Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sweet Candy por SHINee Doll

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

13.02.14.  ¡Feliz San Valentín a todos!

Notas del capitulo:

Dedicado a Faby porque, bueno, todos aman a Faby (?). Igual está escrito con mucho cariño para todos. ESpero disfruten esta primera parte.


— Cuando acepté salir contigo de compras, definitivamente no tenía esto en mente.

Kibum volvió los ojos hacia su amiga, sonriendo burlonamente. Sooyoung suspiró, abriéndose paso entre la multitud, esperando salir de ahí en una sola pieza y libre de rasguños. De sólo recordar la vez que salió con Jessica el año anterior para comprar el regalo de Jinki, su novio, la joven Choi se estremecía. Para ella, San Valentín era una fecha peligrosa; muy peligrosa.

— Así que… — siguió al no obtener quejas del rubio. — ¿le darás chocolates a Minho? — él enarcó una perfecta ceja, haciendo una mueca. — Bueno, como es lo único en tu cesta…

Kim formó un puchero, mirando disimuladamente la canasta metálica entre sus manos. En efecto, llevaba consigo chocolate para derretir, bombones, palillos de plástico y algunas chispas de colores. Aunque, ¿por qué debían ser para Minho?

— Mi hermano estará encantado. — bufó, dejándola parlotear tanto como quisiera. — Eres tan lindo.

— Sooyoung. — la llamó luego de varios minutos. — Cállate.

Ambos sonrieron sin mirarse. Ella porque sabía que su amigo estaba planeando sorprender al otro muchacho, cosa que lograría sin duda. Él porque se sentía idiota, y también creía serlo.

Kibum pensaba darle a Minho un pequeño obsequio; dulce y casero, lleno de amor.

— — —

— No puede ser tan difícil, no puede ser tan difícil, ¡a quién diablos se le ocurrió decir tal cosa! — Kibum lanzó la cuchara para sopa dentro del fregadero, molesto. Echó una mirada despectiva al recipiente con chocolate quemado. — ¡No es fácil!

Eran las ocho y media de la noche del trece de febrero. Para el único hijo de los Kim la "sencilla" tarea de preparar bombones con chocolate se tornaba toda una hazaña.

— Odiaré a Taemin por esto. — se quejó de nuevo, mirando detenidamente el horno de microondas en una esquina de la mesada. — ¿Y si uso esa cosa?

Abrió una bolsa más de chocolate y la puso en un plato para caldo, robándose un trozo antes de llevarlo al microondas y marcar el tiempo, 01:00 minutos. Lavó la cuchara y la secó con una servilleta, viendo la cuenta regresiva del electrodoméstico. Apagó su celular a pocos segundos de que el artefacto sonase, seguro de que su móvil era responsable de todo ese chocolate quemado. Después de todo, siempre olvidaba las cosas en la estufa cuando le llamaban Jonghyun o Hyoyeon.

El reloj quedó en 00:00 y Kibum corrió a ver el chocolate. Lucía mejor que en sus anteriores intentos por derretirlo, así que sonrió ampliamente, revolviéndolo camino a la mesa de comedor. Tomó uno de los bombones y lo puso en el palito de blanco plástico, concentrado en la labor. Cuatro cucharadas de chocolate para bañarlo, una zambullida en el dulce y lo escurrió dando golpecitos al palito en el borde del plato. Una lluvia de grajeas y chispas de todos colores; y una sonrisa muchísimo más grande. Tiró de una tabla de madera con hoyuelos que Jessica le prestó y la puso en el agujero más alejado, mirándolo con diversión. Sí era sencillo, después de todo. Tomó otro e hizo lo mismo, sonriendo hermosamente a cada paleta.

Pasaban de las once cuando llegó Minho, con quien venía compartiendo apartamento el último año y medio. El moreno le contempló en silencio por varios minutos, siguiendo cada movimiento de las manos delicadas. No todos los días se observaba al rubio inmerso en una tarea de esa clase.

— ¿Muy ocupado? — preguntó cerca de su oído, sobresaltándolo. La cuchara cayó dentro del plato y Kibum se salpicó el rostro de chocolate. — Demasiado dulce, ¿no te parece?

— Me asustaste, Minho. — le regañó, mirándolo ceñudo. Muy en el fondo, el mayor se sentía avergonzado de ser descubierto a mitad de su tarea. — ¿Por qué llegas hasta ahora?

— Estaba en casa de Yuri. — se encogió de hombros, sonriendo con travesura.

— ¿Yuri? — el rubio se puso de pie, cruzándose de brazos. — ¿Qué hacías ahí?

— Yo no te interrogo cuando sales con Sooyoung.

— Tu hermana es punto y aparte. — rezongó. — ¡Y no te estoy interrogando!

— Estás haciendo dulces, ¿para quién son? — Minho afiló la mirada, molesto.

— Eso no te incumbe. — señaló ofuscado, sin quitarle los ojos de encima. — Te hice una pregunta y estoy esperando que...

— Son para Jonghyun. — interrumpió el alto, enfadado. — Finalmente decidiste decirle que estás enamorado de él y vas a declararte con dulces, ¡qué romántico!

Se dio la vuelta, dispuesto a marcharse, pero las palabras de Kibum lo detuvieron:

— Tienes razón. — admitió, y el corazón de Choi se detuvo. — Hay alguien que me gusta. No, es más que eso; estoy enamorado de una persona. Me has visto sonreír, llorar y reír a causa de ella, de los momentos que compartimos y las peleas que tenemos. Sí, Minho, voy a regalarle dulces, bombones con chocolate, que he estado haciendo toda la tarde, y de esa forma le diré lo que siento. Es cursi y estúpido, pero...

— Jonghyun estará feliz. — volvió a interrumpirle, formando sus manos en puños. — Es igual de ridículo que...

— No son para él. — cortó furioso, tomando el plato con restos de chocolate para llevarlo al refrigerador, poco dispuesto a terminar lo iniciado. — Tienes razón, esto es ridículo.

Las palabras del rubio salieron cargadas de tristeza, dolor y reproche. El menor se volvió, mirándole con sorpresa y nervios. Kibum mantenía la cabeza gacha y por el leve temblor de sus hombros supo que se contenía para no llorar con demasiada fuerza. Minho se sintió terriblemente mal, pero apenas dio un paso hacia él, el mayor se secó las mejillas y pasó a su lado para dirigirse a su alcoba.

Choi supo que le había lastimado y, para su mala suerte, no tenía oportunidad alguna de disculparse.

— — —

Kibum se tumbó en la cama, mirando el techo con tristeza. ¿Por qué Minho había dicho todo eso?, ¿quién era él para burlarse de sus sentimientos, para considerar sus acciones ridículas? Secó una lágrima más con fuerza, con enfado y desilusión, soltando un quejido por lo bajo.

— Estúpida rana torpe y cruel. — musitó, mordiéndose el labio inferior. — ¿Por qué, entre todos, debías ser tú? — golpeó el colchón con la palma de su mano, cerrando los ojos con fuerza. — ¿Por qué tú?

Esa pregunta se repetía en su cabeza desde mucho tiempo atrás. Empezó un par de meses luego de conocer al hermano menor de su amiga y siguió hasta la actualidad, siendo ambos compañeros de apartamento, de universidad y buenos, muy buenos, amigos también. Para Kibum no era sencillo convivir con Minho por la simple razón de que le quería de un modo especial y verlo todos los días más que hacerlo feliz le llenaba de angustia y lo volvía masoquista.

"Peor es no verlo", se recordó, trayendo a su memoria ese montón de noches que el alto no llegó a dormir y que le dejó terriblemente preocupado durante horas que parecieron días.

— Estaba en casa de Yuri. — repitió en algún momento de su martirio psicológico. — ¿haciendo qué?

Él sabía de sobra los sentimientos e intenciones de la muchacha para con Minho, cosa que el otro o desconocía o fingía no saber. Sin embargo, Kibum no pasaba desapercibidas las miradas de la joven, así como tampoco sus sonrisas, coqueteos e insinuaciones. ¿Qué pensaría Choi de ella?, ¿también le gustaba?

— ¿Por qué dejo que esto me afecte? — saltó fuera de la cama. — Aún no termino los chocolates. — salió de la habitación para internarse en la cocina. Minho seguía en la sala, culpándose por su estupidez, pero Kibum no reparó en su presencia y el menor prefirió darle un poco de espacio.

El rubio se movía por la cocina de nueva cuenta. Llevaba platos con chocolate de un extremo de la habitación a otro. Entraban y salían del microondas. Por la mesa se esparcían moldes con figuras de osos, corazones y rosas. Se llevaba pequeñas probadas del dulce a la boca a cada rato, empalagándose por tanta azúcar, pero con una sonrisa brillante.

Minho le miraba atentamente desde su escondite, tratando de no reírse por los pucheros y gestos infantiles de su compañero. Saber que los chocolates no eran para Jonghyun le alegraba, aunque el saberlos para otro igual le dejaba un mal sabor de boca.

¿Por qué Kibum no se daba cuenta de sus sentimientos, de lo celoso que se ponía por esos detalles? A él le gustaba el de orbes felinos, y por esa razón se había mudado con él. Cosa que el otro desconocía.

— Kibummie. — le habló suavemente, rozando con sus labios la oreja levemente enrojecida por la vergüenza, abrazándolo con sutileza por la espalda. — Lo siento, no quise decir que tus sentimientos fuesen ridículos, sólo que me molestó el pensar que te guste ese perro pulgoso.

— ¿Qué tienes contra Jjong? — preguntó serio, vaciando chocolate en un molde. — También es tu amigo, Minho, y es una persona maravillosa, así que no vuelvas a decirle así.

— Eso es lo que me molesta. — continuó, apoyando su mejilla contra la cálida del mayor. — Siempre le estás defendiendo. Dime, Kibum, ¿por qué conmigo no eres así?

"Porque estoy enamorado de ti, idiota", respondió en su mente.

— A veces quiero que me trates como a él, así de cariñoso y dulce.

— Minho...

— ¿Te mataría hacerlo? — negó, sorprendido. — Me gusta ese Kibum, es tierno y simpático.

— ¿Q-Qué?

Besó la mejilla enrojecida y manchada en chocolate, terminando de tomar desprevenido al otro. Volvió a hacerlo dos veces más, bajando lentamente, degustando el sabor de aquellas salpicaduras dulces que se esparcían por el rostro del mayor. Kibum se apartó cuando lo sintió cerca de sus labios, con el corazón latiendo violento y su cara más roja que una luz de semáforo.

— Es tarde, vete a dormir.

— No quiero. — una pequeña sonrisa se instaló en labios de ambos. — ¿Te distraigo?

— ¿Quién no se distrae cuando una jirafa alienígena con complejo de rana le mira fijamente y tan cerca? — Kibum se encogió de hombros, riendo suavemente. — Ya vete, Minho.
— Sólo porque me lo pides amablemente. — repuso sarcástico, sacando sus brazos del que rodaba los ojos. — Buenas noches, Kibummie. No te acuestes muy tarde.

— ¡Vete ya!

Y Choi obedeció, desapareciendo entre risas y palabras que el otro prefirió no escuchar.

— — —

El reloj marcaba las 5:30 am cuando Minho abrió los ojos. Se estiró perezosamente en la cama, quejándose ruidosamente. Habitualmente a esa hora se escuchaban los pasos de Kibum por el pasillo y la sala. Sin embargo, esa mañana, en el apartamento reinaba el silencio a pesar de ser tan temprano. Frunció el ceño, reparando en el detalle. Apartó las sábanas y se sentó, parpadeando confuso.

Sobre la mesa de noche, junto a la lámpara comprada por Internet, justo a lado de su móvil, una caja de cartón corrugado con un enorme lazo rojo lucía brillante, llamativa y victoriosa. Más allá, una bolsa con bombones.

Minho tomó la tarjeta con el corazón latiéndole violento y una extraña sensación en el estómago. Acaso...

"Eres un tonto, pero así te quiero. Feliz San Valentín, Minho."

¿Cómo es que Kibum se había colado a su habitación sin que se diese cuenta? Sonrió enormemente, destapando la caja para comerse uno de los chocolates. Una duda asaltó su mente. ¿Se trataba de chocolates "eres mi mejor amigo y te aprecio" o de chocolates "de ti hablaba ayer, gran imbécil"?

Si era lo primero, no había problema. Si era lo segundo, posiblemente le diese un infarto. ¡Necesitaba ver a Kibum! Él siquiera le había comprado un regalo.

Lástima que, por vez primera en la vida, Kibum salió de casa muy temprano.

— — —

— ¡Minho! — Jinki corrió hacia él, golpeándole el brazo suavemente, en un gesto amistoso. Los ojos pequeños de Lee le analizaron el rostro con esmero, casi poniéndolo incómodo. — Algo bueno ha pasado, lo veo en tus ojos, ¿finalmente le dijiste a Kibum lo que sientes?

— No. — desvió la mirada, buscando al muchacho en los alrededores. — Creo que él se me ha declarado a mí, no estoy totalmente seguro.

— ¿A qué te refieres? — interrogó, curioso.

— Me dio chocolates. Bueno, los dejó en mi cuarto. — Jinki sonrió, conteniendo las ganas de reír. — Una enorme caja y una bolsa con bombones y dejó una nota y...

— Suele hacer eso cada año, ¿no sabías? — se burló el mayor, despeinándose los castaños cabellos.

Minho negó, comenzando a desilusionarse. Quizá Kibum le estaba cumpliendo su deseo de tratarlo como a Jonghyun, como a sus otros amigos, o como a todos los demás.

— ¿Le has visto?

— Está con Jonghyun.

Tal vez y no significaba nada en realidad. No, él quería pensar que sí. Kibum se sentía del mismo modo, estaba seguro. También pensaba asegurarse de ello, aunque primero debía encontrarle y apartarlo de las garras de Jonghyun, quien trataría -como cada año- de mandarle indirectas con la esperanza de tener una oportunidad con el de orbes gatunos.

— ¡Kibum! — gritó tan pronto le vio, borrándole la sonrisa del rostro. — Ven aquí.

El rubio movió la cabeza en señal de negación, girándose nuevamente hacia un enfurruñado Jonghyun. Suspiró, abatido. Pocas ganas tenía de ser ignorado, así que optó por la solución más sencilla (así como drástica): secuestrar a Kibum.

— Lo siento, pero no me dejas otra opción. — tomó su muñeca y lo arrastró lejos del más bajo, sonriendo victorioso cuando el rubio le siguió sin oponer resistencia. — Debo hablar contigo.

Kibum puso los ojos en blanco, seguro de que esa charla no los llevaría a ninguna parte. Minho resultaba una persona bastante lenta cuando se trataba de sentimientos, declaraciones, confesiones y cosas cursi-melosas. Sooyoung se encargó de frenar la carrera de ambos, frenando a su hermano al poner una mano en su pecho, dedicándole una enorme sonrisa burlona al rubio.

— Kibummie ~ — le abrazó por el cuello, ignorando el enfado de su hermanito. — ¡Feliz San Valentín! — y dejó un sonoro beso cerca de la boca acorazonada, provocando que los ojos enormes de Minho se abriesen aún más. — Chocolates italianos. — indicó, sacando de su bolso una pequeña cajita azul. — Sé cuánto los amas, así que le pedí a Kyuhyun que los trajera ahora que viajó a Europa.

— Gracias. — susurró él, sonriendo bobamente. Minho enarcó una ceja. ¿Por qué Sooyoung sabía eso y él no? — Dejé tu regalo dentro de tu casillero.

— ¡Eres el mejor! — y volvió a besarle, sólo que esa vez en los labios, apenas un roce para ambos, ¡un golpe muchísimo muy bajo para el que les miraba! — Te adoro, Kibummie.

— Su amor me enferma. — rezongó el alto cuando la mayor se alejó.

— Soo es una linda chica, y no lo digo porque sea tu hermana. — admitió. — Más le vale al idiota de Kyuhyun cuidarla o me encargaré de hacer que le den una buena lección.

— ¿Kyuhyun?

— Nunca te enteras de nada. — negó, empezando a caminar sin él. — Eres tan lento.

— Tal vez sea porque no te das a entender.

— ¿Ah? — se mordió el labio, divertido. — Minho, no estamos hablando de mí.

— Ahora sí. — dio dos enormes pasos y lo tomó por los hombros. — ¿Qué significó eso?

— ¿Eso qué? — enarcó una ceja, poniéndose serio.

— Eso, Kibum. — repitió. — ¿Qué significó?

— No sé de que me estás hablando.

— ¡Deja de darle vueltas!

— ¡No lo estoy haciendo!

— ¡Si lo haces!

— ¡Que no! — chilló, quitándole las manos. — Eres tan molesto.

— Y tú eres... tú eres...

Kibum perdió la sonrisa cuando, de forma brusca e inesperada, la mano de Minho fue a parar a su nuca y sus labios chocaron con demasiado fuerza. Kim le hubiese apartado de ser cualquier otro por la situación en sí, pero con Choi fue diferente. Cedió al instante, tirando de la playera del más alto para saberlo real, besándolo como si la vida se le fuese en ello.

Ya habría tiempo para entender muchas cosas... después.

Notas finales:

¡Feliz San Valentín a todos! Los quiero ^^


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).