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La tempestad del mar por VampireSaga

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-.-.-.-.-.-.Santuario-.-.-.-.-.-.

 

Mu se había negado al favor que Kanon le pedía, era demasiado arriesgado, una desobediencia a Shion quien era su maestro, no podía darse el lujo de corromper su pulcra moral. Kanon inútilmente lo había estado convenciendo, hasta que escuchó al santo de Aries.
 

-Lo siento Santo de Géminis, pero lo que me pides va en contra de lo que soy… -Murmuró levantándose de su asiento, caminando por ahí viendo la casa.

-No quiero que suene a amenaza ni nada por el estilo Mu de Aries, pero, tu moral no es tan pulcra como crees, sé de buena fuete que detestas a Saga y que si alguna vez tuviste un sentimiento hacía a él ahora es diferente, yo puedo ayudarte a que Saga entre en razón para que deje de insinuarse contigo, pero debes cooperar.

Después de una buena parte de la noche hablando, Kanon había convencido al carnero, Mu se daba cuenta que Kanon era una buena herramienta, quien podía calmar y meter en razón a Saga era una misma parte de él, su gemelo. Entonces después de comprender aquello llevó a Kanon directamente al templo de Géminis.

-Kanon –Mu se puso enfrente de él, viendo la entrada al templo donde Saga seguro descansaba. –Habla directamente con mi cosmos cuando quieras que te regrese a Alemania, el maestro Shion debe estar dormido, tienes más o menos cuatro horas para que yo pueda regresarte.

El peli azul asintió y subió aquellos escalones entrando al templo que compartía con su hermano, entro gritando su nombre, pero a lo lejos se percató de una figura, venía bajando, era Camus, estaba severamente golpeado y aseguraba que Milo había hecho algo, el gemelo menor se escondió tras uno de los pilares cuando Camus paso por ahí, pero el santo de Acuario se percató de la presencia.

-Lo siento Saga, pensé que dormías, estaré pasando por tu templo, espero no te moleste. –Kanon no sabía si responder o no, aunque sus voces eran sumamente parecidas, Saga a veces parecía más agresivo con su tono.

-Como sea, eres libre de pasar, ve y cura esas heridas sirenita. –No, ese no era Kanon, era el mismísimo Saga, quien parecía no jactarse de Kanon o pasarlo por alto. Cuando Camus llevó una mano a su rostro salió de ahí, Saga espero a que el santo de Acuario llegara al siguiente templo, así por fin pudo articular palabra. –Deja de esconderte como la rata que eres –Se dio la vuelta para ir donde la cama.

-Sabes que no debo estar aquí por eso me he escondido, mira nada más que pintas llevo encima, tu no vistes así, seguro Camus hubiera ido de chismoso –Comentó siguiendo como una sobra a Saga.

-¿Cuántas horas tienes?

-Muy pocas, creo que cuatro, hasta menos, así que debemos darnos prisa –Murmuró el menor, yendo a sacar unas cosas debajo de la cama donde dormía, bajo el templo de Géminis, Kanon y Saga habían construido un tipo de sótano pero solo era para ocasiones como esas.

-Vi la carta… ¿Quién es el tipo que te molesta? –Saga seguía igual de serio y demasiado molesto, tendría que contarle a Kanon que casi se había peleado con Milo.

-¿Recuerdas la vez que… -Silencio un momento pero es que todas las situaciones que vivieron de niños habían sido iguales…-aquella vez cuando te dije que escapáramos de papá, para ir a jugar con Aiolos y Shura, pero mamá terminó descubriéndonos y luego empezamos a discutir porque era yo quien no podía ir por el santuario presumiendo que era tu hermano? –Saga asintió y el golpe del recuerdo fue fresco para su memoria –Pues aquella vez fui a la playa, hubo un niño de cinco años al que moleste por aplastar a un cangrejo, se enojó pero lo termine tirando y… jamás lo volví a ver, ahora me lo encontré de una forma similar en aquella playa donde el viejo estúpido de Shion me mando. Quería venganza pero al parecer le atraigo…-Finalizo y con un ademan hizo que Saga lo acompañase al baño –Quítate la ropa, esto puede manchar –Murmuró y Saga después le contó a Kanon mientras este hacía y deshacía con él.

Las horas pasaban y ese par hacía algo, desconocido. Mientras Camus había terminado por ahí, vagando como un alma en pena, subió a una de las montañas donde se veían casi todas las aldeas que rodeaban el santuario y se acostó en la hierba, cerró los ojos y la imagen de Milo enfurecido le vino a la mente. Solo había entrado a verlo, solo quería hablar con él y su ‘amado’ se le había ido encima, no sabía porque, le preguntaría de las cartas, de Kanon pero ni siquiera tiempo le daba de eso, tampoco era bueno atacarlo, seguro el patriarca terminaría bajando y los dos serían exiliados. Se quedó ahí pensando en la situación, mientras terminaba por caer dormido.

-¿Kanon? –Caminaba Mu, llamando al menor de los gemelos que había solicitado su presencia a través del cosmos.

-Mu, ya puedes…

-Ya puedes llevarte a Kanon –Dijo Saga saliendo junto a su gemelo, interrumpiendo lo que este hacía.

-Bien, solo será un instante y te dejaré ahí. –Comentó el carnero y termino por desaparecer, Saga se quedó ahí viendo que ya no estaban, hasta que observó que Milo bajaba por su templo.

-Lo que me faltaba –Se encamino para no dejar pasar a Milo -¿Qué se te ofrece bicho idiota? –Frunció el ceño y esperó la respuesta.

-Te pido me dejes pasar, voy...

-¿A buscar a Camus? –Completo el santo de Géminis.

-No es de tu incumbencia –Susurró Milo pasando como si nada, era algo raro, Saga lo hubiera perseguido, pero solo lo dejo.


Después de eso Saga termino por irse a descansar. Mientras que Kanon ya estaba en Alemania, Mu se había ido apenas lo había dejado, se fue a la habitación y fue a dormir, se quitó la camisa y se recostó sobre las sábanas blancas de algodón, se sentían tan frescas.

Camus despertó por los rayos del sol dando directamente en su rostro, extrañamente no había sentido el frío que le cobijaba, toda la noche había sentido una especie de calor, una calor familiar, pero al ir abriendo los ojos, unos brazos rodeaban su silueta, echo la cabeza despacio hacía atrás y se quedó viendo perplejamente a Milo, sus cabellos color mora, quebrados formando esas olas, le parecían demasiado atractivos, extrañamente nació el deseo de querer cepillarle.

-Milo…-Murmuró con la voz a punto de quebrarse pues el llanto le había ganado, no quería hacerlo, pero al parecer el santo al que amaba le podía corresponder como era debido. Milo termino por despertar al escuchar el sollozo del peli verde.

-No empieces con esas estupideces –Le dijo incorporándose –Vamos levántate y volvamos al santuario antes de que sea la hora de desayunar. –Veía como Camus trataba de hablar entre lágrimas. –Que te quede claro que no te he elegido, es solo que esta noche te necesito… quiero relajarme. –Pronunció sin ningún tacto y se adelantó dejando a un Camus hecho trizas.

-.-.-.-.-.-.Alemania-.-.-.-.-.-.

Kanon dormía plácidamente, sin sentir los rayos del sol, estaba en una habitación fresca en la que aquel astro apenas tocaba a su ventana, sin embargo otro ser era el que deseaba tocarlo, arrastro su dedos a ese rostro angelical y cuando Radamanthys quiso tocar sus labios con los suyos Kanon le tomo de la muñeca.

-Radamanthys…-Susurró torciendo con fuerza la muñeca del rubio –No sé cómo has entrado, pero vuelves a hacer algo como esto y…-Apunto con el dedo aplicando no el Satán imperial, solo una parálisis –Te meteré a un mundo de locuras, te enviaré al infierno.

Radamanthys no se podía mover, pero algo en los ojos del peli azul claro no era familiar, el rubio apenas se movió haciendo acopio de todas sus fuerzas.

-Tú no eres Kanon –susurró descubriendo al impostor, su cabello era del mismo color que el océano, sus rostro e inclusive su cuerpo eran idénticos, pero sus ojos aunque del mismo color verde, la expresión era diferente.

Ese hombre ante el rubio era ni más ni menos que el mismo Saga de Géminis. –Soy el mismo ángel, pero ahora poseído por un demonio, uno que perderá el control por culpa de una rata como tú –Saga río y se acercó al rubio –Aléjate de mí.

Radamanthys podía estar seguro que eso era una mentira pero a su vez no, no estaba seguro, ¿era el mismo hombre?, después de que en la noche anterior lo había corrido, el rubio se quedó vigilando un rato y no lo vio salir o algo y no observó a nadie entrar a esa casa, ¿qué estaba pasando entonces?


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