Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Aroma a deseo por SinnaeGrell

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Primer fic original que subo :3

Lemon heterosexual c:

Notas del capitulo:

Bueno, como veran es mi primer fic original (que subo) Asi que los personajes  son mios, mientras que la historia es respuesta a un desafio :3 En la descripcion del fic viene el nombre de tal ^^

Espero que les guste tanto como a mi me gusto escribirlo :3

 

    El maldito olor me carcomía los nervios, joder. Aunque le repitiese una y otra vez mi alergia, falsa, por cierto, no lograba hacer que dejara de usar ese aroma del diablo. No comprendía… ¿Por qué me sentía tan alterado cuando lo olía exclusivamente en él? Era mi mejor amigo y nunca, jamás en la vida, había sentido esto. Por culpa de ese olor tan irresistible comenzaba a verlo diferente. Me sentía tan atraído a oler más de cerca y, si pudiese ser posible, también lamer la piel que portaba tan glorioso olor. ¿Cómo podía tener pensamientos tan retorcidos? ¡Era mi mejor amigo! El hermano que nunca tuve… Hasta la idea me parecía demasiado incestuosa.

                                                                                                            Me estaba volviendo insano.


   Ya ni siquiera podía estar cerca de él por miedo a que el olor me enalteciese el pantalón. El jodido olor… lo sentía venir.
–¡Eh, Ed! –escuché su voz.
   Mi mejor amigo. Un sujeto alegre y despreocupado, pero severo si lo hacían enojar. Cabello  negro y lacio hasta poco abajo de los hombros. A veces lo sujetaba en una coleta corta y alta cuando practicaba basquetbol en la escuela. Solía meterse en peleas fácilmente, sobre todo cuando ponían en duda su hombría, diciéndole cosas como que su cabello era de niña y que escuchaba música de maricas. Luego, todos esos imbéciles, aprendieron a no meterse con él, pues tenía los huevos más grandes que los de todos ellos juntos. Sí, agradecía no ser su enemigo, definitivamente. Pero ese olor me embriagaba y me ponía de mal humor saber que me alteraba tanto… Y no estaba seguro de por qué, pues era la primera vez que me pasaba.
–¿Qué quieres, Daniel? –contesté con mi voz algo alterada.
–Oye, oye, bájale a tus huevos –rio  por ver mi rostro algo estresado–Vamos a comer algo, que me muero de hambre.
   Asentí y me guio hasta su auto, con el cual fuimos a una cafetería a unas cuadras. Por lo visto, ya había tomado una ducha después de su entrenamiento en el gimnasio de la escuela. Y, adivinen qué… ¡Se había puesto el puto perfume!
–Te he dicho que no te pongas esa peste –le dije y me miró como si no comprendiese –Tu perfume. Recuerda que me da alergia –le recordé, fingiendo taparme la nariz con algo de dolor.
–¡Ah, perdón, perdón! Lo olvidé– sonrió, tocando su nuca con su mano derecha.
   ¿Qué esperaban? ¿Que le dijera “Es que me pones cuando hueles así”? ¿”Es que me hace pensar en miles de maneras de follar contigo”? ¡No, gente, no! ¡Recuerden que era mi mejor amigo! Sólo eso. No más…
–¿Irás a la fiesta de Miss perfecta esta noche? –me preguntó, haciendo referencia a Candy, la chica que hacía que toda la escuela babease.
   Candy era una chica simpática, muy inteligente y deportista, además de ser la organizadora de casi todos los eventos independientes y dependientes a la escuela que organizaban los alumnos. Tenía un cuerpo de poca madre, además de que fue nominada a la más bella de nuestra generación. Y lo mejor de todo… Era que estaba enamorada de mí. ¿Pero saben qué? A mí no me ponía ni tantito. Sí, me imaginaba follando con ella, pero no era algo que realmente me pusiese cachondo.
–Sí, supongo que sí –dije con desgane.
–¡Bien, por fin saldrás de tu cueva de libros! –rio y, en se momento, llegó el mesero con nuestra orden. –Pero en serio –me dirigió la palabra, luego de agradecerle al chico –Qué bueno que por fin te divertirás –metió un pedazo de pan a su boca y comenzó a hablar con ésta llena –¡Es increíble que sólo leas y leas en tu habitación y no pienses en cuanta chica puedes follar! ¿Es que acaso no sabes que eres el sujeto más codiciado de la escuela? –se burló.
   Bueno, no era burla. Era la verdad… Tenía a muchísimas chicas tras de mí, por lo que no era de sorprender que Candy quisiera algo conmigo. Pero no me iba nada. Inclusive el nombre me parecía muy ridículo: Candy.  No, definitivamente las chicas no me iban… de eso me había dado cuenta hacía meses, cuando Daniel comenzó a usar ese dichoso perfume.
–¿Cómo dijiste que se llama le peste que usas? –le pregunté, luego de tomar una bocanada de comida, ignorando sus comentarios.
Kevin. –me contestó –Acá entre nos… desde que lo uso, tengo más polvos que de costumbre. –rio y, al ver mi rostro de seriedad, continuó –¡En serio, hermano! ¡Esta cosa vuelve locas a las chicas!
   Sí, Daniel, sí… Si supieras que no sólo chicas. Callé y continué comiendo, mientras escuchaba las odiseas sexuales de Daniel. Dos morenas la semana pasada y una rubia, además de un faje con una pelirroja. Evitaba escuchar los detalles, pues podría imaginarme en el rol de la chica de sus relatos… un… momento…
   Oh, mierda, ¿de verdad había pensado eso? ¡Mierda, no! ¡Ni de coña daba el culo! ¿Qué demonios pasaba por mi cabeza al pensar semejante estupidez?
–Oye, Eduardo, ¿me estás escuchando? –preguntó algo irritado al ver que me perdía en mis pensamientos.
–Ah, sí, perdón, me quedé pensando en… Candy –mentí y sonrió amplia y lujuriosamente.
–¡Oh, así que ya estás planeando el polvo de esta noche! –sonrió y bufé. Si de verdad supiera lo que pensaba en realidad.
   De acuerdo… Quizá el perfume sólo me mareaba y no dejaba que mi cerebro se oxigenase lo suficiente, quizá sólo era eso. No es que yo fuera un marica entrega-culo, no, ni de broma. Lo haría con Candy esa noche. Le demostraría al maldito creador de ese perfume que yo no era un homosexual afeminado.


   Y, sí. Esa noche, después de varias cervezas, logré que Candy me invitase a su habitación, en el piso de arriba. Ella estaba prácticamente sobria, por lo que no me preocupé tanto de verme como un patán aprovechado. En cambio, yo estaba algo mareado por el alcohol recorriendo mi sangre. Terminó sobre mí, en su cama. Desabrochó mi pantalón y, sin vergüenza alguna, comenzó a masajearme con ansias. Solté un gemido y sonrió. Joder, se sentía tan bien… y gemí de nuevo cuando metió mi miembro a su boca.
–Uhm… La tienes… enorme –alcancé a escuchar, mientras separaba su boca de vez en cuando para lamerme la punta del pene.
   Por un momento, mi cerebro logró intercambiar ese chillón tono de voz, por el de Daniel… esa voz tan efervescente, tan suave y tan deliciosamente... ¡Ah, mierda! El recuerdo del perfume me inundaba; sólo podía pensar en que, de alguna manera que aún no comprendía, ese olor me ponía más que hirviendo la piel. Pero… ¿En qué momento había dejado de percatarme de la presencia de Candy? ¿Cuándo habían comenzado mis pensamientos… con Daniel? ¿Qué se suponía que estaba pasándome…? Llegué al orgasmo, con algo de confusión aún. Terminé haciéndolo con Candy. En ningún momento quise verla a los ojos, porque de alguna manera, recordaba los de Daniel.
 

                                                                                                               No, yo no era un maricón.


   Ojalá pudiese decir eso con tanta facilidad y seguridad. No podía sacarme el puto olor del dichoso perfume Kevin. Y, al contrario de mi plan de poder disminuir mis ataques de excitación por el aroma, me ponía cada vez más en situaciones peligrosas estando con Daniel. Mi entrepierna palpitaba de vez en cuando, avisándome que debía permanecer sentado y cubriendo mi pantalón disimuladamente. Cada vez se hacía más frecuente…
–¡Con un carajo, Daniel! ¿Cuántas veces te he dicho que no te pongas esa porquería de perfume? –le grité, estando en la sala de mi casa.
–¡Pues lo siento! Hoy salí con Tiffany, ya sabes, la de la clase de al lado. –me sonrió.
–¡Ah, sí, lo olvidaba! ¡Eres un puto mujeriego! –bufé, cruzando mis brazos,  con un cojín sobre mi entrepierna, ocultando un notorio bulto…
–¡Oye, Eduardo! ¿Qué te pasa? ¡Has estado demasiado raro desde hace tiempo! –me reclamó, acercándose más.
   Oh, mierda. Otro palpitar más… Crecía mi abultamiento.
–¡Aléjate, odio tu perfume! –le grité, casi escupiendo mis palabras.
–¡Si tanto lo odias, dime qué te pasa y dejaré de usarlo!
   Me quedé en silencio.
–¡Vete a la mierda!
–¡Vete tú primero! –me respondió. Ese pareció el contraataque de un chaval inmaduro.
   Estaba más cerca. Otro palpitar.
–¡No seas maricón y dime qué te…! –me gritó, pero odié su palabra. La odié. Tanto, que lo golpeé con todas mis fuerzas.
–¡No me digas maricón, carajo!
–¿Pero qué mierda te pasa, Eduardo? –me reclamó, tocando su mejilla recién golpeada.
–¿Quieres saber qué mierda me pasa, imbécil? –le grité, con la desesperación al borde. Aún tenía el cojín sobre mi entrepierna, sosteniéndolo con mi mano izquierda.
–¡No por nada te lo pregunté! –ironizó y bufó.
–¡Esta es la mierda que me pasa! –lancé el cojín, dejando ver mi erección cubierta por la gruesa mezclilla de mi pantalón.
   Me miró confundido y, luego de dar con mi bulto, palideció.
–¡Tu jodido perfume me pone! ¿Lo entiendes ahora?
–Pensé que eras alérgico…
–¿Alérgico? –reí, desesperado– ¡Por favor, Daniel! ¡Sólo mira esto!
   Oh, mierda…
–Ah… yo… –pareció no saber qué hacer y me comencé a poner nervioso.
   Oh… había sido una mala idea después de todo. Actué sin pensar y estaba por perder a mi hermano del alma. A mi mejor amigo…
–Escucha, sólo es el perfume. –intenté arreglar el asunto –No te lo pongas de nuevo. Es todo. Sólo es el perfume. –intenté tranquilizarlo y pareció convencido por mi explicación.
–D-De acuerdo, Ed.  –respondió y calló unos segundos –Eh… creo que será mejor que me vaya…
–¡Ah, así que huyes! –reí, con algunas lágrimas queriendo salir. ¿De verdad estaba perdiendo a mi mejor amigo?
–¡N-No huyo! Sólo…
   ¿Sólo qué? ¿Sólo le daba asco? ¿Sólo no quería saber nada de mí? ¿Sólo qué?
–Anda, dilo –le apremié, con algo de desesperación.
–Sólo no quiero que sientas algo por mí –susurró, pero alcancé a oírlo –Eres… como mi hermano.
–¡Oye, oye, para el carro! ¡Yo nunca dije que quería hacer algo, ni nada! Sólo dije que tu perfume me ponía, ¿entiendes?
–¿Sólo es el perfume, cierto? –me preguntó, para asegurarse.
–Completamente.
–Entiendo… entonces… Ah –tartamudeaba, nervioso.
–Mierda, Daniel. Soy yo, Eduardo. –bufé –No tienes por qué ponerte así, idiota.
   Asintió y se sentó de nuevo, a mi lado.
 –¿Y? ¿Te vas a quedar callado? –reí –¿Cómo te fue con Tiffany? –intenté relajar el ambiente y pareció hacer efecto.
   Me sonrió, aún algo incómodo, y me contó. Realmente sólo fueron a comer algo y quedaron de verse otro día. Nada especial y parecía que ella no le interesaba mucho a Daniel.

   Hubo un momento en el que Daniel parecía haber olvidado lo de hacía rato y tomó viada contándome de nuevo sus experiencias. Y, sin darme cuenta, me miró y escuché su voz preocupada.
–¿Por qué estás… llorando?–me preguntó y tocó mi mejilla derecha, limpiando una lágrima.
   Su contacto me dio un escalofrío. Había estado evitando que me tocase durante un largo tiempo, pero ahí, fue en vano.  No tenía idea de por qué lo hacía. No tenía sentido que llorase… ¿Cuándo había comenzado? Ni siquiera yo mismo sabía lo que me sucedía. Me quedé en silencio, viéndolo algo asustado y, en ese instante, me lancé sobre él y hundí la cabeza sobre su hombro. Lo sentí estremecerse, pero luego se estabilizó. Sólo no quería que me viese… no quería que, por primera vez, observara mis lágrimas.
–¿O-Oye, qué tienes? –escuché su voz, mientras intentaba tomar mis hombros para sentarme de nuevo.
–¡N-Nada! –y me aferré con más fuerza a él. No permitiría que me viese llorar.
–¿Huh? –bufó. Él sabía que tenía algo, obviamente. –¡No seas idiota, dime!
–No lo sé… ¡No lo sé, carajo! –comencé a llorar más fuerte.
   No comprendía por qué lloraba; no tenía sentido ni razón. Simplemente lo hacía. No podía hablar debido al incómodo nudo que se estaba formando en mi garganta. Me dolía el pecho… pero, ¿por qué?
–Oye, lo… lo siento. –escuché su voz, mientras tocaba mi cabeza.
–¿Qué sientes? –bufé por la ironía…
–No haber sido más sincero contigo. Eso es lo que siento.
   ¿A qué se refería? Callé, esperando su explicación. ¿Sincero? ¿Es que acaso lo había incomodado tanto que prefería perder mi amistad, pero no se atrevía a decirlo?
–Ah, mierda, Eduardo –lo escuché gruñir.
   Sentí su mano derecha sobre mi cadera, adentrándose rápido al interior de mi camiseta, tocando mi abdomen. Di un respingo y me alejé de él, completamente pálido.
–¿Q-Q-Qué haces? –le pregunté, bajando mi camiseta a su lugar inicial.
–¿A caso crees que salgo con todas esas chicas por gusto? ¿De verdad crees que he llegado a tener algo con ellas? –me cuestionó, con algo de desesperación en su voz.
–N-No te entiendo…
   Y era la verdad; no lo entendía. No comprendía a qué se refería o por qué lo decía.
–¡Mierda, Eduardo! –gritó y se abalanzó sobre mí, como un león capturando a su presa. Su cabello suelto se movía tan libremente sobre mí.
   Tenía su rostro frente al mío y su cuerpo encima. ¿Qué se suponía que estaba haciendo?
–¡¿Qué?! –le grité, sintiendo un desgarre en mi garganta. –¡Quítate! ¡Quítate de encima, joder!
   Y, gracias a que tenía mis muñecas sujetas con sus manos, logró inhibirme el movimiento… Además, lo hizo. Me calló… Y adivinen de qué manera.
   Joder. Sus labios sabían bien… Y ese maldito perfume sólo calentaba más el asunto… ¡Pero era él! ¡Era Daniel! ¡El chico con el que crecí gran parte de mi infancia! Con el que compartía todo… con el que reía y con el que me metía en problemas, juntos…  Daniel era prácticamente mi hermano, así que no sabía si eso realmente me gustaba o no… Pero ¿qué podía pensar, teniendo una erección tan grande como esa?
   Se separó de mí, al cabo de un rato y lo miré completamente perdido, confundido y acalorado, además de tener un gran problema en el pantalón.
–Yo… sólo quería darte… celos –me confesó, ocultando su rostro.
   Quedé atónito. ¿Qué había escuchado? No… estaba soñando, sí, seguramente era eso. Daniel nunca me diría algo así. Sí, era un sueño, obviamente. Comencé a reír por la ironía. ¿De verdad había pensado que sólo era el perfume? Por favor… Hasta yo me daba cuenta que me intentaba engañar a mí mismo… Cosa que no funcionó, al parecer. Era demasiado obvio inclusive para mí. Siempre estuve con Daniel, siguiendo sus pasos, aconsejándolo, intentando hacerlo sonreír, hacerlo feliz… Vi su rostro enojado.
–¿Por qué te ríes? –me gruñó y mi risas cesaron. –¡Eres un imbécil! ¡Te estoy diciendo la verdad! –y se levantó del sofá, enojado, dispuesto a irse.
–¡O-Oye, espera! ¡Daniel! –y salió de la casa.
   Mierda… ¡Mierda! Salí corriendo y alcancé a tomarlo de la camiseta. Volteó enojado y me encaró.
–Me gustas, ¿entiendes? ¡Siempre lo has hecho! –me gritó y me abrazó.
   Era más alto que yo, definitivamente… quizá por unos diez o quince centímetros, por lo que agachó su cabeza para recargarse sobre mi hombro derecho, tocando mi cuello. No sabía qué hacer ni qué decir… siquiera saber si debía respirar o no. No lo entendía. ¿De verdad estaba pasando eso, no? ¿De verdad Daniel… se había confesado, cierto? Entonces, ¿qué hacía ahí, dudando? ¿No era eso lo que quería, al fin y al cabo? Lo abracé, calmando mi respiración, después de que ésta se ausentase por unos segundos. Bueno, de cualquier modo, era Daniel… mi mejor amigo. No había persona que me conociese mejor que él… No había otra persona a la cual yo quisiese más y, al parecer, tampoco a la cual desease más.
  

    Ese perfume despertó en mí cosas que no conocía; un alguien que ni yo mismo sabía que existía. Quizá siempre había sentido eso por Daniel, quizá por eso nunca tuve “relaciones normales” con chicas. Si ese era el caso, le agradecía tanto a ese maldito perfume que me drogaba con tanta facilidad.  Además… Ya no importaba si lo usaba o no. Al fin y al cabo, era Daniel.

Notas finales:

Nyan! Les gusto? ^^

A mi si ._. Quiza porque lo escribi yo y soy algo egolatra ~ Ok no :3

En lo personal me enamore de Daniel ! Es un chico demasiado, uhm...  masculino y fisicamente atractivo (para mi) si... es un personaje ficticio, en serio ewe 

En fin!

Gracias por leer y espero que les haya gustado !

Cualquier review es una buena paga y se agradecen de sobremanera ^^ !


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).