Abro los ojos de forma lenta y los vuelvo a cerrar, los abro, los cierro, los abro, lo cierro y me quedo así algunos segundos, mas me veo obligado a abrirlos de nuevo y esta vez de forma definitiva, dejando que las deprimentes imágenes frente a mi lleguen a mis retinas como un fuerte puñetazo que me noquea y hace mi cabeza doler en un brusco despertar
Me encuentro sentado en esa misma banca de todos los días, aquel ridículo asiento que prácticamente había vuelto mi segundo hogar con el paso de los días y la monotonía de mi vida, miro sin mucha expresión hacia enfrente a mi alrededor, los rostros de las personas, presurosas, que de forma insistente caminan de por aquella transitada acera, haciendo que el pavimento bajo su andar se pierda bajo el rio de pies y zapatos, observo sus rostros sin nunca recordar ninguno o sin que me importe algo.
Respiro profundamente mientras dejo que el asqueroso hedor a humanidad y podredumbre llene mis fosas nasales, por lo que con necesidad expuso rápidamente aquel contaminado aire de mis pulmones, sin mucho éxito, del bolsillo de mi chaqueta saco un pequeño caramelo que me meto enseguida en la boca, uno de los poco y únicos placeres de mi vida y dejo que aquella diabetes con signo de pesos en el envoltorio llene mi boca con su dulce sabor, es de fresa, me gusta la fresa…
Vuelvo a centrar mi atención en lo que delante de mí se suscita y comienzo a enumerar las cosas que entran por mis retinas y mi cerebro convierte en imágenes, el sucio aire citadino juega con mi rubio cabello de manera casi cruel, alborotándolo dejando que se convierta en una maraña extraña de nudos.
Una mujer ignora a su bebe mientras llora por ver zapatos en un aparador, un hombre sale de la esquina y se abre la chaqueta dejando ver su cuerpo desnudo frente a un grupo de chicas que gritan avergonzadas, un policía arresta a un pobre vagabundo por orinar en vía pública, un coche ignora el alto y se estampa de lleno con otro, una ambulancia y policías llegan, el trafico comienza a hacerse presente y las personas gritan improperios ajenas a la tragedia adelanta o quizá simplemente no les interesa.
No hay mucho que al mundo le interese realmente
Todos tan vacios
Todos tan monótonos
Saco mi guitarra del estuche que todo este tiempo ha permanecido a mi lado, comienzo a entonar un par de notas al aire sin mucho orden, el circulo de SOL , el circulo de DO y poco a poco sin darme cuenta lo que no eran más que notas sin importancia se convierten en una bella melodía que me cuestan un par de monedas por parte de los transeúntes, las dejan caer en mi estuche abierto, no digo nada, veo sus miradas vacías y sé que necesitan brindarme esas monedas para pensar que han hecho algo de bien en sus patéticas vidas, como si esos billetes y monedas que ahora llenan mi estuche de guitarra fueran el pago por limpiar sus asquerosas almas.
Además de que a mí no me viene nada mal un poco de dinero extra…
El sol comienza a caer y la gente comienza a fluir en sentido contrario, una sonrisa burlona se posa en mis labios y veo la hora, van a dar las 6:30, con un suspiro cansado tomo el dinero que de lastima he ganado con pereza guardo mi guitarra, me la cuelgo al hombro. Es así como comienzo a caminar al sentido contrario de toda aquella gente.
Y no solo es porque quiera ir en contra corriente, es porque mi biblioteca favorita y mi casa se encuentran de aquel lado.
Las personas chocan contra mí y gritan improperios cuando detengo su andar, yo solo me intento quitar de su camino, concentrándome en caminar, en nunca ir con ellos, en nunca ser ese robot vacio que este mundo ha creado a base de publicidad y mala educación.
No es que me crea culto…
Pues también estoy vacio.
La diferencia…
Es que yo lo sé.
El dinero hoy no me sobra, por lo que al verme enfrente de la librería/biblioteca tengo que controlar mis impulsos de entrar y apropiarme del manuscrito que me llama desde el aparador por lo que termino girando sobre mis talones. Me pongo en camino, alejándome de aquella concurrida pero debo admitir, bonita zona para terminar metido en mi barrio de cuarta, en aquel departamentito, que más parecía un estudio de música barato, con un único sofá que me servía de cama, mesa, asiento y comedor, abro la puerta, la avalancha de libros no se hace espera y me deja sepultado, pero mi guitarra está a salvo, me paro incomodo, esquivando el tiradero de mi departamento hasta llegar a mi “comedor”
Me asomo a la pequeña hielera, veo como su único contenido es solo un litro de leche y fruta, suspiro, no me puedo dar el de desperdiciar nada por lo que termino cenando un vaso de leche con un plátano casi negro, pero graciosamente dulce mientras mi vista esta fija en ningún lugar.
Necesito vender una canción pronto si no quiero morir de hambre, me muerdo los labios, no por la preocupación, es mas como un habito que termine desarrollando con el paso de los días, escarbo con fuerza en mi cerebro y nada aparece, veo el montón de hojas amontonadas al lado de el teclado, las letras de mis canciones.
Las repaso, una por una, todas con el sello de rechazada.
Al parecer, las canciones sobre Bullying, libertad, drogas, suicidio, educación, crítica social y medio ambiente no son especialmente las más vendidas…
- Minki, tus letras son buenas, tienes un buen sentido musical… pero no podrías usar ese talento… en ¿otro género? - Las palabras del obeso director de aquella compañía disquera que compraba mis canciones resonaban en mis oídos…
- ¿Qué genero?
- Escribe sobre el amor
No supe como mi teléfono celular termino estampado en la pared ante el coraje que aquellas palabras me daban, “el amor mueve al mundo”.
No, el amor no movía nada, era la idealización de aquella persona que complementa perfectamente tus necesidades humanas más primitivas, también las más elaboradas, como el dinero o el sexo por placer… era el miedo a la soledad y aquella necesidad social lo que dio inicio a los sentimientos, Con esto al amor y su complejo mundo de placer y sufrimiento combinados en una sola cosa.
Pero claro, aquello no me servía para ninguna estúpida canción…
Porque el director quería dos canciones, una de amor verdadero y otra de desgarrador sufrimiento.
A veces siento que el amor, al igual que toda la sociedad, los miedos actuales y la falta de pensamiento humano fue creado por las grandes empresas en la ingenuidad humana para vendernos su venenoso pensamiento…
O quizá porque yo jamás me he enamorado he terminado en este estado, deplorable, casi amargado, pero consciente de mi alrededor, de que no me quiero masificar de la misma forma en la que todos los demás.
Yo no soy como todos
Me repito contantemente intentando creérmelo.
Al final solo termino siendo un idiota confundido.
Lanzo todo lo que pudiera ocupar lugar en mi sofá y me tiro a él a dormir con una única sabana encima y con un libro en el rostro…
Me despierto igual de hambriento, pobre, desaliñado y sin pisca de inspiración para alguna estúpida canción romántica.
Apenas me lavo los dientes antes de salir a la calle con mi guitarra al hombro, mi cuaderno de partituras, la misma ropa que ayer y el deseo de encontrar algo que brille en el horizonte y me permita aferrarme a él.
Vuelvo a aquel sitio, a aquella banca de aquel parque desde donde se observa la calle más rica y transitada de Seúl, soy un punto negro en medio de tanta belleza adinerada, pero soy tan insignificante y minúsculo que nadie me nota.
De nuevo mi guitarra, de nuevo melodías, de nuevo gente y de nuevo me llueven pequeñas monedas sobre el estuche… que bien, hoy comeré.
Este día no estoy de ánimo, por lo que mi pobre espectáculo musical termina temprano, pero justo a tiempo para ver como el rio de gente cambia de dirección, por eso de la 6 de la tarde….
Me pongo de pie, hago lo mismo que ayer.
Cuando caigo al suelo en un ruido sordo mis manos terminan pisadas y mis piernas también, eso no es importante, me aferro con fuerza a mi preciada y anciana guitarra, salvándola de las patadas que me dan.
Perfecto.
Cierro los ojos con desespero, esperando el grito, esperando el regaño o esperando… algo, pero no pasa nada, en cambio una amable voz se preocupa de mi estado.
- ¿Estás bien? – subo la vista y ladeo la cabeza con curiosidad ¿Quién ese ser humano que se ha detenido a perder unos minutos por alguien más? Abro los ojos impresionado y veo su mano estirada frente a mi rostro.
- Lo estoy… - acepto su ayuda a un incrédulo, pensando que, como la limosna de la que vivo, es solo para limpiar su alma… pero lo veo a los ojos, son unos hermosos, sonrientes ojos marrones que expresan preocupación genuina, me asfixio de sorpresa, aquellos ojos, tienen vida, veo su masculino rostro y algo que intenta ser una sonrisa aparece en mis labios.
- ¿Seguro?
- Si… muy seguro, solo me pisaron la mano, nada grave – menciono para no preocuparlo ¿Pero porque? ¿Por qué si no me conoce?
- Me alegro, por favor, cuídate mas, ir contra corriente es peligroso a veces.
- No quiero ir en la misma dirección que todos los demás
- Con más motivo debes de cuidarte, porque, si te caes, te van a aplastar.
Eso fue todo, se despidió de mí y se fue caminando, dejándome ahí, con los ojos sumamente abiertos, el chico de cabello cortó y castaño, con ojos risueños y sonrisa real, el raro espécimen de la sociedad se ha presentado frente a mí en la forma de un empujón.
Pero obligo a mi mente a olvidarlo.