Chocolatina obsesión
Lo comprendía, era ilógico, yo, que soy una persona algo introvertida ni siquiera sabía el porqué de mi comportamiento tan impulsivo.
Sabía que era egoísta, pero no podía evitarlo, no cuando se trata de chocolates. Y lo mejor (o peor como se vea en ciertos casos) es que había recibido cientos de cajas de ese dulce manjar que solo los dioses podían probar, ya que hace días celebrando el día de san Valentín todos mis amigos, conocidos y etc. Habían decidido regalarme lo mismo en diversas formas: rellenos de licor, rellenos de pistache, con almendras, bombones cubiertos, paletas y mis favoritos, rellenos de cereza.
Mi rostro inexpresivo les daba las gracias con una sutil sonrisa, aunque en mi interior me moría de ganas de estar solo en mi habitación para poder saborearlos con gusto, y hasta en ciertos casos devorarlos. Y solo había una persona que sabía de mí chocolatina obsesión, y era Shiryu de dragón, mi mejor amigo, ya que él me había visto “degustar” una barra de chocolate dentro de un armario lleno de trapeadores, así que también sabía que por nada del mundo; yo, Hyoga de cisne iba a compartir mis sabrosos obsequios, podía prestar por semanas mis videojuegos, comics de Nightwing, u otra cosa que se dijera importante para mí, pero nunca de los nunca iba a compartir siquiera la milésima parte de una mordidita de una luneta.
Pueden decirme envidioso o glotón si desean pero yo jamás, jamás, jamás le daría a alguien un chocolate que me perteneciera.
Bueno, pero cuando Ikki de fénix entro a mi habitación sin llamar mientras abría empaque tras empaque escogiendo los chocolates que me echaría a la boca, mientras que ya parecía hámster con las mejillas inflamadas y los labios manchados, fue cuando comprendí que aunque sea una sola vez podía compartir con alguien mi obsesión secreta.
El ave de fuego entro por completo en mi habitación y cerró la puerta tras de sí, dirigiéndose a mí que me hallaba en el suelo como niño pequeño.
-¿pero que tenemos aquí?, un patito de chocolate- se inclino a mi altura y me tomo de la barbilla, por mi parte le di un manotazo para que se alejara ya que aun no podía hablar con la boca atascada de dulces- el dulce patito esta rejego
Y me sonrió, no podía creer que Ikki- yo no sonrió, ni rio, ni parezco feliz- me haya dedicado una sonrisa solo para mi, así que me quede shockeado. Y en lo que me recuperaba de mi asombro el alejo las cajas para pegarse a mi cuerpo, bajando sus manos por mi espalda. Como pude logre pasarme el chocolate sin ahogarme en el intento, cuando abrí la boca para reclamarle el ya se hallaba besándome como si la vida le dependiera de eso, por segunda vez me quede helado, pero fui cediendo cuando sentí su aliento a menta por el dentífrico chocar contra el mío y mezclarse en uno solo, chocolate con menta, el mejor sabor que he probado. Pase mis manos por detrás de su cuello acercándolo más a mí, sintiendo su cercanía, su cuerpo tan cálido. Se separo un poco de mis labios y pude escuchar una risita para después percibirlo en mi cuello, sintiendo la potencia de sus dientes en una de mis zonas erógenas haciéndome gemir, dándole más espacio, me arquee en sus brazos colgándome de su cuello al sentir como, sin querer, una de sus rodillas rozo mi entrepierna mandando a mi cerebro una sensación de placer indescriptible.
-pato, pato, pato, pato, pato…-comenzó a recitar en mi oído el juego de pato-ganso, cuando comenzó a pasear sus manos cálidas bajo mi playera despojándome de ella, sinceramente no me interese cuando la rasgo un poco rompiéndola o cuando yo me la cobre rasguñando sus fornidos brazos dejando líneas rojas al paso de mis uñas. Solo podía sentir que no podía respirar bien, sentía el rostro algo caliente seguramente por un generoso sonrojo cubriendo mis mejillas, mis labios palpitantes de deseo, sus manos delineando mi silueta, la mías jalando sus azules cabellos, sus carnosos labios en mi vientre ambos en la alfombra de mi habitación rodeados de tan suculentos manjares.
-¡haaa!, Ikki- mi voz ronca se hizo escuchar después de largo rato-ha, ha
Mi pollito candente alzo el rostro para mirarme fijamente, desabrochando mi pantalón. Pude apreciar un ligero sonrojo en su cara, “que seme tan mas… haa” fue lo que pensé al verlo así, porque lo sabía, sabía que yo iba a estar abajo, que me iba a abrir entera y completamente para él.
-Hyoga- se arrodillo para quitarme los zapatos y calcetines con lentitud, por lo tanto pase mis dedos por mis pezones duros pellizcándomelos, me mordí el labio inferior y entrecerré los ojos al tener todas esas sensaciones nuevas para mí, no sé si mi cara era de chiste o era erótica, cuando mire una imagen distorsionada de Ikki dándome una sonrisa peculiar. Alcé mis caderas cuando comenzó a deslizar por mis piernas el tan estorboso pantalón dejándome solamente en ropa interior- te vas a derretir patito de chocolate
-quiero ver eso pollo candente- respondí, a lo que él solo rio, bajando su rostro sobre mi miembro cubierto aun por el bóxer negro entallado que me había puesto después del baño esa mañana, soplando, dándome unos calofríos- pero no es justo, yo casi estoy desnudo y tú sigues intacto fénix
Rápidamente se quito la camiseta, dejándome apreciar su cuerpo más musculoso y moreno que el mío. Se desabrocho con sumo placer el pantalón, yo solo podía ver sus movimientos acostado en la alfombra con las piernas abiertas al lado de su cadera. Alcé una pierna para colocarla sobre su hombro, a él pareció gustarse mucho, ya que comenzó a besar mi pantorrilla y el interior de mi rodilla con devoción, a lamer y dejar un rastro de saliva, saliva caliente que quemaba mi piel ya sensible a su tacto. Escuche el sonido de plástico siendo arrugado, vi a Ikki tomar unos cuantos de mis chocolates y derretirlos con su cosmo, para después embarrase el pecho de ese liquido que es mi obsesión, yo sin pensarlo mucho me levante para degustar a mi pollito de chocolate, baje mi pierna y las prendí a su cintura, colgándome nuevamente de su cuello, pareciendo koala, paseando mi lengua sobre sus pezones donde recorría aun el liquido, el cual congele con un poco de mi cosmo. Sentí su pene aun cubierto y comencé a moverme de arriba hacia abajo simulando una penetración. Nuestros gemidos eran lo único que llenaba la estancia junto con el olor a chocolate. De pronto hizo que parara, me recostó nuevamente sobre la alfombra, ahora el recostándose a mi lado. Acaricio mi cuerpo desde los labios hasta mi vientre y de un solo tirón desprendió mi ropa interior, dejándola a medio camino, en mis rodillas, batalle algo en quitármela ya que él, posesivo como es, me abrazo mientras me besaba y acariciaba mis cabellos que se pegaban a mi frente gracias al sudor yo pase una mano en su nuca y la otra intentando entrar en su pantalón, lo cual me fue impedido cuando tomo mi mano con suavidad entretejiendo nuestros dedos, llevándola a la altura de mi cabeza. Pero su cara se dirigía hacia otro lado, precisamente la parte baja de mi anatomía, se recostó en mi vientre meneando la cabeza como un gatito, tomó mi pene con delicadeza y comenzó a estimularme. De mi boca salían suspiros entrecortados, gemidos de placer. Me apoye en mis codos queriendo ver como la hacía, su cara de placer, solo pude ver su mano abrazando mi hombría y eche el rostro hacia atrás. Cuando note, Ikki intentaba introducir algo dentro de mi entrada.
-Ikk… Ikki… ha… ¿Qué… ha…que haces?
-ha, mi patito… mi patito esta relleno... ha... de chocolate
No me podía ver, pero estaba seguro que ahora si estaba completamente sonrojado hasta las orejas, de hecho las sentía arder, Ikki por su parte soltó una sonora carcajada al voltearme a ver.
-no te preocupes, son unos conejos de chocolate- y me sonrió para seguir con su trabajo
Yo estaba que no me la creía, un conejito no se podía usar para algo tan pecaminoso y placentero como eso ¿o sí? Bueno mis dudas se despejaron al sentir un inmenso placer recorrer mi columna vertebral que me hizo arquear la espalda sosteniéndome solo con la cabeza y contraer los dedos de los pies, mientras estrujaba la alfombra de colores con diminutos detalles de pingüinos con gorro y bufanda. El chocolate derritiéndose en mi interior se sentía tan bien.
El león que tenia frente mi, se posiciono entre mis piernas.
-así de abiertas tus piernas, parecen las alas de una mariposa, patito- me sonrió, se quito el pantalón, y ahí fue cuando lo supe, Ikki de fénix no usaba ropa interior. Me quede boquiabierto, ni siquiera una tanga de elefantito, nada, absolutamente nada contenía su grandioso pene que se erguía majestuoso esperando con ansia reclamar su lugar en mi virginal entrada, para reclamarla como suya, para reclamarme a mí como suyo. Por instinto intente unir las piernas, pero Ikki fue más rápido separándolas cada vez mas-listo mi amor, voy a poseerte por completo.
Comenzó a empujar, lo sentí introduciéndose poco a poco en mí interior, vi su nariz arrugarse antes de que escondiera su rostro en mis cabellos. Su aliento caliente en mi oído me hizo estremecer. De pronto sus movimientos pararon.
-que… que estrecho eres, muy... muy estrecho… ha…
Yo no pude responder al instante, ya que sus brazos se enroscaron en mi cintura cual boa constrictor y me unieron a su abdomen trabajado, apoyándome solo en mis nalgas y piernas que se anclaron a su cintura, mis brazos lo tomaron por la espalda y nuestras bocas se unieron en un beso demandante donde nuestras lenguas luchaban por ganarle a la otra en explorar la cavidad contraria, uniéndonos solamente por un hilo de saliva.
-y ahora ya estamos unidos Hyoga… ha… mi… míranos, somos uno… somos uno
Vi su pene perderse entre mis nalgas, lo sentí adentrarse más, mi entrada ardía. Sus testículos chocaron contra mí produciendo un sonido erótico, piel contra piel.
Después de un momento moví mis caderas, dándole a entender que siguiera. Ikki entendió y comenzó a embestirme, el dolor… ha, el dolor, pronto fue sustituido por placer, cuando lo sentí arremeter y tocar un punto maravilloso en mi interior, haciéndome arquear.
-Ikki, Ikki, Ikki…- susurre su nombre moviendo el rostro de un lado a otro- Ikki… ha… ha…
Tomo nuevamente un chocolate y lo coloco en mi boca, comencé a chuparlo, a saborearlo, derritiéndolo mientras me deleitaba con el relleno, Ikki me beso quitando todo rastro de dulce de mis labios y al terminar jalo mi labio inferior con sus dientes
-hyo… Hyoga… ha… ha… ha…
Nos comenzamos a mover acompasadamente, la textura de la alfombra bajo mi piel era exquisita. No sabía si era mi imaginación pero la habitación se volvió cálida. Lo mejor que pudiese pasar, Ikki sobre mi dándome el mayor placer que había tenido en mi corta vida. Nuestros gemidos unidos hacían una melodía única. Mi pollo de chocolate volvió a apresar mi miembro, que sumados a los movimientos de su cadera me eran irresistibles. Un momento después y me vine en su mano, manchando nuestros vientres se mi semen, mientras gritaba el nombre de mi amante, mi cuerpo reacciono contrayendo mi ano para luego sentir algo cálido en mi interior, comprobando con un gemido de su parte que había llegado al clímax. Ikki se dejo caer sobre mí, cubriéndome con su cuerpo. Pronto nuestras respiraciones se acompasaron y ya más calmados, se hizo a mi lado pasando un brazo por mi cintura.
-avecilla congelada, ¿Cómo te encuentras?- me cuestiono algo preocupado besándome en la frente, yo solo le pude sonreír delicadamente y lanzarme a su cuello para besarlo.
-mas que bien, mi avecilla candente- al decirle esto se rio y se volvió a posicionar entre mis piernas. Bajo su rostro hasta mi ano y comenzó a lamer los rastros de chocolate que aun quedaban en ese lugar, ¡Qué cosa!, su lengua introduciéndose ansiosa en mi sensible orificio, nuevamente gemí, tirando de sus cabellos.
-¡Ohm!, Ikki que me pones, me… me ¡Ha!
-no te preocupes, no hay nadie en casa. Y no estarán hasta pasado mañana
Yo me sorprendí, abrí los ojos desconcertado.
-¿Qué quieres decir?, ¿por ello, tu… tu entraste?
-dijeron que querían ir a Okinawa a ver tiburones ballenas. Y cuando te vine a avisar si querías ir… nunca me imagine que me encontraría con un patito de chocolate.-Subió nuevamente hasta mis labios, saboreándome completamente
-pero, ¿Qué te parece si para la próxima tu traes tus chocolates?- comente con una sonrisa cuando se separo
-¿y quien dijo que vamos a usar chocolates?, la próxima vez será helado- dijo claramente en mi oído- esa, esa es mi obsesión…
Y supe que me iba a divertir mucho descubriendo las cosas que le gustan a mi pollito de chocolate.
Fin.