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Amor mustachil por Aisakarin

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Notas del capitulo:

bueno bueno bueno este fic va dedicado a mi amigo Noame que es fan de estos dos... no tiene muy buen gusto... y quisiera disculparme con el porque.... no me ha quedado tan porno como el deseaba me daba mucha vergüenza y es el primer lemmon que escribo.. TT3TT bueno espero... reviews y que os guste? no se xDDD

disfrutat si podeis xDDD

Era un día bonito y soleado, las vacaciones de verano habían iniciado pocas semanas antes, y nuestro querido profesor Agasa paseaba su preciada perrita de raza carlina. Os preguntareis como el profesor Agasa tenía una mascota, pues veréis todo fue gracias a los pequeños detectives.

- - - FLASHBACK - - -

                  

Mitsushiko, Genta, Ayumi y Conan corren desesperados con una cesta en las manos, una lluvia de verano cae sobre ellos. Corrían entre la gente buscando la tierra prometida donde conseguirían lo que anhelaban, apartaban a la gente sin mucho miramiento ni cuidado alguno. Finalmente llegaron y tocaron, como si su vida fuera en ello, el timbre de aquella casa.

Lentamente Haibara y Agasa les dieron la bienvenida a los cuatro, mojados niños, ellos sin pensar entregaron la cesta a Agasa, como si fuera el regalo que más había deseado el hombre en años. Sonriente el hombre cogió la cesta y en abrirla encontró una perrita. Conan explicó que era de raza carlina, raza conocida por su tranquilidad y por ser muy cariñosos, para los cuatro niños el mejor perro para Agasa. Agasa, en parte, se alegró de poder tener una mascota con la que hacer más cosas que la niña con la que vivía, a la que no le hacía ni gracia quedarse. Intentó refutar por todos los medios el quedarse con la perra pero Conan, que cuando era Shinichi, ya había oído sus excusas, consiguió que Agasa se quedase de la perrita. Finalmente la perrita se adaptó genial a la casa, los niños, sin mucha imaginación, la llamaron Carli, y ella se había encariñado con todos los niños y en especial Conan que adoraba los perros.

 

- - - FIN FLASHBACK - - -

 

Explicado ya el porqué el profesor tenía una perrita se disponía a pasearla él, ya que Haibara se negaba y alegaba que era mejor que lo hiciera él así perdería peso. El sol de verano acariciaba suavemente su blanquecina piel, normalmente escondida en el laboratorio. Carli, correteaba por el parte bajo la atenta mirada de su amo, finalmente ella se acercó a él dándole a entender que el parque se le hacía aburrido. Los dos paseaban alegres por la ciudad hasta que el profesor se dio cuenta de a donde su pequeña le había guiado. No era otro lugar que la oficina del detective Kogoro Mouri donde residía el pequeño Conan, al parecer el amor de la pequeña Carli.

Poco a poco subió por la escalera que conducía al apartamento y suave toco a la puerta. Una sonriente Ran le dio la bienvenida y le avisó que ella había quedado con unas amigas y se quedaba él solo con su padre esperando a que volviera Conan. En mal momento había decidido ir a visitar a Shinichi… Kogoro estaba sentado delante de él observándolo de arriba a bajo, con una camisa medio desabotonada y las mangas arremangadas. Agasa estaba tan nervioso que la juguetona Carli se le escapó de las manos y fue corriendo a la habitación de Conan y con ella Agasa detrás.

Al llegar a la habitación del niño Agasa suspiró, siempre se había sentido atraído por Kogoro pero él era hetero por tanto nunca dijo nada…

-          ¿Por qué suspira Agasa? ¿No le gusta mi compañía?- Ahí estaba el hombre que siempre atormentaba los sueños de Agasa, delante de él a muy poca distancia.

-          P-para nada me agrada mucho su compañía.- respondió nervioso.

-          ¿Y por qué está tan nervioso?- una sonrisa apareció en el rostro del detective.- ¿Acaso le gusto?

 

Esas palabras hicieron sonrojar con exceso al pobre profesor ya que había dado en el clavo, Kogoro al percatarse de ello se acercó lentamente y le dio un pequeño beso el cual el profesor no dudó ni un segundo en corresponder haciéndolo más fogoso y profundo. Pronto un baile se inició y como bailarines principales, sus bocas y respectivas lenguas, sus manos que acariciaban el cuerpo ajeno sin ningún pudor y sus caderas que se rozaban buscando un contacto más íntimo.

Kogoro al ser más experto en relaciones guiaba aquel acalorado baile arrastrando poco a poco a Agasa a la cama de Conan, lanzándolo ala cama para luego colocarse cómodamente encima.

-          Esta cama es un poco pequeña ¿no crees?- preguntó un inseguro Agasa, pero la única respuesta que obtuvo fue una lamida lasciva desde la base de su cuello hasta su oreja.- ¿P-pero tu no eras hetero…?

-          Lo era pero… últimamente que vienes más a menudo me has hecho dudar y… verte suspirando de estas maneras me hace perder el control.

Kogoro en un rápido movimiento de manos despojó de  toda ropa en la parte superior de Agasa, poniéndolo más nerviosos y  haciendo que su excitación creciera. El detective lamia el pecho del científico con lentitud y dedicación, jugando entre sus dedos con esos pequeños y rosados pezones que sucumbían a sus caricias, mientras gemidos agudos y tímidos brotaban por la garganta del científico. Kogoro desabrochó el pantalón del profesor mientras tímidamente el otro despojaba de la camisa del detective, el cual pasó su mano sobre el slip notándolo mojado y observando como la punta asomaba por fuera. Una sonrisa apareció en el rostro de Kogoro despojando al científico de toda la ropa que le restaba quedando totalmente desnudo y a la merced del detective. Suavemente empezó a besar el tobillo del más mayor haciendo que el otro suspirara sin parar, lamió hasta la rodilla por la que siguió avanzando dando pequeños moriscos y dejando algunos chupetones. Unos pequeños y tímidos gemidos salían por la boca de Agasa sin ningún pudor, el más mayor sentía que se derretía entre esos brazos. Finalmente Kogoro llegó a la ingle, la cual lamió haciendo un agradable y excitante cosquilleo al mayor, gracias a su pequeño bigote.

Masajeaba lentamente la erección del profesor oyendo esos excitantes gemidos, que deseaba oír más altos, mientras lamía, primero sus pezones y luego su entrada. A tales cariños Kogoro notó como la entrada se humedecía y se abría a él y sin hacerla esperar lamió sus dedos metiendo uno oyendo un gemido por parte de Agasa. Un excitante calor recorría el cuerpo de Agasa que aumentaba con cada dedo que metía Kogoro, que buscaban insaciables el punto más sensible de Agasa. El profesor indefenso ante Kogoro intentó quitarle el pantalón a lo que el detective respondió mordiendo el pezón, que segundos antes estaba lamiendo, provocando una descarga eléctrica por el cuerpo de Agasa, que terminó en la mano de Kogoro.  

Un avergonzado y algo molesto Agasa empujó al detective hasta sentarlo en una silla que había allí donde despojó de la ropa del más joven y con lentitud comenzó a lamer toda la extensión del otro, des de la base hasta la punta, lamiéndola como si de un caramelo se tratase. Su gran bigote hacía un cosquilleo en el otro que nunca había sentido, Agasa la lamía y engullía rápidamente, y con sus manos masajeaba sus testículos y mientras el profesor lamía el glande sus manos subían y bajando por su extensión variando la velocidad y presión. Una ráfaga de sensaciones recorría el cuerpo del detective, no podía creer que lo disfrutara tanto con un hombre, poco a poco sintió que se venía pero un algo resentido o mejor dicho travieso Agasa entró en escena, ya que cuando Kogoro sentía que iba a explotar el profesor depositó su dedo en el glande para que no pudiera hacerlo. Kogoro gemía por las sensaciones de que quería venirse y de cómo Agasa lamía, besaba y chupaba su pene como queriendo recordar y memorizar cada milímetro de carne. Finalmente Agasa apartó su dedo, dejando que el otro se viniera, lamiendo toda la semilla que salía de su nuevo caramelo.

Kogoro excitado con exceso lanzó lascivamente a Agasa a la cama donde él se posicionó entre sus piernas, pero antes de entrar, algo burlescamente le susurró en el oído:

-          Así ya está bastante lubricado ¿no?- ante tal comentario Agasa hizo una risa de aprobación y mientras Kogoro rozaba la punta con la entrada del otro le susurró- ¡oh…! Aquí está bastante húmedo.

Dicho esto Kogoro empezó a empujar lentamente en el interior de Agasa,  que solo podía gemir y sonrojarse más por momentos.

Kogoro iba lento intentando no dañarlo, mientras daba mimos al otro para que no sintiera ningún dolor, acariciando su erección y lamiendo sus pezones. Cada vez Agasa se impacientaba más quería más contacto y más carácter del detective así que susurrando y mordiendo el lóbulo de su oreja suplicó por más. Y dicho y hecho, el detective embestía contra el cuerpo del mayor el que solo podía sujetarse en sus hombros y gemir lo más alto que podía el nombre del gran detective durmiente. Lo hicieron muchas veces, haciendo posturas que jamás pensarían que se les ocurriría, se corrieron tantas veces que ninguno recordaba cuantas, y finalmente cayeron rendidos a Morfeo.

El primero en despertarse fue Kogoro, ya que no estaba acostumbrado a oír a un perro ladrar en su oreja. Esa era Carli que deseaba volver a casa, Kogoro se levantó lentamente y empezó a arreglar la habitación del pequeño, sin despertar al más mayor. Finalmente, como solo faltaba arreglar la cama, despertó a Agasa que se vistió y con un corto beso se despidió.

 

 

Dos días después en casa de Agasa se encontraba un aburrido Conan y un ensimismado Agasa, ya que Haibara había salido a pasear a Carli como castigo por unos experimentos extraños. Conan y Agasa se sentaron en el sofá y los dos hicieron una mueca de dolor que no dieron importancia. Conan se recostó en el sofá y, como llevar lo agota, lanzó las gafas a la mesa que, curiosamente, apretó un botón de las gafas y comenzaron a reproducir la grabación del día especial de Agasa. Los gemidos de Agasa mezclados con los de Kogoro hicieron que ambos de sonrojaran y que el pequeño Conan entendiera las muecas de dolor del mayor al sentarse. Así que con una sonrisa pícara dijo:

            -Así que… Kogoro, eh?- señalando las gafas. Ha este acto Agasa respondió.

            -Así que… Hattori, eh?- señalando la ventada por la que se podía ver perfectamente la habitación de la casa del joven. 

Los dos algo sonrojados decidieron que no se lo contarían a nadie y sería su gran secreto.


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