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Cristales Rotos. por Keny-chan

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Notas del capitulo:

Okay, esta es la segunda parte. No sé como haya quedado, sinceramnete. 

Espero lean y les guste ^^

 

—   ¿Qué demonios?— cuestionó

 

Décimo primer acto.

Ayuda. 2°parte

 

 

Intentó zafarse, pero su fuerza estaba menguada por culpa de un duro día de trabajo. Fue estrellado contra la pared de ladrillos, se quejó e intentó liberar su boca, en vano.

De un momento a otro fue cambiado de postura y puesto de espalda contra el muro, atado de manos, las cuales fueron llevadas por encima de su cabeza y al mismo tiempo amordazado.

Esa postura tan sugerente lo cabreaba y por supuesto lo avergonzaba.

Lanzó patadas a diestra y siniestra pero no le daba a nada. Dos pares de manos lo pegaban más a la pared, haciendo apoyo en su abdomen.

Repentinamente un fuerte olor llegó directo a su nariz, mareándolo. La enorme sombra que se había acercado a él en ese momento, se alejó unos centímetros.

Joey comenzaba a sentirse raro, su vista poco a poco se volvió vidriosa, el calor era demasiado para ser una noche fresca de otoño, su cuerpo se relajó un poco y su energía aumentó… ansiedad… euforia.

—   Mierda, estos bastardos…

Nuevamente trató de alejarlos, pero su cuerpo involuntariamente acalorado se lo impidió.

La sombra se acercó a él de nueva cuenta y liberó una segunda vez ese terrible olor. Sin apartarse, el sujeto, fuera quien fuera, paseó una enorme mano sobre las piernas del rubio hasta llegar a la ingle. Joseph se estremeció sin desearlo, ahogando un suspiro. En seguida una escurridiza lengua lamió su cuello, produciéndole un choque eléctrico.

Agradeció que la mordaza no le dejara producir sonidos. Se estaba excitando y todo por culpa de esa jodida droga.

Se contorció todo lo que pudo para impedirles que siguieran tocando a su antojo.

—   Quédate quieto, Joseph. — dijo una voz grave, sobre su oído.

El rubio no se movió más, esa voz… Su coraje fue tanto que, importándole poco su estado, hizo amago de toda su fuerza quitándoselos de encima, propinándole a duras penas una patada a cada uno, dejándolos sin aire.

—   ¡Joey! — la voz de Duke se escuchó desde la entrada del callejón.

Caminó hacia él, con la mayor de las dificultades, las piernas le temblaban irremediablemente, se sentía débil y acalorado, aún le daba vueltas la cabeza.

El pelinegro le recibió velozmente en los brazos. No había nadie cerca, sólo ellos. Lo vio por fin, el rubio tenía la cara enrojecida, la boca imposibilitada, y las manos atadas con fuerza, trabajosamente se sostenía.

—   ¿Qué sucedió? — preguntó abrazándole y quitando la mordaza para recibir respuesta.

Joey respiró hondo, casi tosiendo, le dolían las comisuras de los labios.

—   Va-vámonos. — pidió con urgencia.

Duke no replicó, le ayudó a subir al asiento del copiloto. Y una vez ambos dentro, condujo como enajenado hacia el apartamento de su amigo.

Mientras iba de calle en calle, lo observó de reojo. Joey abrió la ventana para alejar el calor, pero era inútil, “algo” bajo sus pantalones lo estaba molestando. Se mordió los labios para no gruñir o algo peor.

—   Mierda— fue lo único que dijo.

 

Una vez allá lo llevó hasta la entrada casi cargando. Le echó una mano abriendo la puerta, ya le había soltado las muñecas.

Dentro, Joey corrió directamente al baño. Se metió en la ducha con todo y uniforme. Era demasiado insoportable.

El pelinegro cerrando la puerta del lugar, se dirigió al cuarto de baño, escuchando desde fuera los suspiros de frustración de su amigo. Decidió entrar.

—   ¿Estás bien?— preguntó, colándose al interior.

La escena le erizó la piel. Joey sentado en la bañera, con el agua fría de la regadera cayendo sobre él; los pantalones desabotonados y una mano sujetando firmemente su erección, intentando aliviarse.

—   ¡Du-Duke!— exclamó avergonzado.

El aludido se acercó al borde de la tina, mirándolo inquisitivamente.

—   ¿No puedes?

—   No— respondió el otro, más apenado aún— Esa maldita droga…

No terminó la oración porque una mano morena se posó sobre su miembro. Joey dejó escapar un pequeño suspiro, su rostro enrojeció por completo.

—   Te ayudaré— espetó el pelinegro en una especie de trance.

Se introdujo también en la bañera, mojando toda su ropa en el acto. Su amigo lo veía un poco nervioso.

—   No es… necesario.

Apartó la mano y sujetó con la propia la erección palpitante. Le desvistió de la cintura para abajo. El rubio intentó detenerle, pero ya no soportaba ese calor.

Duke comenzó haciendo lentos movimientos de arriba-abajo.

—   ¡Duke… espe… ¡ahn!— se cubrió la boca con ambas manos.

Los orbes jade se clavaron en el rostro de Wheeler, que intentaba acallar los gruñidos de placer.

Subió de velocidad, estimulándole aún más. El calor de su propio cuerpo incrementó. Contemplarlo así, tan sumiso y ardiente le excitaba sobremanera. Joey cerró los ojos con fuerza, se sentía avergonzado  y al mismo tiempo le fascinaba. Aunque el agua fría continuaba corriendo, el calor apasionado era tremendo.

Cuando sintió los carnosos labios de Duke sobre su glande, no pudo más.

—   ¡Nn…! ¡Aah! — sus manos abandonaron su boca y se dirigieron a la sedosa cabellera azabache. — ¡N-no… umm!

La dureza del chico fue introducida completamente en la boca del otro, enloqueciéndolo. La húmeda lengua recorriendo toda su extensión era demasiado placentera.

La intención de alejarlo se esfumó en seguida. Sus manos tomaron la cabeza del ojiverde marcándole un paso más acelerado, mientras sus caderas se movían buscando mayor contacto.

Los dedos de Devlin, quien en  ningún momento apartó la mirada, se colaron bajo la camisa blanca del mesero, subiendo hasta alcanzar las tetillas, pellizcando.

—   ¡Aah~! Maldición— gruñó entre dientes.

Su cuerpo tembló. No comprendía si estaba disfrutándolo tanto a causa de la droga o porque era su amigo quien le ayudaba.

Su juicio estaba tan nublado como su visión. Se permitió sentir.

Duke dejó su labor, provocando una queja.

—   ¿Te gusta? — preguntó, alzándose a la misma altura, besándolo para no escuchar respuesta.

Lo hubiera alejado de no ser por lo desubicado que estaba. Duke aprovechó la ocasión y terminó de desvestirle. Desnudándose a sí mismo, sin despegar sus bocas, dentro de las cuales ya se peleaban sus lenguas. Pescó la dolorosa erección de ambos con una sola mano,  frotándolas fervientemente.

—   Ahh… espe-espera.

—   No quiero, cachorrito. — negó volviendo a besarlo.

Sentir la ardiente carne haciendo fricción entre ella lo estaba volviendo loco, bueno, no sólo a él, también a Duke. Con la mano que le quedaba libre recorrió todo el níveo torso, acariciando ansiosamente, volviendo a pellizcar los botones erectos. Para después abandonar la boca de Joey y lamerle, morderle y marcarle descaradamente la piel.

—   ¡Ngh… auch! No hagas eso. — replicó tirando levente de un mechón negro.

El regañado sólo sonrió y descendió nuevamente hasta las piernas de su amigo. Mordiendo una de ellas, dejando un enorme y claro moretón. El rubio volvió a quejarse.

Introdujo una segunda vez la erección del ojimiel a su boca, haciéndole temblar con más violencia, atendiendo su propio “problema”.

—   Umm…. ¡Ahh! Du-Duke…

—   Ya casi cachorrito.

—   Apre… súrate.

—   Ja, que impaciente.

Tomó las caderas del chico le levantó un poco, lamiendo la caliente extensión, mordiendo la base, el glande y todo a su paso, siguiendo el apresurado ritmo que Joey le marcaba con las frenética caderas.

—   ¡Ah! ¡Más!... carajo.

El pelinegro gruñó a modo de asentimiento. Y sin resistir cierta tentación, humedeció sus dedos con un poco del líquido preseminal que ya escurría del pene de Joey, para empezar a lubricar la entrada de éste.

—   Mgh, ¿qué… qué haces?

—   Ya sabrás. — sonrió.

El primer dedo se movió haciendo pequeños círculos, provocando cierta molestia en el chico, la cual no duró mucho. El segundo dígito entró haciendo movimiento de tijera. Habiéndose pasó con algo más de facilidad.

Wheeler estaba hundido en el placer, pero en seguida se dio cuenta de lo que el juego de Duke en su entrada significaba… eso no.

Se removió como pudo.

—   Duke… eso no por favor. — pidió trabajosamente.

—   No te preocupes. Por más deseoso que esté, no pienso aprovecharme de ti.— le aseguró con una sonrisa, una que decía que realmente estaba dispuesto a aguantar.

Lo besó. Esa droga le daba bastante resistencia. Sabía que Joey pronto terminaría, faltaba poco. Decidió usar otra técnica, si no lo hacía eyacular de inmediato él perdería el juicio y lo penetraría sin más.

Quitó sus dedos y los remplazó son su lengua. Dando ávidos lengüetazos dentro de la húmeda, estrecha y ardiente cavidad, acelerando también los movimientos de su mano, más  y más rápido, arriba-abajo, arriba-abajo.

—   Ahn… ngh… umm. — la espalda del rubio se arqueó alcanzando finalmente el orgasmo. — ¡AHH!

Manchó su abdomen y un poco el cabello de su amigo. Respiró dando grandes bocanadas para recuperarse. Se sentía mareado, pero el calor ya era menos. Se sentó correctamente sobre el piso de la bañera, siendo ayudado por Duke, pues todo le temblaba.

El pelinegro se acercó a él y le acarició la dorada melena. Después cerró el grifo y se acomodó de rodillas frente a él, observándolo, estudiándolo.

—   ¿Ya estás mejor? — le preguntó con voz dulce.

—   S-sí. Discúlpame… ponerte en semejante situación… — susurró apenado.

—   Fui yo quien se ofreció. Soy quien debe disculparse.

Joey lentamente y con su poca energía logró abrazarle cariñosamente. Se arrepintió de haberle llamado bastardo.

—   Te echaré una mano con eso. Te lo debo.

El pelinegro aún tenía un problema entre sus piernas. Una tímida mano le sujetó y le masturbó durante un rato, Duke gruñía en el oído de su amigo, quien no había desecho el abrazo. Lo hizo culminar en el vientre de ambos, soltando un gruñido más grave.

Devlin le correspondió el abrazo.

—   Perdóname por no haber ido a buscarte antes. Si no hubieses logrado escaparte por tu cuenta, ¿qué te hubieran hecho? — se reprochó en voz alta.

—   Pero no pasó. No soy tan débil. Me sacaste de allí y me ayudaste con… mi problema. Eso es suficiente. — respondió el rubio, sonriendo sin ser visto.

—   Estoy para ti… ¿comprendes, cachorrito?

—   Lo… sé… gracias Duke. — cayó dormido aún envuelto en los brazos del ojos jade.

Escuchó los ligeros ronquidos del rubio. Le movió y como pudo se levantó de allí con el cuerpo dormido en brazos. Así, desnudos, se dirigió a la habitación del chico. Lo depositó en el colchón, le secó el cuerpo y lo metió bajo las cobijas. Repitió las acciones en sí mismo y se acomodó a su lado, abrazándolo. Besó su frente y cerró los ojos.

No supo se sentir de cierta manera feliz o desesperado. 

Notas finales:

Ya sé, ya sé, me van a querer matar *se hace bolita* La verdad quería que algo así pasara con Duke, jajaja. Además ya lo había dejado mucho de lado, ya le tocaba aparecer. 

 

¿Qué les pareció? Recibo amezanas y bombas de todo tipo. 

Por cierto, es la primera vez que escribo una secuencia se pseudo-sexo así que dudo de su calidad. Dénme una pequeñita oportunidad, iré mejorando, lo pometo. 

Sin más que decir, me despido con: hasta la siguiente actualización. 

¡Besos!


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