STRAWBERRY MARMALADE
Mermelada de fresa
Para Makonhi Potoya
Era de mañana y estaba realmente agotado, hubiera esperado poder dormir un poco más, pero lastimosamente el estómago de su pelirrojo amigo era otro cantar, por ello ahora se encontraba adormilado en la mesa de su casa, mientras Ron engullía todo a su paso. Eso hasta que lo vio, un pequeño bote con mermelada de fresas. Hace mucho que no servían mermelada de fresas para el desayuno, las últimas habían sido de calabaza por las pasadas fiestas de Halloween y, de curiosamente, menta roja y transparente, simulando a los bastones de caramelo típicos de navidad, ¡Oh hacía cuanto deseaba poder comerse unas tostadas con mermelada de fresa!
Sin vacilación tomó el bote, ¡nadie le quitaría su preciada mermelada!, cogió una cucharilla y sin pan, tostada, o galleta salada alguna en su plato se dispuso a comer su tan preciado alimento.
La primera cucharada que llegó a su boca, fue completamente sublime, tanto así que no pudo detener ese pequeño gemidito de placer, al sentir el dulce sabor de las frutas y la textura de la mermelada misma. Realmente feliz, metió la cucharilla de nuevo, para poder disfrutar de aquella rojiza mezcla, cerrando los ojos y lamiendo la cuchara con total gula, sin ser realmente consciente de lo que ocurría a su alrededor.
Ya estaba acabándose la mermelada, era la última cucharada y la disfrutaría al máximo, la sacó con lentitud, aproximándola a sus labios cerrados, para después sacar su golosa lengua y lamer concienzudamente lo último de aquel dulce. Después de saborear esa última cucharada, abrió sus ojos, no sabía en que momento los había cerrado, sintió algo frío cerca de su boca, así que llevó una de sus manos hacia su rostro, era mermelada, quizá en algún momento se le habría caído de la cucharilla o de su boca; la tomó con un dedo que procedió a chupar de manera indecente para quien lo viera. O así lo veía en la mesa de las serpientes un rubio, quien en esos momentos, quería ser esa mermelada, y es que Potter no sabía el efecto que causaba con lo que eran para él inocentes movimientos. Una completa delicia.
Se levantó de la mesa, estaba seguro de que si seguía viendo como esa traviesa lengua continuaba lamiendo golosamente ese dedo, pronto tendría problemas y él era un Malfoy después de todo, no se podía dejar llevar por puros instintos carnales.
Harry después de sentirse satisfecho con la mermelada ingerida, salió tranquilamente hacia su torre, en las prisas de Ron por hacerlo bajar a desayunar, olvidó su maleta, así que con este pensamiento iba el ojiverde, hasta que fue acorralado por el rubio Slytherin.
Después del cruce habitual de palabras irónicas entre ambos, ahora se encontraba el moreno aferrado al cuello del rubio quien le estaba besando con hambre. Era un beso fiero y demandante, iniciado quien sabe si por el mismo Gryffindor o por el mismo Malfoy, lo único que sabía Draco era que la mermelada definitivamente sabía mejor de los labios de Potter y Harry sabía que después de ese beso, de esos labios no habría quien se le comparase. Los besos de Draco le habían gustado tanto como la mermelada de fresa.