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Corazones Solitarios por Enma

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Notas del fanfic:

Soy nueva en esta categoría pero aun así espero y esta pequeña historia sea de su completo agrado.

Notas del capitulo:

Como ya mencione, soy nueva en esta categoría y para ser honesta ya tenía mucho tiempo que no publicaba nada nuevo, así que espero y le den una oportunidad a esta pequeña locura que quise compartir con todos ustedes…

Los intensos rayos del sol se colaban de entre las blancas cortinas, iluminando la amplia y pulcramente ordenada habitación.

Sin embargo, eso no era suficiente para irrumpir el profundo y tranquilo sueño en el que se encontraba inmerso el dueño de la misma, por el contrario, el estridente y molesto tono del teléfono en la otra habitación, si lo era.

Con fastidio, se cubrió el rostro con la mullida almohada con la clara intensión de ignorar el insistente sonido, esperando que quien sea que estuviese impidiendo su reparador sueño matutino, desistiera de intentarlo; lo que en un principio pareció una buena idea, ya que el bendito aparato ceso de sonar.

No obstante, solo paso un par de minutos para que nuevamente volviera a resonar por todo el apartamento.

- No otra vez… - murmuró, al tiempo que arrojaba la almohada al suelo y se incorporaba para decirle dos o tres verdades a quien sea que osara molestarlo a “tan temprana hora” en domingo, y más después de haberse desvelado por culpa de su loca e impertinente hermana que lo aturdió por horas riñéndolo por como manejaba su vida y relatándole lo mucho que había cambiado la suya desde que encontró cierta agencia de citas.

Se apresuro hasta la sala, cogió el teléfono y antes de contestar contó mentalmente hasta diez.

- Diga… - pronuncio con cansancio.

- Buenos días, por favor con Alex Miller. – dijo la suave voz del otro lado de la línea.

- Si, el habla. – respondió con recelo, puesto que por lo general preguntaban por su hermana Alexandra y no por él.

Un incomodo silencio se prolongo antes de que la titubeante voz de la mujer se volviera a escuchar.

-B-Bien, solo llamaba para confirmar su asistencia en el restaurante Reforma 500 del Hotel Four Season, su cita ya confirmo la reservación, así que solo llamaba para corrob… -

-¿Mi cita? – inquirió sin terminar de comprender lo que estaba ocurriendo.

La mujer ni siquiera se inmuto ante la abrupta interrupción, lo más probable es que estuviera acostumbrada a ese tipo de reacciones.

-Así es, si usted no fue quien nos contacto para tener una cita a ciegas con otro “corazón solitario” bien pudo ser algún amigo o familiar, pero si en realidad no desea asistir, creo que cancelar sería lo más decente. – se oyó un extenso suspiro antes de que la mujer prosiguiera a bombardearlo con mas información. – Estoy segura que su cita apreciaría más que cancelara ahora a que “lo” plantase en pleno Día de San Valentín. –

¿Día de San Valentín? ¿Cuándo era ese día?

Desesperadamente buscó alrededor en busca de algún calendario pero sin éxito alguno, cuando se resigno a seguir en la ignorancia, se encontró con que su reloj de pulso no solo marcaba las 11:18 a.m. sino que con minúsculos números marcaba 14-02-99

¿Pero qué diablos pasaba con él, desde cuando se olvidaba en que día vivía? Ahh… claro, desde hace casi más de año y medio, desde que su muy estúpido novio le puso los cuernos con su mejor amiga, aunque claro, el maldito bastardo siempre alegó que no era gay y por supuesto que él no se iba a prestar a seguir siendo el sucio secreto de nadie, ni aunque ese alguien fuera tan apuesto como un mismísimo dios griego.

Que se joda y que…

-¿Sigue ahí? – la tenue voz, le saco de sus cavilaciones.

-Sí, supongo que tiene razón… a nadie le gustaría ser plantado en este día. – resoplo, debatiéndose entre cancelar la cita en un lujoso restaurante al que por lo general costaba mucho obtener una reservación o quedarse como siempre hacia las noches que se encontraba deprimido; viendo viejas películas con un enorme tazón de palomitas con extra mantequilla y más de un six de cervezas en el frigorífico.

Diablos, aun no comprendía cómo era que no tuviera una barriga del tamaño de Santa Claus, después de tantas noches de depresiva autocompasión.

-Entonces asumo que cancela, solo espere unos minutos en la línea mientras realizo las llamadas pertinentes y… -

-¡No! – se escucho gritar antes de darse cuenta de lo que había hecho. –Yo… bueno, quiero decir que tampoco sería justo desaprovechar la reservación y mucho menos dejar sin compañía a mi cita, digo, lo que quiero decir es que después de todo tampoco tengo gran cosa que hacer… así que no tendría ningún problema en presentarme y charlar un rato y si no funciona no tendré que volverle a ver ¿cierto? No es que fuera algo formal como un contrato matrimonial o algo por el estilo. – dijo mas para convencerse a sí mismo que para explicar su repentina decisión.

Lo siguiente que escuchó fueron un par de indicaciones y una sincera felicitación por la decisión tomada, para luego recibir palabras de aliento asegurándole que no se arrepentiría de haber aceptado la intervención de “Corazones Solitarios” y que si todo resultaba bien, no se olvidara de recomendarlos, concluyendo así con la llamada.

Suspiró con cansancio mientras planeaba lo que haría durante el tiempo que faltaba para su cita a ciegas, acordando que lo primero seria localizar a la bruja de su hermana y decirle lo que opinaba de que constantemente metiera las narices en donde no le incumbía.

Desafortunadamente no logro contactarla, así que tomó un ligero almuerzo y se dispuso a terminar de calificar las pruebas de álgebra que les había realizado a sus alumnos, hasta ahora comprendía a que se debían todos esos chocolates y regalos que dejaron sobre su escritorio y ni que decir de los dibujitos de corazones con su nombre y todos aquellos números telefónicos que aparecían al final del examen.

 No era tonto, sabía que no era un hombre muy apuesto pero sí lo suficientemente atractivo para cautivar a ciertas jovencitas que recién entraban en la pubertad, si tan solo en la vida real pudiera causar el mismo efecto en alguien lo suficiente maduro como para conducir su propio auto y vivir por su propia cuenta, estaría más que agradecido.

Por desgracia era del tipo nerd, del que en definitiva ninguna mujer voltearía a ver a menos que estuvieran entre los 13 a 16 años y qué decir de un hombre… no, definitivamente tampoco lo haría un hombre.

Con eso en mente trató de enfocarse en las ecuaciones frente a él, para no pensar en la cita a la que tendría que asistir por la tarde.

 

♥♥♥♥♥♥

 

-¿Alguna llamada para mí? – inquirió con curiosidad al tiempo que cerraba la puerta de su oficina y se ubicaba frente al escritorio de su asistente.

-Si jefe, hace un par de horas llamaron del Reforma 500 para informar que la agencia que contacto ya había confirmado la asistencia de su acompañante. – anunció la entusiasta joven. – Quise avisarle antes pero como indicó que solo lo interrumpiera a menos que fuera algo de suma importancia, decidí que podía esperar. -

Miró su reloj de pulso y observó que iba con el tiempo suficiente para llegar a su cita.

-Bien, solo deje el itinerario de mañana sobre mi escritorio y puede retirarse y tomarse el día de mañana. –

-P-Pero… -

-Nada de peros, soy un desalmado que la hace trabajar en domingo y por si fuera poco siendo día de San Valentín. – sonrió alentadoramente y prosiguió su camino.

-Gracias jefe. – respondió la mujer mientras lo veía alejarse, su jefe no solo era el hombre más guapo que hubiera conocido sino que además tenía un gran corazón, sin embargo sabía que un hombre así no estaba al alcance de alguien como ella.

-Jefe… - estaba a punto de entrar al elevador cuando la voz de su asistente le hizo detenerse. – Feliz día, que se divierta en su cita. –

Él simplemente asintió, para luego desaparecer detrás de las puertas del elevador… rogando por que así fuera y no tuviera que arrepentirse.

 

♥♥♥♥♥♥

 

No podía creerlo, estaba atorada en el tráfico en plena tarde del día de San Valentín y no podía contactar a nadie de la agencia de citas para saber bien la ubicación y la hora a la que debía de presentarse.

Según ellos le habían acordado una cita para ese día, pero no había nadie que atendiera su llamada… demonios, no debería de haber salido a desayunar con sus amigas y luego irse de compras... pero no pudo resistirse a ese lindo vestido que había visto en aquella tienda el pasado viernes, todo eso apestaba y mas por que al parecer tendría que quedarse a ver una vieja película con su hermano o al menos eso creyó, ya que tampoco podía localizarlo.

No, definitivamente no era posible que el aburrido y antisocial de Alexis tuviera algo que hacer en ese día y ella no.

Debía de haber otra explicación para que no contestara el teléfono, solo esperaba no equivocarse y tener que quedarse sola en esa noche.

 

♥♥♥♥♥♥

 

Estaba demasiado nervioso como para relajarse, así que puso su música favorita y tomo una larga ducha, la cual no le permitió escuchar el tono del teléfono, que sonó constantemente hasta que ceso por completo.

Se apresuro a vestirse decidiéndose por un pantalón negro de vestir y una camisa en un tenue color lila, sin decidirse en sí debería de llevar el saco a juego o ser él mismo y dejarse su suéter a rombos favorito, que para su fortuna era del mismo color de su pantalón y camisa.

Dudó por varios minutos, recordando lo que solía decirle Alexandra:

“Vamos Alex deja de ser tan ñoño… si quieres captar la atención de alguien deberías de empezar por dejar de usar esos tontos suéteres de rombos. ¿Quién diablos crees que eres, César Costa? Eso ya paso de moda… y ni que decir de esos gruesos y aburridos lentes, se vanidoso y sácale ventaja a esos lindos ojos tuyos y usa los lentes de contacto que te mandaste hacer hace tiempo y que nunca usas. Si realmente quieres conquistar a alguien y no volver a ser el plato de segunda mesa, debes de cambiar. A nadie le gusta involucrarse con un nerd a menos que quieran los resultados para el examen de admisión a alguna prestigiosa universidad.”

Eso parecía tener sentido y más cuando no paraba de recordarle su lamentable fracaso, solo que así no era él… no podía sentirse cómodo fingiendo ser alguien que no era.

Si alguien lo iba a querer tendría que quererlo tal y como era, con todo y sus feos suéteres de rombos, así que se lo dejo y decidió que si iba a cambiar iba a serlo de un paso a la vez. Hizo a un lado sus gafas y se coloco las lentillas mientras contemplaba su imagen en el espejo de cuerpo completo que había en el corredor.

Su rubio y largo cabello caía sobre sus hombros, eso le gustaba… solo que no se sentía lo suficientemente confiado para dejárselo suelto, lo sujeto con una banda negra y sonrió con nerviosismo, no se veía tan informal pero agradecido de que el día estuviera nublado, se coloco un largo y elegante abrigo en color negro, eso sí que lo hacía lucir mejor.

Satisfecho con su imagen, tomo su billetera, el estuche de los lentes de contacto (solo por si le cansaban más tarde) y sus inseparables lentes de grueso armazón, esperando por que estuviera haciendo lo correcto.

 

♥♥♥♥♥♥

 

Estaba tan ansioso que por asombroso que fuera llego veinte minutos antes de lo acordado, no sabía cómo lidiar con eso, su mejor amigo era miembro fundador de esa agencia de citas y le insistió hasta el cansancio para que dejara su vida de trabajo al menos por una tarde, sonrió ante el recuerdo de la imagen de la chica que sería su cita, era linda solo que a él le hubiera gustado más si definitivamente no llevara el cabello tan corto, no era que luciera mal solo que él lo prefería más largo.

-Bienvenido Sr. Carter ¿desea ir a su mesa? –

-Mark… Steven, sabes que eres como un padre para mí, así que no tienes que ser tan formal. – le corrigió amigablemente, sabiendo de antemano que ese testarudo hombre no dejaba que lo jubilara, era como si el seguir trabajando lo hiciera sentirse útil. – Y aun no… ¿sabes si ya llego ella? –

El hombre pareció confundido pero aun así respondió la pregunta de su jefe.

-El joven aun no llega, pero la agencia confirmo que asistiría. -

-¿El joven? – inquirió sorprendido.

-Así es, el Sr. Alex Miller. –

¿Pero qué diablos estaba pasando? Debía de ser un error o una broma de mal gusto, el no era gay y nada cambiaría eso.

-Yo… estaré en el bar, avísame en cuanto llegue. – dijo, antes de salir apresuradamente en dirección al bar.

Él podría olvidar eso de la cita pero era un hombre de palabra, aunque no había nada de malo en que dos hombres adultos cenaran en plan de amigos, sí, eso era lo que iba a hacer… presentarse y fingir que era una simple reunión de amigos.

Se sentó frente a la barra y pidió un vodka tonic, inconsciente de las muchas miradas que se posaban en él.

 

♥♥♥♥♥♥

 

-¿Puedo ayudarle? –

-Sí, bueno… ¿tengo una reservación pero, sabe en donde queda la mesa seis? –

-Es una de las mesas del fondo – dijo señalando una de las mesas más apartadas de las demás. - ¿Es usted Alex Miller? – pregunto el gerente, que no paró de examinarlo detenidamente.

-Ehh… yo, si. – logro decir. – ¿De casualidad sabe si mi cita ya está aquí? – ¿Cómo podía preguntar algo así, acaso estaba ciego? Era obvio que no había nadie en esa mesa.

-No exactamente aquí, pero ya… - ¿Qué carajos le estaba pasando? Claro que aún no llegaba, había un tráfico del demonio y lo menos que podía hacer era esperar a que diera la hora exacta, pero eso le pasaba por llegar casi veinte minutos antes. Estaba actuando como una colegiala.

-No importa, creo que iré al bar y regresare a la hora justa. – dijo antes de que el empleado pudiera explicarse.

-Como usted desee… - asintió Steven, estaba cansado de ver a Mark tan solo… y algo en su corazón le decía que tal vez ese hombre podría sacarlo de esa solitaria vida en la que se había confinado y eso era lo que más anhelaba, no por nada lo había visto crecer y convertirse en el exitoso hombre que era hoy en día, tal vez si les daba un tiempo a solas para socializar, Cupido haría el resto.

 

♥♥♥♥♥♥

 

Mark estaba tan absorto en sus pensamientos que no notó que alguien había ocupado un lugar a escasos metros de él, frente a la barra, hasta que el leve murmullo de voces le hizo percatarse de que algo sucedía, pero no fue hasta que escucho una varonil voz pedirle al barman un shot de tequila que descubrió al hombre más impactante que hubiera visto, lo curioso era que no parecía notar el efecto que causaba a su alrededor.

Lo observó por un par de minutos, mientras tomaba de un solo trago su bebida y pedía otro.

Al parecer no era el único que necesitaba un trago para tranquilizarse, solo que él no era tan valiente como para beber un caballito o más de uno.

-Tony, otro shot de tequila… - indeciso se acerco al hombre y se anticipo a pedirle otro trago, era notable que lo necesitaba… se veía algo nervioso.

-Ahh… pero yo… -

-No te apures, yo invito. – le guiño un ojo y se quedo fascinado al ver esos enormes ojos violetas observándolo con sorpresa. Demonios ¿acababa de coquetear con un hombre?

Alex no podía creer lo que sucedía, acaso ese bello adonis estaba coqueteándole… no definitivamente eran alucinaciones suyas, después de todo nadie con la apariencia de aquel hombre podría fijarse en alguien como él, lo más probable es que luciera tan patético que le causo lastima, si… tenía que ser eso.

Ese hombre era como el que siempre había esperado encontrar, bastante alto, al menos podía saberlo ya que parecía sacarle unos cuantos centímetros más a su 1.75mts, moreno y con un cuerpo bastante tonificado que se notaba por debajo del costoso traje de diseñador que llevaba puesto y qué decir de sus profundos ojos azules, jamás había visto unos ojos tan azules como esos y para rematar sus varoniles facciones que lucían perfectas con la sensual sonrisa que se dibujaba en sus labios.

Todo un sueño hecho realidad…

Con nerviosismo paso su mano por su cabello, olvidando que lo llevaba sujeto y ocasionando que la goma se rompiera y dejara caer libre su sedoso y rubio cabello sobre sus hombros, se tenso al instante y un tenue rubor cubrió sus mejillas.

Mark no pudo evitar su admiración al ver aquel acto… el hombre en verdad era muy muy hermoso.

El no era gay, pero sabía reconocer cuando otro hombre era bien parecido… solo eso.

-Yo… lo siento, debo verme fatal. - insistió mientras trataba de volver a sujetarlo.

-Así estas bien, digo… sé que no nos conocemos pero luces perfecto de esta manera. – afirmó, tratando de no mostrar lo mucho que le había cautivado aquel extraño.

Alex sonrió  mostrando unos sensuales hoyuelos y Mark se olvido por completo de su cita, de su nombre y de que no era gay…

Después de unos minutos la tensión inicial desapareció y ambos disfrutaban de una amena charla, descubriendo que tenían mucho en común… resulto ser que les gustaba el mismo tipo de música, que solían pasar su tiempo libre leyendo un buen libro o viendo una buena película en un día lluvioso, que disfrutaban su trabajo y que no estaban en una relación, para su mayor admiración Mark descubrió que el misterioso hombre que lo cautivo podía mentalizar operaciones tan complejas en cuestión de segundos, era un hombre sumamente inteligente pero era lo menos que podía esperar de un profesor de matemáticas, en cambio Alex descubrió que aquel adonis era un exitoso empresario hotelero, aunque claro que nunca imaginó que fuera el dueño de ese mismo Hotel que precedía al restaurante y bar en el que se encontraban.

Con pesar Alex se disculpo para verificar si su cita ya había llegado, pero solo echó un vistazo y al comprobar que la mesa seguía vacía, se sintió aliviado y regreso al lado de su nuevo amigo, mientras este rezaba porque su cita nunca llegara, rogando poder compartir la cena con el ángel de hermosos ojos violetas.

Una hora más tarde ambos admitieron ser plantados por sus respectivas citas, pero sin mencionar la peculiar situación de las mismas, así que Mark se animó a invitarlo a cenar.

En cuanto Steven los vio juntos, no pudo ocultar una amplia sonrisa y se ofreció a llevarlos a su mesa, extrañándose cuando Mark le indico que le diera otra mesa más privada y que se disculpara con su acompañante asignado por la agencia, si es que aún se dignaba a presentarse.

La velada transcurrió entre risas y anécdotas laborales, Alex estaba sumamente satisfecho… al parecer no tenia que fingir ser alguien más y a su lindo adonis no le importaba, de hecho le había elogiado con un cumplido a su suéter de rombos.

Comieron y bebieron en tal armonía que no querían que la noche terminara, desafortunadamente todo lo que empezaba tenía que terminar.

-¿Algo más que deseen? – cuestiono un alegre Steven.

-No gracias, supongo que no podría comer algo más… - se reía Alex, al tiempo que sobaba su abdomen.

-Ya lo oíste, estamos bien… - respondía Mark, bastante divertido, hasta que notó como su lindo acompañante se tensaba mirando alrededor.

Al parecer, eran los únicos que quedaban en el lugar y eso rompió el encanto de la linda velada, Alex lucia como si el hechizo estuviera por terminar y de un momento a otro el lugar fuera a convertirse en calabaza.

-Yo… creo que se nos paso el tiempo y es hora de regresar a casa. – Alex se puso de pie y saco su billetera, dejando una generosa cantidad de dinero en la mesa. –Lo pase demasiado bien, gracias por eso. -

Mark no sabía cómo reaccionar, era obvio que el tiempo se pasó volando y que no quería que su ángel se fuera, pero tampoco sabía cómo hacer para que se quedara.

Lo vio alejarse entre las mesas antes de pensar en la mejor manera para detenerlo, hasta que reparo en algo… no sabía cómo podría volver a contactarlo, diablos… ni siquiera sabía su nombre.

-Espera… - gritó, mientras lo alcanzaba en el vestíbulo. –No sé tu nombre. –

El ángel se volvió hacia él y le sonrió, haciendo que su corazón se detuviera en su pecho por lo que pareció una eternidad.

-Muy cierto, mi nombre es Alex… Alexis Miller. – respondió, acortando la distancia entre ellos y ofreciéndole su mano.

Mark no daba crédito a lo que oía, ese hermoso ángel era su cita de esa noche… sin importarle nada más, estrechó su mano y lo jalo entre sus brazos para de inmediato apoderarse de esos dulces labios que desde hacía mucho tiempo deseaba probar.

Delineando con su lengua el perfecto contorno e incitándolo a que le permitiera explorar el dulce interior de su boca.

Alex se sorprendió, pero conforme sentía la suave caricia se relajo y le permitió acceder… el beso era tierno, apenas el dulce encuentro de sus lenguas, degustándose como si no importara nada mas a su alrededor, hasta que se torno fuerte y apasionado, compitiendo por tener el control.

Se atrapo gimiendo en busca de algo de oxigeno… estaba tan excitado que no pudo ocultar el intenso rubor que cubrió su rostro, seduciendo sin palabras al adonis que lo había besado.

-Mark, Mark Carter. – dijo a escasos centímetros de sus labios, mientras lo sostenía con fuerza entre sus fuertes brazos.

-¿Ahh? – por breves instantes no pudo comprender a que se refería, hasta que por fin lo entendió. – Un placer Mark. – sonrió.

Mark se volvió a posesionar de sus labios en un nuevo y demandante beso… Alex sabía mejor de lo que hubiera imaginado, dulce con un ligero toque de canela y alcohol, jamás hubiera imaginado que besar a un hombre se sentía tan bien, no, besar a Alex era lo que se sentía tan bien y tan malditamente correcto.

-El placer es todo mío… - murmuró en sus labios, perdiéndose en esa bella mirada amatista.

Alex se sentía en un sueño y sin saber que mas hacer que corresponder a los pequeños y constantes besos que siguieron, se dejo llevar hasta que un fuerte carraspeo lo trajo de vuelta a la realidad, seguido de aplausos y silbidos.

-Lamento interrumpir, pero creo que sería más apropiado si dejan la mejor parte solo para ustedes. – dijo un Steven sonriente pero demasiado nervioso como para ocultarlo. Y no era para menos, varios de los empleados que aun quedaban los miraban sonrientes al tiempo que vitoreaban.

Jamás en su vida se sintió tan avergonzado, así que se dejo guiar hasta los elevadores por su adonis.

-Mark, yo… -

-Shhh… no digas nada, solo quédate conmigo ¿sí? –

Alex no podría negarse aunque hubiese querido, lo deseaba con tanto fervor que solo asintió mientras se perdía entre esos fuertes brazos y expertos labios que no lo dejaron descansar hasta que llegaron al piso deseado.

Sin perder tiempo, Mark saco una platinada tarjeta de su saco y la paso por la ranura de la puerta al tiempo que empujaba a Alex dentro y cerraba la puerta con el pie.

No podía esperar a tener a Alex bajo él gimiendo con pasión, con desesperación comenzó a despojarlo de su ropa, al tiempo que él mismo era desvestido por esas suaves y temblorosas manos, Dios ese hombre lo estaba volviendo loco.

En cuanto estuvieron desnudos, Mark lo abrazo nuevamente, juntando sus labios mientras frotaba su erecto miembro con el pulsante y caliente eje de Alex, ambos jadeaban mientras sus cuerpos se rozaban cada vez más cerca e íntimamente.

Mark no pudo resistirlo más y bajó por el cuerpo de Alex depositando suaves besos y mordidas por su cuello, pecho y abdomen, hasta atrapar la goteante erección entre sus labios, dulces gemidos salían de la suculenta boca de su ángel incitándolo a llevarlo hasta su garganta, solo que no era un experto en eso y una arcada le hizo detenerse, pero de inmediato comenzó a masajearlo con su mano mientras lamía las gotas de pre semen y luego lo giro para lamer aquel perfecto y firme trasero y terminar perdiéndose en esa pequeña y fruncida entrada, saboreando su sabor mientras lo penetraba con su lengua, notando como Alex se tensaba para luego jadear con más fuerza.

No tenía experiencia con un hombre pero había tenido sexo anal antes y sabia que debía preparar a su ángel para poder entrar, así que lentamente dejo que un dedo se uniera a su lengua, cuando menos lo pensó tres dedos entraban y salían con facilidad, con pesar descubrió que no tenía un condón a la mano y tuvo que alejarse brevemente para buscar en su pantalón, que estaba a escasos metros de distancia, una vez que lo tuvo fuera de su envoltura, lo coloco sobre su eje e inclino a Alex sobre la pared.

-Avísame si te lastimo, ángel… - murmuró en su oído mientras se adentraba en esa caliente y pequeña cavidad, ambos sostuvieron la respiración hasta que sus testículos golpearon el firme trasero de su ángel, apenas moviéndose  para que se acostumbrara a la invasión, tan lentamente que era más una placentera tortura.

Alex no podría recordar haberse sentido tan lleno y excitado en toda su vida… Mark no solo se tomo el tiempo necesario para prepararlo sino que lo había acariciado y besado en partes de su cuerpo que nunca pensó que alguien podría hacerlo y ahora era tan gentil que no lo pudo resistir y movió sus caderas con intensidad haciéndolos jadear mientras imponía un ritmo más frenético, instando a su adonis a que podía tomarlo más fuerte y que no se iba a romper.

Mark, entendió el mensaje y se dejo llevar por el inmenso placer que sentía, penetrándolo una y otra vez para luego hacerlo cada vez más lento.

-Dime ¿qué es lo que quieres ángel mío? –

-Ahh… M-Mark… c-cógeme d-de una buena vez. – jadeo mientras se empalaba a sí mismo en el grueso y caliente eje de su adonis. – ¡Más duro! -

-Mmm… una sucia boca… -e-eso me gusta… - dijo al tiempo que lo penetraba con más intensidad y comenzaba a masajear la goteante erección de Alex al mismo ritmo de sus embestidas.

No supo por cuánto tiempo estuvo siendo provocado por los gemidos de ese bello demonio disfrazado de ángel, solo sabía que no podría resistirlo por más tiempo.

-Ahhhg… mmmhh… ¡¡¡Mark!!! – gritó mientras calientes chorros de semen bañaban la mano que lo sujetaba y pintaba la blanca pared, ocasionando que sus músculos se tensaran y apretaran aún más (si es que eso era posible) el pulsante miembro dentro de él, llevando a Mark hasta el más suculento e intenso orgasmo de su vida, mientras gritaba el nombre de su ángel.

Minutos más tarde, ambos luchaban por regular su respiración, al tiempo que Mark salía de él y retiraba el condón, botándolo al suelo para ayudar a levantar a su ángel y llevarlo hasta la amplia y cómoda cama, acurrucándolo sobre su pecho, después de haberlo limpiado con un par de pañuelos.

-Eso fue increíble… - aseveró Mark, dándole un par de besos en su húmedo cabello… deslizando sus dedos por la tersa espalda y los suaves rizos dorados, apenas y conocía a Alex y ya sabía que nunca se cansaría de acariciarlo.

-Ni que lo digas, creo que jamás me he sentido tan... -

-¿Caliente? – inquirió divertido, la verdad es que se sintió arder antes las sucias palabras de su ángel.

-Sí, supongo que eso puede definirlo. – respondió sonriente, dejándose llevar por las tiernas caricias en su cabello y espalda.

-¿Sabes? la verdad es que hoy tenía que asistir a una cita a ciegas… mi mejor amigo es miembro de una agencia llamada “Corazones Solitarios” pero estuve tan nervioso cuando me entere que mi compañía era un hombre, que fui al bar a beber un trago. – confesó, mientras sentía el perfecto cuerpo sobre él, tensarse.

-¿Tú eras mi cita y lo supiste todo este tiempo? – cuestionó, haciendo su mejor esfuerzo por digerir aquellas palabras.

-No, de verdad que no lo supe hasta que me dijiste tu nombre. –

Espera un momento ¿Mark había dicho que  estaba tan nervioso al enterarse que su cita era un hombre, que tuvo que ir a beber un trago? No otra vez… lo sabía, Mark no era gay, era demasiado bueno para ser cierto…

-¿E-Eso quiere decir que no eres gay? – sus bellos orbes violetas parecían brillar a causa de las lagrimas contenidas mientras levantaba su angelical rostro y lo enfrentaba.

Mark pareció pensarlo por unos breves momentos, que parecían ser eternos a la percepción de Alex.

-Nop ¿pero te digo un secreto? – se anticipo a decir, en cuanto sintió que su ángel estaba a punto de iniciar el vuelo.

Alex, seguía tenso pero asintió lentamente dejando que Mark lo acurrucara nuevamente entre sus brazos.

-Al parecer Cupido me flecho e hizo que me enamorara a primera vista de un hermoso ángel. – murmuró en su oído mientras depositaba suaves besos y mordidas en el delgado y rojizo lóbulo de su oreja. –Y ese ángel eres tu Alexis Miller. –

Alex sintió una enorme calidez recorrer su pecho, por primera vez en mucho tiempo se sentía valorado y amado por quien era… sin tener que cambiar su personalidad para lograr encajar, tenía que agradecérselo a su hermana, después de que todo el tiempo le recordaba lo patoso que era, aun así lo amaba y se había preocupado por qué no estuviera solo en ese día.

-Creo que Cupido sabe hacer bien su trabajo. – dijo ante la atenta mirada de esos profundos ojos azules. – También me flecho… y me hizo enamorarme del galante adonis que me invito una bebida y una cena y… - su palabras fueron acalladas por los inflamados labios de Mark, que lo beso delicadamente para terminar depositando suaves y pequeñas mordidas en sus labios.

Cuando se separaron, Alex se disculpo y se levanto rápidamente, busco entre su abrigo algo que Mark no pudo ver, pero espero con curiosidad a ver qué era eso que su ángel tenía que hacer.

Lo vio perderse en el baño y regresar luciendo unos lentes de grueso armazón, pero antes de poder decir algo Alex le hizo una seña mientras realizaba una llamada.

Supuso que tenía que avisar que no llegaba y al cabo de unos minutos lo tenía nuevamente entre sus brazos.

-Hey ¿sexy? – le habló notando que estaba por dormirse.

-¿Mmm? –

-Me gustas más con esos lentes… - musitó, al tiempo que dejaba un casto beso sobre su frente.

Alex abrió los ojos con sorpresa ¿habría escuchado bien o estaba tan malditamente cansado que su mente le jugaba una treta?

-¿E-En serio? –

-Sip… te hace lucir como un ángel endemoniadamente sexy. – aseguró, ya que en verdad lo creía pero también lo decía por razones egoístas que jamás admitiría ante Alex, y es que era una excelente forma de que nadie más que él, tuviera el placer de contemplar esos hermosos ojos violetas en todo su esplendor,  esperando que de ahora en adelante solo lo vieran a él.

-¿Algo más que quieras compartir? – cuestionó Alex, antes de tomar la iniciativa y volverse a apoderar de esa dulce boca a la que ya se había hecho adicto.

“No creo que sea importante decirle que soy dueño de todo esto.” - pensó mientras su cuerpo reaccionaba ante el provocativo beso.

Para ser un genio, Alex no era tan bueno atando cabos, tal vez… cuando terminara de digerir la situación se percataría de ese pequeño detalle.

-Mmm… Creo que aún quedan un par de minutos para qué acabe el día de San Valentín ¿quieres saber lo que te augura en los próximos años? – inquirió sugestivamente, mientras iniciaba las caricias por ese escultural cuerpo.

Esa sería una larga e inolvidable noche...

 

♥♥♥♥♥♥

 

Alexandra estaba acurrucada en el sofá, viendo una de las viejas películas de su hermano mientras comía palomitas de extra mantequilla de un enorme tazón y bebía la primera cerveza del segundo six que su hermano había dejado en el frigorífico, cuando el fuerte tono del teléfono la sobresalto, pero estaba tan deprimida que dejo que sonara, hasta que ceso para ser remplazado por un simple pitido.

Era la contestadora automática.

Curiosa se levanto y apretó el botón para oír el mensaje.

“Ale, supongo que no estás en casa pero no podía esperar para agradecerte por haber contactado con la agencia de “Corazones Solitarios” y pedir una cita para mí.

Supongo que tenías razón, nadie debe de quedarse solo en casa a ver películas cursis y comer como cerdo, admito que es lo más patético que he hecho, aunque si todo sigue como hasta ahora… tal vez lo siga haciendo “pero muy bien acompañado”.

Por la mañana hablare a la agencia para agradecerle a la amable señorita que me habló por la mañana, creo que es gracias a ti y a ella  que he pasado el mejor día de San Valentín.”

Alexandra no podía creer lo que escuchaba… su ñoño hermano había asistido a “su” cita y ahora ella estaba sola y sintiéndose tan miserable como supuso que él debió de sentirse durante tanto tiempo, ni modo… no esperaba que sus palabras regresaran a morderle el trasero, jodido karma…

Ahora solo se tenía que asegurar de que en su próxima cita a ciegas, fuera ella quien respondiera el teléfono, después de todo, si su hermano fue capaz de encontrar la otra mitad de su corazón, qué impedía que ella no lo hiciera.

Repentinamente deseó algo más fuerte que una cerveza, tal vez Alexis tuviera por ahí una buena botella de tequila.

 

   Fin

 

 

 

Notas finales:

Espero y la hayan disfrutado tanto como yo disfrute escribirla…


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