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La tempestad del mar por VampireSaga

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Notas del capitulo:

Antes que nada muchas gracias por seguir leyendo xD y bueno como este Fic ya casi se acerca a su final, pues quisiera dejarles otro que estoy comenzando. No sé si alguna/no de los que me leen les guste el Hyoga x Shun, si es así pues les recomiendo que pasen. =) muchas gracias por todo.

http://www.amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=96485

-.-.-.-.-.-.Santuario-.-.-.-.-.-.

 

Kanon como todas las mañanas se dirigía a desayunar mientras veía a los demás, esa mañana ni Milo, ni Camus figuraban en el comedor, los rumores crecían entre el santuario, pero tampoco querían ir con chismes innecesarios con el patriarca. Después de eso todos pidieron a Mu, amablemente que los llevara a sus casas, pero Kanon no, él había dicho que deseaba caminar y hacer un par de cosas, apenas iba cruzando la casa del escorpión noto a un Milo bastante apresurado, asustado quizás, su rostro había palidecido.

-¿Pasa algo? –sonrío viéndole fijamente poniendo su mano sobre aquel hombro.

-¡Saga! –Dijo alterado el peli cobalto. –No es nada, solo necesito buscar a Aioria…-Murmuró viéndole fijamente, si me permites.

-Pues vamos juntos, yo voy a mi templo, así que…

-¡NO! –murmuró viéndole fijamente con esa alteración en las facciones.  

-¿Qué sucede Milo? –Apunto Kanon a su frente

-Ni se te ocurra usar el Satán Imperial conmigo maldito bipolar.

-Si no me dices lo terminaré haciendo.

-Camus… -Murmuró –Camus está muy mal y…Aioria es el único que puede… -Se llevó las manos a la cabeza.

-¿Qué has hecho Milo?  -Lo apartó buscando a Camus en el recinto.

-Está en el sótano –Pronunció el escorpión. Kanon salió corriendo encontrando a un Camus herido, nadando casi en su propia sangre, el olor era insoportable.

-¡Que has hecho Milo! –Kanon sacudió al escorpión y termino golpeándolo. Busco unas sábanas y envolvió al santo de Acuario en ellas, Kanon al ser escondido de todos conocía varios atajos. Para no tener que cruzar las casas. Dejó a Milo ahí, ni siquiera se daba cuenta que Kanon le estaba salvando la vida a su amado. Kanon había llegado rápidamente a una de las aldeas más lejanas que existían cerca del santuario, había entrado con un hombre que atendía varias veces sus heridas, aquel viejo sabía demasiado bien de ellos.

-¡Kanon! –Espetó el viejillo con felicidad, aquel hombre los reconocía bien y eso era fácil por una simple razón.

-Abuelo, no hay tiempo de saludarnos –Murmuró, el abuelo de Kanon se especializaba desde hacía años en medicina, había visto heridas en épocas pasadas, incluso algunos santos o aspirantes a santos acudían con él, sin embargo nadie sabía que dos de sus nietos estaban a servicio de Atenea. Observó al santo de oro todo malherido, tuvo que examinar de pies a cabeza al santo de Acuario, se impactó al ver lo que tenía ahí, recostó de lado al peli marina.

-¿Kanon? –Murmuró el herido santo de Acuario recostado en la cama –sabía que eras tú –Dijo entre la conciencia y el desmayo. El abuelo del santo de Géminis se le quedó viendo.

-Nos llevaremos a tu amigo y Kanon, recuerda que por más que se parezcan, por más que quieran engañar a todos eso no será posible, cada uno es totalmente diferente. –Su abuelo le revolvió los cabellos –Ni con eso me convences de que eres Saga, por cierto deberías ir a ver a tus padres si tienes tiempo. Tu amigo aseguro no estará bien, tendrán que pasar días para ello. Puedes venir o quedarte conmigo, como gustes. –Susurró.

Kanon se quedó pensativo ante la ida, los dos templos no podían quedarse desprotegidos, tampoco podía quedarse pero Camus no tenía a nadie, dudaba que Milo viniese a salvarlo o algo parecido. Con el tiempo termino llamando directamente al cosmos de Mu, quien acudió de inmediato. Los dos santos hablaron por largo tiempo, Kanon le explico a Aries que debía quedarse, ambos tenían difícil e inventar una mentira sería extraño, le diría al patriarca que Kanon estaba con su familia porque su madre se había puesto mal y Camus, bueno simplemente mandaría a Kiki a custodiar el templo hasta que encontrará una buena excusa. Una vez hecho eso el peli lila salió de ahí, transportándose al templo de Aries, antes de la cena le diría lo sucedido a Shion y seguro Milo tampoco asistiría eso le daría una buena excusa para cubrir bien lo que pasaba en el recinto.

-¡¡SEÑOR MU!! –Gritaban varios santos de plata aproximándose a las escaleras de Aries, con el rostro un tanto impactado por el pánico.

-¿Qué sucede santos? –Murmuró con calma mientras caminaba hacia ellos.

-Tenemos a un intruso –Dijeron ellos viendo hacia atrás el susodicho iba entrando dirigiéndose al templo de Aries.

-¿Quién eres y qué quieres? –Dijo Mu bajando las escaleras. Ciertamente notaba la presencia de un cosmos muy poderoso. Como el de cualquiera de sus compañeros.

-Tranquilo, no quiero atacar ni nada, me llamo Radamanthys, soy uno de los tres jueces del infierno, pero…-Recalco haciendo una reverencia –No vengo con la intención de desatar una guerra o algo similar, ellos me han atacado cuando he preguntado por Kanon de Géminis.

-Entiendo…-Murmuró el santo tomando la mano re Radamanthys. -Santos, regresen a sus tareas, aquí no  hay enemigo alguno –Ordenó y llevo a Radamanthys al templo de Géminis. Tenía una idea ahora, no mentirle a su maestro, Radamanthys se quedaría cuidando ese templo en ausencia de Kanon.

-¿A dónde me has traído? –dijo alterado el Juez.

-Es la casa de Géminis, Kanon no está, pero en unos días él llegará, sé quién eres, te vi la otra noche con Kanon. Puedes quedarte aquí, pero nadie debe saber de ti, no salgas y si notas que alguien entra, has lo que sea para que no se jacten de que eres tú.

-¿Así que tú tienes esta clase de poder? –Se preguntó bajito –Ahora lo entiendo todo. Acepto, siempre y cuando me traigas de comer, como ahora.

-No seas impaciente, haré lo posible por bajar la comida. –Susurró.

-Espera…-Le detuvo al ver que quería salir de ahí. –Dime donde esta Kanon.

-Cuidando de un amigo, un santo de oro que está gravemente lesionado. –Y así fue como Mu dejo el templo, apareció una segunda vez para llevarle de comer y en la cena, aunque faltaban tres santos nadie pregunto el porqué.

 

-.-.-.-.-.-.Alemania-.-.-.-.-.-.

 

-¡No hagas eso! –Murmuró –Me pones de nervios –La chica de pelos lilas estaba aterrada cuando Saga golpeaba el escritorio repetidas veces. –Pues memoriza esto, no tenemos tiempo que perder y ni creas que te irás a bañar, seguiremos con filosofía.

-¿Kanon? –Susurró Shun desde la puerta

-¡Sal de aquí parasito de bronce! –Le mal miro y este bajo la mirada

-Les dejo la comida aquí e informo que los demás santos se han ido a sus antiguos lugares de entrenamiento, yo no… no tengo a donde ir –Dijo con la voz llena de ternura. –Pero me quedaré para cocinarles. –Andrómeda dejo la bandeja con la comida de cada quien y aunque Saori quería meter las manos, Saga termino por darle golpes repetidas veces en la cabeza.

-Gracias Andrómeda, ya puedes retirarte.  

Saga seguía pensando en lo que le había dicho aquel chiquillo, era extraño de una manera, pero le gustaba como se iba manejando todo aquello. Estando en esa mansión no pensaba en Shaka, ni Mu, ni mucho menos en Shion y sus locuras.

 

-.-.-.-.-.-.Santuario-.-.-.-.-.-.

 

-¿Shaka? –Susurró Mu, esta vez no había dejado a todos los santos en sus casas, los flojos decidieron caminar al ver que no hacían suficiente ejercicio, pero muy detrás de todos ellos venían aquellos dos.

-Dime Santo de Aries. –El rubio parecía más distante que de costumbre.

-¿Qué pasa?, siento una enorme indiferencia de ti hacía mí, ni siquiera he podido ir a tu templo para discutir acerca de la dialéctica, nos hemos quedado con ese tema…

-Deberías discutirlo con Saga, al final es griego y se especializo mejor en el tema. –El mismo Shaka se había sorprendido al decir eso, pero sus labios y cerebro no pudieron coordinar con lo que pensaba. Mu se quedó quieto en aquel escalón. ¿Acaso el santo de la virgen estaba celoso?

-Shaka tu…-Susurró sin saber que decir.

 


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