Llueve y él mira por la ventana; como las gotas caen y figuran los sueños rotos de las personas que se les olvida vivir. También retumban en el suelo las gotas que él derrama cuando su madre le dice que no debe ser él. Que debe perderse para ser un títere.
Un títere estúpido.
Guarda el libro debajo de la almohada. Está perdido en un inmenso mundo, es la aguja en la paja. Y siente que no es alguien, porque ni siquiera puede formar sus propios sueños. Todo es prohibido para él.
Otro día mas que no sabe cómo vivir.
-¿Quién soy?
Es difícil seguir guardando secretos en la almohada.
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El despertador suena a las 6:00 en punto. Tao se talla los ojos. Enciende las luces y sus ojos se acostumbran. Su madre aun no toca a su puerta, no obtiene un regaño por no despertar antes de las 6:00; antes de que la ciudad despierte cuando nunca duerme. No se preocupa de algún modo, el calendario marca que es fin de semana. Benditos fines de semana.
-Menuda mierda.-susurra, porque las paredes tienen oídos.
Es sábado. Hoy puede ser como quiera. Puede ir por la calle y gritar que es Huang ZiTao. Calza los converse y envuelve la bufanda por encima del abrigo negro. Es invierno, su estación favorita.
Baja a la cocina. No hay nadie. Ni una nota ni el desayuno en la esquina de la mesa. De igual forma, no tiene hambre. Coge las llaves y sale de su casa. El sol ni siquiera despunta los rayos en lo alto. El invierno terminará dentro de poco, pero no impide que el cielo siga siendo hermoso.
Era extraño. Las calles, por lo general, no acostumbran estar medio vacías, mucho menos cuando la primavera está preparando su entrada. Es tranquilo, y a Tao le gusta la tranquilidad.
Al otro lado de la calle, hay un chico con la sonrisa más grande y feliz, los cabellos teñidos se alborotan y disparan a cualquier lugar. Sostiene un paquete de hojas. Tao no entiende porque si el semáforo esta en luz verde y no hay ningún automóvil, el chico no pasa la calle. Sino que espera pacientemente la luz roja.
“Que precavido, maldición”
La luz roja brilla y el chico camina en la dirección de Tao. Le tiende una hoja. Las letras son grandes y parecieran de estilo circo.
“Bienvenido al Freak-Show de EXO”
-¿Qué sign…-el chico ha desaparecido. Gira el cuerpo varias veces, pero el chico no está. Voltea la hoja, buscando algo más.
“Aprende a ser tú, Tao. Crea y vive tus sueños”
Suelta la hoja, cae lentamente, como si la gravedad hubiese desaparecido. El miedo se atora en su garganta.
-¿Qué está pasando? ¿Dónde estoy?
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Ha recorrido algunas cuantas calles. El viento sopla ligero, Tao siente que puede volar. La ciudad recupera el ajetreo de cada mañana. Ahora mismo no sabe donde pisa, pero las ventanas asoman bonitas persianas. No son grises como la mirada de su padre tomando café en el desayuno.
El rio que cruza por la ciudad, se mece. La empresa donde su padre trabaja luce abandonada. No duda que su padre haya ocultado lo que sucede sobre su empleo. Está bien, el matrimonio de sus padres cada día se convierte en un tetris de mentiras, donde es más difícil que los bloques desaparezcan. Los vidrios estrellados se esparcen cual laguna de reflejos de un arcoíris. La puerta está abierta y el interior luce devastador. Las veces que Tao entró en la empresa, cada escritorio estaba pulcramente limpio, todo en su lugar y Tao se asfixiaba. Él subía hasta la azotea, observaba la ciudad y las estrellas.
Se pregunta qué diablos ha pasado.
Sube las escaleras. La azotea se encuentra limpia. Se impresione, y no es la primera vez, pero la ciudad se ve fantástica. Es una pintura en movimiento, con tonos grises y colores pálidos.
El borde de la azotea está protegido por unas rejillas, que con el paso del tiempo se vuelven frágiles. Tao quiere volar, volar lejos de casa, de una familia rota. Recorre el borde, salta las rejillas, los veinte pisos se ven como un reto. Suelta una mano, el miedo recorriendo su espina dorsal, casi recordándole que es un títere y que no va a atreverse. Más no significa que no quiera hacerlo. Lo quiere más que muchas cosas en el mundo.
Las rejillas crujen, están por venirse abajo. Lo que a continuación sucede, Tao no lo esperaba. Un cuerpo lo lleva al vacio. Tao abre sus ojos, porque un jodido suicida retiene su cuerpo. Es delicado el apretón. Los pisos se ven borrosos. Tao quiere detener el tiempo, porque se siente como un renacimiento, es quitarse la venda de los ojos, es sentirse infinito.
Y es un deseo, que se convierte en realidad cuando Tao y aquel otro cuerpo se suspenden. El chico luce cabello rapado y los ojos son rudos como la poderosa mandíbula. Es guapo, más de lo que Tao puede manejar.
El momento se rompe cuando Tao baja la mirada. Vuelven a caer. El grito gutural se le escapa de la garganta, cierra los ojos con fuerza. Los veinte pisos ahora no se sentían como adrenalina pura, más bien algo parecido al miedo flotando por las neuronas formando impulsos nerviosos.
-No deberías temer a tus deseos, pequeño panda.
Tao abre los ojos, caen limpiamente al suelo. El chico lo abandona, alejando la cárcel que eran sus brazos.
-¿Cómo sab…?
-No es momento de las preguntas, pronto lo sabrás.
Tao quiere saber dónde está. Si todo lo que ha vivido es real. Si ese chico de expresión dura y voz gruesa existe. Porque existe, ¿no es así? Tao agacha la mirada, el flequillo le cubre la vista. El otro chico se detiene.
-Hey, nada va a pasarte. Confía en mí. Me llamo WuFan pero puedes decirme Kris.
No puede creer en nada. Pero ese chico le inspira algo de lo que no está seguro. No tiene miedo de que algo le pase, se siente bien estando ahí. Levanta nuevamente la cara.
-Gracias gege.
-¿Gege?
Tao no responde, le dedica una sonrisa. No es una mueca, es una grande sonrisa. WuFan queda descolocado, Tao sonríe, y se ve grandioso. Esconde las mejillas sonrojadas. JunMyeon habló con él sobre eso. WuFan no cree en esas cosas, pero Tao es hermoso, siendo un chico.
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La casa luce abandonada, pero no es así, las luces le dan vida al interior. WuFan abre la puerta y ambos pasan. Varios chicos pasean de un lado a otro.
-Tienes tiempo para acostumbrarte.