Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cristales Rotos. por Keny-chan

[Reviews - 95]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Gente, ¿cómo han estado? Sé que esta vez exageré con el lapso para actualizar, pero mi horario en la universidad apenas me da tiempo para respirar o comer. 

En fin, no quiero alargarme mucho, aunque creo que no lo he hecho anteriormente. Pues, con lo de siempre, espero que les guste el capítulo. Quiero dedicar este capítulo en especial a dor personas que siempre me dejan su opinión y me hacen reír:

Phanta y Andrea. Espero también me digan que les pareción este capi. Tengo sueño. 

C:

Séptimo acto.

Maldita suerte.

 

Y aunque hubiera pasado ya semana  y media desde “ese” incidente; en cada ocasión que tenía cerca al gato roñoso, sus labios cosquilleaban.

Su mente por sí sola le hacía recordar la sensación del segundo beso de su vida.

Al ver su reflejo en el pequeño espejo. Al ver su rostro nacarado en el cristal. Al descubrirse pensando en Kaiba una y otra vez, explotó.

Estrelló el cepillo con el que intentaba domar su cabello en el espejo. Haciéndolo añicos.

—   ¡Maldita sea! — gruñó al contemplar el desastre que había causado en su baño.

Suspiró. Comenzaba a cansarse de esa situación. Él mismo era un lío.

—   ¿Y ahora qué haré con estos cristales rotos? — salió por un momento del cuarto de baño y volvió con escoba y recogedor en mano.

Barrió procurando ser lo más cauteloso posible, pero habían quedado piezas tan pequeñas que resultaba difícil ver. Pero su cabeza estaba en dos mundos distintos. La distracción le condujo a hacer un falso movimiento y apoyar  la mano en el recogedor, donde ya estaban la mayoría de los restos del espejo.

—   ¡ME LLEVA EL P**TO CARAJO!

Se levantó de golpe. Aún tenía tiempo para procurarse primeros auxilios. Eso de vivir solo a veces resultaba ser un inconveniente. Dejó la escoba tirada en el suelo y buscó su botiquín.

Tenía experiencia con ese tipo de cosas gracias a la naturaleza de su empleo. En sus primeros días solía romper varias cosas de la vajilla y tuvo a aprender a cuidar sus heridas.

Tomó las pinzas del estuche y con cuidado fue retirando todos los pequeños cristales que se habían incrustado en su piel. Una vez acabó con eso,  mojó el algodón con una loción desinfectante, esas que hacían arder hasta el alma. Aguantó las lágrimas y después de poner una gasa, vendó su mano.

Retiró los materiales ya innecesarios y terminó de vestirse. Tomó su mochila y se marchó a la escuela, como cada nuevo día.

Afortunadamente ese día no trabajaba.

 

 

*/*/*

 

Llegó relativamente temprano. Es decir había llegado cinco minutos antes del primer timbre. Se sentó donde siempre. Sin prestarle atención a sus amigos, que le habían seguido en toda su trayectoria hasta su lugar.

—   Joey…

Nada.

—   Oye hermano, ¿estás bien?

Nada, de nuevo.

El rubio miraba hacia la nada.

—   ¡Joey! Contesta. — la castaña pasó una mano por el frente del aludido. Él sólo pestañeó.

Duke, su compañero de pupitre en la mayoría de las clases, pasó secretamente el brazo alrededor de la cintura del joven distraído. Logrando que, ante el roce, reaccionara.

—   ¿Estás bien?— le preguntó, notablemente preocupado.

—   ¿Eh? Oh, sí. Perdonen, ¿me habían estado hablando?

Les miró con ojos apagados y levemente ausentes. Hacía mucho que no le veían con una expresión tan acongojada.  Era señal de alarma.

Tal vez Yugi era el más preocupado de ellos, porque era el único que sabía la raíz de la dispersión mental del chico.

Cuando el pequeño estaba por acercarse para abrazarlo y consolarle  con ese mudo gesto, Yami había hecho aparición con los mapas que usaría el profesor de historia. Y una vez que los dejó en el escritorio se acercó a ellos. Notando el decaído ambiente.

El pequeño de ojos amatista le señaló a Joey con un nada marcado movimiento de la cabeza. El faraón le hizo caso y lo que apreció en ese pálido rostro que tanto le gustaba, no le agradó.

Lo examinó detenidamente y finalmente reparó en la mano vendada que permanecía oculta bajo el otro brazo.

—   ¿Qué te sucedió? — le interrogó sujetando la mano lastimada con extrema delicadeza.  Pero el rubio no le contestó.

Los demás soltaron un respiro contenido al darse cuenta de ello también.

—   Joey.

—   ¿Qué te sucedió? — repitió, con una voz serena.

—   No es nada. es sólo que esta mañana mientras me cepillaba el cabello apareció una enorme araña en el espejo y al querer matarla, lo rompí. Luego limpié y torpemente apoyé la mano sobre los cristales rotos. Eso pasó. Tranquilos. Ya me encargué de ello. — explicó restándole importancia, regalándoles una sonrisa, que fue acompañada de un leve suspiro.

—   Deberías tener más cuidado, viejo.

—   Sí, Tris. No te preocupes.

Tea iba a agregar algo más. Pero el profesor entró. Acompañado de Kaiba. Quien apenas había logrado ver que toda la pandilla feliz estaba alrededor de cierto rubio.  Bufó.

Todos regresaron a sus respectivos asientos. Yami al lado de Yugi. Tea al lado de Tristán.

El faraón le dedicó una última mirada de preocupación a Joey, que le respondió con una mínima sonrisa.

—   No te preocupes. Él estará bien. Sólo tienes que estar a su lado y apoyarle. Yo también lo haré.

—   Yugi…

Le miró de reojo. El menor  veía completamente hacia el frente. Con una nostálgica sonrisa.

Se perdió en esa expresión. Estaba haciendo mucho daño a alguien que en realidad no lo merecía. De todas las personas habidas y por haber en ese mundo, Yugi era quien que menos merecía lo que él le estaba haciendo.

Se angustió. Empezaba a confundirse un poco. Despejó su mente y prestó atención a lo que el profesor estaba por decir.

 

 

Duke no había retirado su mano de donde la había puesto en primer lugar.

—   ¿De verdad estás bien?

—   Sí, de verdad. Gracias por preocuparte.

Obviamente el pelinegro no estaba satisfecho.

 

 

 

 

—   Muy bien jóvenes. Durante el siguiente bloque trabajaremos en un proyecto de historia universal. Éste proyecto será sometido a una selección para el congreso que se llevará a cabo en este instituto dentro de dos semanas.

He decidido dividirlos por parejas y entregarles un tema en específico. El emparejamiento ha sido de forma aleatoria y no hay cambios.

El profesor comenzó a nombrar a las primeras parejas. Al cabo de unos quince minutos sólo quedaba a mitad del grupo.

—   Siguiente. Joven Yami trabajará con el joven Devlin.

—   ¿Tengo mala suerte acaso? — resopló el faraón rodando los ojos.

—   En ese caso también tengo mala suerte.

—   Tranquilos. Su tema será la Revolución Francesa. Siguientes. Señorita Gardner, trabajará con la señorita Nakamura.

—   Está bien. — ambas se saludaron, ya que se llevaban bien.

—   Joven Taylor, hará pareja con la señorita Kimura. Su tema será La ilustración.

La chica se sonrojó al ver la mirada simpática que el moreno le dedicaba.  

El profesor mencionó más nombres hasta que sólo quedaban seis personas. Entre ellas Joey, Kaiba y Yugi.

—   Señor Motou hará pareja con el joven Matsuyama. Y trabajarán sobre la Primera Guerra Mundial.

—   De acuerdo.

Matsuyama Nozomi era un muchacho alto, de piel blanca, cabello negro alborotado  y ojos azulinos. Tranquilo, reservado, pero amable.  Había llegado al instituto ese mismo año. Así que era prácticamente nuevo. Y era popular entre las chicas.

Ambos de dedicaron una mirada y Nozomi le sonrió ampliamente. Gesto que nadie le había visto hacer anteriormente. Yugi se avergonzó ante el gesto y le devolvió una sonrisa tímida.

 

Sólo quedaban cuatro personas. Joey rogaba porque no le tocara con cierta persona…

—   Joven Seto trabajará en compañía del señor Wheeler. Investigarán sobre la Segunda Guerra Mundial. — el castaño respiró satisfecho.

—   ¡Espere profesor! ¿Yo con Kaiba? ¿Lo que quiere es que se desate la Tercera Guerra Mundial? Porque eso es lo que va a pasar si me deja con este sujeto. — se levantó agitado señalando con la mano lastimada, que le punzó por el brusco movimiento. Hizo una mueca de dolor, pero no se quejó.

—   Joey. — Duke se levantó y lo tomó de los hombros, obligándolo a sentarse de nuevo.

—   Tranquilícese joven Wheeler. como he dicho al inicio de la clase, no hay cambios. Y no exagere, que últimamente ustedes dos no han peleado. Así que no veo el inconveniente.

—   ¿Acaso tienes miedo de trabajar conmigo, Wheeler? — se burló el castaño desde su asiento, sonriéndole con sorna.

—   Ya quisieras. — miró de nuevo al profesor, pero éste le confirmó que no tenía alternativa.  — Está bien.

Suspiró. ¿Qué podía ser peor?

—   Muy bien. Una vez hechos los equipos, procederán a sentarse con su respectivo compañero. Sin hacer desorden, por favor.

—   No es verdad. — el rubio estuvo a punto de estrellar la cabeza en la mesa, pero el pelinegro se lo impidió.

—   Estarás bien, cachorrito. Si algo pasa, no dudes en decírmelo. — le besó el cabello, nadie lo notó con el alboroto del cambio de lugares.

Joey se levantó, miró por última vez a Duke, que le sonrió encantadoramente como siempre. Yami ocupó su antiguo lugar y también le sonrió, apoyándole.

Suspiró, “por sabe dios’’ qué vez en el día. Puso su mochila en el piso y se aplastó en el sitio vacío, junto al idiota.

—   Bienvenido, perro.

—   Sí, sí. Hola Kaiba. — frunció el ceño y miró al frente, intentando ignorarlo. En realidad estaba nervioso. Ya no quería acordarse de “el incidente”. Respiró profundo y puso su mente en blanco. Serían dos largas semanas.

—   Ahora les explicaré de qué va el proyecto…

La voz del maestro se perdió en el tiempo.

Para su suerte, sólo durante esa clase tenía que compartir sitio con Kaiba. Al terminar Historia, volvió junto a Duke, que le abrazó por los hombros amistosamente.

 

 

*/*/*

 

Ese había sido el día más duro que había tenido en toda su maldita vida. Respiró más tranquilo cuando las clases terminaron. Guardaba sus cosas, siguiendo la jodida rutina de siempre. El celular de Duke sonó, contestó con pequeñas sílabas.

—   Lo siento, cachorrito. Hoy no podré acompañarte a casa, me surgió algo en la empresa. ¿Te veo mañana en el restaurante?

—   Sí, no te preocupes. Esfuérzate y no hagas el vago.

—   Sólo porque tú lo pides. — le guiñó un ojo y le besó la mejilla, saliendo apresurado.

—   Estúpido Duke. — musitó, haciendo una mueca de molestia, que lucía graciosa. Tocando su mejilla y sonrojándose muy levemente. — Siempre haciendo cosas innecesarias.

Kaiba lo había visto con atención. Pero lo dejó pasar, porque en realidad las cosas estaban marchando según sus deseos.

Yugi y Yami se acercaron a su rubio amigo.

—   ¿Nos vamos?— le preguntó el menor, con una cálida mirada.

—   Sí. Vamos.

Lucía un poco más alegre, eso tranquilizó un poco a su pequeño amigo.

—   Disculpa, Motou-kun. ¿Podría invitarte a comer o algo? Para discutir la organización del proyecto. — Nozomi se había acercado a ellos.

—   ¿Eh?

Miró al rubio, que le indicó que fuera y no se preocupara. Guiñándole un ojo en el proceso. Él asintió.

—   Por supuesto. Vamos. — respondió — Te veo mañana Joey. Adelántate Yami y asegúrate de que Joey llegue con bien a casa. — le sonrió de manera cómplice y se fue.

El de ojos melados rio un poco. Yami vio al menor marcharse en compañía de Matsuyama. Sintiéndose un poco intranquilo.

—   ¿Qué sucede Yami?

—   Nada. sólo me di cuenta de que Matsuyama es algo extraño.

—   ¿Lo dices en serio? — ahora sí soltó la carcajada.

El más alto se contagió un poco de la alegría del rubio. Se encaminaron hacia la salida.

 

 

*/*/*

 

 

Dentro de su oficina, Seto sonreía ante el expediente de cierta persona de su interés. Tecleó en su celular y guardó el contacto “Perro” en la agenda.

Realmente, todo marchaba como él quería.

 

 

*/*/*

 

—   Yami, no entiendo cómo se resuelve ésta ecuación. — preguntó Joey, que removía inquieto el lapicero.

—   No es tan difícil. Primero resuelve las multiplicaciones que te indican los paréntesis, si es necesario reduce términos semejantes,  y averigua si puedes dividirlos de esa forma.

—   Odio las matemáticas. — resopló, desplomándose  sobre la mesa.

Yami sonrió. Esa clase de pucheros que hacía el rubio, era algo que a él le gustaba mucho contemplar. Guardaron silencio un momento, no era incómodo. En realidad se sentían bien de esa forma.

Rememoró las palabras que le dijera Yugi hace semana y media atrás.

Observó al chico que jugaba apaciblemente con el  borrador.

 

—   Joey…

—   ¿Uhmm?— le miró curioso. Avellana y amatista se encontraron.

Hubo una breve pausa. — Estoy enamorado de ti.

Los ojitos melados, se abrieron desmesuradamente. 

Notas finales:

Aún no quieran matar a Yami, ¿vale? Dejen revs, no les cobran x) 

Bueno, déjenlos si creen que lo amerita. ¿Ya les dije que tengo sueño?

Hasta prontín. 

(a381;◡a381;)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).