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La tempestad del mar por VampireSaga

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Notas del capitulo:

¡Espero les guste, actualizo diariamente, pero no sé si podré hacerlo mañana!....¡Un saludo!

-.-.-.-.-.- Alemania-.-.-.-.-.-

 

-Maldito viejo –Murmuró Kanon caminando por las calles alemanas, viendo la carta que había enviado con esas órdenes estrictas. –Como se atreve a malgastar mi tiempo con esta inútil misión. –susurró viendo que no solo había recibido una, sino dos cartas.  Se sentó en una banca, de un parque cualquiera, las miradas de algunas mujeres se posaban de forma interesada sobre él. Ignoró las miradas, se detuvo y observó aquel sobre, sus yemas pasaron sobre la orilla de este. Una carta más. Eso era lo que el santo de Géminis había deducido.

-¡Pero qué lindo, mírate aquí, seguro que tienes un romance a larga distancia! –Murmuró alguien y cuando Kanon volvió la mirada, era aquel rubio. Ese mismo que le había molestado antes.

-¿A ti qué te importa? –Cerró por un momento los parpados y cuando intento meter la carta el otro sujeto se la arrebato empezando a leerla.

-‘Kanon’ –Sonrío -¿Así que ese es tu nombre?... –Y continuó leyendo. –“Estas tan lejos de mí, te siento tan cerca, que no estés aumenta, extraño verte, extraño tu figura distante donde las olas se azotan contra las piedras, el azul del agua me recuerda a ti…Eres idéntico al mar, misterioso, frío, fuerte, letal…No puedo borrar tu imagen de mi mente, en mis sueños cobras vida cumpliendo cada una de mis fantasías, decir que te amo es demasiado. –Cuando el rubio seguía leyendo, Kanon frunció el ceño, apretó el puño y su mirada se tornó llena de ira, estaba no solo enojado por esas palabras, sino por la libertad que el otro se tomaba al leer algo ajeno, termino golpeando aquel rostro parco y el rubio quedó ahí tirado, riendo y le observó –Atentamente Milo –Susurró finalizando lo que decía la carta. 

Kanon solo denotó sorpresa, ¿Milo?, ¿El santo de escorpión, enamorado de él?, ¿cómo era eso posible?, en su vida se habían conocido, a pesar de que ambos eran griegos y casi se había criado en la misma región, que ambos eran santos, que cada comida estaban todos reunidos Milo jamás se había dignado a hablarle. Era Camus su mundo, nadie más que él, lo había visto una noche antes de partir, esos dos se amaban, al menos eso creía, cuando supo que las cartas que recibía de un tiempo para acá eran de aquel santo.

-¿Así que te gustan los hombres, Kanon? –Se levantó el rubio y se comenzó a reír. Kanon se dirigió a él lo tomo del cuello de la camisa y se le quedó viendo con las facciones destruidas por la ira.

-No te burles de mí, no asumas estupideces, no me conoces… Ahora me dirás tu nombre –El rubio quitó el brazo del peli-azul y solo asomo una cínica sonrisa.

-Radamanthys –Empezó a reír y dejo la hoja caer, marchándose de ahí.

¿A caso ese tipo le acosaba?, ¿Cómo diablos se lo encontraba en cualquier esquina?, no bastaba con darle una paliza, Kanon estaba enojado, confundido y aturdido. Se levantó y recogió el pedazo de papel, ni como comprobar que había sido Milo el autor cursi de aquella carta. Quiso tirarla, pero por alguna razón siempre terminaba guardado las estúpidas palabras y más ahora que sabía aquello. Observó su reloj y corrió saliendo de ese lugar, corrió tanto que su respiración de perdía, su melena azul clara se ondeaba con el viento y sus pensamientos le hacían marearse conforme la adrenalina, producto de la ira, se mezclaba en su sangre, dándole más fuerza.  Observó el lugar a donde tenía que ir, entro sigilosamente, viendo con atención cada detalle, no estaba ahí de paseo, no, era más vergonzoso que eso.  Shion había osado a darle una misión que rebajaba lo que era.

Se la paso la tarde siguiendo a la persona, específicamente a una mujer, como si este fuese un detective, un acosador, iba y venía de un lado para otro, pero su mente estaba en otro lugar, hundido en esas palabras, las cartas parecían distintas, ¿qué pretendía Milo?, ¿Qué se creían esos estúpidos del santuario?, ni siquiera podía contestarse a tantas preguntas, frunció el ceño solo de pensar que regresaría a ese lugar. Jamás volvería a ver con buenas intenciones al Santo del escorpión. Quizás después de eso renunciaría al santuario, buscaría un lugar lejos de esas situaciones y peor aún pensaba en establecer una vida, tener hijos, jamás contarle a nadie de su pasado. “Milo es demasiado pervertido”, “Milo tiene una mente pervertida”, las veces que los santos se reunían siempre era lo mismo. Y Kanon engañado pensaba que era porque metía mujeres al recinto, hasta esa noche.  Se encontraba en un café cualquiera, observando a esa mujer, mientras ‘leía’ el periódico y de pronto alguien lo asalto, esa presencia molesta.

-Kanon…Griego y además homosexual –Susurró a su oído el rubio, no, ahora ese hombre tenía un nombre, ‘Radamanthys’, Kanon lo apartó poniendo su mano en aquel rostro y le apretó con todas sus fuerzas.

-Rubio, idiota, acosador, con un nombre tan horrible, adorador de cangrejos… -Radamanthys había enfurecido, aunque él había empezado. Kanon estaba harto de esos acercamientos. No porque fuera griego debía meterse con hombres y mujeres por igual, no porque fuera griego debía vestirse o hablar de cómo la mayoría. -¡Por tu culpa! –Espetó levantándose y tomando sus cosas, la mujer había desaparecido y Kanon arrojado al rubio salió de escena. Radamanthys se había quedado viendo a la mujer. ¿Kanon estaba interesado en la mujer?

 

-.-.-.-.-.-Santuario-.-.-.-.-.-

Al amanecer el sol parecía quemar la piel, ahora lucia menos desértico el lugar, había abundante agua y todo estaba en calma, los santos dorados se habían reunido en un lugar exclusivo. Donde podían descansar, había un campo tranquilo, grandes árboles y agua al alcance, no llevaban armadura, estaban como simples ‘turistas’, como un grupo más. Por un lado estaba Mu, Aioria y Aldebarán charlando, Shura y Mascara entrenando e insultándose de vez en cuando. Aiolos junto a Dhoko y Shion en un debate. Camus y Afrodita habían llegado juntos, el semblante de Camus no era de lo más agradable, no cuando observaba a Milo distante, sin hablarle, por ahí pensando en algo de lo que no era parte. Shaka meditaba bajo un árbol hasta que el griego de cabellos azules marino se sentó a su lado.

-Saga…-Pronunció con una voz tenue el rubio.

-No soy quien para obligarte, quiero respetar lo que eres, pero ten en cuenta una cosa, ambos somos humanos, no puedes vivir meditando, no puedes dejar que todo tu tiempo se absorte en la oración, deberías…. –Silencio su grave voz, se levantó y le miró de reojo –Deberías corresponder a esto, sabes que mi orgullo es grande, que decirte lo que llevo dentro es demasiado para mí. Pero si cederás por las buenas, te haré ceder, me saciaré de ti y corresponderé los sentimientos de Mu. –Finalizo Saga, mientras caminaba donde Milo.

-Son simples amenazas, antes lo has hecho…No me intimidas Santo de Géminis –Envió un mensaje ‘provocador’ al griego.  Lo cierto es que Shaka no estaba del todo interesado en aquellos sentimientos tan carnales que el santo de Géminis le confesaba.

-Tu y yo tenemos que hablar –Murmuró mientras lo llevaba más allá, el mayor de los gemelos observó a Camus, mientras Afrodita intentaba distraerlo.  

-¿Disculpa? –Milo le observó de mala gana pero aun así termino cediendo y hasta que estuvieron lejos se puso frente a él. -¿Qué es lo que quieres Saga?

-Eso mismo me pregunto yo Milo… ¿Qué te traes con Camus y Kanon? –Se acercó de forma poco amistosa, no es que Saga defendiera mucho a su hermano, pero sí que le importaba ese extraño comportamiento.

-¡Ja! –Milo delineo una sonrisa macabra en sus  labios. –No quiero nada con ninguno de los dos, si Kanon te fue a contar el chisme de que golpee al ‘hielitos’, pues déjame decirte que no les incumbe, mejor metete en tus asuntos y conquista a Shaka. ¿O es que el imponente Saga no puede? –Le dio un golpe en el pecho y se retiró. Aunque Saga se había quedado con ganas de golpearlo no lo hizo por respeto al descanso que todos tenían.

 

-.-.-.-.-.- Alemania-.-.-.-.-.-



El misterio de quien era la mujer que Kanon seguía esa tarde se implantó en Radamanthys, cuando conoció al menor de los gemelos se había quedado maravillado con esa peculiar belleza, con ese singular hablar y su carácter ‘fuerte’ le había atraído, no se había dado cuenta hasta que lo había encontrado de nuevo, justamente hace unos días pensaba ir de nuevo a aquella isla, cada año, por la misma fecha iba, con la esperanza de encontrar al muchacho de cabellos claro como las aguas de aquel mar. Pero fue el mar quien había venido de pronto como una ola hacía él.  Estaba ahí en medio de la oscuridad tomando un poco de vino mientras pensaba, mientras su mente ideaba como domar a Kanon.

Por su parte el santo de Géminis seguía pensando en la carta, se acostó y volvió a leer dicha carta. Viendo la escritura, observando cada letra. ¿Milo se había fijado en él?, cerró los parpados y sin darse cuenta la imagen del santo de escorpión vino a su cabeza, fija, imponente, con esa aura ‘sexual’ de la que todos hablaban y hacían alarde. Sacudió la cabeza. Pero algo quedó bien en su mente; ‘Milo es atractivo’, con eso, se fue quedando dormido.

Al amanecer empezó de nuevo a vigilar a la mujer, siguiéndola, buscando bien entre cada movimiento, para sorprenderla, pero se jacto de algo que lo dejo en paz, el tal ‘Radamanthys’ no le seguía, en si le parecía un nombre de lo más inventado, algo extraño. Incluso aquel hombre. Deseaba no volver a verlo, al menos no ese día. Hasta que al caminar ahí estaba, esperando en una esquina. Cruzado de brazos.

-¡Kanon! –Alzo un poco la voz y casi era como si le hubiese gritado.

-Radamanthys –Pronunció con una sonrisa de lo más cínica. -¿Quieres un beso mío, acaso?

-No me tomes por tonto. ¿Quién es esa mujer a la que sigues con tanto interés?

-¿Celoso? –Un juego estúpido, se estaba metiendo donde no debía. Pero no podía evitar hacerlo, de otra forma no le dejaría en paz. El rubio escupió y se acercó, si se atrevía a algo más…Aquello no se completó, el rubio se había acercado y le había besado, de pronto y con ese mismo coraje reflejado en su rostro, se había ido. Kanon se quedó paralizado, porque su mente con ese beso trajo la figura de Milo. 


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