus cositas de primaria, ahora yo tenía otro tipo de materias y tareas.

Un año antes de que el entrara a secundaria yo ya estaba por salir, él quería tenerme allí, por lo que repetí el año solo para esperarlo, a mi madre no le importó, a ella siempre le ha caído muy bien y quería que yo estuviera siempre a su lado.

Yo cruzaba de nueva cuenta el tercer año de secundaria cuando el apenas estaba en primer año, nunca había visto ese trecho enorme de edad entre él y yo hasta ese momento. Pero que me importaba, yo lo quería.

Ese año me dedique a estar con él, cuidarlo y encargarme de los tipos que se metían con él y lo molestaban, estuve involucrado en muchas peleas, pero yo era mejor que todos esos, aunque jugaban sucio siendo unos montoneros. Cada vez que regresaba golpeado a su casa él se preocupaba de sobre manera, ni mi madre se infartaba tanto.

– ¡Dani! ¿Qué… qué te paso?

No quería preocuparlo por nada, ni que creyera que era su culpa, que en parte lo era, por lo que siempre le sonreía.

–Unos tipos me buscaron bronca, siento preocuparte pequeño… - y como siempre desordenaba sus rizos con mi mano.

Pero él no se calmaba hasta que dejara que me curara, él sabía primeros auxilios porque Angie es enfermera y le enseñaba algunos pequeños cuidados. Cada vez que limpiaba mis heridas me ardía un poco pero no hacia ruidos ni me quejaba, solo hacia una mueca y al notarlo soplaba mis heridas para evitar que así fuera lo cual me apenaba un poco por lo que no lo vía cuando hacía esto.

De nuevo tenía que dejarlo, quise volver a repetir el año pero él no me dejo.

–Estaré bien solo un rato – fue lo que me dijo mientras me sonreía. Yo no quería dejarlo en ese lugar solo, lo molestarían y no podría defenderlo.

–Pero…

–Dani… no quiero que vuelvas a repetir por mi… tú quieres ser doctor, no puedo atrasar tu sueño…

–Pero…

– ¡Dani! Estaré bien, te lo prometo.

Ya no le pude pelear más. Salí de la secundaria y le encargue a uno de sus amigos que si alguien empezaba a molestar a Dani me dijera, yo me encargaría de esos tipos. A pesar de que no estaba con él en la escuela me seguía metiendo en problemas, no entendía porque tenía que molestarlo tanto.

– ¿Cómo es que diario te pasa algo así?

–Soy… un chico problemático…

–Eso ya lo sé…

Yo solo lo miraba mientras me curaba, él sonreía de forma linda, hasta que de repente su sonrisa se volvió un poco triste.

–Dani… si es por mí… deja de hacerlo…

–No… - alzo su vista al oír mi respuesta tan cortante.- prefiero que me rompan a mí la cara a que a ti te toquen un solo cabello…

No supe descifrar su expresión en ese momento, era algo como entre pena, felicidad y tristeza. Tomo mi mano que curaba y apoyo su frente en esta suavemente.

–No quiero que te sigan haciendo daño por mi culpa…

En ese momento lo abrace y el empezó a llorar en mi hombro. Lo apreté fuerte contra mi pecho sin querer soltarlo, me aferraba a sus ropas desesperado, jamás me había aferrado así de nada, todo lo tiraba tan fácil, pero no quería soltarlo a él.

–Yo no quiero que te hagan daño porque no te estoy protegiendo, sería igual a solo quedarme sentado a ver cómo te golpean el que no haga nada.

–Si es solo por mi madre ya no tienes que hacerlo… - apreté mis ojos con fuerza, no sabía si era de coraje o de impotencia, tristeza tal vez, pero igual quería llorar.

–Yo lo hago por ti… te quiero Yul… no quiero que nada te pase…

No dijo nada más, ni yo, solo nos abrazamos durante mucho tiempo, el no dejo de llorar en mi hombro hasta que se quedó dormido. Lo cargue como siempre en mi espalda y lo deje en su cuarto, lo acomode en su cama y antes de irme acaricie su rostro y contemple su rostro al dormir.

–Te quiero Yul… -repetí más para mí que para él y me dispuse a irme, pero me lo evito su mano que atrapo mi muñeca evitando que me fuera.

–Quédate… conmigo esta noche… - no me pude negar, se veía como cuando éramos niños y él tenía miedo, cuando casi lloraba porque me quedara con él.

Le sonreí suavemente como solo a él le sonreía y me acosté a su lado, me abrazo aferrándose a mí como yo lo había hecho y yo igual lo abrace contra mi pecho. No tardo en quedarse dormido y yo solo lo contemple por un buen rato hasta que me dormí a su lado.

No hace falta decir que me seguí metiendo en problemas, aunque evitaba salir muy herido, siempre le decía que me lo había hecho entrenando, él nunca me creyó, solo me decía;

–cuando menos ya no dejas que te maten a golpes… - lo decía sonriendo, a pesar de sonar sarcástico yo veía su linda sonrisa al decirlo.

–Te gusta que me meta en problemas por mi culpa.

Cuando decía eso solo me ganaba que me tirara alcohol directamente en alguna herida aun no tratada y vaya que dolía como nada.

– ¡Era broma!

 

Solo una vez tuve una novia y fue hasta que ya estaba a punto de terminar la preparatoria, ya tenía dieciocho años. Y no es que nunca tuviera por feo, sonare arrogante pero,  carajo, ¡soy demasiado apuesto como para ser de verdad!  ¿A quién no le gusta un chico rubio, alto, de cabello largo a los hombros ondulado, algo rebelde, con facha de rockero empedernido, de ojos azules? Y si, a todas les gustaba, pero jamás quise salir con ninguna, todas eran tan ruidosas y siempre se quejaban de que estaba mucho tiempo con Yul, ¿Cómo no iba a preferir estar con el que con cualquiera de ellas? No recuerdo ni porque acepte a esa chica, creo que fue porque Yul me dijo que lo hiciera, fue de las primeras que había insistido tanto y a él le dio algo de pena y más que ahora él también estaba en la preparatoria y ahora si se percataba de como la rechazaba.

–Deberías de salir con ella, es bonita y se parece a ti…

– ¿Cómo se va a parecer a mi si soy casi un dios? – entonces sentía un pequeño pellizco por su parte.

–No seas engreído, si ya vi porque jamás has tenido una novia.

–Tal vez es que no quiero ninguna…

–Dale una oportunidad…

Y así de fácil él lograba convencerme, poniendo su bonita sonrisa que me emboba. Decidí darle una oportunidad a la chica, no era nada fea, pero no me gustaba. Tenía el cabello largo, ondulado y rojo, parecía una cantante de rock, se vestía como yo pero en mujer y tenía muy buen cuerpo, creo que era la chica más linda de su salón. Pero no me gustaba para nada.

– ¿Quieres salir juntos? – siempre me llamaba cuando estaba con él.

Lo mire, el ya sabía quién era, ya era rutina todo eso. Me sonrió suavemente, se veía su sonrisa algo triste y él estaba un poco encogido de hombros.

–Dile que sí, no importa, siempre estás conmigo, ella es tu novia no yo…

Regresaba a atender el teléfono.

–Lo siento, tengo demasiada tarea y estoy algo cansado del entrenamiento, tengo que irme a dormir temprano porque mañana a primer hora tengo un torneo, será otro día, adiós. – y colgaba sin decir nada más.

– ¡Daniel! Te dije que aceptaras verla. – fruncía su boca en un puchero y yo atrapaba ese gesto poniendo mis dedos en sus mejillas apretando su cara.

–Sigue poniendo esta cara y te vas a quedar así, o peor... – me acerque como ha él hasta tocar nuestras frentes, pude sentir como se tensaba y de pronto su respiración se agitaba.- te podría terminar besando…

De pronto su cara se pintó como una manzana, estaba tan rojo que creí que se desmayaría, yo siempre le hacia esa broma, pero esa vez me pase de la distancia y estaba literalmente tragándome su aire. Igual yo estaba nervioso, era raro, siempre me había acercado mucho a él y jamás había visto esa expresión en el ni me había sentido así de nervioso y ansioso.

–Da… Dani…

Lo solté de golpe y me levante del sillón.

–Voy por agua, ¿quieres algo? – negó tan fuerte como siempre lo hace. Aún estaba más que nervioso.

 

Un día decidió cortarme, creo que paso solo una semana para que tomara esa decisión.

–Tú ni siquiera me miras a mí.

– ¿Eh?

–No puedo decir que terminamos porque jamás estuvimos juntos, te dejo para que sigas haciendo lo que quieras. Sabes, creo que si me pareciera a ese niño si te hubieras fijado en mí. En vez de perder el tiempo ve tras él o te lo van a quitar.

Me quede un momento callado, como pensando en lo que me había dicho, pero había algo que me dejaba pendiente.

– ¡oye! – Se giró con una ceja arqueada.- ¿Aun serás la vocalista de mi grupo? – torció los ojos y luego asintió un poco con la cabeza.

Y se fue, sin decirme nada más, sí que se parecía a mí, que horror. Pero lo que me dijo sí que me dejo pensando mucho, sabía que con ese niño se refería a Yul, a pesar de que duramos nada me vio ese nada de veces con él, siempre con él, hablaba con él y si me llamaba cuando estaba con ella la ignoraba completamente, como si de repente sacara a todo mundo de mi mundo y solo metiera a Yul dentro, bueno, él siempre estaba en mi mundo. Él era mi mundo.

Y como todas las noches estaba en su casa haciendo mi tarea. Él estaba muy callado y eso me alarmo un poco pero no lo mostraba.

– ¿Te paso algo interesante que no quieres compartir conmigo? – me aventó un pequeño borrador en la cabeza y yo solo me reí de su reacción.

–Escuche que… Ale termino contigo…

– ¿Quién te dijo?

–Solo dime si es verdad…

– ¿Me estas espiando pequeño raro? – me lanzo ahora su sacapuntas, siempre me sorprendió como todo el tiempo sus útiles estaban completos y como si fueran nuevos.

–Sí, es verdad, ni que hacerle.

– ¿Fue por mi culpa?

Fue en ese momento en el que me di cuenta de porque estaba de esa forma desde que había llegado a su casa. Estaba recostado en el sofá enfrente suyo mientras holgazaneaba con mi guitarra. Le mire con el ceño ligeramente fruncido y luego sonreí.

–Si – vi como su expresión se volvió más decaída.- y no… - me volteo a ver no entendiendo que quería decir.

Deje mi guitarra de lado y me levante de mi lugar, rodee la mesa de centro en la que trabajábamos, quite a un lado sus cosas y me senté en está quedando enfrente suyo.

–Tú tuviste la culpa de que cortáramos…

–Pero… ¿Por qué yo? Siempre te decía que fueras con ella en vez de estar aquí conmigo. – estaba haciendo puchero y su voz sonaba entre triste y enojado. Tome su rostro como solía hacer cada vez que ponía esa expresión.

–Fue tu culpa… si tu no fueras tan lindo me hubiera podido fijar en ella, o si ella se hubiera parecido a ti.

– ¿Qué? – su cara en ese momento era un poema, tenía las mejillas rojas y los labios ligeramente abiertos de la impresión.

–Te dije que si ponías esa cara un día de estos te iba a besar…

Sonreí  de medio lado y aprovechándome de su estado de shock lo jale hacía mí y lo bese, me contuve solo teniendo sus labios contra los míos de aquella forma ya que podía sentir su cuerpo completamente tenso y su respiración aún más agitada como si se fuera a hiperventilar y desmayar.

Me separe después de un minuto de estar así y le sonríe de medio lado.

–Me tienes enamorado Yulian…

Me levante dejándolo completamente en shock allí sentado en el sillón. Camine y guarde mi guitarra en su funda para luego colgármela al hombro mientras el solo me seguía viendo con la misma expresión de sorpresa.

–Si no quitas esa cara se te va a quedar así, o tal vez ya lo hizo y por eso no puedes poner otra expresión.

Termine de recoger mis cosas y me dispuse a salir de su casa pero antes de si quiera poder abrir la puerta pude sentir una mano que sujetaba con fuerza la manga de mi chaqueta, me gire lentamente encontrándome con quien ya suponía que sería mientras le miraba con una suave sonrisa de lado. Tenía las mejillas ardiendo en rojo y desviaba su mirada a algún punto fijo en el piso como si temiera toparse con mis ojos.

–Tengo cosas que hacer pequeño… si no quieres decir nada déjame ir.

Se quedó un tiempo aferrado a mi manga como si estuviera peleando consigo mismo sobre si hablar o no, al final su agarre se aflojo poco a poco dejándome ir, me sentí un poco decepcionado, pero así debían de ser las cosas, eso fue lo que pensé. Me volví a girar y abrir la puerta saliendo del lugar.

 

Al día siguiente ya era sábado, todos los sábados estaba en su casa desde temprano en la mañana, pero esta vez no fue así. No me levanta hasta ya las dos de la tarde y después de eso solo me puse a jugar videojuegos, me encerré en mi cuarto, siquiera abrí las cortinas ni nada.

– ¡Daniel, sal de allí ahora mismo y ve a casa de Yul!

Escuche a mi madre gritar del otro lado por sobre el ruido de la televisión, sí que tenía una voz potente.

– ¡No! Ahora ¡lárgate y déjame solo!

De repente se hizo mucho silencio, eso me alarmo, mi madre no se quedaba así nomás ni mucho menos se iba cuando le gritaba así, algo estaba pasando y no era nada normal. Me asuste un poco y apague la televisión para ver si la escuchaba o algo así.

– ¿Madre? – la llame y no obtuve respuesta, entonces empecé a temer por mi vida.

Me levante rápidamente e intente trancar la puerta, apenas pude empujar el escritorio a la puerta cuando esta se abrió empujando el mueble y llevándome a mí de paso. Lógicamente la puerta se despostillo y se calló al suelo.

– ¡Carajo, mi puerta!.. ¡Madre!

No le pude reclamar más cuando sentí que me tomaba de la oreja como cuando era un niño y me arrastraba fuera del cuarto.

– ¡Déjame, oye! Me duele ¡Bruja suéltame! ¡Mamá! Aish ¡Déjame en paz Elizabeth!

–Niño mal educado… -me llevo jalando hasta la sala y me tiro como si fuera un trapo al suelo.

– ¿Qué mierda te pasa!

–¿Qué mierda te pasa a ti niño idiota!

De repente sentí como empezaba a golpearme con una revista enrollada como si fuera un perro al cual estaba disciplinando, ni a demonio lo trataba como a mí.

–¡Auch! ¡Déjame vieja loca!

–¿Qué le hiciste a Yul niño desvergonzado? ¡Eh, contesta!

–¿Tu como sabes que le hice algo? – no dejaba de darme con la revista mientras yo me protegía con el dorso de la mano donde intentara golpearme.

–No has salido para su casa, hace como tres horas que ya deberías de esta allí y no me vengas con que está enfermo que tú vas a molestarlo incluso cuando enferma.

–¡Deja de golpearme!

–¡Contéstame primero!

–¿Por qué crees que yo le hice algo?

–Porque él jamás te podría hacer nada a ti, tú eres el revoltoso grosero.

Tome la revista y la arroje lejos mientras demonio la atrapaba y la hacía pedazos, a veces dudaba si ese perro estaba de mi lado, siempre que mi madre me hacía algo así el perro se escondía y salía hasta que todo había terminado.

–Ya dime que le hiciste antes de que te encaje el tacón en la mano.

Me senté en el suelo y me cruce de brazos haciendo una mueca de disgusto.

–Y no tuerzas la boca que te vez más feo de lo que eres.

Me quede así sin contestarle ni decirle nada lo que la hizo enojar y empezó a golpearme ahora con uno de los cojines de la sala.

–¡Vieja agresiva déjame en paz! Son mis problemas…

–¿Qué está pasando? – esa bendita voz, mi madre se detuvo como en automático y yo de la misma forma me levante y me escondí detrás de mí salvadora.

–¡Angie, la vieja esa me estaba golpeando!

–¿Eli, por qué golpeabas a Dani?

–Porque es un grosero… - hacia un peño puchero y escondía el cojín con el que me había golpeado detrás suyo como si estuviera apenada.

Mi madre solo se podía ver así de inofensiva cuando Angie estaba cerca, era como si la domara o algo por el estilo, Angie era la única que me salvaba de sus salvajes palizas ya que yo jamás tuve un padre, a veces creía que a mi mamá le gustaba ella, bueno mis presentimientos no fueran errados.

–Aun así no es para que lo golpees tan feo… - le saque la lengua a mi madre por detrás de Angie mientras seguía escondido detrás de su pequeño cuerpo y esta me regreso una mueca amenazando en arrojar el cojín a mi cara.- y tú no seas grosero con tu mamá… -mi cara enrojeció al escucharle.

Salí de mi escondite y me quede en medio de ambas.

–¿Por qué viniste? – le pregunte curioso y más al ver que venía sola.

–Vine a ver porque no habías llegado aún, pensé que algo malo le había pasado a tu madre y por eso no habías podido ir aun, pero me extraña ahora un más, yo los veo a los dos muy bien.

–¡Algo le hizo este niño feo a tu hijo y por eso no quiere ir!

Fulmine a mi madre con la mirada por haber dicho eso, yo no quería que Angie se enterara de nada.

–¿Es verdad Dani?

Nege con la cabeza un poco.

–Entonces vamos a mi casa, Yuli está algo decaído en su cuarto, creo que le haría bien verte. – y me sonrió como Yul hace, no tuve más que aceptar después de ver su linda sonrisa.

Me cambie ya que seguía como me había levantado, en bóxer y playera ya que acostumbro dormir así. Mi madre también fue, solo para saber que le había hecho a Yul ya que ella no me creía que no le había hecho nada, y bueno estaba bien en no creerme. Y también fue demonio.

Al llegar baje al perro y lo deje en el jardín para luego decirle que no tardaría, como la primera vez en la que vi a Yul. Camine hasta la casa de nuevo siendo casi empujado y jaloneado por mi madre como aquella vez, incluso me empujo y jaloneo por los escalones hasta su cuarto.

–Ahora entra, si no le hiciste nada no debe de haber problema.

Chasquee la lengua y abrí con cuidado, pude ver el bulto en su cama que me indicaba que era el cubierto por las sabanas completamente y hecho bolita. Mi madre me miro retadora y seguir y me empujo dentro para luego cerrar la puerta y echar candado, ella no debería de tener llaves de casas ajenas.

El sonido de la puerta y del clic del seguro lo alarmo notoriamente. Me acerque tranquilo y con cuidado notando como temblaba debajo de sus sabanas, como cuando el monstro del armario. Suspire y sonreí suavemente.

–Yul… - lo llame y note que se tensaba un poco.

–Da… Dani… ho… hola…

Reprimí un poco mi risa al querer soltar una carcajada por oírlo tartamudear así. Me senté a su lado en la cama y este casi brinco del otro lado, por poco se cae pero lo atrape de la sabana y lo jale de nuevo a la cama.

–Tu mamá fue a mi casa…

–O-oh… ¿si… qué te dijo?

–Que te morías por verme… - sonreí de forma burlona y sentí como el movía su pie intentando patearme.-  así que, aquí estoy… quítate las cobijas, me da calor verte. – y es que afuera era primavera y el calor derretía, no sé cómo no se había ahogado aun allí debajo.

–¡No! – se alteró mucho solo por eso.

Me reí y luche con él para quitarle las cobijas mientras él me gritaba una y otra vez que no lo descubriera, incluso gritaba mi nombre completo, así como mamá como cuando la hacía enojar al grado que si no dejaba la casa para antes de que me encontrara estaba muerto.

Continúe luchando contra el para quitarle las cobijas hasta que por fin lo logre pero él estaba boca abajo escondiendo su cabeza en la almohada. Me reí por esto y me acosté sobre su cuerpo, él era pequeño y delgado y yo tenía un cuerpo muy grande y era más alto por lo que podía aplastarlo debajo mío con facilidad.

–¡Daniel! Me… ¡me estas aplastando!

No hice ni el menor esfuerzo de levantarme, todo lo contrario, me acomode más enzima suyo dejando caer todo mi cuerpo de lleno contra el suyo, le estaba respirando en la nuca y sabía que él podía sentirlo aun con la almohada en su cabeza.

–¡Da… Daniel!

–Dime…

–¡Qui… quítate! Me… me aplastas… y… es… incomodo…

–Yo estoy muy cómodo…

–¡Daniel! – por fin descubrió su cabeza y empezó a patalear y agitar los brazos moviéndose para que me quitara.

Entre el forcejeo logre darle vuelta haciendo que me mirara, seguía encima de el con mi cuerpo ligeramente recostado en el suyo para que no se moviera y sus muñecas apresadas contra la cama. Clavaba mis ojos en los suyos y el a penas y respiraba, está nervioso y un poco asustado, podía sentir su cuerpo tenso debajo del mío.

–Escucha bien que solo te lo diré una vez… - hice una breve pausa.- me gustas… - abrió sus ojos en demasía y su cara su pinto de rojo.- desde… hace un tiempo, no sé cuándo empezó, tal vez desde siempre…

Estaba completamente quieto, solo podía ver como parpadeaba y respiraba casi a jadeo, abrió sus labios como si quisiera decir algo y no pudiera solo moviéndolos, como para hablar, pero solo tartamudeaban ni siquiera palabras.

–Contéstame algo… lo que sea… -recargue mi frente en la suya cerrando mis ojos suavemente y sentí como se tranquilizaba más.- recházame, insúltame, grítame… pero contesta algo…

–Me gustas…

Ahora la cara de sorpresa era mía, le miraba con la boca ligeramente abierta, él estaba ligeramente sonrojado pero esta vez no me desviaba la mirada, me mantenía la vista, se le vea decidido pero no dejaba de estar nervioso. Sabía que estaba diciendo la verdad por esa expresión.

–Me gustas… Dani… me gustas…

Sonreí suavemente y volví a poner mi frente en la suya.

–Te escuche la primera vez…

–Tonto… - los dos sonreímos y luego uní mis labios a los suyos en un suave beso.

Sentí como me lo correspondía al instante, en ese momento no me podía sentir más feliz. Solté sus muñecas de mi agarre y lo abrace por la cintura mientras él me rodeaba por los hombros, mis manos subieron suavemente por sus costados acariciándolos alzando un poco la playera de su pijama.

–Ni se te ocurra pasarte te un beso…

–Me sonó a reto… - reí suavemente y volví a sus labios más feroz casi devorándolos mientras mis manos se colaban debajo de su playera.

–¡Daniel! – el grito de mi madre me dejo helado.

No tuve ni tiempo de levantarme por mi cuenta cuando sentí que me jalaba por el cuello de la playera arrastrándome por todo el cuarto hasta la sala y por las escaleras mientras yo luchaba por soltarme o mínimo por poder pararme.

–¡Ma-madre, no es no! Ah ¡Suéltame vieja loca!

–Niño horrible y pervertido…

Y como en la casa me aventó al suelo y me empezó a golpear con uno de los cojines de Angie.

–¿Qué estabas haciendo, eh! ¿No te puedo dejar solo ni un segundo? Pero claro, ¡tenías que se hombre!

–E-Eli… no… no estábamos haciendo nada malo…

Yul que había corrido tras de nosotros intento pararla pero ella estaba muy concentrada en darme con el cojín mientras yo me protegía.

–¡Ya lo escuchaste vieja loca! Ahora ¡déjame en paz!

–¡Elizabeth! – y mi madre paro en seco, yo podría amar a Angie si no fuera porque amo más a su hijo.

–¡Angie! – mis ojos se llenaron de brillo al verla y escucharla.

Mi madre volvió a esconder el cojín y a hacer un puchero como si jamás lo hubiera cogido para darme de golpes con él.

–¿Por qué lo estás golpeando de nuevo?

–¡Esta loca!

–¡Tu cállate! – los dos nos sacamos la lengua y Angie se cruzó de brazos como esperando la respuesta de mi madre.- es que… ¡ese feo pervertido quería hacerle algo a Yuli! – chillo apuntándome con el dedo como si todo fuera mi culpa, bueno si lo era.

Los dos nos pusimos rojos a más no poder y Angie abrió los ojos como plato.

–¡No… no le hagas caso! ¡Está loca!

–¡Yulian! – se hizo mucho silencio por parte de todos, todos teníamos miedo, cuando Angie gritaba así no era bueno, no era bueno que ella gritara.- dime ¿Qué paso?

–Ah… em yo… Daniel… nada…

Seguimos callados, Angie suspiro y se acercó a Yul que parecía que iba a salir corriendo a encerrarse a su cuarto, y es que cuando Angie se enojaba daba más miedo que mi madre.

–Hijo, por favor dime… que paso… - con hablaba con ese tono y ponía esa sonrisa, no podía significar nada bueno.

Yul se quedó un momento callado y hubiera preferido que enserio se hubiera quedado completamente callado.

–¡Daniel solo me estaba besando! Pero… llego Eli… ¡Nada malo paso!

–¡Yulian! – le grite casi desesperado, ya estaba empezando a planear en mi cabeza a donde me debía mudar y mi futuro nombre, la Antártida y Rusia eran una buena opción.

La cara de Angie primero fue de confusión y luego se comenzó a reír, cada vez un poco más fuerte, pensamos que del enojo ya había enloquecido, ella no es alguien que se enoja seguido. Dejo de reír poco a poco para luego mirarnos a ambos con una suave sonrisa.

–Supuse que algo así pasaría.

–¡eh? – exclamamos ambos al unísono, ¿ella suponía que?

Nos dedicó una suave sonrisa y luego tomo a mi madre del brazo.

–Vamos Eli, dejemos que los chicos arreglen sus cosas solos… -dijo mientras se le llevaba jalando y esta la seguía como un perrito.

Los dos nos quedamos en medio de la sala viéndonos por un momento hasta que me acerque a él con una suave sonrisa de lado.

–¿A qué cosas se refería mamá?

–A esto… -lo tome del rostro al estar lo suficientemente cerca de él y lo bese de forma suave y dulce hasta que sentí que salía de su shock, me separe y tome su mano besando el dorso.- ¿quieres ser mi novio?

Su rostro se llenó de color y podía notar la sorpresa en toda su expresión.

–¡Dile que sí! – los dos sentimos que casi nos desmayamos al escuchar a su madre gritar desde la cocina.

–¿No que había que dejarlos  resolver sus cosas? – y la voz de mi madre.

–¡Pero tu quisiste ver primero!

–¡Mamá! – grito Yul al borde de un colapso.

Yo solo vi a mi madre con cara de ‘’me arruinas el momento’’ las dos entendieron estas señales y se fueron retirando poco a poco, a esconderse tras la barra de la cocina, bueno ya no podíamos correrlas más lejos. Suspire suavemente y luego regrese mi vista a él y acaricie su mano entre las mías para luego dejar varios besos en sus manos.

–¿Cuál va a ser tu respuesta? – lo gire de espalda a la cocina para que no notara que nuestras madres aun nos espiaban por el arco de la barra y no se pusiera más nervioso.

–Digo que… debes de afeitarte esa barba… -arrugue la nariz al escucharle, llevaba algunos días sin afeitarme y tenía un poco de lo que llaman ‘’barba de la mañana’’.

–Me hace ver sexy…

Se rio mientras negaba con la cabeza para luego capturar mis labios en un suave beso.

–Con respecto a tu propuesta… acepto…

Y lo siguiente fue un ‘’yahoo’’ colectivo de mi madre y la suya. Los dos volteamos a verlas y estas regresaron debajo de la barra.

Desde ese día comenzamos a salir, aunque fue como si siempre hubiéramos sido novios, aun lo defendía, me regañaba cuando me metía en apuros, me ordenaba que afeitara mi barba, me gritaba cuando los ensayos de mi banda no lo dejaban oír, me dejaba fuera de su cuarto cuando quería tener sexo y solo quería estudiar,  y es que a aparte de volvernos novios nos mudamos a su casa, con todo y demonio.  La bruja de mi madre no sé qué poción rara le abra dado a Angie para enamorarla que hasta nos ofreció ir a vivir todos a su casa, que era muy grande solo para Yul y ella y aun con nosotros es muy grande. Nos volvimos más una familia de lo que ya lo éramos. Cuando me pongo a pensar en todo eso, me doy cuenta de que siempre estuve enamorado de él, solo que necesitaba que alguien me lo gritara para entenderlo.

Notas finales:

es muy largo lo se ewe pero si lo leen completo se los agradecere enormente *-* <3 y dejen review D: por please ;u;


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