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Dos horas cada semana por pineapple

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2 horas cada semana.

Toca la puerta golpeando tres veces la madera con sus nudillos. El corazón de Min Ho da un vuelco, no te se ha cansado de venir, y, aunque aun está girando el pomo para poder entrar en la habitación, sabe que es él, sabe que es Jin Ki.

'Hey! ' sonríe ampliamente mientras acerca la silla de siempre a la cama donde yace el menor. Min Ho, desde su colchón, admira como sus ojos casi desaparecen cuando este sonríe, adora esa expresión, realmente la adora.

Hace un año del accidente, y como cada jueves por la tarde tarde, Jin Ki se sienta en esa silla, sonriendo. Le duele el pecho ver al menor así pero agradece que este siga con vida, pues, como los médicos dicen 'es un milagro ' . Y, aunque la universidad le roba mucho tiempo, se las arregla para verle 2 hora cada semana. Él lo merece; aunque solo sea capaz de pestañear por si mismo, sigue siendo él, sigue siendo la persona de la que se enamoró.

Min Ho, en su sepulcral silencio, agradece sus visitas, a pesar de orinar mecánicamente por un tubo o que una vía intravenosa le alimente, su cerebro sigue siendo el mismo. Está cansado de oír lo del 'milagro' pues él no lo siente así ¿Como pueden llamar milagro a vivir colgado de unas maquinas? Desea gritar, moverse, hablar.... desea morir... siempre lo desea, siempre ...a excepción de esas 2 horas cada semana, que Jin Ki le visita. Entonces, olvida que casi muere, olvida que su mundo se limita a mirar el techo y pensar en que habría preferido fallecer, olvida el dolor que de tanto en tanto le azota todo el cuerpo y que es incapaz de quejarse o pedir un calmante... lo olvida todo y solo existe Jin Ki... y solo existen esas 2 horas cada semana.

Jin Ki habla sobre la universidad, le cuenta sobre sus clases en la carrera de medicina, le dice que aunque sea su primer año está aprendiendo mucho, sin embargo omite el echo de que escogió esa carrera en el último momento para poder ayudar a gente como él, para salvar la vida de personas como Min Ho... y quien sabe, tal vez en un futuro devolverle todo lo que le quitó la carretera aquel fatídico viernes lluvioso. 

Min Ho le escucha atentamente, imaginando a Jin Ki como un gran cirujano, le imagina salvando a niños, con su gran sonrisa y una impoluta bata blanca . Aquella imagen le agrada. Le gusta imaginar el campus y el ambiente en la universidad, después de todo, nunca pisará una. Aun así no se siente celoso, si no orgulloso, sabe que su querido hyung se convertirá en un gran medico, solo espera que cuando lo sea no llame milagro a alguien como él.

A veces, en medio de sus monólogos, Jin Ki lanza preguntas para el menor, incluso deja correr unos segundos, como si esperase que, mágicamente, Min Ho fuese a incorporarse, aclararse la garganta y contestarle, rompiendo el monologo para convertirlo en una conversación, una de esas conversaciones que tanto añoran ambos, sin embargo, los segundos corren, entonces Jin Ki suspira, y termina por contestarse a si mismo, intentando reproducir lo que cree que diría el menor. Aquello fascina a Min Ho; salvando un lógico margen de error, siempre acierta con sus pensamientos o al menos se acerca mucho.

Los finos dedos del mayor tamborilearon la dura tapa un libro con cierto deje de nerviosismo, Min Ho sigue sus movimientos haciendo saltar pesadamente sus cansados ojos mientras segue escuchando el monólogo de su mayor.

'Y bueno... tal vez deberíamos seguir con la lectura...¿no? ' deja una pequeña pausa, aguardando por esa respuesta que jamás escuchará. 'Si, deberíamos continuar antes de que me valla ' sonríe, y una vez más. Min Ho contempla como sus ojos se convierten en dos adorables franjas bajo sus cejas. 'Yo al menos tengo muchísimas ganas de saber que pasa, solo nos quedan dos capítulos, y me ha costado mucho no terminarlo yo solo, pero es algo nuestro ¿no? No podía seguir sin ti.' 

Sus dedos seguen tamborileando, siempre lo hace antes de leer. Min Ho vuelve a clavar la vista en sus delicados apéndices. Piensa que son unas buenas manos para un cirujano, y no puede evitar pensar en que también serian buenas manos para dar caricias, y se odia y se arrepiente por no haber disfrutado nunca de ellas, por no haber tenido valor para hacerlo.

Vuelve la mirada a sus ojos cuando Jin Ki cierra el puño, se ha dado cuenta de que le observa y sus mejillas se han sonrojado ligeramente. Tan tierno. 

Jin Ki está nervioso. Siempre lo está antes de leer. Desde que era pequeño, leer en voz alta le ha producido cierto nerviosismo, no lee mal, al contrario, sabe entonar y respeta con escrupuloso cuidado las puntuaciones, las pausas. Los diálogos los clava, enfatiza cuando tiene que hacerlo... es un buen lector, incluso, si no fuera por sus nervios, sería un buen locutor de radio.

De todas formas, de esas dos horas cada semana, siempre guarda tiempo para la lectura. Pretende leerle novelas interesantes, de misterio, de aquellas que cree le gustarán a Min Ho... Quiere divertirle, no quiere que aquellas visitas se limiten a un monólogo aburrido. Y mucho menos quiere que en una de sus 'diarreas verbales' termine hablado sobre esos sentimientos que nunca confesó, y que ahora es demasiado tarde para decir.

Min Ho espera atento a sus movimientos a que el mayor reanude la lectura. Le gusta ese momento. No es la historia lo que espera cada semana, si no el escuchar a Jin Ki leer. Cuando lo hace parece aun más bonito, si aquello es posible, claro.

Cuando comienza la lectura se ve francamente nervioso, pero a medida que pasan las paginas y el mayor se va embarcando en los mundos de tinta y fantasía es todo un privilegio escucharle. Min Ho adoraba ese momento. 

'Waaoo' Cierra el libro con la mirada brillante de asombro, clavándola en él menor. '¿Te imaginaste un final así? ¡oh! seguro que si... siempre has sido más astuto' Min Ho pestañea un par de veces como única repuesta. Jin Ki sonríe y seguidamente se levanta de la incomoda silla en la que ha estado sentado dos horas, estira los músculos y mira por la ventana. 'Ya ha anochecido, tengo que terminar un trabajo para mañana... será mejor que me vaya'

Min Ho cierra pesadamente los ojos, se ha terminado el momento más feliz de su semana. El único. Entonces, espera, como cada semana, que Jin Ki bese sus inertes labios antes de irse. Sabe que no ocurrirá, y sabe que aunque ocurriese, no sentiría nada físico, pero aun así, cada semana grita en silencio para que aquello ocurra. Implora en su mente por que lo haga.

Jin Ki se acerca a la cama, se sienta a su lado y atrapa un suave mechón de su pelo entre los dedos, lo retira de su rostro con infinita ternura. Lo observa. 'Volveré la semana que viene, y cuando me den las vacaciones intentaré venir más a menudo.' Le sonríe melancólicamente 'Traeré un libro nuevo' 
Jin Ki se inclina sobre su rostro. Y como cada semana, Min Ho aguanta la respiración esperando con ansias que sus labios aterricen sobre los propios. Pero entonces se desbia y besa su mejilla. Apenas la roza, o al menos eso le parece a Min Ho, después de todo, no puede sentirlo, y cualquier contacto le parece escaso. 

El mayor se separa. Suspira. Muere por besar sus labios, pero cree que eso sería una falta de respeto, un abuso. Se levanta de la cama con el corazón encogido y las lagrimas amenazantes, necesita salir de ahí pues no se permite llorar frente a Min Ho. No piensa que tenga derecho de hacerlo. Se vuelve a despedir, esta vez con la mano, sabe que si abre la boca no podrá seguir reteniendo las lagrimas. 

Min Ho cierra los ojos cuando este se va. Siembre que su Hyung abandona esa habitación se dice a si mismo que es un buen momento para morir, pero esta vez en serio. Luego abre nuevamente los ojos, con lentitud. Se recuerda a si mismo que, después de todo, siempre le quedarán sus 2 horas cada semana.


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