En medio de una fuerte llovizna de la gran metrópolis mexicana todo transitaba normalmente; los coches hacían sonar su clac son sin cesar en el agobiante tráfico nocturno, la gente caminaba presurosa hacia su destino, los arboles zarandeaban sus ramas de un lado al otro por la fuerza del viento que soplaba en la ciudad y la acera tenía ese agradable olor terroso de agua mezclada con polvo y grava. Se podría decir que no había nada fuera de lo normal en aquel obscuro día en la ciudad; en donde todos sus ciudadanos realizaban sus actividades diarias; para muchos era la misma e inevitable rutina exceptuando los fines de semana. Con diferenciación de los demás una una triste y solitaria figura lloraba en una sucia esquina de la contaminada ciudad de México a expensas de todo el mundo.
En aquel lugar tan obscuro y solitario nadie lo notaria- pensó James- antes de escuchar un pequeño sonido desgarrador que logro sacarlo de sus tristes y frustrantes pensamientos.- Frente a él una obscura e imponente figura se alzaba en las sombras en tan minúsculo lugar; era obvio que por el tamaño aquella cosa no era humana en ningún aspecto pero James ni siquiera lo había volteado a ver por la vergüenza de que alguien lo vieran llorar.
-Retírese por favor- dijo James entrecortadamente viendo al fin a lo que encontraba frente a él, pero sin lograr ni una sola reacción de aquella obscura imagen que al parecer no movía ni un musculo -.
Parecía más una estatua que estuvo ahí desde un principio que no logro visualizar; que algún ser viviente que se hubiera topado con aquel callejón- fue lo que pensó James.
– ¡Pero era ilógico! –
.James recordó inmediatamente; que al llegar accidentalmente a aquel lúgubre sitio no había rastro alguno de una estatua o escultura, ni algo que se le pareciese; solo 3 muros de tabique y concreto desgastados por los años y pequeños desperdicios de papel mezclados con polvo regados en el piso.
Estúpido humano no sabes con quien estás hablando-pronuncio una grotesca voz; chirriante como el sonido de uñas rasgando una pizarra.
James se quedo atónito al escuchar nuevamente aquel desgarrador sonido y estando más atento que la última vez a lo que lo rodeaba, noto que eran palabras las que había escuchado y no un sonido además de saber por alguna razón que había leído sus pensamientos..
-¿Que quiere de mi señor?; ¡no ve que estoy sufriendo!-grito para sus adentros James; estaba tan nervioso incluso mas que cuando hablaba en público, a al saber que si se trataba de un ladrón y si sabía que él era James Branwell; hijo del multimillonario Richard Branwell, lo secuestrarían y se pregunto: ¿Qué sería de él?
-No estoy interesado en tu dinero James Branwell ni mucho menos en tu fortuna! pero si en ti¡ y en el poder que está dentro de ti.-Dijo aquella grotesca figura con un acento tan refinado y cruel como el de un genio criminal de pelicula.
¿Cómo sabe mi nombre? Y ¿A qué se refiere con poder?
Antes de responder la criatura salió de las sombras con un aspecto diferente; la figura que emergió fue la de un chico de aproximadamente 17 años musculoso con cuerpo de deportista, tez pálida como luz de luna, de cabellera negra como carbón y ojos rojo carmesí.
-Perdón por no haberme presentado antes James; mi nombre es Sammael es un gusto al fin conocerte, ¿creo que alguna vez habias escuchado mi nombre? ¿O no?
<<Sammael es el ángel de la muerte amante de Lilith; príncipe de los ángeles caídos, antiguo ángel de Dios que prefirió seguir a Luz Bell y pago las consecuencias de sus actos. >>
-Si he escuchado ese nombre pero no se qué tiene que ver conmigo- grito James
-No me has dejado terminar de explicarte Branwell yo no soy ese Sammael de las leyendas…… dijo secamente y prosiguió- pero sí soy su hijo.
James no podía creer que aquella afirmación fuese cierta, sabía por lo que había leído en leyendas sobre demonios; que redactaban a sammael como un muy antiguo y poderoso demonio; pero no mencionaban nada de que tuviera descendencia alguna.
Si eso es cierto ¿porque me necesita a mí, un simple y común humano?
¿Porque mi querido James?- Interrogo aquel bello muchacho de ojos escarlata.- Es tan simple para alguien con conocimientos como los míos saber que tu eres el angelus caelum et infernum.
-Por su fortuna James había podido estudiar latín por varios años y sabía perfectamente que aquella frase lo era al igual que sabía su significado: “ángel del cielo y del infierno”- se dijo a sí mismo.
-Exactamente joven Branwell , no esperaba menos de usted-
James empezaba a hartarse del tono condescendiente y burlón de Sammael además de que contestara, respondiera o afirmara lo que él estaba pasando.
-Eeehhh…… ¿Por qué estas tan molesto con tu futuro esposo? – pregunto Sammael con un hilillo burlón en su voz.
James quería golpear, arañar e insultar a aquel desconocido ,pero solo se ruborizo ante aquella pregunta.
Antes de poder hacer otro cuestionamiento hacia Sammael , ya tenía a este frente a él; dándole un salvaje y feroz beso.
James sintió que aquel beso logro sacarle el aire de sus pulmones y así era; pero no podía quitarse a Sammael de encima y una parte de su ser aunque fuera una pequeña fracción de este, no quería que terminara su primer y desconcertante beso. James saboreaba cada centímetro de aquella desconocida boca; que lo descontrolaba; desde su sabor agridulce que era como probar cenizas, fuego y pasión todo esto mezclado dando como resultado una un sabor de ternura y una pasión salvaje hasta la textura de los mismos que era tan suave como seda china.
-Sammael déjame por favor- había pronunciado James jadeante y agotado antes de que se le nublara la vista y cayera en una profunda obscuridad.
James estaba parado en un hermoso campo rodeado de césped con hermosas flores en este, todo entre colinas que se alzaban hasta tocar el cielo y un hermoso sol naciente color oro con matices cobrizos. Todo era tan majestuoso pero James desvió su atención al notar que no estaba solo. Frente a él estaba Sammael con una armadura de plata que le cubría casi todo el cuerpo; James tenía que admitir que a Sammael no le iban nada mal las armaduras y menos las plateadas ya realzaban su cabello negro y sus ojos escarlata.
James quería hablar con él para que le explicara lo que estaba sucediendo; pero antes de poder siquiera gesticular con el chico de ojos color sangre sintió una mano en su hombro e instintivamente volteo para ver qué o quién había sido.
Lo que vio era tan hermoso que momentáneamente logro cegarlo y aturdirlo; aquella figura era un joven de la misma edad que aparentaba Sammael. Aquel muchacho poseía cualidades angelicales como su bello tono de piel bronceada, su rizada cabellera dorada y ojos azul zafiro.
James se había quedado pasmado hasta que el muchacho de ojos azules cristalinos hablo:
-¿James estas bien?, ¡James háblame por favor.- creyó haber escuchado decir a aquel chico; pero al igual que con Sammael su relación era la de un extraño en su vida.
Soy yo Sassiel por favor háblame- fue lo último que escucho que le digiera el chico de cabellos dorados del que al parecer Sassiel era su nombre antes de caer nuevamente en una helada obscuridad.