Dime si tú sabes lo que son los prejuicios… Creo que todos hemos sido juzgados por desconocidos al menos una vez, por cómo te vistes, como caminas, como hablas, como te peinas, que te gusta y que no y de cualquier manera nunca acabamos de complacer a las personas; siempre habrá algo que no les parezca y en todo caso nosotros no vinimos a este mundo para ser juzgados por quienes somos.
Esta sociedad está ya tan podrida que incluso son capaz de señalar y avergonzar a un niño…
Apenas tenía nueve años de edad, le gustaba jugar, divertirse, como a muchos niños no le gustaban las verduras y siempre le gustaba imaginar toda clase de cosas, su imaginación era su mejor amiga. ¿A qué iba a jugar hoy? ¿A ser una princesa? ¡Sí! Una hermosa princesa que al levantarse iba directamente al tocador y comenzaba a maquillarse con cuidado, aplicando el pinta labios rojo de mamá sobre los suyos y algo de colorete para sus mejillas.
-Ya casi –Dijo luego de acomodar las mangas del vestido rosa pálido y hacerse una pequeña coleta con sus cabellos rubios que siempre intentaba dejar crecer aunque mamá lo despuntaba cada mes
Toda esa fantasía de la pequeña princesa que luego de haberse arreglado iba a saludar a sus súbditos y a sentarse a un gran comedor para el desayuno junto con otras damas igualmente bien arregladas que iban a ser representadas por sus muñecas pudo haber durado tantas pero tantas horas incluso hasta el final del día cuando iba a recostarse pero desafortunadamente ni siquiera pudo llegar al desayuno con aquellas bien arregladas damas.
-Hiyori-kun tenemos que ir ya a la bienvenida de los nuevos vecinos –Mamá irrumpió en el cuarto del pequeño niño cuando el apenas estaba terminando de colocarse las zapatillas que le quedaban grandes, claramente haciéndole pegar un pequeño salto al menor- Cámbiate de ropa, no puedes ir así y lo sabes
-Pero… ¿Por qué no? –El pequeño niño rubio hizo un puchero al escuchar a su madre mientras ella con un pequeño trapo color blanco le quitaba el pinta labios que se había aplicado con tanto cuidado. El pequeño no oponía resistencia, no era la primera vez que algo así pasaba pero igualmente no le gustaba.
-Porque no –Ella solo alcanzó a decir eso y el pequeño nunca lo entendía. Si las chicas usaban pantalones entonces ¿por qué los chicos no podían? Y de cualquier forma él no era un niño en su totalidad, siempre había sido de la idea de que se había cometido un error cuando llegó al mundo pero eso era algo que los adultos no entendían.
Finalmente el terminó con una pequeña camisa de manga corta de color negro, unos jeans azules claramente a su tamaño y finalmente unos zapatos de agujeta igualmente de color negro, con su cabello rubio suelto. El menor se veía al espejo y sentía que aquello no era él.
-Te espero allá abajo, no te tardes mucho Hiyori-kun –Y salió de la habitación dejando la puerta entre abierta
-Hiyori-chan… –Dijo el menor mientras se veía al espejo mientras sus manos se paseaban por su delgado cabello rubio. Nuevamente agarró el pinta labios solo para pasarlo una vez, dándole una tenue tonalidad roja, quizás así a mamá no le molestaría y de cierta manera se sentiría cómodo.
A los pocos minutos bajó las escaleras para ahí encontrarse con sus padres que con traje y vestido le estaban esperando aunque en lo personal no le gustasen demasiado las reuniones pero si de nuevos vecinos se trataba quizás podía divertirse al menos unos minutos e igualmente era cruzando la calle, si se aburría entonces podía irse solo.
Papá y mamá tomaron su mano al cruzar la calle y fueron menos de cinco minutos los que hicieron para llegar junto con otros vecinos que igualmente llevaban a sus hijos consigo.
Cruzó el césped hasta llegar al jardín de la nueva familia del lugar y entonces vio igualmente a tres personas, dos adultos y un niño de más o menos su edad con cabellos alborotados y una bufanda color negro que cubría su boca y nariz. La pareja sonreía a todos aquellos que llegaban y no fue la excepción con ellos.
-Bienvenidos, gracias por haber venido –La vecina nueva comenzó a hablar seguido de su esposo y entonces el pequeño Hiyori se colocó detrás de su madre para que no le viesen pero de inmediato su madre le volvió hacia enfrente.
-Vamos Hiyori-kun, saluda. Disculpen es que es un poco tímido –Y entonces la pareja rio quizás por cortesía
-No tienes por qué estar de esa manera pequeño, mira te presento a mi hijo –Y haciendo un ademán con la mano le dio a entender a su hijo que se acercara más para presentarse- Él es Takemasa
Y los bonitos ojos de Hiyori se posaron en el niño que era un poco más grande que el ahora pudiendo notar que la bufanda negra que usaba era tejida a mano. El más grande solo saludó con la mano
-Usa esa bufanda porque se enferma un poco fácil pero no hay nada de qué preocuparse –Y nuevamente la mujer volvió a reír.
Ambos pequeños continuaron viéndose hasta que Takemasa tomó a Hiyori por la muñeca y corrió junto con el por el jardín. Por supuesto los adultos se quedaron algo sorprendidos por aquello y entonces el padre del niño sensible a las enfermedades soltó un comentario.
-Que rápidos, seguro se llevarán bien
Del otro lado del jardín para ser exactos detrás de unos arbustos se encontraban aquellos dos pequeños quehabían corrido para huir de las explicaciones de los adultos.
-No me gusta cuando explican lo de mis enfermedades –Dijo Takemasa por debajo de su bufanda para luego soltar la muñeca del niño como si habérselo llevado corriendo hubiese sido de lo más normal- ¿Cómo te llamas? –Seguramente no había escuchado bien su nombre al momento de presentarse
-Hiyori-chan –Dijo el más pequeño
-El chan es para niñas ¿No sabías? –Comentó Takemasa para luego patear una piedra que se encontraba en el pasto
-Sí, yo soy una niña…Solo que a mis padres no les gusta que lo diga ni que me vista así –Era la primera vez que Takemasa escuchaba semejante cosa y por supuesto le fue difícil de creer- Creo que a veces se equivocaron al ponerme en este cuerpo
Y el menor comprendió mejor las cosas pero igualmente le parecía extraño, aun así pensó que en esa vida se conocía a todo tipo de personas
-Si eso es lo que piensas entonces te diré Hiyori-chan –Le dijo el mayor y entonces los ojos del pequeño rubio se iluminaron siendo esa la primera vez que alguien no le intentaba de dar una enorme explicación acerca de porque se equivocaba y que era realmente.
-¡Gracias! –Se acercó, levantándose de puntas para dejarle un beso sobre la mejilla descubierta dejando sobre esta una tenue marca de su pinta labios
Continuara...