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Entre tú y yo por Katja Kitayima

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Notas del fanfic:

Un fic más que debía, esta vez dedicado y escrito especialmente para PPBKAI por su cumpleaños (muy atrasado, ¡lo siento!). Como sé que te encanta Onew y, gracias a tu fic, le tomé afecto a esta pareja :3

¡Espero sea de tu agrado!

Su cabello era suave al tacto de sus dedos correr a través de esas hebras, demasiado exquisito a decir verdad, abundante melena castaña clara y con un aroma a frutas que notoriamente comenzaba a  enloquecerle. Así es como siempre pensó que sería el olor de Taemin: una esencia delicada, agradable, fresca y con un toque de inocencia.

 

Recorrió ligeramente el camino hasta su nuca, en donde sus manos le acariciaban la piel en tersos toques, a su tiempo y sin apresurarse, deseaba conocerle en toda su extensión. Sus besos se volvieron algo más intensos sin quererlo, todo gracias a que el más joven comenzó a insistir en buscar algo más que un simple y casto beso en los labios.

 

Hyung —su voz era apacible y muy tenue, casi como un susurro.

 

El menor sonrió, justo en el momento en que Onew se aventuró a cumplir su petición, tomándole por el rostro y comenzando a hundir la lengua dentro de su cavidad. Eran poco más de las cinco y media de la tarde y el calor en la habitación de Jinki no era solamente causa del ígneo sol de aquella tarde de primavera.

 

Onew en realidad no sabía si estaba haciendo lo correcto; Taemin, su mejor amigo, su pequeño mejor amigo, era aún un adolescente que apenas y alcanzaba la mayoría de edad, cuestión legal que a Jinki sí le afectaba demasiado. Su educación y valores morales entraban en conflicto con lo que estaba a punto de llevar a cabo; no era el hecho de que Taemin era un chico, poco le importaba dado que sus preferencias sexuales ya estaban definidas desde hacía un par de años, más bien el problema era que ese chico al que estaba besando era aún joven quizá para entender la situación, y peor aún, no creía correcto el aprovecharse del momento de tenerlo frente a él, aún siendo Taemin quien había hecho el primer movimiento.

 

Sin embargo no podía negar el hecho de que todo aquello se sentía jodidamente bien.

 

Lee Taemin era un chico hermoso, bien parecido físicamente y con facciones estilizadas y muy finas; atractivo, en resumidas cuentas. El sabor de su labios a dulces de sandía se mezclaba con sus sentidos, deseándole probar más con cada movimiento que realizaba con su boca. Le tentaba, ciertamente, algo tenía ese chico que le había mantenido a la expectativa desde aquella primera vez que cruzaron palabras ese verano.

 

La escena regresó a su mente como si hubiese sido ayer, quizá algo de remordimiento le jugaba la mala pasada e intentaba mostrarle al pequeño e inocente Taemin de aquella época.

 

Como todas las mañanas, justo en punto de las nueve, su madre entraba a su habitación y removía el bulto que yacía debajo de un montón de sábanas que le cubrían de pies a cabeza para despabilarle y hacerle salir de la cama.

Jinki amaba dormir, si había algo que disfrutara casi a la par de su platillo favorito era eso, sobre todo estando en el periodo vacacional de verano que le recompensaba entre cada nuevo año de estudios.

 

Ella le decía que debía salir más, que debía hacer algo de provecho en esos días, algo  más que sólo pasarse el día entero durmiendo, comiendo y jugando con su consola portátil de juegos de destreza, como cualquier adolescente de catorce años con demasiado tiempo libre.

 

Onew, como le apodaban todos sus amigos y familia, salía a regañadientes de su cama y se forzaba a salir, de menos, al jardín, aunque se pasara casi todo el día sólo observando al montón de aves que se arremolinaban en los arbustos. De vez en cuando su madre lo enviaba a la tienda por algunos víveres para la cena, y precisamente fue en uno de esos recorridos que lo vio, sentado en la acera del frente de su casa, con su bicicleta amarilla a los pies, solitario y aburrido, quizá esperando a alguien más que nunca llegaba.

 

Tres, cuatro, cinco veces más le había visto en la misma posición, cabizbajo observando la curiosa apariencia de las piedras sueltas del asfalto que tomaba entre sus dedos, silencioso y ocultando el rostro bajo una mata de cabellos negros que no dejaban ver exactamente la edad de aquel chico. Jinki intuyó que no debía tener más de doce años, a juzgar por el aspecto infantil en sus vestimentas.

 

—¿Vives allí? —se aventuró a preguntarle. Después de todo le era un poco extraño verle todos los días en la misma posición y lugar desde que las vacaciones comenzaron.

 

El muchacho elevó la vista con cierta timidez, el flequillo perfecto y redondo que cubría su frente le hacía lucir un tanto curioso ante los ojos de Onew.

 

—Sí —contestó casi en un murmullo, bajando de inmediato la mirada para volver a jugar con las piedritas del suelo. El mayor sonrió ligeramente, aquel chico le pareció extremadamente tierno en sus gestos.

 

—Me llamo Jinki, pero todos me dicen Onew —se sentó a su lado tomando un par de las mismas piedras— soy tu vecino.

 

Taemin.

 

Fue lo que le contestó el menor después de algunos minutos, tiempo que, según creía Onew, le había tomado para entrar en confianza. Tal vez pasaron un poco más de diez minutos en silencio cuando el mayor, sacando de su bolsillo una cajita de caramelos de sandía, le ofreció al chico en un gesto amable, sonriéndole mientras él ya tenía en la boca un par de aquellos dulces.

 

—Nos mudamos hace dos semanas —habló, comenzando a comer de los dulces ofrecidos. Onew descubrió entonces que aquellos caramelos eran la fascinación del más pequeño —entraré al quinto grado en otoño.

 

Taemin sonrió como si aquello fuese la más grande proeza de su corta vida. Parecía emocionarle el hecho de asistir a una nueva escuela, a pesar de su evidente timidez. Onew imitó su sonrisa, en verdad era contagiosa la alegría que desbordaba al hablar de las cosas que le gustaban; le dijo que amaba bailar, que ese era uno de sus sueños cuando fuese mayor: convertirse en uno de los mejores bailarines del mundo. También le habló de  su ferviente, y muy inocente, deseo de proteger al planeta. Cuando Taemin se lo mencionó, sus pequeños ojos castaños brillaron con la esperanza propia de un niño, creyéndose que podría lograrlo todo cual superhéroe de cómics.

 

Hablaron poco más de una hora sin importarles que ya estuviese lo suficientemente obscuro como para no poder distinguir sus rostros, pero eso no les impidió despedirse con una sonrisa.

 

Podría parecer extraño, pero Jinki no notó la diferencia de edades entre ellos mientras charlaban, de alguna u otra forma parecían encajar en el mismo estatus de ideales.

 

Stop y cambio de pista musical.

Su ipod había elegido una sutil tonada a ritmo de jazz para romper con su juego de besos, dándoles la oportunidad de tomar un breve receso que les sirvió para acomodarse sobre la cama.

 

Jinki se recostó ligeramente contra el cuerpo delgado del menor, manteniendo una corta distancia entre sus torsos para no agobiarle con el peso. Onew estaba consciente de la diferencia, ahora ya no tan distante, entre la complexión que cada uno poseía.

Lo peor para él era que entre más cerca estaba de Taemin, menos podía mantener la cordura.

 

Le besó los labios mientras sus manos buscaban huecos entre las ropas escolares, las mismas que él alguna vez había usado en sus épocas de preparatoria. Se dio cuenta entonces del enorme lapso que los había separado. ¿Tanto tiempo había pasado ya entre ellos, que Taemin estaba por convertirse en un hombre adulto?.

 

Encontró un rastro libre entre los botones de su camisa, dejando que sus dedos viajaran por la suave piel de su pecho, firme y con algunos músculos en desarrollo, haciéndole más placentero el contacto. Taemin gimió muy suavemente contra su boca, su cálido aliento se mezcló con la respiración arrítmica que había formado desde que comenzó el desfile de besos y caricias.

 

Le miró sonreír, entre inocente y perverso, una extraña mezcla que hizo a Jinki detenerse unos instantes. Siendo realistas, Taemin lucía tan diferente a como lo recordaba, ahora lo veía como un sujeto deseable y con todo el porte de un pre adulto en desarrollo.

 

Su mirada lo dijo todo: tómame. Hazme tuyo que ya no quiero seguir esperando más.

 

Jinki no pudo resistir más esos tiernos ojos que le tenían cautivo, no necesitó de las palabras para saber lo que Taemin buscaba. Pero aunque también le deseara, algo le hacia detenerse, y es que no estaba seguro aún de lo que haría. Siempre fue como un mentor para el más pequeño: le enseñó, él aprendió; él le pedía y se lo entregaba sin titubear. Mas ahora el pedido tenía grabadas algunas letras de más que no terminaba de creer correctas.

 

Es que no, esto no era correcto. Estar en la cama con tu mejor amigo, besándole y toqueteándole a punto de fornicar. No. No es correcto cuando es precisamente aquel niño inocente que juró proteger, guiarle y no corromperle.

 

Y es que Taemin era la parte de su inocencia que siempre estaba presente de algún modo en él.

 

Jinki se detuvo por impulso, esta vez su mente fue mucho más fuerte que su cuerpo y ganó la batalla para obligarle a poner el freno.

 

—No puedo —susurró aún con los ojos cerrados. Es que si le veía una vez más en ese estado de casi éxtasis, era probable que de nuevo la batalla iniciara con un éxito fallido. El resultado esta vez ya no se repetiría.

 

No puedo. Siguió murmurando sin poder levantarse o despegarse del cuerpo del menor. El calor fluctuaba tan pasivo e intenso a la vez, que Jinki creyó estar aún en una especie de trance.

Deseaba a Taemin, sí. Y pensaba que le quería más que sólo como un amigo, o al menos eso quiso creer que era ese sentimiento que explotó febrilmente en su interior cuando sus pequeños labios carnosos tocaron los suyos en un beso.

 

"No puedo"

 

Repitió el más pequeño entre quejas y frustraciones. Su rostro lo decía todo, algo no estaba saliendo bien y comenzaba a desilusionarse, algo no muy sano para un chico de apenas quince años con todo un mundo por delante.

 

Taemin suspiró fuertemente, apoyando ambos brazos sobre la cintura. Tenía poco más de dos horas tratando de perfeccionar unos pasos de baile, pero simplemente éstos parecían no querer cooperar, lo mismo con su paciencia.  Detestaba sentirse tan débil, últimamente no había podido concentrarse debido a la carga de tareas y trabajos que le habían dejado en la escuela. Cursar el último año de secundaria no era fácil, sobre todo por la cantidad de materias que llevaba ¿Cómo es que necesitaría de tantas de esas cosas en el futuro?

 

—Calma —Onew se acercó jugueteando con sus cabellos para tranquilizarle, sonriéndole suavemente para que relajara los músculos—  es cuestión de práctica.

 

El castaño le ofreció la botella de agua metálica que siempre llevaba a todos lados; Taemin la aceptó con un “gracias, hyung” que escapó de sus labios mientras se contagiaba de la sonrisa de su amigo. Aún a pesar de todo lo malo y tenso que estuviese, siempre podía sentirse aliviado con el sólo hecho de estar acompañado de Onew. Cuatro años de amistad, cuatro años de diferencia entre ellos, pero nada de eso era relevante cuando podía pasarse el día entero platicando y riendo en su compañía, siempre tenía las palabras exactas para hacerle sentir mejor.

 

—El concurso será en dos semanas —habló con cierto nervio— pero me tranquiliza el hecho de que estarás allí; gracias a ti, y todo lo que me has enseñado, he podido llegar hasta este punto.

 

—No me lo perdería por nada —Jinki sonrió asintiendo, orgulloso de saber que Taemin le consideraba como un especie de mentor, de protector. Y no era para más, el pequeño Lee era su mejor amigo, al cual consideraba como el hermanito que jamás tuvo.

 

—¿Crees que podré hacerlo? —preguntó en espera de obtener una sincera respuesta que sabia Onew siempre estaba dispuesto a darle.

 

Jinki no tardó ni dos segundos en contestarle que sí, que sí podría lograrlo; tenía la certeza de que aquello sería posible.

 

—Sí, sí puedes.

 

Le susurró el menor, deslizando una de sus manos a través de su mentón, cubriendo con una delicada caricia la piel de sus pómulos. Onew permanecía con los ojos cerrados ante la escena de tener a Taemin debajo suyo, semidesnudo a causa suya cuando en un arrebato le había despojado de la camisa.

 

Sintió los labios del más joven recorrerle una vez más, primero por la línea de la mandíbula y subiendo en suaves toques hasta rozar su boca con algunos besos. Jinki abrió lentamente los ojos para encontrarse con la perfecta mezcla de belleza e inocencia, conjugada con la madurez que, creyera o no, Taemin había adquirido tras esos años de prácticamente no verse.

El menor le sonrió casi con un aspecto malicioso en el rostro, demasiado sugestivo para alguien de su corta edad.

 

Y fue entonces cuando  Jinki se percató de la realidad. Efectivamente Taemin ya no era más el pequeño niño ingenuo, infantil y con sueños de caramelo que había conocido hace años; ahora  sólo le veía como el joven atractivo de dieciocho años, listo para convertirse en adulto y enfrentarse al mundo en el que él ya se encontraba desde hacía  tiempo.

 

Se preguntó en qué momento fue que había crecido tanto, mas la respuesta fue demasiado obvia. Un día, hace años, de repente sus actividades y horarios ya no concordaron; Onew entró la universidad y su tiempo fue bastante limitado, a pesar de seguir viviendo en la misma casa y frente a frente ya no se frecuentaban como antes.

 

Sus intereses cambiaron, su círculo de amigos cambió y ellos mismos también lo hicieron. Sus sueños y metas se transformaron, algunas llegaron y otras se fueron. Literalmente no se habían visto en ¿qué? ¿Unos tres o cuatro años?. Sus vidas súbitamente se hicieron tan ajenas que de manera esporádica coincidían en algún “buenos días” o un sencillo saludo con la mano durante las mañanas, cuando ambos se dirigían a sus respectivas ocupaciones.

 

Pero ni eso le preparó para cuando esa misma tarde le vio frente a su puerta, luciendo el desaliñado uniforme de la preparatoria a modo de ropa casual, su cabello mucho más largo que como lo recordaba y con otro tono de color, castaño claro y con un corte que le recordaba el estilo hippie, sus facciones delicadas y afinadas, el torso alargado como sus brazos y piernas que estilizaba la ya de por si esbelta figura que poseía.

 

Tenía que admitirlo, le sorprendió verle con esa apariencia un tanto afeminada, pero que le sentaba estupendamente bien. Taemin siempre fue la clase de personas con una belleza física atractiva, exquisita y llena de vida. Lo que vio delante de él no distaba mucho de lo recordado, la diferencia radicaba en que, esta vez, se encontraba en un punto de madurez que parecía haberle hecho mella a los sentidos.

 

No lo negaría, es que en cuanto vio a Taemin sintió que sus hormonas adolescentes volvían a encausarse y recordar viejos tiempos.

 

Sólo había ido a pedirle prestado uno de sus viejos libros de Química para un trabajo escolar, y, sin saber cómo o en qué momento, ahora se encontraban en su cama en un estado de delirio. Taemin le había besado primero cuando quiso agradecerle por el préstamo, pero Onew interpretó aquello como algo más que no tuvo las agallas de reflexionar, sólo de seguir al instinto que le pedía a gritos continuar.

 

No, definitivamente Taemin ya no era más un niño. Ciertamente aún actuaría como su mentor, pero esta vez lo haría desde otra perspectiva.

 

 Intuyó, en base a la actitud curiosa que tomó,  que sería la primera vez para Taemin; afortunadamente no la primera para él.

 

Por un segundo cruzó por su mente esa idea de ser el primero en la reciente iniciada vida sexual de su amigo. Se sintió bien de poder ser él quien le tomara de guía y no cualquier otro tipo que pudiese tomar ventaja de los hechos.

 

Tae.

 

Fue lo último que dijo Jinki cuando le tomó en besos, y, sin piedad, se abalanzó contra el pequeño cuerpo bajo suyo. Rodaron un par de veces para acomodarse mejor en el centro y tener más libertad de movimientos. Jinki terminó por sacarse él mismo las prendas superiores, mientras la mirada del menor lucía un tanto provocativa sin dejar de observarle el cuerpo atlético que hubo formado en esos años de idas al gimnasio, no por vanidad, sino más bien por salud y pasatiempo.

 

—Luces bien, hyung. Me gusta —sus manos le recorrieron las sutiles abdominales en su torso, causándole un estremecimiento que Jinki sabía no era nada normal en él.

 

Tal vez Onew pensó que la voz de Taemin era demasiado aniñada, pero mejor quiso tomarlo como un tono de voz melodioso y desarrollado que había alcanzado su madurez definitiva. No quería seguir pensando en el hecho de que era su mejor amigo quien le observaba de esa manera.

 

O tal vez sí, pero quizá estaba por descubrirlo. Descubriría si aquello en verdad causaba algo más en sus emociones que el simple deseo de protección y amistad.

 

Jinki tomó todas las precauciones necesarias, fue tierno y delicado con el más joven en cada movimiento que realizaba, incluso, hasta para terminar de desnudarle —porque si lo haría, lo haría bien y como se debía, y no como una tarde de sexo casual y desenfrenado— lo hizo con cuidado y tiento, cada parte a la vez y sin apresurarse.

Quería asegurarse de enseñarle a Taemin correctamente lo que esta experiencia significaba.

 Tal vez estaba siendo demasiado ingenuo, pero su mejor amigo debía seguir guardando esa parte suya que permanecía pura: su inocencia.

 

Le tomó por las caderas mientras se posicionaba entre sus piernas, dejó algunos besos en sus labios y comenzó a introducirse, lentamente y poco a poco. Observó cada gesto que Taemin emitía, sabía lo que debía pasar y lo que pasaría, por ello intentó hacerle más leve la experiencia al tratar de relajarle con suaves caricias y toques con sus labios.

 

Gimió, la sensación de calidez que le provocaba su interior se vio intensificada cuando el menor se desplazaba inconscientemente al intentar acomodarse.

 

Comenzó a moverse en cuanto supo que era prudente, embistiendo contra el más joven que tenía envueltas sus piernas, largas y de blanca piel de porcelana, alrededor de su cintura. Taemin mantenía los ojos cerrados dejándose llevar por la placentera sensación, según deducía Jinki al sentir cómo sus músculos se contraían cuando realizaba movimientos profundos. Jadeaba casi audible echando su cabeza hacia atrás, encorvando la espalda al momento en que Onew acrecentaba la fuerza; enterró su rostro entre los cabellos miel de su amigo, olfateando el aroma mezclado del calor y la esencia dulce de su colonia.

 

Jinki escuchó su nombre en voz del menor, suplicante y  entrecortado cuando sus manos se ataron a su espalda en reacción a los movimientos. Diez minutos después y estaba hecho un manojo de sensaciones que ya no podía controlar; jamás pensó que Taemin pudiese provocarle tales cosas, jadeando su nombre entre mas sentía que se aproximaba al clímax.

 

La respiración del más joven se incrementó notablemente segundos después de que le sintió correrse sobre su mano, su cuerpo arqueó violentamente un par de veces entre un gemido.

Onew no tardó en acabar, dejándose caer enseguida contra el cuerpo del menor. Se recostó a su lado mientras ambos retomaban el aliento, mirando hacia el techo de la habitación y escuchando de fondo la música y el reloj que indicaba las seis de la tarde en punto.

 

El silencio después no fue muy largo; Onew giró la vista a su izquierda por curiosidad de saber la reacción de Taemin ante todo esto. ¿Estaría bien? ¿Satisfecho? ¿Arrepentido?. Esperaba no haber sido demasiado brusco, pero le costó poder contenerse con semejante sensaciones.  A estas alturas esperaba aún haber hecho lo correcto. Levantó ligeramente el cuerpo y acercó su rostro, besándole fugazmente los labios, su mano acarició su mejilla con un dulce gesto; le notó sonreír, le daría todo el tiempo necesario para recuperarse.

 

El más joven fue el primero en levantarse, irguiéndose sobre la orilla de la cama mientras se ocupaba de acicalarse los cabellos. Su cuerpo se notaba sólo como una silueta fina y estilizada, con los reflejos dorados de su piel ligeramente morena contra la luz del atardecer. Onew le miró hipnotizado ante tal vista, se le antojó acariciarle los hombros y dejar algunos besos por clavícula, viajando hasta su cuello y nuca, terminando con las manos por sobre su pecho en caricias que provocaron una tímida sonrisa en el castaño.

 

—Eres bueno, hyung —habló en un tono demasiado sensual para alguien de su estilo, pero Onew no le tomo demasiada importancia.

 

Jinki se sonrojó inevitablemente a pesar de tener ya cierta experiencia en esos aspectos, pero escucharlo de voz de alguien que le conocía demasiado bien era extraño y le cohibía. Sonrió sin dejar las caricias sobre su torso, le tenía abrazado por el pecho y sus labios ahora estaban sobre su rostro. Taemin correspondió a cada uno entre sonrisas y besos juguetones, al parecer le divertía el hacer la rutina de "atrápame si puedes" entre cada lapso de separación.

 

—Me alegra que te gustara —habló bajo sobre su oído. El más joven rió silencioso.

 

Dejó un beso sobre sus labios y se puso de pie. Buscó sus ropas de entre el suelo y comenzó a vestirse, siendo secundado por Onew. Su teléfono móvil le anunció la entrada de una llamada, se retiró hacia la puerta mientras descolgaba, sin tardar más de cinco minutos en los que resolvió la conversación, finalizando con una sonrisa que Jinki notó se asemejaba demasiado a como lo hacía años antes: aquella sonrisa curiosa y tierna, propia de su edad.

 

—Debo irme ya —se arregló la ropa para quedar nuevamente como si nada hubiese pasado. Onew le observó con un semblante que parecía decirle un “quédate un poco más” —mi novio me espera —le dijo.

 

Por supuesto que Jinki le había escuchado, claro y seguro, cuando dijo que tenía un novio. No sabía si estaba en el mismo universo que Taemin, pero, demonios, ¿un novio?

 

—¿Qué? ¿Tú tienes novio? —preguntó, más por reacción natural que por querer escuchar por segunda vez la afirmación al hecho.

 

—Sí —sonrió sin darle mucha importancia— se llama Minho, y de hecho juega futbol soccer en la misma universidad que tú, tal vez lo conozcas.

 

Onew no pudo reaccionar. Todo había pasado tan rápido que apenas y pudo procesar los hechos pasados: él y Taemin, quien resultaba ser su mejor amigo de la infancia y a quien no veía hace años, y que además tenía un novio, había estado sobre su cama, y minutos antes teniendo sexo, bastante placentero según recordaba. ¿Qué había pasado después?

 

No supo qué es lo que una persona, en su sano juicio, debía decir con respecto a la sorpresiva confesión. Y más es que no podía creer en lo que Taemin se había convertido. Sí, en un adulto, en toda la extensión de la palabra, con las responsabilidades, derechos e ideas de un adulto.

 

—Espera —le detuvo por el brazo imprimiendo un poco de fuerza en su agarre. El menor le miró desconcertado— entonces ¿qué fue eso?

 

Preguntó; tenía que hacerlo para tratar de entender, porque él no tenía ni jodida idea de que estaba haciendo ahora.

 

—Sólo fue algo de sexo casual —sonrió satisfecho. Esa no era la respuesta que Jinki  esperaba, pero evidentemente tampoco se sentía bien.

 

—¿Y tu novio? ¿Qué vas a decirle, si se entera?, Taemin, él es....se supone que no debes hacerle eso a la persona que amas.

 

Ingenuo. Así es como le pareció que había sonado, pero aún quería creer que eso era una cualidad.

 

Hyung —rió ligeramente, le era hilarante la manera en que Jinki parecía estar dándole un discurso sobre moral— no tiene nada de malo, es normal, todos lo hacen hoy en día; tú mismo lo dijiste una vez: es cuestión de práctica. —le observó, hablando como si fuera la cosa más natural del mundo— Y Minho no tiene que enterarse, lo que no sabe no le hará daño— agregó tras un corto silencio en donde le devolvió una sonrisa cómplice.

 

A decir verdad, Jinki se consideraba una persona muy paciente, noble y de mente abierta, mucho muy abierta. No le inquietaban en lo absoluto ese tipo de actitudes o formas de pensar, él no era nadie para juzgar a los demás en cuanto a sus vidas y sinceramente le daba igual lo que hicieran o cómo lo llevaran a cabo.

 

Pero.

 

Este caso era la excepción, la única gran exclusión que consideraría dentro de su rango. Taemin; él no era esa clase de persona, y no podía creer lo que acaba de escucharle decir.

 

¿En qué se había convertido durante todos estos años?

 

Podía ver que había crecido, por supuesto, pero por qué de esa manera. Es que no se suponía que alguien como Lee Taemin debiera ser así de destructivo. No el Taemin que conocía.

 

Estaba decepcionado, y eso le lastimaba en lo más profundo.

 

Onew cerro los ojos un instante, respiro profundo y finalmente le miró con recelo. Estaba enfadado, humillado en cierto modo y sí le dolía, porque al parecer a él esto sí había logrado algo más que solo una tarde de sexo. Jinki tuvo la certeza de que Taemin era algo más que su objeto del deseo y desgraciadamente para ál no era nadie más, ni siquiera el amigo de la infancia que probablemente el más joven ya había olvidado.

 

No pudo decir nada más, no tenia las palabras adecuadas.

 

Taemin sonrió muy suavemente, entendiendo que no había nada más que hacer allí, y, que lo más factible sería retirarse ya. Salió del cuarto con un "gracias por el libro" y se dirigió a la puerta; Jinki escuchó el sonido de ésta cerrarse a sus espaldas con suavidad. Le observó a través del ventanal de su habitación, dirigirse probablemente al encuentro con el que consideraba su novio. No pudo dejar de lado el hecho de sentirse como el ser más estúpido del mundo: había sucumbido ante sus instintos sin anteponer la razón, como pocas veces había hecho en su vida.

 

Suspiró profundamente sin quitarle la vista de encima. Minutos después y notó que Taemin se había detenido justo antes de cruzar la acera, paró en seco y tardó algunos segundos en los que el estilizado cuerpo daba la media vuelta para hacerle frente.

 

El menor estaba mirando específicamente hacia la ventana en donde él se encontraba; Jinki pudo distinguir entonces la sonrisa que se había formado sobre los labios de su joven vecino. Era pura, era cálida, era tierna; era,  sencillamente, como Taemin era en realidad a pesar de la pantalla de madurez que intentaba mostrar al mundo.

 

Onew sonrió apacible, sus músculos se relajaron pero su corazón latía con un ritmo inusual; algo bueno, creyó.

 

De antemano sabía que Taemin no lo distinguiría desde esa distancia debido al  pequeño defecto de ser corto de vista, pero, por alguna razón, supo que aquella sonrisa sí estaba dirigida a él.

 

Jinki simplemente lo sabía.

Notas finales:

Para este fic traté de implementar un poco lo de los "flashback", quise meterlos de manera que fueran progresivos dentro de la historia, que tuvieran una conexión con la historia sin tener que anunciarlos precisamente; espero que no haya resultado más confuso -.-U

Gracias por leer :)


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