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La tempestad del mar por VampireSaga

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Notas del capitulo:

Quizás el contenido este un poco extraño. Lo siento. Gracias por leer y que disfruten de este capítulo. 

El tiempo había pasado, no solo para él, para ambos, los años dejan recuerdos que parecen permanentes, recuerdos que podrían se inútiles y olvidados quedan los bellos momentos que construiste junto a las personas con las que convives. Eso le pasaba a cualquiera, Kanon, Saga, sus padres, los Santos, cada persona, incluso el rubio de cabellos cortos, cuya briza del mar se empecinaba en revolver aquella melena de por si rebelde. Cerró los ojos por un momento, aún recordaba aquel empujón, aquellas mismas palabras pero con una voz menos agresiva.  Se levantó y le observó ladeando el rostro, comprobando aquellas facciones.  Sonrío de forma cínica y se cruzó de brazos.

-No puedo creer que mi memoria tenga grabado semejante recuerdo, un inútil recuerdo como el tuyo y esa situación, no cabe duda que ese día hasta ahora siempre me han atormentado. –Comentó de forma extraña el peli-azul. Pero parecía que el rubio no sabía de qué hablaba. Kanon observó al cangrejo, lo tomo como si fuese una roca y lo lanzo tan lejos, para que cayese a las profundas aguas saladas.

-¡Pero qué…!... –El Rubio se había quedado viendo la insolencia del otro, apretó los puños y se abalanzo sobre el tomándole del cuello de la camisa, pero el griego jamás se inmuto.

-No sé quién eres, ni se quien seas, pero olvida tu estúpida obsesión con los cangrejos.

-¡Maldito! –Gritó de forma golpeada, por el acento, el rubio.

-Me llamas maldito y no me sorprende, eso ha pasado de ser una palabra a un adjetivo para mí.  Y ahora, ve a llorar con tu madre. –Lo volvió a empujar, el rubio apenas se tambaleo y termino por soltarle.

-Esto no se quedará así –Susurró con cierto aire y siguió al griego como si persiguiera una sombra.

-¿Vas a matarme por arrojar la comida?, porque eso es un cangrejo, es una delicia, deberías regresar a Grecia, donde te vi defendiendo a ese animalejo, debería presentarte a varios ‘amigos’ y podrás apreciar que tan bien cocinan a esos animalillos, son un manjar para el paladar. –El peli-azul, de por si no tenía un buen carácter, no era sociable y lo que buscaba era simple…provocar.

El rubio se fue contra él, lanzando un puño que bien quedo al aire  pues Kanon se había jactado del movimiento. El desconocido frunció el ceño y soltó un aire de molestia.

-No ataques jamás por la espalda, eso es de cobardes y déjate de estupideces, ¿te vas a poner así por un animalillo? –Murmuró el griego, dándose la vuelta para apreciar al otro.

-No es eso, una vez te cruzaste en mi camino y aquello no fue agradable, jure que te daría una paliza por subestimarme.

-Por dios, era un mocos de cinco años, si tienes a un trauma infantil, puedes ir a una clínica para locos. –Se río el peli-azul. Pero no encontraba como describir las facciones del otro.

-…Osaste a despreciarme, a subestimarme aun siendo yo un niño, cuando era tú el que lloraba. No es ningún trauma, después de eso,  te había visto entrenando, con un poder increíble, con una técnica única y lo único que yo quería era darte una paliza.

-Una venganza de niños sin dudas. …

-Deja de decir estupideces. Mejor dime tu nombre. Aquí y ahora saldaremos esa ‘deuda’. –susurró el rubio.  Acercándose a paso lento al peli –azul. - ¿Cómo te llamas?...-El griego salto de sorpresa por la cercanía, ningún hombre se había atrevido a tanto.

-Primero deja de tomarte esos gestos conmigo –Retrocedió frunciendo el ceño –Segundo no voy a pelear con alguien como tú, tercero y más importante… ¡No te importa!, déjame en paz. –El griego termino por regresar a la casa, pero no sin antes jactarse de una leve sonrisa de malicia en el otro, que había quedado ahí, viéndole partir.

Odiaba ese tipo de cosas, nadie, jamás, ni su propio hermano se había tomado la libertad de susurrarle tan cerca. Lo primero que hizo fue botar sus cosas en un rincón de la habitación, se metió a bañar y se recostó, tampoco sabía el nombre de aquel loco que buscaba venganza por un bicho. 

 

 

-.-.-.-.-.- Santuario-.-.-.-.-.-

 

-¡Saga!, ¡Saga! –Buscaba desesperadamente Camus al peli-azul, de un lado para otro dentro del templo, pensaba que incluso estaba en el famoso ‘laberinto’, pues no le veía por ninguna parte.

-Camus, ¿a qué debo tu visita? –Murmuró el mayor de los gemelos al salir de detrás de uno de los pilares, viéndole con cierto interés. El santo de Acuario bajo la mirada.

-Vengo a preguntar dónde está Kanon, he ido a buscarlo donde siempre y no lo encuentro y…

-No lo encontrarás, quizás en mucho tiempo –Interrumpió Saga caminando en dirección a Camus, tomando su mentón y sonriendo -¿Acaso es por lo que ha visto mi estúpido hermano, qué lo buscas tan desesperadamente?...-Dejó escapar una carcajada y el santo de acuario palideció porque su sangre se acumulaba en un sonrojo.

-…N….No…-Murmuró desviando la mirada.

-Déjame decirte algo ‘Sirenita’ –Observó que Camus había fruncido el ceño y lo soltó –Kanon es el único ignorante aquí. Apenas se ha dado cuenta que hay romances entre muchos de nosotros. ¿Sabes a que se debe? –Camus negó –Nunca se ha enamorado, no le interesa, pareciera que muchas veces ni corazón posee.  Pero su mente se fija en otras cosas. Quizás teme a los sentimientos. Déjalo en paz y más te vale ‘Sirenita’ que controles a ese escorpión.

El santo de Acuario salió de ahí, sin decir nada, su rostro era inexpresivo, debido a la rudeza de las palabras de Saga, sin embargo era Camus quien seguía preocupado. Bajo a la primera casa y se sentó en la entrada, Mu no estaba, solo el viento al cual se le escuchaba vagar por ahí.  Varios santos habían bajado por provisiones, Kanon se encargaba de ello, pero ahora, había desaparecido.

-¿Camus? –murmuró Shura, quien iba entrando con una cesta enorme de pan.

-¡SHURA! –Se levantó de golpe, Camus estaba tan absorto en sus pensamientos, que ni siquiera había notado que su mirada era distantes, fría, triste y su semblante tenía un aspecto enfermizo.

-¿Qué te pasa?, ¿Te encuentras bien? –Susurró acercándose para verle mejor, apenas su amigo acaricio su mejilla el santo le retiro con brusquedad.

-Lo siento, es que… Solo…

-¿Milo te hecho algo? –El francés se sorprendió y negó.

-Sabes que no se lo permitiría. Solo que últimamente… es algo sin importancia, deja que aclare mi mente y te contaré… por cierto, ¿has visto a Kanon? –Le observó fijamente.

-¿Es que no sabes?... –Sonrío Shura –Kanon ha sido enviado a Alemania por un tiempo indefinido –Camus abrió los ojos lo más que podía por la sorpresa.

-¿A…Alemania?, ¿por qué?

-Si te digo te vas a reír, pero acá entre nos…-Se acercó el español al oído de Acuario.

-¡El patriarca debe estar demente! –Estalló en risas el francés, olvidando que le acomplejaba.

Después de eso subieron donde el patriarca, acompañados de todos los santos para poder cenar, Milo estaba sentado en otro extremo del comedor y Camus no podía evitar mirarlo de vez en cuando. Afrodita se acercó y puso su mano en el hombro de Acuario. Bajo la mirada y negó como comunicándole algo. 

 


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