Un reino brillante como el oro se divisaba en la lejanía. Su brillo le hacia parecer de oro y su resplandor realmente atraía miradas. Sin pasar por alto otro pequeño detalle, su situación. Un lugar inaccesible para esa especie llamada humanos y en el que la paz solía reinar. Era el Reino Royaume, donde habitaban gran cantidad de lindas y escurridizas sirenas.
Y la más bella de todas ellas era su príncipe, Monkey D Luffy, amado por todos y sobre protegido por su abuelo, el soberano del Reino.
Es común pensar que las sirenas escapan de los humanos y nunca se muestran ante ellos, pero eso es lo mas alejado de la realidad. Una habilidad de las sirenas consiste en poder convertirse en humanas cuando salen del agua, aunque vuelven a la normalidad (recuperan su cola y su mejorado oído) cuando se mojan con agua salada. Por eso desde hace años el Reino Royaume comenzó un programa de “investigación a los humanos”.
Esta investigación consiste en integrarse en su ecosistema y reunir datos para una posible futura guerra. A fin de cuentas, son seres con grandes conocimientos sobre armas. Al reino habían llegado noticias de las guerras entre ellos, en las que los muertos no se podían contabilizar y muchas veces no eran devueltos a sus familias. Eran seres crueles. Despiadados. Pero lo peor de todo, eran poderosos.
Sin embargo, estas eran cosas que Luffy no llegaba a comprender. Para el los humanos eran posibles amigos, y no comprendía la total negación de su abuelo a que se relacionara con ellos.
Debido a esto, todos los días se podía escuchar una discusión por todo el palacio...
-¿por que?¿por que?¿por que ?¿por que?-preguntaba una y otra vez un pelinegro
-porque es peligroso¡¡esos monstruos te matarán- gritaba el rey
-pero otras sirenas si van¡
-ellas están entrenadas para hacerse pasar por humanos, a ti te descubrirían enseguida¡
-¿y que tiene de malo? Seguro que are algunos amigos¡
-no es no¡ son seres muy peligrosos y no te vas a poner en peligro por una tontería así¡
-p..pero...-dijo el pequeño Luffy al borde del llanto
-no hay peros, vete, tengo cosas importantes que atender, en vez de tus tonterías – sentenció su abuelo.
Y así se repetía, día tras día, semana tras semana, Luffy no desistía en su intento. Definitivamente el conocería a los humanos y demostraría que podría ser su amigo. Si eso haría. Entonces el aquel tonto viejo que no lo creyó tendría que tragarse sus palabras. A fin de cuentas los humanos no podían ser tan malos.....¿no?
*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*
Mientras en en anhelado mundo humano de Luffy
+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*
Un gran barco navegaba tranquilamente sobre el calmado mar. Su tripulación disfrutaba del soleado día que tenían. Era anhelada esa tranquilidad en sus vidas, pero también había sido renunciada cuando se unieron a aquella tripulación. Porque los piratas no tienen tranquilidad. Solo diversión , luchas y compañeros ruidosos. Por eso la tranquilidad era pocas veces anhelada, pero de vez en cuando siempre era bienvenida.... aunque los marines nunca le dejaban perdurar durante mas de un momento.
Hay estaban, una salva de cañones advertía a los piratas de la llegada de varios buques de la marina. Pero el atrevido ataque de los marines se vio frenado de golpe al ver el jolly roger que ondeaba en lo alto del mástil. Y es que cuando desafiás al Rey de los Piratas nunca sabes si sobrevivirás....