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La tempestad del mar por VampireSaga

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Notas del capitulo:

Hoy actualice temprano, ayer no pude porque tengo lesionada la mano, espero que sea de su agrado. (Ya sé, muchas me quieren matar xD) espero tener otro capitulo el día de mañana. 

Kanon había quedado desconcertado por el beso, por la imagen de Milo que venía repetidas veces a su cabeza, si no hubiera sido por el viejo decrepito de Shion, eso no le hubiera sucedido o al menos él lo veía de ese modo. Un golpe suyo lleno de irá se impactó en la pared de la casa u establecimiento más cercano, incluso había olvidado su misión. Se limpió los labios, como si aquello pudiese borrar lo que acababa de pasar.  Era inútil, camino sin alma, sin pensamientos, se tumbó en la cama al llegar, cerrando los ojos se dio cuenta que la imagen del rubio estaba en su cabeza, que Milo parecía una sombra, algo difuso, desenfocado, difícilmente podría distinguirlo. ¿Qué era eso?, su corazón palpitaba de forma fuerte sobre su pecho, podía escuchar cada latido invadir la habitación. Cada vez que eso pasaba, el rostro de aquel ‘extranjero’ aparecía, con ese ceño fruncido y esa peculiar ‘uniceja’, se fue quedando dormido poco a poco. Se sentía débil, cansado emocionalmente, ni siquiera había comido y tampoco redactado un informe para el ‘viejo decrepito del patriarca’.

-.-.-.-.-.-.Santuario-.-.-.-.-.-.

Milo contemplaba las estrellas, solo, alejado de Camus, quien cada vez se convertía en una piedra y le lastimaba al caminar, difícilmente la podía sacar pues se empecinaba a quedarse al lado del Santo del escorpión. ‘Sirenita’, ‘Hielitos’ todos esos apodos se le habían quedado cuando su relación estaba en un punto de dulzura que ahora le provocaba nauseas.

-Que rápido pasa el tiempo –Susurró alguien que se atrevía a sentarse junto al orgulloso santo.
 

-Aioria –Susurró débilmente viéndole sobre el hombro, apenas regalándole una sonrisa, algo forzada.

-¿Qué te sucede Milo?...No me digas que estas deprimido, no es propio de ti, mira a tu alrededor, Aldebarán y Mu quemando malvaviscos en la fogata. Saga y tu están distantes del grupo, hasta el mismo Shaka se ha unido a petición del dulce carnero. –Dijo con una sonrisa burlona y después se echó en el pasto viendo el cielo más que a su compañero –Camus ha estado con Afrodita, no quiero ser imprudente, ¿se han dejado? –Ladeo el rostro y busco respuesta en Milo.

-Aioria, ¿tu estas con Marín verdad?  -Le digirió una mirada sería al León.

-Yo… este… -Aioria se había puesto sonrojado, totalmente nervioso y termino por desviar la mirada.

-No tienes nada de que apenarte, todos lo sabemos… Todos saben lo mío con Camus, lo malo de no saber tanto es que nadie puede describir cómo te sientes ante algunas situaciones con quien es tu pareja.  –El León no parecía entender lo que el peli morado trataba de decirle. –Para que comprendas. Después de tanto tiempo, ambos lados descuidan la relación, se deteriora, nadie limpia, nadie alimenta ese amor, se queda suspendido y cae en una rutina y solo dices ‘querer’ a la otra persona, pero ya no lo sientes. En mi caso es algo similar, solo que Camus está obsesionado con seguir.

¿Por qué le decía todo eso al santo de Leo?, ni siquiera se había puesto a pensar en eso, no había hablado consigo mismo para buscar una respuesta y Aioria de la nada era su confidente. El santo echo una carcajada y se le quedó viendo al levantarse.

-Milo si tu estas en un error, Camus no descuido su amor, su relación, tu fallaste, eres tu quien está harto, fastidiado, pero tu orgullo está por encima de todo, eres tu quien le hace daño, ambos sabemos que solo buscas culpables, cuando eres tú el responsable. –Le dio una palmaditas –Venga, vamos a escuchar a Shion narrarnos historias de cuando Saga era niño.

Ambos se sentaron junto a los demás, escuchando a Shion de como Mu le había dado problemas, de cómo Saga había destacado en la escuela y del pequeño sufrimiento que paso Kanon al ser una ‘sombra’, relato que una vez Kanon encerró a Saga en una de las prisiones del santuario y asistió a uno de los entrenamientos, solo para salirse con la suya. Eso y más se fue narrando, Aiolos, Shura y aquellos a los que vieron crecer fueron ‘quemados’ por el Patriarca y Dhoko.

Mientras Milo seguía pensando, en Camus, en que Kanon le atraía, pero sobre todo en la culpa, en el daño, las palabras del León se profundizaron en su ser, la noche parecía ponerlo cada vez más nostálgico. Tenía ganas de acostarse, de hablar, de sacar todo lo que estaba en su pecho, confiaba en Saga, una vez lo hizo, pero esta ocasión no podía, porque era el hermano de aquel hombre.

El santo de Géminis se quedó viendo a Shaka y Mu, tan cerca, tan parecidos, ambos le atraían, pero su ego deseaba someter a la virgen. Arrastrarlo al país del pecado, a la capital de la corrupción y a la oscuridad de la pasión. Estaba un poco difícil, Shaka no era de los que andaba por ahí, Mu tampoco, en cierta ocasión el carnero le expreso sus sentimientos, pero Saga ignoró aquello. ¿Se podía tener a los dos?, sería una situación interesante. El hecho de pensar en tener a los dos a su merced comenzaba a rondar en su cabeza.

Dos días después…

‘Viejo decrepito, aquí me encuentro perdiendo mi tiempo, he ido a la escuela, he vigilado a la mujer que me has dicho, pero no he visto nada inusual, no sé qué pretendes, pero si ella te atrae ven tú mismo a acosarla, me estoy cansado, estoy en problemas con un estúpido extranjero que no deja de seguirme, me acosa, ¿lo has mandado, verdad?, ¿es parte de tu plan macabro?, llegando a Grecia no te salvaras  de un Satán Imperial, me importa muy poco que seas el Patriarca. Por cierto seguiré la misión hasta su final, pero una cosa si quiero pedir, dile a Milo que deje de mandarme cartas, es molesto, gran Shion de Aries, controla a tus santos homosexuales.’

Atte. Kanon de Géminis.
Posdata: Dile a Saga que aún mi oferta está en pie él sabrá de que estoy hablado.

 

Shion empezó a reír no solo por la buena escritura de Kanon, sino que tenía su toque personal en cada letra, en cada forma, esas oraciones, hasta se lo había imaginado gritándole, lo extrañaba, ese niño ya era todo un adulto. Se quedó con la hoja contra su pecho y suspiro.

-¿Maestro, está usted bien? –Susurró el Carnero que se encontraba junto a Piscis ordenando la biblioteca que decoraba el lugar donde residía el patriarca, pero al verlo noto algo extraño.

-No te preocupes Mu, Afrodita sigue decorando el lugar –Ordeno y el santo se apuró en lo que estaba. –Mu, por favor, dile a Milo, Camus y Saga que los espero bajo la estatua de Atenea. –Ordenó a lo que su alumno fue inmediatamente a comunicar aquello.  Suspiró mientras caminaba, contemplando la magnificencia de aquel templo, bajo la estatua de la diosa a la que protegían estaba un pequeño lugar donde podían descansar, ‘tomar el té’, por ejemplo. Atenea lo usaba cuando los santos de bronce venían a verla. Ahora estaba preocupado por Kanon.

-.-.-.-.-.-.Alemania-.-.-.-.-.-.

Habían pasado dos días, lo cierto es que ‘Radamanthys’ no se había presentado y Kanon estaba inquieto, molesto e irritable, si de un juego se trataba pues no le había buscado y ahora quería venganza por aquello. Se encontraba en un parque vigilando a la mujer, mientras leía un libro, traía puestas unas gafas para sus momentos de lectura, lo cual lo hacía más atractivo para la vista. Una mujer se le acercó y le sonrió, era blanca, de cabellos largos y negros, de aspecto frívolo, pero su sonrisa parecía nostálgica.

-¿Hace demasiado frío, verdad? –murmuró ella con una sonrisa ‘dulce’, y  Kanon se había quedado petrificado, sí, de eso hablaba, MUJERES, tratar con ellas, buscar algo más con ellas y no con un idiota rubio con una sola ceja.

-Un poco, la verdad es que no tengo demasiado –Murmuró el griego con su escaso alemán y ella empezó a reír. -¿Pasa algo?

-Perdón –Bajó la mirada –Es que tu acento es atractivo… claro tu más, pero jamás pensé que fueras extranjero. –Mientras ella lo halagaba, Kanon se sentía dentro de una ‘normalidad’, también le sonrió, su enojo y desesperación se habían ido.

-Oh pues claro, es griego, atractivo, todo lo que quieren las mujeres en un hombre, apariencia masculina, mirada fuerte, alto, cabello largo, rasgos finos, ni muy musculoso, ni muy flaco, perfecto, esa piel de porcelana y sus ojos de color atraen, ¿no?, lastima querida mía, este hombre me pertenece –Murmuró una voz familiar. Mientras unos brazos extraños le abrazaban por el cuello tras la banca.

-Pero qué de… -Se volteó con el ceño fruncido y la mujer había salido de escena tan rápido como pudo.  Kanon enfureció pero Radamanthys lo tenía bien agarrado, se acercó y susurró a su oído.

-No te atrevas a coquetearle a alguien más, ¿te dejo dos días y esto haces?...Que mal, que mal –Su voz cambiaba de unos tonos graves a unos desconocidos, eran provocadores, hacían sentir al santo de Géminis un calor intenso, sus mejillas se sonrojaron cuando aquel rubio se atrevió a lamer su cuello.–Tendré que castigarte mi precioso dios griego –Se empezó a reír de forma extraña, como si la locura lo invadiese y soltó a Kanon, quien trataba de reponerse de aquello.

-Deja de molestarme una más que hagas y no respondo, espero largarme pronto de aquí para no ver esa maldita uniceja que te cargas…ni esos ojos llenos de lujuria, seguro que te has hecho unos trabajitos pensando en mí, pero estas bien equivocado, yo tengo prometida y está embarazada –Finalizo el santo cerrando su libro, yéndose de ahí, claro todo era mentira, pero no sabía cómo quitarse a ese tipo, su única opción de hacerlo estaba en Grecia.

-.-.-.-.-.-.Santuario-.-.-.-.-.-.

Mu había llegado con los tres santos lo más pronto posible donde el patriarca, ellos se acercaron y el carnero fue donde Afrodita. Saga caminaba de mala gana. No sabía qué hacía con aquella parejita. Tampoco si había hecho algo mal, ni que Shaka lo fuera a acusar por las palabras que le había dirigido. ¿Una misión?, sí, quizás, pero con ¿Milo y Camus?

-Señor –Murmuraron los otros dos haciendo reverencia, Saga solo inclino su cabeza.

-Me alegra que estén aquí, vengan tomen asiento, ¿les ofrezco algo de beber?, ¿vino, té, cerveza, sake?...-Esperó la respuesta y claro Saga y Milo pidieron vino, Camus solo un poco de té.

-¿Se puede saber a qué se debe este repentino encuentro, su excelencia?

-Tranquilo Milo… -Murmuró Shion bebiendo de su copa –Se trata de Kanon. –Saga frunció el ceño, Camus había bajado la mirada y Milo dirigió sus orbes al cielo. 


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