Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Shooting in the dark por GothKannon

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Vamos con mis descargos de conciencia:

Tanto los personajes y la trama original son propiedad intelectual de los autores y editorial correspondientes. Éste es como muchos otros un trabajo de y para fans, por lo cual, no existe remuneración alguna.

 

Fandom: Thor (comic). La historia se ubica una noche antes de la invasión que destruye a la ciudad dorada. Este ataque es permitido por el mismísimo Thor, debido a su decisión de romper definitivamente el círculo del Ragnarök y así eliminar la fuente primaria de energía de ‘aquellos que viven en las sombras.’  Este asedio fue liderado por Loki, pero al encontrarse con el dios del trueno fue decapitado. Como una de sus habilidades era la regeneración, Thor mantuvo su cabeza cerca y lo dejo ver la destrucción desde el trono. Asgard cayó a la tierra y todos sus habitantes perecieron. En un principio, sus espíritus tenían que desvanecerse (o ir a parar al reino de Hela), pero sólo fueron escondidos en la Tierra. Con el paso del tiempo, las almas reencarnaron en cuerpos mortales y Balder se encargó de reagruparlos para llevarlos al nuevo Asgard.

 

Faltan muchísimos detalles pero para eso están los comics o resúmenes en la web. Léanlos (si es que aún no lo hicieron) y corríjanme en mis errores (seeeee TwT, mi reseña es terrible y poco fidedigna). El hipotético encuentro es eso: una visita no oficial que Loki hace el supuesto día del ataque; no obstante, Thor se da el modo de postergarlo. ¿Cómo? ¡¡¡Ahhhhh!!!… ¡¡Pues lean el fic!! Jajaja

Pairing: Thorki

Warning: sexo explicito (Creampie y Fisting incluidos).

  

“A su disfrute” le pondría pero seguiré diciendo: ¡A su malestar general!

Notas del capitulo:

Primer acto (de esos en que debes dar la cara como buena sinvergüenza  :O ): pues no mucho que decir; soy de las personas que comienzan algo y se les da por pedir (darse) vacaciones en plena empresa. Este es un trabajo que apareció y al que no pude pretextarme. Es la primera vez que escribo lemon… explicito; maquillo demasiado palabras tan sencillas y concretas que luego la narración se convierte en toda una metáfora. ¡Y qué decir de los resúmenes! ¿Serán eso o trozos de poemas (por no tener rima ni nada) baratos?


 


Segundo acto (de aquellos en que hablas sobre las advertencias y demás cháchara): este resulta ser mi intento de one-shot.  Casi toda la narración está dedicada a describir una ‘escena de alcoba’, así que no hay mucho argumento que sacar. Tal vez, en lo muuuuuy pero muuuuy profundo de la narración encontremos el mensaje (si es que hay ‘algo’ que representa el todo ¿?), pero no aseguro nada. Loki’s POV y OCC, todo el fic se matiza por los pensamientos de un Loki algo fuera del canon.


 


Tercer acto (en donde la autora ya no sabe que escribir): bien, ahí les dejo mi (emmmmm… O_o) ‘intento’ y una bolsa de ‘mil disculpas’ por no actualizar las demás historias. No surge el ingenio (aunque  ya los tenga casi terminados ‘o’) y ¡ya se me viene un horario re cargadísimo! TwT

Capítulo único

 

 

 

Estamos estudiándonos uno al otro sin vernos de frente, sintiendo el infierno en el cuerpo ajeno sin tocarnos debidamente. Sentado en el borde de tu cama, entreveo la turbiedad de tus pensamientos grabándose en ese espejo. Debes saber que he visto ese desconcierto en tu rostro infinidad de veces. La duda en tus ojos y el nerviosismo que vuelve torpes a tus movimientos se están forjando inconscientemente en tu carácter. Aún eres aquella tempestad que barre todo fácilmente, pero también la cobardía de un infante a veces. Ahora entiendo que tu vanidad y exagerada arrogancia eran tus armas para custodiar ese lado perverso que trama corromperte por dentro. Aún no te das cuenta que tu boca ha sido desde siempre quien te traicionara de frente y que tus pensamientos jamás lograron entenderte. Eres incapaz de confrontarlo más, ¿verdad? Tus sentimientos están doblegando tu voluntad y te quedas ahí, observando cómo ésta se te escurre entre los dedos.

 

Sabes fingir desastrosamente, pero continúa; soy paciente.

 

Contémplate en ese reflejo e intenta no colapsar con el armisticio que te exigen tus instintos. Estás extraviándote en lo profundo de esos mares turbulentos y no puedes hacer nada. Olvidaste tu camino y te encuentras tan desolado. «Cómo has decaído, Thor.» Disfrutas torturarte ante mi presencia y eso es un deleite, te lo aseguro. Escucho que gritas en silencio mordiéndote los labios y veo que desenfocas la vista en ese espejo empañado, buscándome sin remedio. Logro percibir lo vulnerable que te pones al entender que perderás contra ti mismo mucho antes de que la guerra se concrete. Siento como tus fuerzas se desvanecen conforme los rayos del sol se retiran inconformes de estas habitaciones contaminadas de titubeos. No aguantarás mucho, ambos estamos de acuerdo en eso. Tus nudillos se emblanquecen aferrándose al mueble vanamente y aún cuando consigan mantenerte de pie, tarde o temprano deberás admitir que has cambiando ─que el poder heredado desde el nacimiento no será culpable de los actos descabellados que estas paredes están por presenciar. Aquí no van a servirte ni tu beligerancia ni tu diligencia, en estos momentos estamos yo y los designios para enjuiciarte. Ocultándolo no demostrarás nada, hijo de Odín. Date vuelta y enfréntate a tus fantasmas; suelta las riendas y desencadena a la bestia. Déjale que ruja como nunca lo había hecho antes, que se desgarre la garganta llamándome a mí y no a sus incontables amantes.

 

Estoy esperando…

 

Confiésate conmigo, vamos. Se nuevamente el inocente niño de antes ─aquella parte que anda perdida desde la ruptura consigo misma y el mundo entero. Ignora el reflejo de aquel espejo y reconócete en los recuerdos que guardo pincelados en el iris de mis ojos con tanto recelo. El pueblo se ha comido tus esperanzas y sueños como la verdad inmanente ha engullido la poca cordura que quedaba en mi fuero interno. No obstante, hoy no es el día indicado para hablar de venganzas que consumen nuestras almas ─hoy no. Aunque todo cuanto has construido está por desvanecerse como las hojas muertas ante nosotros, no desfallezcas. La vida resulta ser un estado transitorio del que se aprende y se saca experiencias. Mañana esta constancia tan frágil sucumbirá finalmente y el telón bajará para los dos. Por eso, asegúrate de estar presente hoy ─de ser consciente que aquí y ahora un pacto está por suscribirse. Sin más demora, prepara a cada célula para el despertar del letargo milenario y desata la revolución en la sangre para aniquilar la realidad que nos obligaron llevar.

 

Demasiado larga y cadenciosa…

 

Ha sido una espera tediosa ¿No lo crees? Cada día contado de toda una vida perdida, todo hace el pasado que predisponemos al exilio mientras los latidos del otro se escuchan muy cerca. Siéntela y pregúntate: cómo la obscuridad a la que te entregas no es comparable con las frías sonrisas de tu gente. Esta soledad no es temible, Thor. Ponte a escuchar esa paz incomprendida por un instante y dame la razón de mi propio egoísmo al alejarme de ellos. Percibo lo que te atañe ocultar, pero eso que llamas maldad es… la libertad. Deja inmediatamente esas apariencias desechadas en las puertas de esta alcoba y muéstrate como nunca nadie te haya visto ─como eres en realidad. Embriágate de estos escasos instantes en que puedes llamarte libre, esos en que tu piel ya no sienta los grilletes y las pesadas cadenas que solían envolverte. No te abstengas por prejuicios; jamás te dejaste amedrentar con lo desconocido…

 

Después de todo, la perfección que te encomendaron nunca te sentó bien.

 

Corrígeme si me equivoco, pero hay noches en que no descansas aunque estés entre las piernas de alguien. Pude escucharte reprochándomelo miles de veces cuando nos encontrábamos y sentirte agonizando al enfrentarnos. Las maldiciones que usabas para disfrazar tus lamentos mudos jamás lograron mentirme y esa oración que repites incansablemente y en susurros no será la diferencia hoy. «Has comprendido bien, felicidades.» Ya entiendes sobre frustraciones y penas que atormentan a las almas. Eres consciente que sientes como cualquiera, que también eres vulnerable. Y ahora tratas de levantarte como sea, incluso si debas disfrazar tu desesperanza con esa frase insulsa y ridícula. Te desconozco; ya no veo al hombre que pisoteaba a sus enemigos y amaba las exclamaciones para alimentar su ego de dios. Ahora te muestras sencillo y frágil. Tiemblas porque crees ya no ser importante; estás dudando en si eres o no digno para obtener mi permiso. Empero, dime ¿Desde cuándo?

 

¿Por qué ahora y no antes?

 

Admite que jamás lo pensaste, que no me miraste ni siquiera una vez de aquel modo. Has trabajar a tu mente y cuenta las infinidad de ocasiones en que arrastraste mujeres a tus habitaciones en mi presencia y lejos de ella. Rememora sus rostros y dime si hallas alguno parecido al mío. Te has complacido con sus cuerpos y no tienes rastro de arrepentimiento ¿Lo ves? Mide la distancia que nos separa y confiesa que esto que deseas es por mero desosiego obsceno. Asimila los hechos y confiesa lo retorcido que eres mientras te dices ser correcto. Reconoce que tu juicio se ha extraviado al ver lo vacio que fue tu vida de dichas. Pregúntate si el sacrificio de ayudar a los demás es a lo único que aspiras, porque no estoy dispuesto a ejercer el papel que me pides sin tener una razón convincente. No creas que aún puedes reconocerme. He cambiado tanto que ni yo mismo cumplo mis propias exigencias. Entiende que el dolor de tu espíritu solo causa curiosidad en ésta igualmente dañada. Y quiero ver hasta dónde puede llegar tu demencia, la desgracia que corroe tu nefasta alma. Anhelo saber qué tratas de ocultar debajo de esas inservibles palabras.

 

Un “te amo” no basta, aquello no significa nada…

 

Sonríe y compórtate apropiadamente. No estoy acostumbrado a verte débil ¿Lo sabes? No me creo capaz de manejarme teniéndote difuminado y ajado. Tu energía me motiva, no lo olvides. Aliméntate de mi magia si lo deseas, asimila el aliento de las tinieblas y proyecta aquella luz que me enceguece. Dejaré que seas el arrogante hombre nuevamente ─aquel que aún cree poseer un vínculo conmigo, a pesar del tiempo transcurrido. Ignorante del favoritismo de tu padre aún, jamás sabrás sobre el catastrófico placer que me produces viéndote tan ecuánime al traicionarle ─abandonándolos a todos y viniendo a mí.

 

Te volverás adicto a mi aroma, lo harás como las plantas necesitan al sol. Asfíxiate por nuestra cercanía pues y sucumbe de rodillas. No me muestres tu desconsolada alma, prescíndela por completo. Piérdete al tomarme de la mano y desespérate por obtener más contacto. No te confundas nuevamente, vamos; para de titubear frente a mi en si eres o no capaz de resistir a tus pasiones. Tu actitud te delata aunque pienses lapidarla. El pulgar que acaricia imperceptiblemente el dorso de mi mano demuestra la ansiedad de un escarceo. Quieres seguir en el juego sin hablar de pérdidas. Tu estratagema es peligrosa incluso para ti mismo, pero no importa. Solo te recomiendo que si piensas escapar, considera que aferrándote de ese modo perderás la fuerza para irte lejos.

 

Sé que el caos que desataremos está cerca, él se brinda a ser el árbitro de esta insólita experiencia. Mientras te quites la pesada armadura y tires el símbolo de tu temerario poderío atrás, mírame sólo a mí. Preséntame lo que otros ojos ya vieron y trata de inspirarme el debido culto a tu cuerpo. Tu cálida saliva se torna ponzoñosa, todo en mi se alborota negativamente al sentirla en la mejilla con ese tímido beso. Puedes subir a la cama y jurarte en silencio que no lo hiciste a propósito, que todo esto fue producto de nuestro propio abandono. Recuéntate conmigo y contemos los segundos en que lograrás dominarte. Relájate y disfruta de la paz momentánea que la brisa trae y las sombras cobijan en sus velos mortuorios. Nuestro convenio se está forjando en mutismo absoluto y pedirá paulatinamente de nuestro consentimiento. Los dos sabemos que nuestras maldiciones son tolerables si ignoramos las nimiedades. Ambos tenemos la consciencia de que muchas de nuestras acciones fueron y serán irreversibles ─hoy arrancaremos las lecciones impuestas y forjaremos nuestras propias reglas. Desentiéndete del papel que te dieron: tu nobleza es irrisoria ahora. Ya no eres ese héroe caballero que pretende actuar hasta el final a pesar de morirse en el infierno del deseo, y yo no soy el indicado para alejarte del pecado.

 

Thor… ─ ¿Por qué estás tan tenso? ¿Es que acaso no te gusta esto? Creí que estabas acostumbrado a sentir el calor de otra persona cerca. Formulé la idea de que eso era lo que buscabas en las mujeres, de que los orgasmos eran el retorcido pasatiempo del que te jactabas ante tus amigos. No pretendas decirme que lo que dibujas en el rostro es miedo: tu sapiencia en la cama es comparable con la mía en la magia. Aunque hayas impregnado tu aliento en mi piel y desencadenado la expectativa en mí, siento que te estás negando a ser partícipe. No trates de ignorarme; la incomodidad de tu quietud es humillante. ¿Qué te está frenando? Me dijiste que el amor por la mortal había muerto, que ahora comprendías muchas cosa, que dejarías de engañarte a ti mismo… ─ ¿Pasa algo? ─ ¿Es apresurado de mi parte el ladear mi cuerpo y ascender con el pie derecho por tus piernas? Yo creo que no. No me trajiste para conversar; tú no lo has hecho para variar. No me opuse a tu requerimiento y te he seguido hasta aquí para ver el desastre que me expones. Quisiste probarte a ti mismo pidiendo que te escuchara y aquí estoy. Oigo nítidamente que tu reinado se desmorona por dentro y fuera, pero no pareces inmutarte ni en su destrucción ni en mi aburrimiento. Tan pacífico e indolente, has ignorado la petición de tu pueblo y nos encerraste en este cuarto. Si prefieres demostrar que lo que quieres es estar a mi lado, ¿por qué no me tocas? El calor que emanas me está provocando una cantidad descomunal de sensaciones mientras que  el sudor en tu frente me cuenta sobre tus propios desordenes. Excúsate de una vez y emancípate. Ellos están lejos, deambulan en sus propios miedos. No te amedrentes ante sus especulaciones; seguirán indiferentes ante tus vicios como lo fueron siempre. ¿Qué más da si ahora metes a tu enemigo en la cama? Déjales que te sigan alabando; su hipocresía y conveniencia sabrán cuidarlos.  

 

Sucederá muy pronto, ve acostumbrándote al contacto estrecho de nuestros cuerpos. Invéntate una excusa por más ridícula que ésta te suene en la cabeza y ya lo verás. Encontrarás la manera de subir la mano sobre mi pierna, de tocarme indebidamente mientras te pierdes en el crudo techo de esta alcoba. Simularemos sorpresa cuando eso suceda; pretendamos que ocurrió sin lógica. Nota que la fricción es tenue pero precisa; te aseguro que despertarás pronto, no te angusties. Sigue respirando acompasadamente mientras puedas mantenerte quieto sobre el lecho. Yo estaré observándote con detenimiento, dispuesto a continuar apegando mi rodilla muy próxima a tu entrepierna. Cuando sucumbas al fuego de tu lívido, no te asustes si me acerco más de lo debido ─si es que acaso mi mano repta hacia tu pecho. De mi no surgirá más que insinuaciones, movimientos inconscientes solamente. Voy a dejarte que decidas, que seas tú el de la iniciativa. Estaré callado manteniendo la misma naturalidad que antes. Sabrás que puedo ser de fiar, que no preguntaré ni pediré conversaciones rutinarias como suele suceder con las personas que invitas para calentar tu cama. Piensa que el camino está expedito por completo, que los miedos están de viaje y ésta es la tierra de nadie. Mírame a los ojos y se franco por hoy. Las fuerzas de la noche están golpeando las ventanas. Ya no hay dónde escapar, Thor.

 

«Vas a perder…» La naturaleza de tu cuerpo está buscándome, la hiperactividad de tus manos se hace presente finalmente. Siento el recorrido áspero sobre la ropa, ese nerviosismo haciéndole frente a lo considerado prohibido. Tus ojos se cierran y encegueces de mil maneras. La parsimonia que llevabas comienza a desaparecer y la ansiedad te enseña a fabricar un camino hacia la piel oculta de mi espalda. Aún espero que despiertes, que me muestres los ojos turbios a los que tanto temes. Hace tiempo que no me miras; te has alejado mucho antes incluso de que las cosas se viniesen abajo. Pero no es culpa tuya, no enteramente. Él ha sido quien nos ha separado ¿cierto? Fue él quien dispuso la destrucción en nuestras vidas desde un comienzo. Lo supo siempre, Odín intuyó tu derrota. «…contra el hijo de nadie.»

 

Tú y yo experimentaremos desde diferentes puntos de vista este encuentro clandestino.

 

Inspira profundo y arroja por los labios todo lo que acumularon tus instintos, memorízate cada caricia ruda de la que eres actor y déjame esculpirte de igual forma. Mientras esta noche aún se aferre en el cielo, te permitiré probar de esa demencia que me provocas. Pero no malinterpretes mi osadía al quitarme tan fácilmente las prendas, solo que a veces las tácticas cambian radicalmente en el campo de batalla. Los besos correspondidos no son parte de un sentimiento posible. No te brindo nada de lo que creas recíproco ─nada nos une, recuérdalo. Toma consciencia de que cualquier palabra que me saques esta noche estará sujeta al olvido. No esperes recibir lo que dices idealizaste por estos largos años de mutismo; ya viste que mis caricias solo te pueden resultar nocivas.

 

En este preámbulo excitante, la delicadeza no será la meta. Sin necesidad de preguntar, avócate a probar con la lengua mi existencia. Recorre con tus dígitos las dimensiones de mi cuerpo hasta que me incites a imitarte y permite que los movimientos hoscos de tus manos tiñan de un rojo leve la piel de mi espalda y brazos. No compete a mi incumbencia pero este ardor que siento es transmisible. Te exaltas al probar las caricias de las mías por tus pectorales y dejas escapar jadeos pesados cuando mis dedos logran alcanzar los cabellos de tu nuca. Quieres imponerte, lo veo aproximarse sin demora. Voy a ladear el rostro y apegarme a la almohada para dejarte que asciendas. Recostados de lado, trataremos de sincronizarnos, de que tú encuentres lo que deseaste siempre y que yo obtenga lo que vine a buscar. Motivemos a la noche para que no escape, desistamos de nuestros juicios y dejémonos ser.    

 

Consiente que descanse mi espalda en las sábanas revueltas, que relaje el cuerpo y que me excite acariciándome el cuello, los pezones y el ombligo. Cadenciosamente, notarás mi desprendimiento conmigo mismo. Te estoy mostrando lo que tanto has anhelado; te daré una pista concreta para llegar a tu destino. Déjate guiar, olvídate de las mujeres y aprende a observar. Voy a doblar las rodillas un poco y a separarlas lo considerable. Te autorizo a que mires, que veas el trabajo que mis pulgares comienzan a hacer sobre mi glande, retirando el prepucio y estimulando la humedad. Muy simple, la sensación será tremenda cuando los demás dedos vayan bajando gentilmente hasta que las uñas de mis meniques toquen la base. Permitiré que mi diestra descienda y estruje un testículo a penas. El inicio es siempre el mismo pero su evolución depende mucho de las circunstancias. Y es un placer tenerte participando, que tu mano se ciña y comience a subir y bajar, que tus ojos vayan de mi rostro a mi entrepierna periódicamente y que tu boca jadee conmigo.

 

Levántate y búscame...

 

Bésame con fervor y no permitas que los primeros gemidos sean los míos. Estoy sintiendo que me quemo pero aún no hemos llegado a tocarnos lo suficiente. Te abriré las piernas; autorizaré a que te acomodes y te me apegues más. Mis manos brincarán a tu entrepierna y ambos compartiremos la velocidad de nuestros corazones. Aférrate con los dientes a mi cuello y muévete despacio. Sacude a mi cuerpo con las mordidas que dejas sin contemplación. Tu salvajismo es la expresión de lo posesivo en que logra ser tu alma. « Eso es…» Destierra los pocos modales que te quedan y dejémonos de preliminares. Apoya las palmas en mis rodillas y sepáralas más. Imagínate que estás en una expedición, que la lluvia arrecia y que el sol está sobre tu cabeza. ¿Estás en Jotunheim? ¿O en Asgard? Forja tu propio camino más lejos si es preciso y averígualo. Sabrás que es mi hogar porque te será desconocido; reconocerás a tu amada tierra porque estás a un paso de obtenerla. Pero no agradezcas, ese título trasciende más allá de ti. Esto que está inerme no es por ti.

 

Ahí donde mi dedo medio acaricia en círculos, esa es la frontera que alguna vez me atreví a traspasar. Obviamente, fueron noches demasiado tranquilas las que me asaltaron sin pensar. Las ideas confusas de una mente estresada consigo misma motivaron a la curiosidad; sin embargo, tú sabrás hacerlo. Has yacido con tantas féminas que hasta debe parecerte aburrido practicar lo mismo. Pero ahora tienes chance de probar algo nuevo conmigo y dejar que yo experimente lo que se siente hacerlo con alguien… hacerlo contigo. Mejor trae tus dedos a mi boca y permíteme ensalivarlos con la lengua. Voy a chupártelos un poco e iremos juntos a mi orificio. Este temblor es común, descuida. Voy a desvanecerme atrás pero eso no quiere decir que me molesta. No es la primera vez así, no de esta manera. Voy a evaluar tu destreza con las manos, saborearé la manera brusca que tienes de imponerte en los cuerpos de otros. Son segundos nada más y tu desconsideración e impaciencia ya son las reglas universales. Sin embargo, aunque trates de amedrentarme con la intromisión torpe de otros dos o mi cuerpo esté reaccionando al cerrarse, no abdicaré en mi terquedad de morderme los labios y no quejarme. No pediré que te detengas porque…

 

…lo estás haciendo excelente; demasiado bien.

 

Brusco y certero, entraste tan dentro que ahora permaneces a la expectativa sin hacer ningún movimiento. «¡¿Qué le estás haciendo a mi cuerpo?!» He ladeado nuevamente el rostro a la izquierda y me encuentro con que no tengo aliento. Puedo ver por el espejo que mi columna está arqueándose y en mi rostro hay una expresión indescifrable. Siento que un quinteto de uñas se están enterrando en el muslo de mi pierna y el otro grupo comienza a rozar lo que jamás creí alguien alcanzaría. He gritado y me estoy asfixiando en un aturdimiento inesperado. Eres amablemente perverso, me encanta y aterra al mismo tiempo. Has ingresado toda la mano hasta el punto de mi ruina y no vas a salir. No siento que quieras alejarte hasta escuchar que todo mi yo se deshaga en tu nombre. Es un vulgar y sucio sexo, el vestigio de tu nobleza está siendo pisoteado por la bestia. Huelo a pecado, ambos lo hacemos con descaro. La tela estrujada por mis manos y la atmósfera de este cuarto están manchándose de actos carnales e insanos. Te vislumbro por la acuosidad que obnubila las retinas de mis ojos y el sordo ulular de mi voz. Aún soy consciente y entreveo la desesperación que albergas, a pesar de frenar el ritmo con el que me enloqueces acariciando continuamente mi próstata con los dedos. Podrás decir que aún queda mucho para terminar, que tú acabarás después de explorar cada milímetro de mi ser; pero yo no lo aguanto más. Tienes una manera única y estrafalaria de reclamar posesiones, Thor. Impartes tu autoridad creyéndote infalible y atraes el gozo de sentirse doblegado sin remordimientos. Esto no es humillante, no lo es por el simple hecho de que se siente jodidamente placentero. Y lo siento cerca. Has disipado mi juicio en fragmentos atómicos y haces bullir la sangre que circula sin autoridad por todas las venas de mi cuerpo. Es una frenética locura, tu mano dentro se siente sublime y las mías, incapaces de coordinar y acatar ordenes, ahora tiemblan encrespadas e inertes en mi abdomen. Estoy por venirme sin siquiera tocarme; voy a explotar gritando tu nombre.

 

El moviendo errático que interpretan mis caderas, la estimulación directa e implacable de tus uñas… ¿Estoy gimiendo o gritando? Lo único que siento es el vacio por detrás y la liberación insoslayable de este mundo. Soy momentáneamente libre de mi mismo. Lo siento: la pena y el rencor han dejado de presionar en el pecho. Y hay algo que no entiendo cuando logro abrir los ojos y puedo verte de nuevo. La pesadez de mis párpados impiden observarla con detenimiento pero es una especie de revelación. Es una luz… pura y tenue, es aquella que se adhiere a tus cabellos y a tu fisionomía desnuda.

 

Pero no perdura. Permanece unos instantes y se desvanece; todo vuelve a obscurecerse. «Estuviste cerca de convencerme esta vez… »

 

La ilusión se disipa al sentirte que te inclinas y me besas con pasión. Tu erección choca contra mi vientre y entiendo que pides tu turno. A pesar de mis movimientos lentos, recogeré mi simiente regada en el vientre para masajearte. Lo haré más deprisa, no te desesperes. Tu propio lubricante se está escurriendo y es algo que refuerza una nueva excitación. Descansa una palma sobre la cama y ayúdame a guiarte. Abajo se siente extrañamente vacio. Puedo asegurarte que hay expectativa; las paredes de mi interior están reclamando tu pronta intervención.  ─ Eso es, e-so es…ahhh  ─ Presiona y empuja hasta desaparecer. Ahogarte en mi propio mundo y, una vez dentro, conoce el desosiego de no pertenecerse ni a uno mismo. No te inmutes, no te detengas ni aún cuando el temblor de mi cuerpo bajo el tuyo sea incontenible. Retira la vista de mi rostro y limítate a moverte más. Estas lágrimas no son por ti, este fuego eterno que me consume no es inducido por ti ─ nada es por ti.

 

Hallaremos la forma de que esto desaparezca rápidamente; olvídate de los cuidados y la visita de tus labios sobre los míos. No quiero ni la miseria de tu preocupación expandiéndose por mi faz ni las palabras reconfortantes que pretendas decirme al oído. Ya conozco el discurso al que estás acostumbrado a fanfarronear a tus amantes de turno. Las caricias que tus dedos dibujan en las mejillas no van a comprarme tan fácilmente. Los jadeos que comienzan a abandonar mi boca y el serpenteo de mi cuerpo son independientes a mis sentimientos, no te consientas. Sólo avócate a obtener lo que deseaste; déjame en paz y lleva tu monólogo trillado a otra parte. Los demás pueden creerse cualquier cosa que escupan por la boca, pero ─ yo no…─ Únicamente invádeme con la fuerza que acalla a tus enemigos en esas batallas épicas de las que eres responsable casi siempre. Abandónate al calor que te ofrezco y del que enfermabas por sentir en medio de estas sábanas impregnadas de perfumes marchitos. Corrómpete probando lo que negaste incansablemente ante la gente y ese espejo. Piensa lo que quieras o recuerda a quien sea. Jamás llegarás a comprenderlo enteramente si escapas ahora. Vamos, demuéstrame el gran amor que dices tenerme como tú mejor sabes hacerlo. Pero primero, asegúrate de sincerarte contigo mismo para poder convencerme luego. Esperaré a que jures que cada ingreso es un paso más hacia tu redención, que este vaivén que me impones es la expresión de tu irrevocable rendición.

 

«Lo estás entendiendo…» Ni siquiera esta noche puede servirnos de testigo, Thor. Aunque el ojo divino no nos observe en la penumbra de tus habitaciones, la condena lo hace. Siento que esto te está destrozando por dentro y es perfecto.       

 

¡¡L-Loki!! ─ ¿Lo notas? Ahí, donde tu ansioso músculo sale y entra descaradamente, está mi maldición. Hay un precipitoso rastro de inocencia aún, ese algo que se mantiene incorruptible hasta el día de hoy no es más que un estorbo. Siéntelo: lo último que no me deja arrojarme al fondo por completo. ¿No te parece irónico? Voy a destruirte sacrificando lo único que me queda, pero estoy dispuesto a eso y a mucho más. El asedio ha sido extenuante y el cansancio ya ha aniquilado mi sentido común. Voy a infringirte un tremendo daño para compensarte la lejanía de esos últimos años. Por la eternidad que te queda, tu cuerpo sabrá que toma lo que nunca debió y tu mente te enjuiciará al escucharnos entregarnos a nuestros instintos más bajos. Lo entenderás mejor cuando apoye mis antebrazos y la planta de mis pies en la cama. Voy a copiar el movimiento que impartes a mi cuerpo y dejaré que mi pelvis choque contra la tuya. El sonido de nuestra carne se escuchará por toda la alcoba. Estos golpes secos se convertirán en ecos y los estrepitosos gemidos que lancemos aturdirán a las sombras. ─ ¡Oh, Loki! ¡¡M-maldición!!

 

Has llevado las manos a mis glúteos y estás presionándolos con fuerza. Quieres sentarte pero subestimas a tu fuerza y te tumbas en la cama. La ejecución es repentina y no me dejas alternativa que seguirte. No puedo prepararme y no soy capaz de reaccionar cuando te incrustas tan asertivamente. Hay una corriente que transita mi columna por completo y se presenta una parálisis que causa estragos en todo mi cuerpo. Ahora estoy arriba y tú debajo. Ahora me dejas que sea yo el que busque placer y predisponga las energías para la cuenta regresiva. Debo admitirte que el solo hecho de tenerte adentro colapsa la interconexión de mis neuronas. Es imperdonable el arrojo al que me brindo cuando comienzo a subir y bajar, cuando dejo que salgas y entres con una perfección meticulosa. Es laborioso mantener el equilibrio y acertar con este ritmo desbocado. Deja que me recline hacia atrás y recargue mi peso con las manos en tus piernas.    

 

Ah, ah, ah, ahh… ─ más rápido y más profundo. Tus manos juegan primero con mi erección oscilante, pasan después por mi cintura y suben finalmente hasta alcanzar mis pezones endurecidos. Me doy cuenta que la costumbre se te ha grabado insidiosamente cuando tratas de abarcar algo más en ese lugar. Masajeas la casi inexistente protuberancia y te yergues como puedes para tomar una con la boca. Esa inconsciencia te manipula y te ordena succionar. Estás restregando la lengua y avisándome con los dientes que no tendrás piedad. La sensación de aprisionamiento es algo que jamás he experimentado, es enigmático. Caes nuevamente y yo me arrojo sobre ti. Ya no titubeamos, no nos obedecemos y estamos sueltos y desesperados. Los cabellos se te pegan en el rostro y tu aliento alocado choca contra el sudor que empapa la piel de mi esternón y  clavículas. Tus hebras revueltas cosquillean en mi cuello al tenernos tan cerca y las mías propias forman una sonrisa en tus labios cuando desciendo. Mi boca se une con la tuya y nace un beso bravo entre ambos. Sabes a gloria y poder. Mi lengua escanea el inigualable sabor de tu paladar y tú haces lo mismo. Los dos mantenemos esa unión sin apaciguar el vaivén aunque nuestros dientes atraigan más de una mordida inconsciente. Mi constancia nos está dejando sin aliento y tu refuerzo me avisa que casi estás listo.

 

En poco más…

 

Flexiona las rodillas y permite que me yerga, desenredando tus brazos de mí. Déjame apretarte un poco, lo que pueda lograr sin tocarte y gozarás pidiendo por más, te lo garantizo. Falta poco, sólo un poco y terminará. Siento que está palpitando y estoy ardiendo por la anticipación. Ambos nos derretimos en quejidos animales y temblamos con fervor. Volveré a eyacular sin cuidados y tú explotarás en mi interior. Estamos corriendo contra el reloj, pero vale la pena. Estos segundos te bastan para retractarte de una buena vez y asegurarme que no es cierto.

 

─ Loki…OH, OH… ¡AHHH! ─ ¡Júralo! Dime que esto que haces es por ellos; júralo y me iré tranquilo, al fin. Quiero ver sus rostros y encontrarte entre ellos ¡Quiero saber que Odín aún sonríe al tenerte en su ejército!

 

Yo…. Yo no… ─ Porque no voy a consentirlo aunque no pueda impedirlo. Estoy extraviando el rumbo y pidiéndote algo en que creer. No me grites a los cuatro vientos algo que no sientes en realidad, eso es posible un imposible. No pidas entre jadeos que lo sienta también; te odio, eso lo sabes muy bien. Desnuda a la mentira y niégate a entrégate por completo a la locura que nos está obligando a redimirnos. Limpia lo poco que queda de esa incipiente pureza y confórmate. ─…no quiero… ─ Maldecirás lo que hacemos cuando el sol se presente y Asgard se queme. El padecimiento será grande, pero la ansiada paz finalmente llegará. Dame la razón definitiva para repudiarte y retornaré para traer a la muerte. Hazme entender que tu corazón jamás latió por mí. Se capaz de hacerme sentir lo más despreciable en tu universo, aquello que jamás podrías amar porque ─…no lo quiero.

 

─… te amo.

 

¿Qué es esto? ¿De dónde salió todo? Esto es pasajero, un perturbador delirio del que no somos artífices. Me has llamado y he acudido, pero eso es todo. Tú deseabas desahogarte con alguien y yo buscaba la satisfacción de verte extraviado en tus peores pesadillas. Y entonces,… ¿por qué no te cansas de susurrar en mi pecho que me amas? ¿Por qué aferro mis brazos alrededor de tu cuello cuando me vengo abajo? No es recomendable simular que nos importamos y creer que nos pertenecemos. Recuerda que vienen millares de enemigos, que estoy destinado a guiarlos para destruirte y exterminar a tu pueblo. No voy a permitirme perder nuestra razón de ser. No daré paso a esta infructuosa conciliación. Lo que hacemos no necesita formar parte de algún argumento. Sólo haz lo que se te encomienda y deslígate de esta absurda fantasía; yo lo recibiré, contendré la marea pero no será por ti.

 

No vamos a perdernos: no ambos, no ahora.

 

Yo debajo y tú encima nuevamente, acabaremos en la misma cama pero no nos diremos nada. Permaneceremos quietos esperando al tiempo y cuando el éxtasis pase, podrás retirarte. Acomodándome de lado, veré la vaguedad con que lo haces por ese inhóspito espejo y te dejaré recostarte por detrás. Resulta extraño sentir que recorres mi interior, pero ya no estés allí. Me pregunto si te arriesgas a hacer lo mismo con los demás: tal vez con la mortal o acaso… ¿con Sif también? Te lo cuestionaría pero no deseo saber. No me avocaré a escudriñar en tu patética vida sexual porque no me importa. Aunque ahora sean tus ojos los que observen mi rostro en el cristal y parezca que los papeles se han invertido, esto no significa nada. Esta cercanía y la caminata que tus dedos hacen por mi brazo pertenecen al mismo juego. Observas y tratas de interpretar mis reacciones, pero no vas a lograrlo. Has de saber que la trasparencia de tus pensamientos atraviesa la densidad de los míos y vuelven a encender mi cuerpo, pero es únicamente eso. La iniquidad pierde protagonismo al rememorar tu místico arribo, es cierto; empero, eso se debe sólo a los instintos sexuales.

 

Te siento y escucho cualquier suspiro que no sea de este mundo, atentamente. Vigilando al frente, no puedo evitar llevarme la diestra a la quijada y surcar mis labios, hincados por los fogosos besos de antes, con los dedos. Hay un rastro de salpicadura, dos gotas blanquecinas producto de mi última corrida. Mientras trato de reconocerme, percibo a tu lengua subiendo paulatinamente por un costado. Sin participárnoslos, nuestros cuerpos vuelven a danzar. Te olvidas del espejo y pasas el brazo izquierdo bajo mi cabeza y tratas de apoyarte en tu antebrazo. Estás pidiéndome espacio entre las piernas mientras recargas algo de tu peso en mi espalda. Busco la forma de no estamparme por completo en el colchón ─no voy a retirar la vista de nosotros. Algo dentro de mí quiere revelarse, algo desea mostrarme a lo que hemos llegado.

 

Con facilidad escalofriante, con esa simpleza bochornosa….

 

Tu erección irrumpe en mi ano y la disponibilidad con que se encuentra es de tu total complacencia. Estoy emitiendo algún tipo de ruido pero no me escucho porque lanzas un jadeo extravagante. El semen que embadurna mis paredes acelera tu velocidad y ese deseo de tocarme los genitales comienza a escocer en las yemas de mis dedos. Tu fogosidad instantánea no me sorprende, años en la práctica te han hecho eficiente. Con el cuerpo de costado y una pierna elevada al aire, puedo contemplar mi resistencia mediocre contra ese ataque por detrás. Una imagen demasiado surrealista está emitiéndose ante mis ojos, una que nunca me imaginé interpretar tan descaradamente: masturbándome con ansiedad mientras soy penetrado sin control. Pero no puedo mentirme al decir que no contemplé la idea de hacerlo, de entregarme en este modo retorcido. Tal vez, mi exagerada abstracción por la venganza reprimió las necesidades de mi cuerpo y ahora se está desquitando conmigo. Probablemente, el tiempo no se dio jamás y no hubo ocasión de hacerlo con alguien más.

 

«Seguramente… eso fue inherente a ninguna esperanza que pude albergar.» Porque el hombre que predispone su cuerpo con tanta devoción, no soy yo. Esos ojos verdes que se pierden en el placer y detrás de los cabellos obscuros no son míos. La voz que te llama en frenéticos gemidos me es desconocida y ese cuerpo que se funde contigo no es en el que habito.

 

No estoy perticipando, no. Este cuerpo se está revelado y esta alma se emancipa. No hay oposición a la que refugiarse, Thor. Todo lo que me identifica se va lejos y aquello que se impone huele únicamente a ti. Ahora estoy perdiéndome a mi mismo y no me reconozco. Estoy perdiendo ante esta contienda, ante la vehemencia con que usurpas mi autocontrol y creencias. No sé si los ideales de tu padre se están forjando contra todo pronóstico, pero siento que la unión de la que hablaba y creía afablemente se concreta o… ¿se renueva? Esa fe por tu pueblo y el recelo por el mío, ¿este convenio estuvo siempre suscrito?

 

Estás acertando...

 

Te remueves y me sacudes, buscando el camino para golpetear mi próstata. La desesperación llega a mi cabeza; se lo estoy negando pero mi mano halla la forma de atraer tu rostro al mío. Nuestras frentes se unen, nuestra vista se conecta y aquel aliento caliente como el fuego choca en nuestras bocas resecas. Es una contienda verbal, Thor. El ‘sí’ puede alejarte y el ‘no’ atraerte aún más. Juega con la lengua en este beso y húndete conmigo en el colchón. La punta de tu pene se me está insinuando y el pulgar que tienes merodeando en mi ombligo lo está imitando. ¡Voy a arrancarte los cabellos si sigues bromeando, voy a obligarte a que me la metas sin reparos!   

 

¿Nos hemos perdido? Esto no parece lo mismo…

 

Volvemos a enceguecer y nos extraviamos en ese meneo lascivo. Cansinamente, mis dedos estrujan la tela y mi cuerpo trata de ponerse a gatas. Tu mano arde en mi vientre y tus labios que viajan por la piel de mi espalda  estampan besos incontables. La presión que ejerce tu cuerpo me obliga a apoyarme en mis antebrazos y bajar la cabeza. El calor me está asfixiando aquí debajo y tu propio infierno comienza a arrasar en mi interior. Levantando el trasero y cubriendo con mi mano mis genitales, alcanzo a ver la desesperación con que tu carne rojiza me atraviesa y cómo tus testículos inflamados van sacudiéndose. Hay un hilo fino de saliva que se escurre de mis labios e impregna las sábanas, y un efluvio lechoso y tenue cayendo en el sur. Mantengo las rodillas flexionadas pero siento que los talones de mis pies comienzan a rozar mis glúteos. Te vienes abajo y abarcas todo cuanto me rodea. Con los hombros pegados en la cama, coloco las manos a los costados y ladeo el rostro con dificultad. Tus jadeos silban en mi oído y mis labios buscan que los consientas una vez más. Estamos empapándonos de promesas mudas y buscando un nuevo armisticio entre los dos. Tu cuerpo tiembla pero su maniobrar es perfecto y mis caderas, que se mueven apenas, cumplen con el rigoroso galope. Estoy sin aliento; mi pecho va a explotar por la tensión. Siempre fui un inepto para resistir el peso de tus sentimientos ─siempre huyendo. 

 

Hay una pausa en tu violencia. Los brazos que me presionaban contra la cama palpan con paciencia mis omoplatos y hombros ahora. Al incorporarte de a poco, vas bajando hacia mi cintura y alcanzas a mis glúteos; tus uñas se aferran en la suavidad de mi carne y tu músculo se libera apenas. Un nuevo paso altera el ritmo de todo, pero ¿cuántas veces piensas hacer lo mismo? retirándolo y metiéndolo tan tortuosamente lento, sin intención de acelerar; no creo aguantar y te grito cualquier estupidez que se me ocurra. Me palmeas y te ríes con descaro.

 

A veces eres de lo peor ─… p-puto manipulador. ─ Tus secretos en la cama me intrigan pero no me sorprenden. Sabrás doblegar a la gente cuando te conviene pero eso te pasa sólo cuando tu ética está ausente. A ti no se te permite errar y es particularmente emotivo saber que estás podrido por dentro. Ya lo había visto, te lo dije alguna vez.

 

Causa perdida… estás infestado y te diviertes.

 

Quieres arrancar en la carrera y necesitas apoyo. Tus manos llegan a mis costados y me llamas a erguirme también. Tu pelvis se apega a mis nalgas y mi columna vuelve a arquearse. Mientras intento masturbarme y moverme, tú no haces más que bramar en mi nuca. Tus manos que estaban en mis caderas suben y bajan por la interjección entre mis piernas. Esos dedos reptan y el vaivén se acrecienta. Tu diestra se engancha en mi cuello y la izquierda se aferra en mi pectoral. La vista se me nubla, la voz se me desfigura y mi próstata está por colapsar. No puedo mantenerme de rodillas, no puedo masturbarme más. Te has apoderado de mis brazos repentinamente y ejerces un contrapeso que nos brinda un choque frenético. Jamás me había escuchado gemir así, en ningún momento estuvimos tan compenetrados como en estos precisos instantes. Hemos registrado nuestras reacciones, nos hemos evaluado uno al otro esta única noche, pero nada fue lo mismo desde un principio. Podemos despreciar el aire que ingresa por la terraza sin asfixiarnos, nos entendemos sin hablar, nos fundimos al unísono y nos deslindamos del todo. La sensación de tenerte, la caricia exhaustiva que haces al recorrerme alocadamente…─es la segunda vez pero no es igual. Caliente y refrescante al mismo tiempo, tu esperma se irriga por mis entrañas y el mío llueve en mi estómago y parte de las sábanas. 

 

¿Lo hemos hallado?

 

Ya es muy tarde para negarlo: eso que sientes, lo que siento… Me doy cuenta que los hilos de nuestro destino resultaron ser uno: a pesar de nacer en polos opuestos, a pesar de vivir como nos indujeron a hacerlo. Somos las dos caras de una misma dimensión. Aquí como allá, las estrellas se suicidan y los mundos parecen inmutables. Ahora y no antes, todo sigue si curso aunque la constancia es diferente. Mis latidos se acompasan pero su ritmo no es el mismo, y mi lucidez vuelve pero los pensamientos son otros.

 

Me pregunto si te pasa lo mismo, si tus ojos se cierran viendo al mundo distinto.

 

 

─ o00o ─

 

 

La sinfonía de nuestra soledad es perfecta; esta paz momentánea parece desear la eternidad que no hay.

 

Este es tu día. La noche se suicidó sólo por ti y la maldad duerme casi en el olvido ─deberías sentirte orgulloso. El hoy de anoche ha dejado que un intruso se cuele por las cortinas diáfanas de tu habitación, pero no lo odiaré. No blasfemaré contra el sol ni por exigir que despiertes ni por tocar descaradamente la piel de tu ancha espalda. Has de saber que estos celos se pierden al tenerte cerca, al reconocer que tu aliento me acaricia las sienes y que me ases entre tus brazos como si se te fue la vida. He logrado entender este abstracto lenguaje durante el tiempo en que has guardado silencio ─el significado de la unción que nos dimos entre gemidos y placenteros movimientos. Siento que guardo la promesa de los dos muy dentro mío. Aquel recorrido que has hecho está tan vívido, pero no hallo aversión. Esto que albergo es diferente. Los pensamientos que me invadían antes de yacer contigo no están, se has ido. Todo está quieto y transparente, hay una paz hospedándose en mi mente de la que quedo absorto por completo. Mi existencia es irreconocible, Thor. Mi yo se desconoce al percibirte por todas partes, inundándome y protegiéndome simultáneamente. 

 

Con el tenue recorrido del astro, tus cabellos se encienden en hilos áureos que me provocan la curiosidad de tocarlos. Caen por tus hombros, por tu rostro; mi mano alcanza a rozar tu mejilla pero hay algo que me espanta, algo que desconcierta. Estas partículas se impregnan en mi piel; esa luminosidad brilla en mis manos, mis brazos ─todo mi cuerpo la está irradiando. Tú lo haces y yo…ambos desprendemos una luz que ni las sombras que quedan la pueden ahuyentar. He huido de tu lado pero consigue seguirme; esto que veo es lo que tienes dentro. Todo el ambiente del cuarto y cada centímetro de la cama revuelta se encuentran impregnados de tu naturaleza. Tu olor perfuma mis cabellos y tu sudor junto al mío se adhieren en cada rincón de mi cuerpo.

 

Me encamino a donde mis pies descalzos me llevan, cobijándome con lo que encuentro primero en el piso. No es temor lo que me guía al inicio de la terraza; no es el clásico escape para evitar posibles cuestionamientos y responsabilidades indeseadas. Los sucesos recientes se aglomeran tenazmente en mi cabeza y es el aire fresco quien las puede despejar. Desde aquí veo a la cuidad durmiente y el Bifröst tan apacible como siempre. Todo está preparado para sucumbir. El tiempo que les has dado no sirve de nada. Un día más de espera sólo altera la furia entre tus enemigos. ─ El fin de Asgard está acercándose, Thor.

 

Despiertas y te desorientas por un instante. Te incorporas despacio y me buscas con la vista por el cuarto. Aún no te das cuanta que mis ojos se pegan en tu nuca y no escuchas la risa lacónica que produzco cuando te desesperas llamándome. No logro compararte con el hombre desaforado de anoche; esa infantil ridiculez con que saltas y exploras debajo de la cama o dentro del armario parece ser inconsciente e innata. No me notas si no es hasta que te desconformas con tu inspección ilógica. El alma se te entra y tus pies corren a encontrarme, haciéndole caso omiso a tu desnudez. Aunque te muestras exageradamente molesto y desconfiado, no puedes concentrarte ─no cuando pones toda tu atención en la rodilla y parte del muslo que la sábana, que tengo envuelta, deja al aire.  

 

Pensé que… ─Me recargo en la baranda y espero a que te acerques más. He aprendido que precisas de indicios físicos, que tu cuerpo traduce eficazmente lo que murmura el mío. ─ Bien, ─ miro de soslayo si es que acaso hay alguna ventana que de directamente a este lugar y voy sentándome en la pestaña del barandal ─  eso es nuevo.  ─ Sonrió apenas y te doy la confianza que requieres. ¿Deberíamos sentir remordimiento? Me suena absurdo si decidiésemos desperdiciar los instantes que nos queda en una contienda de fundamentos confusos. Probablemente, pasen siglos enteros para poder vernos de nuevo. Tal vez lo que siento ahora se disipe en el reposo y tú lo olvides por completo. Reencarnaremos, es seguro; pero nada apunta a que esto se repita. Entonces, deberíamos permanecer indiferentes a estas suposiciones. Las probabilidades que interesan son las que nuestros cuerpos se susurran entre ellos. Y te veo divagar algo entre labios; pareces de acuerdo en que lo mejor para ambos es callar. ─ … te habías ido.

 

¡Con qué rapidez tus manos se internan debajo de la tela y comienzan a acariciar mis muslos! ¡Con qué fascinación mis piernas se separan y se enredan en tus caderas!

 

La sábana resbala lentamente por mis hombros y la brisa suave mece tus cabellos, enredándolos entre mis dedos. Pareciese natural el cómo nuestros labios se unen por inercia. Quedamos desprovistos de palabras y nos disponemos a escuchar la abstracción de ese beso armónico. Percibo lejos al placer que te dominaba y me percato que tu muestra de afecto se ha intensificado. Tus brazos aferrándose en mi torso me avisan de tu aprehensión. Has dejado de besarme y hundes el rostro entre mi cuello y mi hombro izquierdo. Los noto dulces y pausados; los besos suntuosos que viajan a mi oído y electrocutan mis nervios se me impregnan en el alma. Esto es nuevo para mí y se siente que también lo es para ti. Ésta es una intimidad de amantes consumados: el espíritu danzando en los ojos, los anhelos asentados en el ápice de la lengua y los sentimientos impresos en la piel.

 

Pero el titubeo colapsa tu aura nuevamente y asesinas la paz exhortándote a comprobar si hay compromiso. Tu recelo te induce a preguntarte; te sientes inseguro de mi permanencia a tu lado e invocas el poder del Mjolnir, instantáneamente. Puedo percibirlo; lo he hecho mucho antes de que arrojaras el arma al suelo. El martillo ha estado absorbiendo mi energía cadenciosamente desde el primer paso que di en la sala del trono. Pero ─ ¿Por qué? ─ Tu maniobra preventiva me produce molestia; no me gustan las imposiciones, ya deberías saberlo. Tus ojos azules vagan por algún punto de mi rostro y tu mano libre queda reposando en mi hombro. 

 

Era la única forma de tenerte a mi lado. ─ Te decides y me miras con esa resolución que gusta aplastar las decisiones de otros, incluso las mías.  ─ Estuviste jugando en los dos bandos y desconoces el riesgo que…

 

¡Yo sé dónde me meto! ─  Puede que haya caído en donde no haya salida, pero este estado es momentáneo. Si escuchas a la gente que despierta por esas explosiones, si sientes al aire contaminarse por la muerte que se aproxima podrías entenderlo. ─  Ellos no necesitan que los guie, Thor. ─ Ahora soy yo quien busca un rincón en tu cuello, soy yo quien cierra los ojos y siente que debe creer en sus propias palabras para convencer. Simplemente, he sido su voz a lo largo de estos años de opresión y puedo asegurar que ahora─… les soy inservible. ─Los dos somos innecesarios, ambos somos fichas perjudiciales. Tu decisión fue arriesgada y es irrevocable. No deberías sufrir por ellos; así, yo no debería hacerlo por ti ─no tendría que arrepentirme por enseñarles a abrir portales dentro de la ciudad. ─ ¿Qué puedo hacer sin magia… ─ y sin la fortaleza que me bridaba la obscuridad?

 

No te dejaría hacerlo, de todos modos. ─ El viento se torna agresivo y el bullicio engulle al silencio, las puertas inertes se sacuden por los golpes de los soldados. Te están buscando.  ─ Aún cuando te hubieses negado a venir, te habría buscado y arrastrado hasta aquí. ─ Frunces el ceño y tratas de apegarnos más; ─ y si la situación lo ameritaba, te hubiera cercenado la cabeza también.

 

La burla se tuerce en mis labios. Mis manos en tu pecho ayudan a separarte de mí. ─ ¿Y ahora? ─ Levanto la cabeza y busco tu mirada. Estás observando al frente; puedo notar que la hecatombe a mis espaldas se reflejan en tu ser: la resignación es latente. ─ ¿Vas a matarnos o dejar que nos maten?

 

Yo preferiría,… ─ hay un gesto picaresco que dibujas mientras vas hablando, ─  ‘hacerlo’ otra vez.

 

No seas imb-… ─ Arrojas al Mjiolnir por segunda vez y unes nuestros labios agresivamente. Mi fuerza está limitada por la tuya y mi cabeza no encuentra eje al que apoyarse aún. Tu boca presionando en la mía, tus manos fieras circulando por mi espalda, aquello que despierta entre tus piernas acariciando uno de mis muslos… todo destroza mi fortaleza inexistente. Tu reino perece y ─ ¿s-sólo piensas en follar? ─ La parsimonia en mi voz y los latidos de mi corazón golpeteando en mi pecho producen un letargo en la forma de tocarte. Los segundos pasan lentamente y aunque el bullicio se asoma por todas partes, percibo nuevamente esa sensación de paz en el cuerpo. Tus labios no se despegan de los míos y la felicidad de tu sonrisa la siento en el alma. Es una situación patética, una entrega incoherente entre los dos. Asgard cae lentamente y el ciclo del destino está por destruirse. Estamos libres de las cadenas; sólo estamos tú y yo.

 

Se llama ‘hacer el amor’, Loki. ─ No te lo he dicho y lo aseguras. Las palabras se amotinan en mi boca y mi habilidad en la tergiversación no entiende mis órdenes. Por primera vez, la mentira me parece dañina e incómoda. Tus brazos se enredan en mi cintura y los míos ascienden despacio y envuelven tu cuello. Hace tanto que no siento la necesidad de descansar. Aquí y ahora, este cambio en mi esencia misma… ─ Esto es amar.

Notas finales:

Me voy muy lejos de aquí;


me iré pensando en ti.


Estoy muy cerca del fin,


pero lo tuyo y lo nuestro seguirá;


yo sé que no me olvidarás... ”


 


Y demás babosadas (no hagan caso) Jajajaja. No sé ustedes pero a mi esto me suena más  a “hacerlo a lo Thor”  por lo hosco, pero bueh!!! El fic hubiera salido demasiado meloso si los mimos hubiesen estado presentes en cada párrafo. xD


Espero haya sido de su agrado y tolerancia. Es tonto preguntar si no hay quejas porque ¡¡sí las hay!!  Así que, me voy para volver. Dejen sus sugerencias (si lo desean), dudas (si las tienes) o  un ‘hola’ (si no es mucho pedir).


Se les quiere mucho y se les manda abrazos.


See ya later than soon.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).