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De egos y furor por Katja Kitayima

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Notas del capitulo:

Segunda parte, arriba.
Lamento las repeticiones, tiendo a hacerlo frecuentemente pero no  lo detecto hasta mucho después.

Al día siguiente muy temprano, se dieron cita en el pequeño gimnasio cercano a su apartamento para iniciar con la primera actividad de su lista: kickboxing. Al parecer, según les habían comentado, aquella disciplina física les ayudaría a reducir el estrés y desfogar toda aquella energía que ambos traían contenida desde hacia tiempo. Incluso, para alguien deportista como Minho, o con la musculatura de Jonghyun, les traería más beneficios extra de los que imaginaban.

 

El ejercicio era simple: consistía en golpear al contrincante con puños y patadas, todo reglamentado mediante un juego limpio, equipo protector y sin peligros de por medio; nada que una buena dosis de ejercicio aeróbico intenso no pudiera resolver.

 

Tras una breve explicación de las reglas y técnicas comunes, Jonghyun y Minho se situaron justo en el centro del colchón, ataviados con ropa deportiva cómoda, guantes de boxeo y unos cascos ligeros que les cubrían parcialmente el rostro; sus compañeros, igualmente en atuendos deportivos, los observaban atentamente desde las gradas.

 

Minho fue el primero en soltar una patada, haciendo que su compañero retrocediera un par de pasos con agilidad para esquivarla. Le sonrió altivamente, casi como en una especie de burla cuando de nuevo el más alto atacó sin éxito, soltando puñetazos a diestra y siniestra, acompañados de algunas patadas que sólo le hicieron aumentar la intensidad del golpe. Sin embargo, el otro los evadía casi haciendo un espectáculo por diversión.

 

—¿Qué? ¿ya te cansaste? —le preguntó Jonghyun con una risilla; Minho no contestó pero su mirada se había hecho más profunda y concentrada en la pequeña masa de músculos delante suyo que vestía una camisa sin mangas, dejando ver los brazos perfectamente moldeados que poseía.

 

De acuerdo, tenía que admitirlo, Jonghyun podía ser un completo cretino y hasta le parecía que varias de sus características físicas estaban contradictorias o desproporcionadas con el resto de él, pero, ¡vaya que si tenía un cuerpo de envidia el muy miserable!, claro, para ser una persona de tan baja estatura por supuesto.

 

Un puñetazo de izquierda le pasó rozando la cabeza; cuando se dio cuenta, ya tenía a Jonghyun a centímetros de distancia, logrando ver, a través del flequillo castaño el par de ojos brillantes y entusiasmados.

 

Se distrajo por un segundo; sólo eso le bastó para perder de vista a su contrincante y haberle dejado llegar tan cerca, pero naturalmente eso no volvería a suceder. Aspiró profundamente para concentrarse de nuevo en el más bajo; giró su cuerpo atestándole un certero golpe justo en el costado derecho que hizo al castaño doblar el cuerpo por el contacto sorpresivo.

 

—Eso es ilegal —protestó cuando el aire le faltó. ¿Cuándo es que Minho se había vuelto tan fuerte?

 

El más alto rió, levantando los brazos en señal de victoria cuando hubo ganando el primer asalto. Desde las gradas, Taemin le animaba fervientemente, mientras Key ya se había puesto en pie gritándole a Jonghyun que moviera el trasero y le diera una lección. Onew simplemente se dejó caer a lo largo de la banca reposando la cabeza sobre sus brazos cómodamente. Sonrió ampliamente viendo como los niños seguían con su guerrita.

 

Segundo round y en posición. Sus miradas de frente sin perderse de vista; el mayor de los Kim le sonreía burlón mientras se movía a un ritmo acelerado que los demás no supieron cómo interpretar; sin embargo, eso no detuvo a Minho para tomar la iniciativa y lanzarle una patada contra el muslo. Jonghyun lo predijo, se había anticipado a los movimientos del más alto y le contrarrestó con un par de patadas con el empeine en la zona de las costillas, logrando el efecto deseado: doblegarlo.

 

—No es ilegal —afirmó. La sonrisilla maliciosa se asomó por su dentadura, presumiendo su triunfo ante el público, regodeándose frente a su compañero sin ningún pudor.

 

Minho se puso demasiado serio y le miraba como si quisiera asesinarlo en ese mismo instante, de arrojarlo de espaldas contra el colchón y desquitar su furia contra ese cuerpo de musculatura prominente. No entendía por qué, pero con cada segundo que pasaba, esa energía incrementaba, casi como si se estuviese volcando en un estado de hiperactividad y excitación.

 

No tardaron más de dos segundos cuando de nuevo estaban envueltos en un intercambio de patadas, puños, malas palabras y miradas eufóricas. Sus cuerpos se movían con ímpetu, rodeándose y dejándose ir contra el otro sin medir la fuerza. Reían entre jadeos cuando el aire les faltaba pero no dejaban de luchar,  lanzando gritos de algún lema bélico que ni ellos mismos sabían a qué se refería.

 

Se estaban divirtiendo, por supuesto. El ejercicio sano les ayudaba a disminuir su estrés y todo parecía ir bien, sin embargo había una muy delgada línea que ambos gustaban de cruzar con frecuencia. Algunos golpes más y esta vez rebasaron el límite: Minho propinó a Jonghyun una patada de fuerza tal que le hizo caer irremediablemente contra el colchón sobre la espalda. Cabe decir que semejante golpe provocó un ruido estrepitoso que hizo a sus compañeros desviar su atención hacia él.

 

—Oye, eso dolió, idiota —se giró mientras se sobaba la espalda baja. Tenía el ceño fruncido por el espasmo que aconteció en sus músculos por la caída, intentando ponerse en pie.

 

Y Minho estuvo a punto de disculparse, ya que en realidad no lo había hecho a propósito, sólo había seguido el instinto que le pidió a gritos enfatizar la fuerza. La intención se esfumó cuando el más bajo se lanzó contra él con un puñetazo que llegó hasta su antebrazo, haciéndole retroceder unos pasos por la fuerza del impacto. Se dolió; le dolió hasta el nervio cuando lo sintió adormecer.

 

Pero lejos de enfadarse, Minho siguió el juego y arremetió contra su compañero con otra patada, como si hubiese llenado de fuerza su barra de energía. Levantó el pie y le empujó mientras el otro tomaba ventaja de su estatura para esquivarlo. Golpes con alevosía, fuerza incontrolable, empujones y más de esas sonrisas dementes de ambos que les ponían los pelos de punta a sus compañeros. No supieron en qué momento aquello se había convertido en una competencia a muerte por ver quién golpeaba más fuerte:  Jonghyun vs Minho, como todo últimamente.

 

Después de un rato, Onew ya ni se inmutaba en verlos; Taemin les observaba aburrido y hastiado, Key simplemente se limitó a hablar por su teléfono alejándose del atroz ruido que inundó el gimnasio.

 

—Esto no va a funcionar —suspiró decepcionado el menor de todos. Jinki asintió tomando la pequeña lista de papel en sus manos.

 

—Es hora del plan B.

 

El líder habló, mirando al par de chicos que terminaron tirados sobre el suelo, recuperando el aliento entre jadeos y quejas, las cuales manifestaban en forma de golpes a puño cerrado contra el otro.

 

Taemin en verdad quiso creer que ese trozo de papel sin chiste contenía la solución. Tenía que, por su propio bien.

 

Medio día y los cinco ya se habían trasladado hasta un pequeño estudio que su manager les había recomendado; era un lugar acogedor y lleno de materiales de arte, olor a pintura y solventes por doquier. Esta vez probarían algo diferente al ejercicio físico.

 

Terapia ocupacional. Fue el mismo Key quien había hecho la sugerencia, debido a que a él le había funcionado años antes el desfogar su estrés mediante el arte. Realizar dibujos,  pinturas, esculturas, manualidades, todo lo que tuviera de por medio la creación. Y sabía que podría funcionar dado las habilidades artísticas, bizarras, pero artísticas al fin y al cabo, de Jonghyun para dibujar. El que le preocupaba era Minho; siendo sinceros, él no tenía ni una jodida idea de lo que a actividades manuales o artísticas se refería; lamentablemente su cerebro sólo funcionaba por el oxígeno que le brindaba el realizar deporte.

 

La maestra en turno, una dama de apariencia refinada y carácter sereno, les había dado materiales suficientes a sus nuevos cinco alumnos de ese día; porque, claro, como buenos amigos que eran y por la unidad de grupo que tenían, todos estarían juntos en apoyo a sus conflictivos compañeros, lo cual en realidad no era tan mala idea: al parecer a los cinco les emocionaba la idea de desarrollar un poco más su creatividad, después de todo, eso era parte esencial de sus carreras profesionales.

 

La instrucción fue sencilla: “Tomen un poco de arcilla y comiencen a moldearla hasta que formen alguna figura”. Un ejercicio relativamente simple que debía darles como resultado algún tipo de estatuilla nacida de su imaginación.

Onew parecía orgulloso de ver que la suya tomaba la forma de un pollo gordo y de apariencia tierna; Taemin gustaba de elevar la imaginación a niveles abstractos con algunas formas indefinidas que comenzó a unir una con otra; Key por su parte parecía llevarles la delantera al crear ya casi un zoológico completo. Jonghyun estaba más emocionado con la textura del material que con la creación de algo en sí, pero aún así su escultura estaba próxima a convertirse en una pequeña réplica de Godzilla. Minho, como era de suponerse por todos, parecía no tener del todo claro lo de “formen alguna figura”, sus intentos se remitían a un par de esferas truncadas

 

—¿Y qué se supone que es eso? —Jonghyun preguntó curioso cuando desvió la vista justo en el momento en que Minho terminaba de moldear una más de sus figuras. La observó con calma y detenimiento como era su naturaleza entrometida y curiosa.

 

—Un balón de futbol —contestó el otro sin dejar de hacer su tarea.

 

No lo pudo evitar, de verdad que no. Por más que Jonghyun hubiese querido quedarse callado en momentos como este, era precisamente cuando menos control tenía. Soltó una sonora carcajada que atrajo las miradas de todos enseguida, haciéndole incluso a él mismo casi caer de su silla por la risa que no pudo contener, removiéndose en su lugar mientras trataba en vano de calmar su hilaridad.

 

No era para menos, es que aquella cosa que estaba sobre la mesita de madera de Minho tenía pinta de cualquier cosa menos el dichoso balón. En realidad era más como una roca amorfa y fea, llena de protuberancias, parches y plastas anexadas de más y más arcilla; es más, ni siquiera era redonda, era una especie de elipse mal proporcionada, algo que hasta el mismo Jonghyun sabía detectar sin tener que ser un genio precisamente.

 

Pero ahí estaba de nuevo ese casi imperceptible límite entre ambos: a Minho parecía que le habían hecho el mayor insulto de su vida, mientras que a Jonghyun, el día, o la semana entera quizá.

Minho se puso completamente serio, observando a su hyung con una mirada acusatoria que a sus compañeros les causó escalofríos. El mayor, por su parte, no dejaba de reírse como maniaco, señalando despectivamente el pequeño bulto de arcilla deforme.

 

—Es un balón —reafirmó, enorgulleciéndose de su obra maestra a pesar de las burlas generadas.

 

—Claro que no, es una cosa rara y sin forma. Se parece a ti. —soltó a reír de nuevo a pesar de haber sido callado no una, sino dos veces por Key, quien sabía que aquello podía desatar una hecatombe. Su hermano de apellido era bastante peligroso cuando hablaba sin pensar.

 

Y Minho tampoco pudo evitarlo; no creía en la violencia ni en querer lastimar a alguno de sus amigos a pesar de comportarse como verdaderos idiotas -como en el caso de su hyung-, pero sólo pudo entregarse a sus impulsos naturales de enfado y sentimiento de humillación al encender la chispa de ignición: había lanzado algunos trozos de arcilla fresca, babosa y grumosa, que se impactaron a propósito contra el rostro de Jonghyun. Lo malo de todo este asunto era, que, uno de esos trozos había caído justamente dentro de su boca.

 

Una risa en intercambio por otra. Esta vez Minho explotó en carcajadas de ver como su compañero escupía la arcilla en un muy gracioso e hilarante movimiento de cuerpo. Algo bastante ridículo a decir verdad, incluso Taemin no pudo resistirse a unirse al coro de risas.

 

—¿Te parece gracioso? —habló el otro cuando ya tenía en sus manos un pequeño recipiente de agua turbia que usaban para hidratar la arcilla. Lo sucedido después provocó una pequeña disputa de aguas; ambos estaban ya con las manos empapadas, aventándose el agua contra el rostro y demás partes del cuerpo. Y todo hubiese quedado en un gracioso e inocente  juego de no ser porque Jonghyun se había equivocado de recipiente y tomado en su lugar uno de los frascos de pintura que estaban a su alcance.

 

Ahora sí, el más alto estaba que echaba fuego por los ojos, y no precisamente haciendo honor a su apodo como Flaming Charisma.

Pintura roja, para ser precisos, el color que Minho tanto detestaba y que no sabía la razón, especialmente cuando lo encontraba en la forma de un par de pantalones entallados.

 

Quince minutos después y aquella batalla ya se había convertido en algo muy parecido a un cuadro de Picasso; el lugar y ellos, incluidos sus restantes compañeros, estaban hechos literalmente una piltrafa colorida y psicodélica. Sobra decir que ninguno protestó cuando la maestra los corrió, educadamente, de su estudio.

 

Cero y van dos. Una más de las opciones que terminaba en tragedia, y tanto Minho como  Jonghyun parecían, incluso, haberle aumentado un nivel más a su odio de hermanos. Una vez fuera del estudio siguieron con su discusión: Minho quejándose de que su ropa estaba completamente arruinada por la pintura al óleo que Jonghyun le había arrojado en uno de sus arranques de inmadurez, según lo llamaba el más alto. Jonghyun le reclamaba el tener colorante y solvente hasta en los dientes, todo debido al mal tino que, según el mayor de los Kim,  su compañero tenía para arrojarle cosas.

 

Por obvias razones, Minho estalló en furia dándole un leve empujón al castaño; Jonghyun respondió enfrentándosele pecho con pecho sin retirar la mirada. Los demás juraron haberles escuchado decir algunas malas palabras entre la centena de incoherencias que comenzaron a discutir.

 

—Te toca —señaló hastiado Key al mayor de todos— yo me rindo, son demasiado inmaduros; tal vez a ti sí te escuchen— le observó mientras se cruzaba de brazos, deslindándose del asunto.

 

Jinki le miró con el mismo temor que sientes como cuando la maestra de Ciencias te llama al frente del salón para que expongas ante toda la clase un tema del cual no sabes nada. Sí, ese mismo terror de no tener ni jodida idea de qué hacer o qué decir ante las miradas siniestras de los presentes.

Suspiró. Pero pues, tenía que hacer algo, ¿no?, después de todo era el líder y uno de sus deberes era cuidar del jardín de niños y enseñarles que la violencia no resuelve nada.

 

De acuerdo, quizá tendría que usar algo de esa violencia para detenerlos, pero esperaba no llegar a ese punto; tal vez sólo un poco, lo que sus dedos le permitieran.

 

Un “oye, Minho” fue suficiente para atacar directamente al más alto en la frente con el famoso golpe de sus dedos, éste se retorció retrocediendo un par de pasos. Jonghyun estalló de nuevo en risas burlonas, las cuales no duraron cuando el mismo dolor se hizo presente en él. Onew atacaba con su mejor poder, y siempre le funcionaba para apaciguar al rebaño.

 

—¿Y eso por qué fue? —se quejaba el más bajo sin dejar de frotarse la frente— duele mucho ¿sabías? —ya estaba molesto, se notaba en los músculos tensos de su rostro.

 

Jinki les sonrió amablemente mientras sacaba nuevamente la listita de actividades que traía desde en la mañana. Les dijo que aún les quedaba una opción más que tratar para resolver el problema, sin embargo los rostros de los involucrados no quedaron tan satisfechos con la alternativa. Pero si Lee Jinki lo decía, se hacía, sin importar si les gustara o no, todo era por su bien.

Y casi protestaron, pero no en vano Onew gozaba de esa gran reputación de liderazgo, ganada a pulso tras esos años de asumir el puesto.


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