Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cristales Rotos. por Keny-chan

[Reviews - 95]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Buenas noches~ 

Ya sé que tardé como dos semanas en actualizar, tuve un ligero bloqueo y encima me largué de vaciones a las montañas, afortunadamente allá encontré la inspiración. 

Esta semana vengo con una doble actualiazción, que en realidad era un mismo capítulo, pero iba a quedar demasiado largo, entonces lo dividí. Y blah, blah, blah. 

 

Espero que todos ustedes queridos lectores se encuentren de maravilla. Sin más que decir, y disculpando las faltas de ortografía con anticipación...

¡A leer! 

Décimo acto. [A]

Días difíciles.

 

La primera semana de las dos que tenían para preparar el proyecto fluyó con la misma velocidad que el agua de los rápidos. Al menos para la mayoría de los equipos.

 

Atem se sentía torturado, golpeado, maltratado y casi desdichado.

 

Para el faraón, trabajar con Duke estaba resultando más tortuoso que toda su vida pasada. El chico de los orbes jade no paraba de hablar sobre Joey. Lo molesto no era la persona sobre la que hablaba, sino lo que hablaba sobre esa persona.

 

Suficiente tenía en casa con Yugi parloteando sobre lo bien que se llevaba con Matsuyama. ¡Le nacían úlceras gástricas en cada ocasión que el menor pronunciaba con voz dulce y cantarina un nauseabundo “Nozomi-kin’’!

 

Nozomi-kun esto, Nozomi-kun aquello. ¡Claro! Él había sido el imbécil que había perseguido a Joey en lugar de a Yugi. Llegar y decirle: Yugi, me di cuenta de que estoy completamente idiota y que la persona a la que quiero eres tú, no el querido Joseph. Así que deja de joderme con lo agradable que es Matsuyama y déjame amarte.

 

¡NO! Eso sonaba aún peor, y una patada a su orgullo reproductivo es lo que recibiría. Aunque tarde o temprano tendría que decirle algo.

 

Por otro lado, su relación con el rubio se convirtió en algo aún más peculiar. Se les veía más cercanos, familiarizados y juntos. Sin embargo, la atmósfera romántica que descendía sobre ellos con sólo mirarse, había desaparecido.

 

Yami continuaba ayudando al rubio con algebra, ahora durante los descansos y el almuerzo.

 

Lo abrazaba de vez en cuando por inercia. Pero sus labios ya no se le antojaban  por más que los escudriñara atento cuando su amigo bebía licuado con pajilla. Desde que había sido rechazado se dedicaba a observar con mayor detenimiento al rubio.

 

Se daba cuenta de por qué quizá se había fijado en él. Joey era atractivo por naturaleza y era más maduro de lo que aparentaba, se movía con sensualidad. Como si todo él estuviese “hecho” para llamar la atención y embrujar.

 

—   No serás vampiro, ¿verdad? — preguntó un día como cualquier otro.

—   Eh. ¿Por qué preguntas eso? — respondió, desencajado por una pregunta tan fuera de lugar.

—   Es sólo que… eres tan lindo y seductor, que resulta difícil no mirarte y quedar embobado. — contestó con simpleza.

El aludido se sonrojó hasta la punta del cabello. Y enfurruñado, le arrojó un mullido cojín.

 

—   A veces me sorprenda las idioteces que puede llegar a decir. — musitó avergonzado — Estúpido Yami.

 

Y así era. Se hablaban con mayor soltura, se molestaban y bromeaban. Se escuchaban y se aconsejaban. Todo era normal y a la vez no lo era.

Joey le preguntaba por Yugi y sobre cómo hacía para sobrellevar la amistad de éste con Matsuyama.

El ojimiel podía ser cualquier cosa menos tonto. Sabía observar y leer a las personas a su alrededor, a todos menos a cierto ricachón. En fin.

Él ya sabía que Yami gustaba de su pequeño mejor amigo. Y que se le rompían… los nervios, cada que Nozomi era sumado a la ecuación. Era muy obvio. Ya lo habían platicado. El faraón se había disculpado con él.

 

—   Antes que cualquier cosa, ¿estás completamente seguro de que la persona que te gusta, de la que estás enamorado es Yugi?

—   Lo estoy. ¿Por qué?

—   Sólo no queremos que pase lo mismo, ¿no? — le comentó regalándole una sonrisa.

—   ¡No gracias!

—   Entonces hagamos una prueba. — sugirió Joey con una sonrisa un tanto perversa.

—   ¿Cómo?

—   Ya verás.

 

El chico se puso de pie. Caminó hacia el faraón y se hincó ante él, fijando sus orbes en los rubíes del otro.  Así permaneció unos instantes. Atem comenzaba a ponerse nervioso. La mirada ámbar era demasiado profunda. Puso una cálida mano sobre la mejilla de Yami.

—   ¿Joey? — llamó dudoso.

 

El aludido acercó más su rostro al opuesto.

 

—   ¿De verdad ya no te gusto Yami? — susurró — ¿No deseas besarme? Vamos hazlo. — soltó en un suspiro sobre los labios del faraón.

 

Esa suave voz que estaba usando su amigo le provocaba escalofríos. No obstante, más que seductora le resultaba aterradora. ¡Ese Joey le daba miedo!

No soportó más y lo empujó con cuidado. Desviando la mirada. Se abrazó a sí mismo. Y entonces escuchó una estridente y limpia risotada.

 

—   Oh dios, Yami. ¡Debiste ver tu expresión! — se sostenía el estómago, le dolía de tanto reír.

—   ¡Eso no fue gracioso Joseph! ¿Qué hubiera pasado si se repetía lo de aquella vez? — replicó, un tanto enfadado.

—   Tranquilo, de una u otra manera no hubiera sucedido. Tus sentimientos son más que sinceros. Sólo eres algo idiota. — explicó, regalándole una perlada sonrisa.

—   Ah, gracias. Menos mal me quieres. — dijo con ironía.

—   Preocúpate si no te quisiera.

 

Se echaron a reír, cómo sólo los amigos confidentes podían hacerlo.

 

—    ¿Y qué piensas hacer?

—   Creo que sentiré esto como un deja’vú. Debería decirle, ¿no? Pero es estúpido…  después de todo lo que pasó. — argumentó, deprimiéndose al instante.

—   Si me lo preguntas. Todo en esta vida es estúpido y sin sentido. — se sentó a su lado — Pero, ¿qué es peor? ¿Fallar sin siquiera intentarlo o fallar habiendo peleado? Sabes que él te ama. Yugi no es de las personas que guardan rencor. Siempre da segundas e incluso terceras oportunidades. Te arrepentirás si después te enteras de que él estaba dispuesto a estar a tu lado aún después de haberle hecho creer que estabas enamorado de mí. — pausó brevemente — Agh, eso sonó ególatra. — rio.

—   Dime Joey, ¿de verdad estás seguro de  que él lo entenderá y me dejará quererlo?

—   Tan seguro como que me llamo Joseph Wheeler. Y tan seguro como que estoy enamorado de Seto Kaiba. — respondió con la misma expresión de armonía, transmitiéndole seguridad al moreno.

—   Bien, bien. Te creo. — se miraron en silencio — ¿Qué demonios pasa con nosotros?

—   Nada,  sólo somos torpes.

—   Gracias.

—   No tienes nada que agradecer. ¿Hacemos la cena? — preguntó el rubio, poniéndose de pie.

—   Excelente.

 

Se encaminaron a la cocina. Yami aprovechó para depositar un beso en la mejilla de su amigo, como agradecimiento.

—   En serio eres tierno, Atem.

—   Oh, cállate y abre el refri.

 

El faraón estaba decidido. Exteriorizaría sus verdaderos sentimientos y explicaría su estupidez. Sólo necesitaba el momento adecuado. 

Notas finales:

Lo sé, lo sé. Esta parte quedó cortita, la siguiente de verdad es más larga. 

¿Y bien? ¿Nuestro faraón merece unas palmaditas en la espalda por darse cuenta de la babosada que hizo? Yo digo que sí. 

Comenten. Espero les haya gustado. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).