Capitulo 6: Miserable tortura.
Es horrible tan siquiera pensar como una persona se va perdiendo en un gran abismo de locura desesperación. Mi querido/a lector/a, en la lo más profundo de la locura, está el enorme vacío de soledad, una profunda soledad. Intensa y duradera. Casi eterna, en lo más profundo de la locura, está la soledad más larga. En la mente más desquiciada, existe el deseo de la compañía, no se imaginan el dolor de un alma solitaria, me he ido por las ramas creo yo, perdonen mi torpeza, mejor sigamos con este relato.
Abre muy pesadamente sus ojos amatistas, la poco la luz entra en sus ojos, con algo de cansancio se remueve en sus sabanas, pero cuando intenta sentarse en la cama, siente una leve presión en el pecho, como si algo estuviera apresando su cuerpo. Bajo lentamente sus pupilas y se sorprende al ver que dos grandes manos pálidas, con largas uñas negras, atrapaban su pecho en un frío y gélido abrazo. Se asusta, ¿Quién lo estaba abrazando?, ¿de quién eran esas manos?, luego de un rato, recordó al dueño de dichas manos.
Un sudor muy frío recorrió toda su espalda, hasta la cadera, trago en seco y con mucho temor, vira los ojos hacia detrás de su mejilla, ve apenas el contorno del rostro, pero eso fue suficiente. Pudo reconocer su rostro, sus pestañas negras, con sus labios azabaches como la noche sin estrellas ni luna, su piel tan extrañamente pálidamente gris. Era el demonio quien lo apresaba en un abrazo frío como hielo. El miedo se hizo más que presente en él, trato de moverse, se zafarse de ese abrazo, pero no pudo, ese demonio era más fuerte que él, mucho más fuerte.
El pequeño trago en seco, tembló en su sitio, ¿Cómo había llegado a los brazos de ese demonio?, ¿Por qué dormían en la misma cama?, acaso… anoche, ese demonio había intentado... Sus mejillas se encienden como luces al pensar esa posibilidad, además de aterrarlo, pensar que ese demonio pudo haberlo profanado de esa manera, le daba un gran asco.
Su piel se eriza, cuando siente como el demonio respira sobre su nuca, rosando levemente sus fríos labios en ella, el chico siente un nudo en su garganta, sus ojos se humedecen, las lágrimas amenazaban sus ojos. Sentía tanta frustración de ser tan débil, deseo con todas sus fuerzas que su vida se acabara en ese momento. Suspiro largamente, trato de moverse un poco, no para liberarse, sino para estar cómodo, sabía muy bien que no lo iban a dejar ir pronto, lo sabía bastante bien.
-Amo…-escucha en su oreja, comenzó a sudar frío, el demonio había despertado, siente como los brazos del demonio lo abrazan más fuertemente, siente mucho asco al tener tan cerca el cuerpo frío del demoniaco ser- Buenos días, amo…
-Bue…- dice con mucho esfuerzo, tratando de ocultar su miedo- buenos días yami…
-Amo, usted cada día me muestra más su humildad…-susurra con una voz suave el demonio- no es como los otros miserables que tuve como amos…-el demonio apretó los brazos al pequeño, sus uñas negras se clavan en la piel del chico- murieron como los miserables que eran…-este comentario hizo temblar al pequeño, una lágrima cae lentamente por su mejilla, su vida estaba ya contada, moriría en manos de ese demonio, ya estaba escrito en su destino. Solo le quedaba esperar, esperar a que la muerte lo alcanzara y que llegara en las misma manos que ahora lo abrazaban.
-Amo, no deseo que vaya al colegio hoy….-pide el demonio- quédese… -sus uñas se clavan aún más en la frágil piel del pequeño, él no le llega a responder con palabras, simplemente asiente, no quería que el demonio notara su miedo- Gracias amo…-susurra en la oreja del pequeño- espere aquí, le traeré su desayuno…-el demonio por fin suelta al pequeño, se levanta lentamente de la cama y sale en silencio del cuarto del pequeño, cuando esté escucha como la puerta se cierra, se sienta en la cama y se abraza a sus rodillas.
¿Cuál…?-susurra el pequeño con voz quebrada- ¿Cuál habrá sido mi pecado, para pagar tan cruel castigo?...-el niño se aferra a su piernas, y nota algo. Su ropa, era diferente con la cual se había ido a dormir y además, estaba limpio. Y si no mal recordaba, él se había orinado encima en la noche al ver…”eso” (que prefería no recordarlo ahora). ¿Cómo era posible que estuviera limpio y cambiado por la mañana?
-Yami…-susurra bajo- ¿el habrá sido…?- el pequeño se sorprende y asusta al vez, porque si ese demonio lo había cambiado y limpiado, significaba dos cosas muy terribles para el pequeño, 1: ese ser había visto su cuerpo desnudo, 2: si lo había visto desnudo, habrá visto, lógicamente, sus moretones. Y si había visto su moretones (que era lo más posible) de seguro, iba a preguntarle y si lo hacía, cuando ese demonio supiera la verdad, una masacre iba a ocurrir en su escuela, eso era la más seguro.
-…No…-susurra, la puerta de su cuarto se abre, su cuerpo se tensa, el demonio caminaba con una bandeja en sus manos, la pone frente al chico, el ser había preparados unos panqueques mojados en miel acompañados con un jugo de manzana. El demonio le sonríe amablemente (o eso aparente a los ojos del pequeño) y se sienta justo frente a él.
-Buen provecho amo…-dice el demonio en tono frío y algo distante
-Gracias…-susurra, el chico comienza a comer su desayuno. Tenía su cabeza baja, no se atrevía a ver al demonio a la cara, no ahora. Un profundo silencio nace entre los dos, ninguno decía nada, ninguno comentaba nada. El chico ante este silencio se incomodó, normalmente lo dejaría pasar, pero esta vez quiso comenzar una conversación, con la pequeña esperanza de que el demonio no le comentara lo de los morenos y con mucha suerte, se le olvidara.
-te han…-comenta el chico mientras traga un pedazo de panqueque- te han quedado deliciosos Yami…-el chico levanta y le sonríe amablemente.
-Gracias amo…-dice el demonio en tono bajo- me esmere haciéndolos para usted…
Eres muy amable…-susurra nervioso y algo intranquilo, era la primera conversación que tenía con ese demonio, que era más o menos decente.
-Amo…-llama el demonio- ¿puedo preguntarle algo…?-el cuerpo del chico se tensa por completo y simplemente asiente sin poder hablar-Amo, desde que estoy aquí, no he visto a su madre o padre, sé que su abuelo ha muerto, ¿pero, donde están su madre y padre, amo?...-el chico suelta un respiro aliviado, su corazón se había detenido por un segundo.
Mi padre…-comienza a explicar el pequeño- me abandono cuando era bebe y mi madre se escapó con uno de sus novios cuando tenía 8 años, un año más tarde, murió mi abuelo y… desde entonces, estoy solo aquí…
Hasta hoy…-dice el demonio firmemente- ahora estoy con usted, ya no está solo amo…
-“Pero yo veo eso como una maldición, no como una bendición…”-piensa el pequeño mientras toma un sorbo de jugo de manzana- Cierto, ya no estoy solo Yami…-responde con aire nervioso.
-Amo…-llama en tono frío el demonio- ¿usted me odia?...-pregunta suavemente
-….-El chico se sorprende- Claro que no…-susurra- no te odio- “pero si te temo…” piensa el chico mientras baja la mirada- no digas eso...
-Amo…-susurra sonriendo de una manera “extraña”- Gracias….
-….-El chico se queda mudo, ¿Por qué esa pregunta tan rara?, ¿Por qué ese “gracias”?, el pequeño termino su desayuno, iba a levantarse para poder lavar su plato, más el demonio no se lo dejo, toma la bandeja y se levantó, camino hasta la puerta del cuarto del pequeño y ahí se detuvo.
-Yo lo hago no se preocupe…-dice el demoño dándole la espalda- usted cámbiese amo, lo estaré esperando abajo…
-.....- el menor asiente, el demonio sale del cuarto, cerrando la puerta tras él, el chico se levanta de la cama y va hacia su armario, saca una camisa negra de mangas largas hecha de lana y unos jeans negros una talla más grande que la suya. Al pequeño le gustaba vestirse de negro, se despojó de su pijama y se colocó las ropas que había escogido en su closet, fue hacia su baño y miro su reflejo. Cabellos enredados y sin peinar, de tres colores distintos, cayendo en sus hombros, ojeras negra debajo de sus ojos amatistas, piel tan pálida que parecía que jamás había visto el sol, labios rosados con una tonalidad morada y algo agrietados, así era el pequeño.
El chico cuando iba a salir del baño, escucha como la puerta principal de su casa se abre, sale casi corriendo del baño, y va hacia la sala, ve algo que lo sorprende mucho. En sala había gente que no conocía, uno era de pelo blanco viejo, ojos rojos como la sangre, uno de sus ojos tenía una cicatriz, su piel era morena, vestía una camisa sin mangas negra, pantalones ajustados negros y botas rojo sangre, al lado de ese hombre estaba un niño de su edad, pelo blanco y piel pálida, un alvino. De ojos marrones claro, vestía una camisa celesta manga corta y unos jeans azules y unas zapatillas blancas.
Al lado de ese alvino, había dos hombres muy parecidos, ambos tenían pelo color ceniza y ambos tenían piel morena, mas eran de diferente altura, el más alto tenía ojos rojos y vestía una camisa morada sin mangas y pantalones negros junto con unas botas negras, el más bajo tenia ojos violeta, usaba una camisa manga larga violeta y pantalones marrón claro junto a unas zapatillas marrones. Al lado del demonio estaba un hombre, de pelo castaño hasta la cadera, muy alto, ojos azules pero con un brillo rojizo, usaba una camisa azul oscuro de manga larga y pantalones negros, junto a unas botas negras, tomando la mano de ese hombre estaba una chico unos años mayor que él, pelo rubio, ojos color miel, piel algo tostadita, usaba una camisa blanca con azul, y unos jeans claro.
El chico se quedó de piedra mirando a esa gente, ¿Quiénes eran?, ¿Qué hacía en su casa?, el chico los miraba con asombro y temor, el demonio se percata de la presencia de su amo y sonríe con aire divertido y burlón. Se acerca a su amo y se pone frente a él sonriendo, toma su mano delicadamente sin perder su sonrisa.
-Amo…-dice el demonio mientras le sonríe- le presente algunos amigos míos….