Hysteria. One-shot
By: SasuDaiii
El hombre puede soportar las desgracias que son accidentales y llegan de fuera. Pero sufrir por propias culpas, ésa es la pesadilla de la vida. Oscar Wilde.
*It’s bugging me, grating me
and twisting me around
yeah I’m endlessly caving in
and turning inside out.
Abrió los ojos, indeciso y, precisamente por eso, lidió con lo impensable, con lo temido e indigno. El luchar de sus temores internos, yaciendo ya encima de su cama.
¿Dime, Laurent, a qué le temes tú?
Su cuerpo, tan estremecido adentro y calmado externamente, lo extrajo fuera del mundo de los sueños, indeleble y apacible, riéndose en su rostro de su pánico. La sensación tan conocida lo llenó del frenesí de la pérdida y, tal como solía hacer en ocasiones como esa, intentó moverse, mover aunque fuese el dedo meñique de cualquiera de sus manos o al menos, no escandalizar por el repetir del causante de sus pesadillas.
¿Tienes miedo? Yo también tenía miedo, Laurent. Estoy asustado, Laurent. Laurent, no me dejes aquí… Laurent…
Por favor, quédate conmigo.
Siseó impaciente, con el cosquilleo aun ahí, sin querer detenerse. Y las lágrimas que, hasta el momento salían por inercia, rebosaron una vez más.
—Sh… no temas, no lo hagas, mi querido Laurent, yo estoy aquí. Contigo— Sus mayores miedos se hicieron realidad, de una manera impensable, perturbando su descanso, causando sus delirios, motivando a lo imposible.
Sin ser capaz de responder, más por temor que por otra cosa, dejó que más lágrimas de culpa escaparan por sus entreabiertos ojos. Desde allí, tan paciente al parecer, su alma era perturbada por la persona que una vez más codició.
—¿Acaso te horrorizas de mí?— Ahí, sin lograr ejercer movimiento, se concentró en su acelerada respiración, inundando sus oídos, demasiados cansados al parecer. La suave voz del otro parecía cada vez más alterada —No me temas a mí, no… Laurent, no me abandones.
Y la áspera palma del otro acarició su rostro con lentitud, repasando toda su extensión, empezando por sus labios y siguiendo el recorrido lateralmente.
—¿Trastorno del sueño?
—Sí, es muy común, más de lo que parece, la mayoría de las personas le confunden con alguna aparición espiritual o cosa parecida, por lo que no acuden con frecuencia al médico por situaciones como ésta.
—Yo,… pero yo le vi.
—Tome estas pastillas— Sugirió, ofreciéndole al pálido frente a él un papel con la orden escrita.
Sin decir más, asintió autómata, para marcharse sin mirar atrás.
—Laurent, ¿tú me amas?
—Sí.
—¿Estarás siempre conmigo?
—Siempre.
—Te amo.
—Yo también te amo, Luka.
—¡Laurent, Laurent! No me dejes aquí, Laurent. ¡Laurent! ¡Laurent!
Despertó como parte de su rutina nocturna, con la frente perlada de sudor y los labios tan secos como para sentir las partiduras de ellos contra su carne, molesta y delirante. Se puso de pie, caminó hacia el baño para mojar su rostro, repetidas veces. Prendió la luz por mera necesidad de observarse y parpadeó incesante ante su aspecto. Pasó una de sus manos por su rostro, dejando el rastro húmedo en toda su extensión; entonces, listo para marcharse, se miró una vez más.
—Laurent— Y el rostro de Luka reflejado en el amplio espejo del sanitario lo atrajo a una realidad dura y empecinada en hacerle recordar. Dio varios pasos hacia atrás, hasta golpear la parte trasera de su cuerpo contra la pared.
Respiró alteradamente y, posicionando una mano sobre sus labios para acallar los lastimeros gemidos, se resbaló por el áspero asfalto, hasta quedar sentado.
—Luka presenta trastorno de identidad disociativo— Aseguró el doctor con pesadez, detallando cada uno de los gestos del castaño frente a él.
— Espere… cómo es que… él está bien.
—No lo está.
—¡Es mentira!
—Piénselo, Sr Laurent.
*It’s holding me, morphing me
and forcing me to strive
to be endlessly cold within
and dreaming I’m alive.
—¡Laurent, Laurent! No me dejes aquí, Laurent. ¡Laurent! ¡Laurent!— Su impaciente mirada se conectó con la azulina del joven cabellos azabaches que estaba siendo arrastrado por dos personas más, con propósito de alejarlo de él. No se inmutó, ni realizó esfuerzo para acercarse al menor y este lo notó, tan pulverizado por el simple hecho como para poder seguir ejerciendo fuerza.
Retiró la mirada por cobardía y se quedó ahí, junto al doctor quien le daba indicaciones que no escuchó.
—¿Sr. Laurent?
—Sí, con él.
—Necesitamos que venga de inmediato a la clínica.
Se atragantó con su propia saliva —¿Sucedió algo con Luka?
La demorada respuesta le confirmó su duda —Aquí lo esperamos.
—Voy de inmediato.
—El paciente Luka Niimura se ha suicidado. Lo lamentamos.
—No es posible, hace tan sólo 3 días que está acá, ¿cómo es que…? Mentira.
—Lo sentimos, Sr Laurent.
Entreabrió sus ojos y observó sin mucho éxito el rostro de Luka junto al suyo, este le sonrió siniestro y pronunció, tan cerca de su oído como para provocar el involuntario estremecer de su cuerpo, antes de acariciar su rostro una vez más: — ¿Por qué temes, Laurent? Si tan sólo es un sueño.
Quédate conmigo, Laurent. Conmigo.
*‘Cause I want it now
I want it now
give me your heart and your soul
and I’m not breaking down
I’m breaking out
last chance to lose control.