Lovino maldecía todo mientras se apresuraba a casa, la lluvia lo había tomado desprevenido. No tenía ni paraguas y el diluvio recién empezaba. Claro. Tenía que elegir justo ese día para probar una nueva ruta a su departamento. La antigua le recordaba demasiado a una sonrisa española que quería borrar como sea de su mente. ¿Cuánto había pasado desde su última llamada? Como cinco meses.
Soltó un suspiro, mirando al suelo algo cansado. Le daba la impresión de estar perdido y eso no era nada bueno en una noche lluviosa en esas partes de Roma. Habían callejones oscuros donde podías encontrar desamparados detrás de los enormes botes de basura. Y no eran muy amigables por así decirlo.
Un sollozo llamó su atención.
Miró a su izquierda y vio una caja. Una manta cubría algo tembloroso y al parecer peludo dentro de ella, aunque no parecía muy útil considerando lo desgastada que se encontraba
Se acercó curioso ignorando por un momento las gotas cayendo directamente a su espalda al momento de pararse enfrente del ahora aún más tembloroso bulto.
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Feliciano podía sentir como las lágrimas se mezclaban con el agua que caía del cielo sobre su cuerpo.
Él no vendría hoy. Tampoco vino ayer. Ni antes de ayer. O la semana pasada. O la otra semana pasada. O el mes anterior. ¿Por qué se demoraba tanto? ¿Qué tan mal se había portado como para que su dueño lo tenga que castigar así?
Escucho pasos cercanos que se confundían con el sonido de las gotas chocando sobre el piso. No pudo evitar temblar más fuerte al escuchar que se detuvo cerca suyo, al frente en realidad.
Tenía miedo. Realmente no quería ser golpeado de nuevo. Los moretones aún dolían en su espalda y abdomen, algunos rasguños en sus piernas no terminaban de cerrar.
Su cola envolvió su cuerpo como si de una armadura se tratase y la punta de sus orejas tocaron su cabello.
Aunque quisiera no podía echar a correr, estaba demasiado débil para moverse.
"...Ciao?" Habló la voz desconocida dándole un poco de calma al escuchar que hablaba en su lengua materna.
"C-c-c-ciao..." Logró responder sintiendo su garganta arder. Era la primera vez que se atrevía a hablar en semanas.
"¿...e-estas bien?" Le preguntó sonando algo preocupado.
"Errr... Y-yo..." Feliciano miró hacia arriba para encontrarse con un rostro de cabellos mojados mirándolo como si lo hubiera visto caer de algún tercer piso. Sus orejas salieron a la luz cuando su agujereada manta calló hacia atrás.
El chico delante de él cambio su expresión, levantando ambas cejas. "Un... gatto?"
"S-si" Contestó asintiendo levemente. Era algo lindo que alguien le hablase directamente con el sin insultarle o tirarle piedras.
"Vaya, no había visto uno en años..." Dijo el extraño sonando como si hablara para él mismo. "...Pero" agregó ahora mirándolo extrañado "¿Dónde está tu dueño?" Preguntó mirando a ambos lados.
Volvió a mirar abajo aguantando un sollozo. Esa era lo mismo que se preguntaba cada vez que el cansancio hacía imposible que se mantuviera despierto por más tiempo desde que su dueño lo puso en esa caja y se alejó con un "espérame aquí". No quería que su querido amo se enfade con él otra vez, así que no podía moverse de allí hasta que lo recojan.
Porque él regresaría... Solo estaba muy ocupado con el trabajo otra vez, ¿Verdad? No lo olvidaría... ¿Verdad?
"Él... d-de seguro v-vendra p-p-pronto" Sus manos cubrieron su estómago, por alguna razón le punzaba.
"...¿Desde cuándo no lo ves?" Aunque no pudiera verlo, pudo imaginar su rostro volverse serio por el tono de su voz. Al sospechar que lo habían abandonado.
"U-un mes... q-quizás unos d-días m-más" respondió sincero sintiendo lagrimas brotar otra vez.
Una mano tocó suavemente su mejilla, se estremeció al principio pero el cálido tacto de sus dedos secando sus lágrimas hizo que ronroneara levemente. Lo miró de nuevo y notó que su rosto estaba más cerca.
"¿T-tienes hambre?" Le pregunto sin dejar de acariciar su mejilla.
Su estómago respondió por él. "U-uhmm..."
"N-no sería problema invitarte algo..."
Se aferró más a su manta. Obviamente quería comer algo. Y si era con él aún más. Pero...
No podia irse. ¿Verdad?
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Rápido. Si iba a hacer esto lo haría rápido.
¿Que? Èl tenia corazón, no importaba que dijeran. Y esto era el tipo de cosas que más le molestaban.
A ver bastardos, si van a tener a un hijo o una jodida mascota. Cuídenla. ¿Tú crees que solo porque te aburriste la dejas y ya? No.
¿Te aburriste? Qué pena. Toma la responsabilidad y has un puto esfuerzo maldición...
Pero si este era un ser humano y un delicado animal como un gato al mismo tiempo y lo dejas así como así entones; ¡felicitaciones!
¡Eres un jodido hijo/a de perra!
Tienen putos sentimientos que merecen ser respetados.
Esperó a su respuesta algo impaciente. "Haré pasta" dijo en un intento de convencerlo y vio que era una buena señal cuando él lo miró con interés "...bolognesa" añadió.
"Y-yo..." su estómago crujió de nuevo y él solo asintió. "V-ve... P-pero no puedo c-caminar... l-lo siento" se disculpó mirando a sus pies dentro de la caja.
Lovino se encogió de hombros, "no hay problema" le dijo sonriendo un poco antes de colocar un brazo en su cintura y levantarlo con cuidado.
"Q-que... V-ve..." él se aferra más a su manta con una mano y la otra sujeta el polo de Lovino con fuerza.
Su otra mano se sitúa detrás de sus rodillas. Pudiéndolo cargar correctamente al fin corrió a casa. Tratando de evitar que el cuerpo acurrucándose en su pecho se moje más.
Podía oír como susurra algo sobre alguien molestándose con él pero lo decía realmente bajo y no parecía ser para el así que no le prestó atención.
No estaba acostumbrado a ser cargado.
La buena noticia era que nadie estaba cerca así que no lo vieron entrar (con algo de esfuerzo y mojado) con un chico con orejas y cola de gato. Algo menor que él pero de casi el mismo tamaño. Con ropas viejas y sucias. Más delgado de lo normal pero aun así lindo.
"P-por cierto, me llamo Lovino Vargas" se presentó cerrando la puerta con su cadera.
"F-feliciano. V-ve..." le respondió señalando su ajustado collar rojo que no había notado.
"Claro" Asintió caminando hacia su mueble más grande.
Lo recostó amablemente pero Feliciano no se soltaba del todo de él.
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"N-no" susurró débilmente "...e-estoy muy mojado y a-arruinare a-algo y me e-echaras tu también" sollozo ya consiente de su situación.
No quería volver allí afuera. Era frío y aterrador. Y solo podías comer de lo que te tiraban.
"No seas idiota" Lovino habló luego de unos segundos de silencio "Yo no haría eso" completó.
"P-pero..."
"Es mi decisión" lo interrumpió "...t-te puedes quedar aquí t-todo el tiempo que quieras.."
Feliciano sonrió por primera vez un mucho tiempo.
"G-grazie!" lo abrazó acariciando el pecho de su nuevo amo con su mojado rostro "Mille grazie!"
"N-no hay problema…"
Se rio suavemente, su cuerpo se relajó y su espalda toco la blanda superficie del mueble haciendo que su sonrisa se expandiera.
Al parecer tenia un hogar.