Wet Kiss
Drabble
Kisa Shōta nunca se consideró una persona deportiva. De niño no era el más rápido de su clase, es más, odiaba la clase de gimnasia y solo asistía a sus clases extracurriculares porque su madre le obligaba. Ahora que era un hombre de treinta años con un trabajo de tiempo completo y con poco tiempo libre, seguían sin gustarle esas apresuradas mañanas cuando tiene que salir corriendo de su apartamento para poder llegar a tiempo a sus juntas. Pero, a pesar de eso, le había agarrado el gusto por ir a la alberca deportiva pública unas cuantas horas a la semana, diciendo que era una buena forma de relajarse un poco, despejar su mente de su ajetreada vida…
Y para poder ver al guapo salvavidas –razón principal por la cual seguía yendo, sin importar que siempre buscara otra excusa.
Ya habían pasado varios meses desde que el pelinegro se decidió por la natación, después de haber recibido un panfleto por correspondencia; y al entrar por primera vez al lugar lo primero que notó fue al rubio salvavidas, enamorándose así de su apuesto rostro. Desde entonces se ejercitaba de tres a cinco horas a la semana, si el trabajo se lo permitía, ya que había semanas en que se la pasaba encerrado en la oficina. Claro que nunca nadaba lo suficiente ya que perdía más tiempo en mirar al salvavidas desde lejos.
Alto, rubio, de tez blanca, ojos de color claro y por supuesto, bastante apuesto. Era normal para Kisa enamorarse solo por el físico de los hombres y por consecuente tener una sola noche de sexo con ellos. Sin embargo, había decidido que no haría aquello con el joven salvavidas ya que se había sentido idiotizado por su rostro, por lo que tampoco se había acercado siquiera para hablarle. Dejando todo en solo admirarle a distancia, pensando que eso era lo más seguro.
No volvió a pensar lo mismo cuando se desconcentró y eso casi le costaba su vida. No recordaba mucho que había sucedido, solo que se encontraba nadando y al ver de reojo la sonrisa del salvavidas sintió como el agua entraba a sus pulmones. Todo lo demás era borroso.
Lo que si recordaba perfectamente eran unos labios mojados sobre los suyos y sentir unas ganas de sacar agua de su cuerpo. Al igual que escuchar una voz que le preguntaba si se encontraba bien. Jamás había estado más avergonzado en su vida al ver al guapo salvavidas a su lado y darse cuenta que este le había besado –aunque había sido respiración boca a boca, pero aún así lo contaba como un beso.
No volvió a pisar la alberca pública desde el incidente, hacía unas semanas, y esperaba que nunca en su vida se topara con ese joven nuevamente.
Pero claro, el mundo al mismo tiempo era tan pequeño porque su salvador en traje de baño también trabajaba en la librería que había empezado a frecuentar.
Kisa Shōta en si no aprendió su lección, seguía observando al rubio desde lejos pero ahora en una librería y teniendo su botella de agua guardada… por si las dudas.
END