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VOLVER A NACER por Lucia_BANA

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Notas del capitulo:

Os mando el segundo capítulo de la historia. ¿Cómo será el primer encuentro de Kibum y Jonghyun? ¿Se reconocerán? Por favor, averígüenlo ustedes mismas... 

Jonghyun oyó el despertador sonando a todo volumen desde la mesita de noche. De un salto, corrió a silenciar la ruidosa máquina antes de que despertara a toda la casa. Lo había puesto muy temprano para poder arreglarse bien antes de salir. El día anterior se había acostado antes de tiempo para compensar, pero los nervios y la emoción le habían hecho dar vueltas y vueltas en la cama hasta la madrugada. El resultado: ojeras kilométricas en su adormilado rostro.

Se metió bajo la ducha y encendió el grifo. Lanzó alaridos al sentir el agua helada sobre su piel y se pegó a la pared hasta que se calentó. Se tomó su tiempo, canturreando con los ojos cerrados, de buen humor.

Salió enroscado en una toalla y se dirigió a su cuarto para vestirse. Se observó frente al espejo de cuerpo entero de su habitación, pensando que debía ponerse un día tan especial como aquel. Tampoco es que hubiese mucho donde elegir: todo lo bueno estaba ya en las dos maletas guardadas en el coche.

Cogió unos vaqueros rotos por moda y una camiseta gastada con el dibujo de un perrito-superhéroe que siempre le había dado buena suerte. Le sorprendió descubrir que le quedaba estrecha, marcando los músculos de los brazos. Se secó el pelo y se lo arregló con mucha laca. Satisfecho con su imagen, se dirigió a la cocina a desayunar.

Su padre ya estaba allí con dos tazas de café en la mano. Le tendió una. Jonghyun hizo una mueca; le encantaba el olor del café, pero no soportaba su amargura.

- Bébelo – ordenó el señor Kim -, te vendrá bien.

Jonghyun ordenó a regañadientes. Dio un sorbo y sacó la lengua, asqueado.

- Si no te lo bebes, no te llevaré – advirtió su padre.

El hombre sonrió al ver como su hijo se tragaba todo el líquido de una vez. Jonghyun dejó la taza en la mesa haciendo muecas exageradas. Su padre había prometido que le llevaría a su nueva casa cuando el manager había llamado diciendo que no podría recogerle por motivos familiares. Ninguno de los dos se había molestado demasiado; les hacía ilusión ese probablemente último viaje padre-hijo en coche.

- ¿Necesitas ayuda con las maletas?

- No. Ya está todo guardado en el coche.

- Ya. Pues vámonos antes de que se despierte tu madre. Ya sabes lo melodramática que es...

- Lo sé...- contestó Jonghyun, poniendo los ojos en blanco.

El día anterior su umma había llorado mares al despedir a su hijo. Su hermana tuvo que llevarla a dormir para que le dejara en paz.

Se sentó de copiloto en el coche.

- Cuando quieras, nos vamos – dijo un energético Jonghyun que empezaba a notar el efecto del café.

El coche se puso en marcha. Tardaron un par de horas en llegar a Seúl. Cantaron por el camino en un intento desesperado de no aburrirse. Jonghyun tuvo que prometer varias veces a su padre que no se metería en problemas en la gran ciudad.

- No quiero ser insistente – decía el señor Kim – pero ahora lo último que te hace falta es la mala fama. Después de todo lo que has trabajado, no puedes echarte a perder. Y como te vea con un cigarrillo en los labios, simplemente te mataré.

- ¿No te parece eso un poco hipócrita, papá? – dijo Jonghyun, pensando en los tres últimos cigarros que su padre había fumado desde que subieron al coche.

- Puede, pero yo no tengo que vivir de mi dulce voz. No repliques tanto y pásame el encendedor.

- Touché – sonrió el chico, cogiendo el mechero y dándoselo.

Entraron el Seúl alrededor de mediodía. El Sol colgaba de un cielo perfecto, sin una sola nube, y calentaba con fuerza a pesar de lo adelantado que ya estaba el mes de septiembre. Sin duda, era un buen día.

Padre e hijo charlaban entre risas cuando llegaron a la puerta. El coche se detuvo y el ambiente se tensó al instante, silenciándoles. Llegaba el momento de despedirse y ninguno de ellos quería llorar.

- Bueno... – titubeó el padre - ¿Necesitas ayuda con las maletas?

Repitió la pregunta hecha horas antes aún sabiendo que la respuesta era negativa.

- Gracias por traerme, papá.

- No hay de qué – sonrió -. No olvides llamarnos de vez en cuando.

- No lo haré – Jonghyun abrazó torpemente a su padre, que se lo devolvió, conmovido.

El joven se bajó, cargando varias maletas a la vez, y se acercó a la puerta del bloque de pisos. Tuvo la suerte de que una mujer salía y le sostuvo la puerta, pues él no tenía llaves. Se volvió antes de cerrar para despedirse de su padre con la mano, pero el coche ya se había ido.

- Disculpa, ¿podrías hacerle un favor al mundo y apartarte de la puerta? – dijo una voz con un marcado acento.

- ¡Ah! Em... Lo siento...

Respondió torpemente, quitándose del paso del que resultó un chico de su edad, quizás más joven, que vestía con una camiseta sin mandas y unos vaqueros rosa chillón. Pero no fue su ropa lo que le llamó la atención, fueron sus ojos. Él ya había visto esa mirada astuta... en sus sueños.

Pero eso era imposible, ¿no? Ni siquiera sabía quién era ese chico que pasaba como una exhalación por su lado, perdiéndose en la calle.

Perdido en sus pensamientos, Jonghyun arrastró sus maletas al interior del ascensor. Pulsó el botón de la tercera planta y se repeinó, tratando de olvidar esa extraña coincidencia.

Al llegar al rellano, se vio en un problema: no recordaba si su puerta era el A o el C. ¿O quizás era el B? Decidió probar suerte en este último, dando saltitos en el sitio mientras esperaba que alguien abriese.

Casi un minuto después, cuando estaba a punto de pulsar el timbre del A, una joven chica en pijama le abrió. Iba descalza y con el mando de una Play Station en una mano. Con la otra, se apoyó en el marco de la puerta.

- Hola – murmuró Jonghyun, tratando de no mirar descaradamente a la chica que, con la mano en la que llevaba el mando, comenzó a restregarse la tripa con pereza, subiendo la camiseta sin ninguna vergüenza.

- Buenas... – susurró ella en un bostezo. Era adorable, pensó el joven, con esos labios carnosos y esos ojos adormilados. Hizo una pequeña reverencia, tratando de no sonrojarse ante los pervertidos pensamientos que comenzaban a volar por su cabeza.

- Lo siento – dijo -. Debo de haberme equivocado de puerta. ¿No sabrás dónde viven Kim Kibum y Lee Taemin?

La chica le lanzó una mirada divertida – no muy femenina – y le tendió la mano.

- Encantado. Yo soy Taemin. ¿Y tú?

- Un auténtico idiota – balbuceó el otro, muriéndose de vergüenza por la confusión. Le dio la mano en un rápido movimiento muy americano.

- Je, je, un idiota... Pero tendrás un nombre, ¿no? – Taemin sonrió y Jonghyun se fijó en que realmente parecía un chico. Uno con una belleza muy femenina, es cierto, pero su cuerpo era de chico de doce o trece años. También sus movimientos y sus expresiones eran masculinas. ¿Cómo podía haberle confundido con una chica?

- Soy Kim Jonghyun.

Taemin miró más allá del mayor. Esquivándole, cogió una de las maletas y se metió dentro de la casa, haciéndole señas para que le siguiera.

- Ya nos habían avisado de que venía un tal Kim Jonghyun. Una historia muy bonita. Al parecer, en tu casting, hiciste llorar a uno de los miembros del jurado. Espero que cantaras bien... ¡Ja, ja, ja! – rió su propio chiste, dejando la maleta en el centro del salón.

Jonghyun miró a su alrededor. Había un sofá y un sillón frente a la televisión con un videojuego en pausa. Pegado a la pared, Jonghyun se sorprendió de ver un pequeño piano negro. Al frente, unos ventanales daban a una pequeña terraza y a la derecha se abría la puerta de la cocina. A la izquierda había un pasillo con cuatro puertas y una ventana al fondo.

- Bonita, ¿verdad? – dijo Taemin, siguiendo su mirada – Pequeña, por no decir diminuta, pero acogedora. Te acostumbrarás a ella y le cogerás incluso cariño.

- ¿Cuánto hace qué vives aquí?

- Kibum y yo llegamos hace apenas un par de meses.

- ¿Cuántos años tienes? – a Jonghyun se le escapó la pregunta que rondaba su mente desde que había entrado en la casa.

- ¡Hyung! ¡Eso es de mala educación!

- Esto... yo... ¿lo siento?

El joven se rió ante el balbuceo del otro.

- Tengo trece – confesó.

- ¡Trece!

- Bueno... Casi trece.

Jonghyun abrió mucho los ojos. Él también era joven – solo tenía quince añitos -, pero doce... Era demasiado joven. ¿Y el tal Kim Kibum? ¿Cuántos tenía él? ¿Cómo podían vivir solos dos críos en un apartamento de Seúl? Taemin ignoró su cara de sorpresa y señaló al pasillo.

- La primera a la izquierda es mi habitación – indicó – y la de enfrente es la de Kibum. Las dos del fondo son nuestros respectivos baños. Los dos cuartos tienen literas, así que puedes escoger si quieres dormir conmigo o con umma – Jonghyun alzó la ceja al oír lo de <<umma>>, pero no dijo nada -. No me importa compartir el mío; me he mentalizado con que tarde o temprano tendré que hacerlo, aunque es una pena... Me gusta tanto mi soledad...

Jonghyun captó la indirecta y sonrió.

- Dormiré con Kibum, no te preocupes.

- ¿De verdad? – Taemin sonrió - ¡Comawa, hyung! - con un habilidoso desplazamiento de pies, se sentó en el suelo frente el televisor y continuó jugando – Por cierto – murmuró por encima del hombro, sin mirarle -, bienvenido a SHINee.

Sonriendo, Jonghyun se dirigió a su nueva habitación para dejar sus maletas. Abrió la puerta y pasó, mirando a su alrededor. Era un dormitorio amplio; tenía una de esas literas que se ponen en las esquinas, con una cama en una dirección y la otra haciendo un ángulo de 90º. Junto a la de abajo había una ventana abierta que dejaba entrar la luz del bonito domingo de otoño. Bajo la ventana había un escrito y junto a él, casi pegado a la puerta, un gran armario.

El cuarto mostraba claras evidencias de tener habitantes. En la cama de abajo se extendían un regimiento de animalitos de peluche que le hizo sonreír. En la silla del escritorio se habían acumulado varias prendas de colores y se habían abandonado unas zapatillas azul celeste en una esquina.

Jonghyun se dedicó a guardar sus pertenencias en el lado vacío del armario, que era aún más grande de lo que parecía, y eso que parecía enorme. En ello estaba cuando se abrió la puerta.

Jonghyun y el chico que entró se quedaron mirándose fijamente. El primero volvió a tener esa extraña sensación de conocerle, pero esta vez fue más fuerte. Sintió un vacío en el estómago y su alrededor se oscureció un segundo. Pensó que iba a desmayarse y se apoyó en la abierta puerta del armario.

- ¿Quién eres y qué haces en MI habitación? – el otro ni siquiera había percibido el estado en el que se encontraba Jonghyun. Se repuso un poco, lo suficiente para contestar.

- Soy Kim Jonghyun y ahora esta es NUESTRA habitación. Soy el nuevo y supongo que tu eres el famoso Kim Kibum.

- Key – respondió el otro, rebuscando en el interior de una mochila verde que había junto al escritorio.

- ¿Eing? – preguntó Jonghyun, confuso.

- Que me llames Key. Es mi nombre artístico. Tu cama es la de arriba, no toques la mía. Pensándolo bien, no toques nada mío. No dejes tus cosas desperdigadas por ahí. En resumen, procura no molestarme. Como ronques te echaré del dormitorio – encontró al fin lo que estaba buscando y se marchó, no sin antes murmurar entre dientes -. Ya podrías haberte quedado con Tae...

Jonghyun se quedó descolocado y dolido. Su compañero acababa de dejarle claro que no quería tener nada que ver con él. Además, aún se sentía un poco mareado. Ignorando las advertencias de Kibum, se tumbó en su cama y miró al techo de la litera, sintiéndose observado por las decenas de peluches que le rodeaban.

¿De qué podría él conocer a Key? ¿Por qué sentía que ya lo había visto antes? ¿Quizás se conocieron de niños? Pero él no parecía recordarle en absoluto. Cerró los ojos. Seguía teniendo la sensación de que lo había visto en sueños, aunque él no creía en los premonitorios, pero no podía encontrar otra respuesta.

- ¿Ya has conocido a umma? – dijo Taemin entrando en la habitación sin llamar - ¡Ah!

Jonghyun se incorporó ante el grito; estuvo a punto de chocar con la litera de arriba y todo.

- ¿¡Qué pasa!? – exclamó.

- ¡Levanta de ahí! ¿Es que quieres que Key te descuartice vivo... o algo peor?

Jonghyun se levantó de un salto, preguntándose que podría ser peor que ser descuartizado vivo. Taemin soltó un suspiro de alivio y el otro le miró sin comprender. El más joven señaló la cama de Kibum.

- A umma no le gusta que toquen sus cosas, ni siquiera yo.

- ¿Umma? ¿Pero por qué le dices umma?

- Pues porque es mi umma – respondió con sencillez.  

Jonghyun miró con atención al chico, buscando en su rostro el sarcasmo que no encontró en su voz. Nada. Parecía inocente y sincero. Jonghyun no pudo evitar imaginarse a Kibum con una enorme barriga de embarazada, quejándose de dolores de espalda y con los tobillos hinchados. Se estremeció. ¡Dios, qué imagen más desagradable!

- Pues no te ofendas, pero tu umma parece un tipo complicado.

- No, en realidad es justo lo contrario – se sentó en la silla del escritorio y miró a su hyung desde abajo -. Basta con evitar las cosas que le molestan.

- ¿No tendrás por casualidad una lista o algo así?

Taemin no sonrió esta vez. Observaba al otro fijamente. Cuando el mayor comenzó a sentirse incómodo, contestó.

- No, lo siento, no se me ha ocurrido hacer algo así...

Había dicho esto sin apartar la vista de su rostro y sin captar el sarcasmo del otro. Jonghyun no pudo evitar sonrojarse. ¿Por qué el crío le miraba de esa forma? ¿Es que tenía algo en la cara?

- ¿Hacemos un trato? – Tae sonrió al fin, volviendo a ser el mismo chico adorable de antes – Yo te enseño mis pasos de baile y tú cantas para mí.

Después de vacilar un momento, a Jonghyun le venció la curiosidad. Fueron al salón, apagaron la tele y cogieron unos altavoces, que conectaron al móvil de Taemin. Mickel Jackson comenzó a cantar Black and White a todo volumen, y el chico comenzó a moverse al ritmo de la canción, primero suavemente, luego aumentando la velocidad a la vez que la música aceleraba. Jonghyun, sentado en el sofá, no podía apartar la mirada del cuerpo de su dongsaen, quien bailaba concentrado en sus propios pies mientras tatareaba – con un pésimo inglés – la letra de la canción. Terminó para comenzar la de Thriller. El chico imitó los movimientos de los no-muertos del épico video de Jackson, consiguiendo que Jonghyun abriera la boca y casi babeara de envidia. Él sabía bailar, por supuesto - de hecho se sabía esa coreografía -, pero jamás había visto algo así, menos en un crío que acababa de empezar el instituto.

La música paró y Taemin apagó el reproductor.

- ¡No! – exclamó Jonghyun - ¡Sigue, por favor!

- ¡Ni hablar! – Taemin estaba cubierto por una pequeña capa de sudor y respiraba agitadamente, pero sonreía – Ahora te toca a ti, hyung. ¡Tienes que cantar!

Justo cuando iba a contestar, la puerta se abrió estrepitosamente.

Kim Kibum entró majestuoso en la sala cual rey impasible y lanzó una mirada a los otros dos. Tae levantó la mano para saludarle, pero la voz del Todopoderoso le interrumpió.    

- Te he dicho mil veces que no andes descalzo por la casa a partir de otoño o te acabarás resfriando.

Y sin dirigir otra mirada al asombrado Jonghyun, torció a la derecha y comenzó a trastear entre los cacharros de la cocina. Los otros dos se miraron y un sonriente Taemin salió corriendo en su busca.

- ¡Umma! ¡Ven! Hyung nos va a enseñar como...

Jonghyun oyó un golpe seco a través de la pared y una queja por parte del maknae, que apareció de vuelta en el salón sobándose el brazo. Buscó sus zapatillas y, tras ponérselas, volvió a la cocina.

- ¿Qué quieres almorzar? – preguntó Key.

- ¿Eh? No sé... lo que tú quieras – balbuceó el joven -. ¡Pero ven!

Arrastró a Kibum, sartén incluida, al salón, dónde lo sentó en un sillón.

- ¡Ahora – anunció el maknae, emocionado – Kim Jonghyun cantará una canción!

El aludido no sabía qué decir. Había aceptado el trato con Taemin, pero nunca le dijo que Kibum les observaría también. ¿Cómo negarse? Sus dos dongsaens le miraban inquisitivamente, esperando que empezara.

Nervioso, fue al piano y, sentándose frente a él, pasó las manos por las teclas, indeciso. ¿Qué podía tocar? ¿Cómo podría impresionar a los dos chicos? La música brotó de sus dedos, improvisada al principio, con más forma después. Recordó una canción antigua coreana que su madre les cantaba a su hermana y a él de pequeños, cuando no podían dormir. Era una nana en la que se sumergió, olvidándose de los otros dos.

Los últimos acordes terminaron y él se volvió en el banquillo para observar a sus dongsaens. Taemin tenía la boca abierta y le miraba realmente sorprendido. En cuanto a Key, sus ojos estaban brillantes, como si estuviese aguantando las ganas de llorar.

Tardaron unos segundos en reaccionar. Kibum fue el primero en hacerlo; se incorporó en el sillón.

- Precioso – sentenció -. ¿Qué queréis comer?

Ninguno contestó. Taemin seguía mirando abstraído a Jonghyun y a éste le daba miedo volver a molestar a Key. Éste sonrió y se sacó el móvil del bolsillo.

- ¿A los dos os gusta la pizza?

Notas finales:

Siento haber convertido a Tae en una chica. Lo he compensado recordando que aún siendo un niñito sabe bailar lo suficientemente bien para hacer que las fans se desmayen... o que les estallen los ovarios, todo depende del momento.

Para las fans del Dosmin y del fantástico Onew: no desesperéis. Jinki y MinHo aparecerán pronto, lo prometo.

Por favor, dejen sus comentarios, que así me emociono y escribo más rápido.


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