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Era el último año en Hogwarts y Harry no podría estar más feliz, la guerra había terminado, el mundo mágico estaba a salvo y sus notas hasta el momento habían sido un éxito, al menos no había sacado una T (Troll) en ninguno y tenía las calificaciones adecuadas para empezar a vislumbrar su futuro como Auror, o quien sabe, quizá podría dedicarse a jugar Quidditch profesionalmente.
- Ni lo pienses Harry – dijo una voz a sus espaldas, cuando giro vio a Hermione con los brazos cruzados sobre el pecho – no estudiaste tanto para terminar jugando quidditch –
- ¿Oye y que tiene eso de malo? – secundo Ron que venía a paso veloz con una torre de libros, propiedad de Hermione seguramente – Harry es muy bueno para el quidditch, quizá tanto o más que Viktor Krum.
Harry no pudo evitar sonreír ante el dejo de celos en la voz de su amigo, levanto las manos a modo de defensa.
- Te juro que a veces me asustas Hermione, creo que eres mejor en legeremancia que Snape –
- Director Snape – dijo Hermione en apenas un susurro.
- Ay Vamos Hermione no es para tanto, ¿desde cuándo le tenemos tanto respeto al murciélago gigante? – Ron se empezó a reír hasta que sintió una mano afianzarse a la parte trasera de su cuello, la risa murió al instante.
- Desde que el murciélago grasiento – espetó Snape con sarcasmo – está parado detrás de ustedes escuchando cada palabra, de inmediato a su sala común o restare tantos puntos a su casa que terminaran en negativos.
Sin más soltó al pelirrojo que dio varios pasos hacia atrás antes de salir corriendo, no importaba cuanto tiempo pasara el hombre seguía poniéndole los pelos de punta.
- ¿Espera una invitación por escrito para marcharse Potter? – los ojos negros se clavaron en los esmeralda.
- No señor, ya nos vamos – tomó del brazo a su amiga y emprendieron el camino de regreso a su sala común, apenas iban subiendo las escaleras cuando Hermione se detuvo abruptamente.
- ¿Y? ¿Qué es lo que te pasa? – pregunto inclinándose hacia Harry.
- Nada, ¿porque habría de pasar algo Mione? – replico con un poco de nerviosismo, su amiga no dejaba de sorprenderle, era demasiado lista y conocía a Harry mejor que el mismo.
- ¿Nada? Hace semanas que en cuanto vez a Snape quieres salir corriendo, ¿paso algo entre ustedes? Al menos parece que ya no se odian, pero tu comportamiento no tiene sentido -
Sí, claro que había pasado, tras la batalla con Voldemort Harry se había enterado de algo que hizo cambiar totalmente su concepto de Snape, lo había protegido desde su nacimiento, había rogado a Voldemort que respetara la vida de su madre y al no conseguirlo suplico a Dumbledore que los protegiera, sin importar convertirse en un traidor, sin importar que la comunidad mágica lo viera como un asesino, y lo más importante, lo que fue un shock para él, Snape había amado a su madre más que a nada en el mundo y hasta la fecha seguía haciéndolo.
Dejo salir un suspiro al recordar lo sucedido meses atrás, en aquél día que pensó que aquél valiente hombre iba a morir en sus brazos, afortunadamente no fue así, pero ahora cada vez que se topaba con los oscuros ojos del hombre, o escuchaba su aterciopelada voz, las piernas se le hacían de gelatina y una extraña sensación bajaba hasta su estómago.
- ¿Harry? ¡Harry! – Gritó su amiga tratando de sacarlo de su ensueño – eres un caso perdido, ven – dijo tomándolo del brazo – Ron debe estar en la sala común.
- ¿Porque no pasas un rato con el Mione? Como novios creo que deberían estar más tiempo juntos.
La chica le dirigió una enorme sonrisa y sonrojándose un poco asintió con la cabeza.
- No desaparezcas mucho tiempo, tienes práctica al medio día y ya sabes que si no llegas antes los Slytherin se apoderaran del campo.
- Claro, gracias por la advertencia – dijo mientras giraba en redondo y empezaba a caminar hacia la torre de astronomía.
Había algo en ese lugar que lograba calmarlo, quizá porque se sentía tan cerca del cielo, o quizá porque la brisa fresca contra su rostro parecía consolarlo.
El tiempo avanzo tan rápidamente que cuando Harry se dio cuenta faltaban apenas 15 minutos para llegar al campo, el equipo iba a matarlo y como no, también su amiga.
Mientras corría pudo sentir como el viento comenzaba a enfriarse y un suave aroma a lluvia empezaba a percibirse, no era el mejor día para practicar, quizá por primera vez dejaría a las serpientes ocupar el campo.
- Quizá sea lo mejor Ron, con la lluvia no creo que podamos practicar.
- Pero Harry dijiste que íbamos a ensayar las nuevas tácticas, ¿no podrías usar un hechizo Impervius?
- Ron – intervino Hermione – eso solo sirve para que las gafas de Harry no se empañen ¡no puedes impermeabilizar a todo el equipo!
- Oh vamos hermano, ¡solo una hora! -
- Bien, ya entendí, solo haré un recorrido en el campo y cuando llegue el resto del equipo empezaremos – suspiró resignado, no había fuerza en el mundo que hiciera cambiar de opinión a Ron, no cuando ese entrenamiento podía resultar una victoria contra Slytherin – ¡aunque si llueve demasiado fuerte cancelaré el entrenamiento!
Ron asintió suavemente y tomando del brazo a Hermione se sentaron en un pequeño cobertizo mientras esperaban a que el resto del equipo llegara.
- ¿Mione para que dijiste que hacia eso? – pregunto Ron mientras miraban a Harry que empezaba a tomar velocidad.
- Está buscando corrientes de aire demasiado fuertes que puedan afectar la velocidad o trayectoria de la quaffle –
La lluvia finalmente empezó, las gotas golpeaban suavemente el rostro de Harry y la luz del sol había desaparecido por las espesas nubes, solo faltaba una cuarta parte del campo por recorrer y de momento no había corrientes importantes.
Fue entonces cuando la vio venir hacia él, una bludger, rápida y mortal como una bala de cañón, se lanzó en picada para tratar de esquivarla cuando otra pasó silbando cerca de su hombro, un centímetro más y tendría roto algo.
- ¡Harry! – gritaron al unísono.
- ¿Se puede saber que sucede?
- ¡Director es Harry! ¡Tiene que ayudarlo! – grito Hermione mientras tiraba de la manga del profesor y señalaba histéricamente hacia el campo donde Harry trataba de escapar del furioso ataque de las bludgers.
- ¡Weasley! – bramó mientras se quitaba a toda velocidad la pesada túnica – deme su escoba.
Mientras, Harry seguía en su frenético escape, subía y bajaba, daba giros y cambiaba de dirección tan rápido como podía, no era la primera vez que estaba en esa situación, solo que esta vez no había golpeadores que pudieran protegerlo, pensó en volver a tierra pero eso significaría poner en peligro a los demás.
La llovizna se había vuelto tormenta y a cada momento le costaba más trabajo encontrar las bludger, una paso rozando la escoba haciéndole perder el equilibrio y poco faltó para que se cayera.
Un minuto después, cuando la tormenta alcanzaba su peor punto, un destello blanco cruzo por encima de su hombro para impactar de lleno a la bludger que estallo dejando una estela de polvo.
- ¡Potter a su derecha! – Harry se giró buscando la fuente de la voz, fue entonces cuando vio a Snape acercándose a él - ¡Cuidado!
Un sonoro crack fue lo que siguió a la advertencia, la bludger había quebrado la punta de la escoba de Harry sacándolo de balance y atinando un roce en su frente, pudo sentir la sangre resbalando por su frente.
- ¡No se suelte Potter! ¡BOMBARDA MAXIMA! – un segundo hechizo salió de la varita de Snape haciendo estallar la bludger tal como había sucedido como la primera.
De haber podido Harry habría tratado de decidir que era más sorprendente, ver a Snape montado en una escoba, o ver como trataba de salvarlo.
La escoba finalmente perdió estabilidad y comenzó su descenso al suelo, Harry apenas se podía mantener consiente, la sangre se mezclaba con las gotas de lluvia y la oscuridad empezaba a cernirse a su alrededor.
- ¡Potter! – alcanzo a ver como Snape se inclinaba sobre la escoba alcanzando mayor velocidad, lanzaba hechizos tratando de frenar la caída pero el viento y la lluvia parecían jugar en su contra
- ¡No te sueltes! ¡HARRY!