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Cristales Rotos. por Keny-chan

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Notas del capitulo:

Muy buenas tardes. Disculpen por tardar en actualizar ( quienes están al pendiente), la escuela apenas me deja respirar. Y además no he podido adelantar capítulo por lo mismo. En fin. 

Sexto acto. 

(: 

 

Sexto acto.

¡Estúpido ricachón!

 

 

 —   Kaiba. — se tensó mínimamente al verlo — Así que realmente estabas aquí, ricachón.

Seto entornó un poco los ojos. Dedicó a Duke una rápida mirada hostil y fijó sus ojos en el rubio.

—   No sabía que incluso a los perros como tú les sentara bien un traje. — dijo, neutral.

—   ¿Eso fue un cumplido? Oh gracias buen hombre, es usted muy amable. — repuso con media sonrisa, provocando gracia en el pelinegro al lado suyo.

—   ¿Qué es aquello que necesita el señor Kaiba de nosotros?

—   De ti, nada Devlin. No te entusiasmes. Tengo algo que tratar con Wheeler. — respondió con el mismo tono indiferente. Alejándose del muro y aproximándose a ellos.

—   ¿De verdad? ¿Y qué te dice que yo deseo tratar algo contigo? Gracias, pero no gracias.

Empujó débilmente el hombro del pelinegro, indicándole que podían marcharse. Éste lo comprendió y lo tomó del brazo con cierta autoridad, llevándoselo consigo.

El empresario, enfurruñado como empezaba a sentirse; sin pensarlo siquiera, estiró el brazo tomando al rubio y haló.

Arrebatado de Devlin, Joey ahora era sujetado por su pesadilla. Le miraron sorprendidos y Duke, molesto como muy pocas veces, se quejó.

—   ¿Qué crees que haces? Suéltalo, él me acompañará.

—   Piérdete dado. O te desgracio el rostro aquí mismo.

—   Inténtalo.

Joey se quedó en su puesto,  detrás de la espalda del castaño, mientras éste amenazaba al pelinegro con la mirada. Ambos chicos tomaron las solapas del otro, y con un puño bien cerrado, dieron impulso a su brazo.

Duke no quería perdonarle el hecho de querer arrebatarle al rubio cuando aún no era consciente del porqué de sus acciones.

El chico de ojos melados veía todo en cámara lenta. La atmósfera era pesada. Eran capaces de matarse.

Dejaron estrellar el puñetazo en la cara del otro. Ambos retrocedieron por el impacto.

Joey sintió cosquillas en la boca del estómago cuando las palabras “están peleando por mí” cruzaron el hilo de sus pensamientos. Se abofeteó mentalmente. — Compórtate Joey Wheeler, no eres una doncella enamorada.

Aquellos dos estaban por recetarse otro puñetazo, cuando el rubio intervino ágilmente. Detuvo ambas manos con algo de dificultad, dando por terminada la “pelea”. Estaba en medio de ambos. Demasiado cerca de los dos rostros para su gusto.

—   Dejen sus estupideces. No se atrevan a armar revuelta frente al lugar donde trabajo. Si continúan, les arranco las bolas de un solo tirón. — advirtió, provocando un ligero estremecimiento en el pelinegro e incluso en el castaño.

Devolvió el puño a cada dueño. Haciéndolos retroceder a distancia segura.

—   Lo siento, cachorrito. — le dirigió una mirada de arrepentimiento y le acarició el cabello.

—   Como quieras. — resopló el otro, chasqueando la lengua como siempre. — Pero aun así vienes conmigo.

En la distracción del momento, Seto lo tomó de la chaqueta y lo metió al auto.

—   ¡Kaiba!

—   No interfieras. — subió al coche y condujo a alta velocidad.

—   Tch. Alguien ya se dio cuenta… Esto se está tornando interesante.

Sacó las llaves de su Jeep rojo y condujo a su apartamento.

 

 

 

En casa de los Motou, los dos jovencitos de apariencia similar veían una película en la sala.

—   Ya es tarde, deberíamos ir a dormir. — propuso el mayor poniéndose de pie.

Eran casi dos de la mañana y su abuelo ya dormía. Yugi apagó el televisor e igualmente se levantó de su sitio.

—   ¿Yami?

—   Dime— Yugi lo veía de frente, con seriedad.

—   ¿Por qué no le dices a Joey que te gusta?

El faraón se quedó congelado. No sabía qué responder a una pregunta que jamás contempló, llegaría. El más bajo caminó hasta él, sin quitarle los ojos de encima.

—   ¿Creíste que no lo notaría? Sabes, sin afán de presumir, que soy quien mejor te conoce.

Hace dos meses, cuando te dije que te amaba, no esperaba realmente que me aceptaras y aunque es doloroso saber que, de quien estás enamorado es mi mejor amigo. No deseo que seas infeliz. Tienes que decirle… tal vez tengas una buena oportunidad… — le tomó una mano— No la deseches.

Le regaló una pequeña sonrisa, ya sentía las lágrimas en el borde de sus ojos. Lo soltó y ascendió las escaleras lentamente, hasta su habitación.

Yami, allí parado, se descolocó abruptamente. ¿Cómo podía Yugi ser tan fuerte y maduro? Se sentía idiota. Él no podría decir tales palabras a la persona que amaba con la misma seguridad.

—   Gracias Yugi.

Le imitó y se marchó a su habitación.

Yugi, que permanecía recargado contra la puerta de su habitación, se dejó caer suavemente.

—   Así es mejor. Debo olvidarlo. Y estar allí para él si Joey no le escoge.

Las lágrimas volvieron a caer. Escondió la cara entre los brazos. Suspiró entre sollozos y después se metió bajo las cobijas, para intentar quedarse dormido.

 

 

 

 

 

Joey se sentía completamente nervioso y para ocultarlo, mostraba esa cara de pocos amigos. No sabía qué diablos quería tratar Kaiba con él y eso lo ponía ansioso.

Por su parte, Seto conducía muy concentrado. No le había visto, ni de reojo. Pero sabía que estaba allí. El perro estaba sentado a su lado, de copiloto.

Ese aroma dulzón que siempre emergía de su dorada melena inundaba todo el auto. Hasta su nariz. Se sentía… ¿nervioso? ¡Bah! Eso era una tontería.

El silencio se hacía cada vez más incómodo. No iba a ningún lugar en específico. Ya era tarde y las calles estaban prácticamente solas.

—   Kaiba… ¿A dónde vamos y qué quieres de mí? — preguntó finalmente el rubio.

¿Qué debía responder? Había pasado tan poco tiempo desde la última verdadera pelea que habían tenido. ¿Lo había extrañado? ¿Era eso? ¡Pero era Seto Kaiba! No extrañaba a nadie que no fuera su hermano.

Se sentía raro, vulnerable, humano… adolescente.

Joey le miraba directamente, lo sentía. Esperaba una respuesta suya, y no sabía que decirle. Él jamás dudaba.

Ese maldito perro sólo lograba echar sus “jamás” a la basura.

Respiró, se tranquilizó.

—   A ningún lado en especial, y nada realmente. — respondió frío y calculador.

—   ¿Qué? Entonces… ¿por qué me has hecho venir? — el nerviosismo en el rubio aumentaba, el castaño estaba demasiado serio y callado. — ¡¿Por qué no dejaste que fuera con Duke?!

—   ¡POR QUE NO QUISE, ¿YA?! — respondió frenando en seco. Y mirándolo finalmente.

—   ¿Eh?

—   Me molesta, eso es todo. Ahora, cállate y dime cómo llego a tu casa. — puso de nuevo la vista al frente, aligerando el agarre en el volante. Sus nudillos habían empezado a perder el color por la fuerza ejercida.

El rubio aún le observaba, sorprendido, confundido. Parpadeó un par de veces para confirmar que no era una ilusión provocada por la cena. Y no lo era.

Pasó saliva y se acomodó nuevamente en el asiento.

—   Sigue derecho hasta el siguiente semáforo.

—   Bien.

 

 

 

 

 

¡Habían llegado! Todo el camino había sido silencioso. Pero la incomodidad había sido relegada a quién sabe dónde.

—   Bueno… Me marcho. Gracias por traerme… supongo. — abrió la puerta y puso un pie en la acera.

—   Wheeler.

—   Sí.

Joey se giró para ver a quien le llamaba de vuelta. Recibiendo un beso en los labios. Seto se había estirado hasta el asiento del copiloto, para estampar sus labios con los del otro.

Volvió a su lugar, colocándose de nuevo el cinturón.

—   Largo.

El rubio se quedó allí un momento. Observándolo, pero el castaño no volvió a dedicarle una mirada. Bajó torpemente y cerró la puerta.

—   Hasta el lunes Wheeler.

Y arrancó. Vio el coche plateado perderse en la avenida. La sensación allí seguía, cálida, palpitante. Un escalofrío le  recorrió la espina dorsal. Y el rubor azotó todo su rostro de golpe.

—   ¿Qué demonios fue eso? — exclamó alterado. Dio media vuelta y entró al edificio.

Subiendo hasta su apartamento, azotando la puerta y arrojando la chaqueta al sillón.

—   ¡ESTÚPIDO E IMPREDECIBLE KAIBA! 

Notas finales:

¿Qué les pareció? ¿Interesante? No sé, es uno de mis capítulos favoritos. Si gustan, dejen comentarios, se agradece de corazón. 

Hasta el siguiente. Saludos (a381;◡a381;)


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