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Una guerra para salvarte por CielPhantomhive1875

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Notas del capitulo:

Los pjs no me pertenecen T_T Excepto los OCC :'(

Le pertenecen a Shungiku Nakamura T_T

 

Espero y deseo que les guste :)

Corría el año 1944

 

Japón estaba en guerra con los Aliados, todo el mundo era un caos, casi todo el mundo estaba en guerra contra Japón, todos menos, Rusia que aún no le había declarado la guerra y se mantenía al margen o ¿quizás estaba esperando una buena oportunidad para atacar? Nadie lo sabia realmente, la gente solo sabía que sus seres queridos eran llamados a filas y muchas veces nada se volvía a saber de ellos.

La resistencia de la pequeña isla asiática se debilitaba por momentos aunque eso no hacía que dejaran de luchar, la guerra continuaba y las gentes de ese lugar debían seguir guerreando, luchando por un país casi aniquilado.

 

Los hospitales se encontraban abarrotados, la gente se apiñaba en camas y literas, algunos no iban a sobrevivir más de unas pocas horas, otros se salvarían pero desearían morir luego de quedar lisiados por el resto de sus vidas, otros más jamás se curarían por mucho que les dieran tratamientos médicos y algunos otros la locura de la guerra había mermado sus mentes más que sus cuerpos.

 

Médicos y civiles intentaban ayudar con las pocas medicinas que tenían, el agua potable estaba escaseando y solo quedaba en su lugar agua sucia y llena de gérmenes, todo estaba llegando a su fin, incluso la salud mental de los sanitarios.

 

Un grupo de escolares fue llamado para ayudar en un casi derruido hospital de Kioto, los muchachos y muchachas, todos ellos civiles no superaban los dieciocho años de edad, no eran de los más jóvenes, pues habían chicos y chicas de hasta quince años y medio ayudando a los estresados médicos, entre aquellos muchachos más jóvenes se encontraba Misaki Takahashi de quince años de edad que junto con su hermano Takahiro Takahashi de veintiséis años intentaban colaborar llevando medicamentos que encontraban de contrabando. Ambos hermanos se jugaban sus vidas en cada misión pues debían penetrar las lineas enemigas y robar todo aquello que pudiera ser útil para la gente japonesa.

 

Aunque eso no les importaba, seguían saliendo y seguían robando, pero ellos no eran los únicos, como ellos habían centeneras de personas dispuestas a ayudar a sus compañeros o seres queridos sin importar caer prisioneros o incluso muertos, sus gentes los necesitaban, los enfermos los necesitaban y por qué no decirlo, era una forma de mermar también la resistencia de sus enemigos, pues así lograban que tuvieran menos medicinas y menos medicamentos para curar a sus propios compañeros de guerra.

 

Ese día era especial, era el cumpleaños de Misaki, cumplía dieciséis años, pero no podía celebrarlo, ¿como iba a celebrarlo con su país en guerra? ¿con que amigos? La gran mayoría de ellos yacían muertos o tomados prisioneros, además, él ahora debía trabajar como enfermero en aquel hospital de Kioto, su hermano se encontraba lejos en aquel momento, entre las filas enemigas intentando robar medicamentos y vendas, las lagrimas no servían de nada pero no podía evitarlas.

 

Sufría por su hermano, temblaba de miedo al pensar que podrían capturarlo o asesinarlo, sabía que los americanos torturaban de la peor forma a sus rehenes, sacandole los dientes de oro, violándolos y sodomizandolos, pero no podía caer en un crisis histérica, había prometido a su hermano ser fuerte hasta que regresara, entonces, podría desahogarse en sus brazos, podría llorar todo el miedo acumulado, pero mientras tanto debía seguir atendiendo a aquellos hombres que se encontraban tan o más solos que él.

 

Esos pobres heridos que no tenían familiares cerca, que habían sobrevivido para llevar la carga de las heridas de aquella guerra.

 

Misaki lavaba las heridas, hacía simples vendajes o simplemente les leía las cartas que iban llegando de sus esposas o hijas, ese era el trabajo de un enfermero, no era medico titular, solo un civil que había sido reclutado para poder ayudar a los médicos titulados. En algunas ocasiones les daba la mano para que no se sintieran solos y desahogaran el dolor mientras les amputaban alguna extremidad, alguna pierna o brazos.

 

Pero lo que más odiaba el joven de ojos verdes era el olor de la gangrena, ese olor a sangre podrida que presagiaba la amputación de algún brazo o pierna o incluso la muerte, sí, era tan parecida al olor de la muerte, de la putrefacción, le daba nauseas y miedo, en aquellos momentos solo podía pensar en los viejos cuentos que su querida madre le narraba porque de seguir pensando en la muerte iba a terminar loco o cometiendo suicidio. Tampoco sería el primero, dos de sus amigos ya lo habían hecho con las katanas de sus antepasados o ahorcándose en medio de algún bosque cercano.

 

Pero al pensar en esos viejos cuentos, en esas viejas historietas infantiles daba rienda suelta a su imaginación que lo transportaba lejos de aquel horrible lugar en el que se encontraba. También podía pensar en los melones, sandías y melocotones que su padre cosechaba del campo, esa vida rural, tranquila y llena de paz que tantísimo extrañaba, su hermano haciendo pequeñas figurillas de barro, un hermoso atardecer, los kimonos meciéndose en el compás del viento mientras se secaban luego de ser lavados por las suaves manos de su madre.

 

La nostalgia lo invadió y no pudo evitar derramar unas pocas lagrimas mientras en aquel momento se encontraba agarrando la mano de un pobre desgraciado al que le estaban amputando ambas piernas, pero no podía ver, no podía mirar en dirección a esas extremidades, aunque la nostalgia de aquellos días que había perdido, de aquella juventud y niñez frustrada tampoco servían de gran ayuda.

Solo servían para darse cuenta de lo que había perdido, de algo que jamás regresaría.

 

Los gritos de aquel hombre de no más de veintidós años lo atormentaban y lo hacían volver a la realidad. Intentaba modular su voz para que sonara lo más dulce y tranquilizadora posible, pero aquella persona no paraba de gritar, sus piernas debían de ser amputadas y para más desgracia no había cloroformo ni anestesia alguna, en muchos casos el dolor era tal que muchos pacientes morían a causa del shock, Misaki esperaba que ese no fuera el caso con aquel joven, no le gustaba estar dando la mano a una persona que moriría frente suyo, era como saludar a la propia muerte y eso le provocaba terribles escalofríos que recorrían su espina dorsal.

 

El joven se desmayo, quizás por el terrible dolor que sintió o quizás al pensar que jamás volvería a caminar, quizás al saber que al terminar la guerra no encontraría esposa, quizás al saber que cualquier mujer que una vez amo y lo esperaba, si fuera el caso y volvieran a reencontrarse al verlo sin piernas lo abandonaría o quizás por todo eso y no por una única razón.

 

Misaki soltó su mano y le acarició el cabello, era un joven hermoso, alto y de ojos marrones, aunque ahora había perdido parte de su altura al haber perdido sus piernas, ya no se veía hermoso, era otro invalido más. El joven Takahashi se separó de aquel joven y se dirigió a la entrada de aquel lugar.

 

Un nuevo cargamento de enfermos y heridos había llegado, aunque la gran mayoría ya estaban casi muertos o incluso muertos, sí, muchos habían muerto durante el trayecto y muchos habían empeorado su situación al encontrarse rodeados de los cadáveres de sus compañeros haciendo que las bacterias e infecciones fueran más severas. Sí no hubieran estado rodeados de aquellos muertos sus heridas no estarían infestadas de moscas y mosquitos y por lo tanto no serían tan graves como lo eran en aquel momento.

 

Pero muchos se negaban a abandonar a sus compañeros en medio del campo de batalla, preferían que murieran en sus brazos de camino al hospital que abandonarlos a su suerte o a una muerte segura solos. Muchos eran amigos de la infancia, otros solo eran conocidos que se habían conocido en los campamentos militares, pero el sentimiento de compañerismo no los abandonaba de igual forma que ellos no abandonaban a las personas que habían resultado heridas.

 

Misaki preparó más mantas, aunque eran muy delgadas y apenas abrigaban, era todo cuento tenía, también preparó algunas vendas y bastante alcohol para que pudieran desahogar su dolor y dormirse cuanto antes, pues muchos debían ser atendidos de forma urgente o también terminarían muertos.

 

Varias moscas y mosquitos picoteaban la pálida pero sucia piel del joven de ojos verdes, estaba sucio, muy sucio, tenía ojeras, no podía dormir por que los cargamentos de heridos y enfermos no paraban de llegar y cuando podía dormir tenía pesadillas o era despertado por los gritos de los moribundos.

Había adelgazado bastante y no tenía mucha ropa para cambiarse, por eso para las moscas era un festín, no paraban de revolotear encima de su cabeza o alrededor suyo.

 

A los pies de cada litera había escrito en kanjis el nombre del herido o muerto, Misaki daba una vuelta, no sabía como ser de ayuda para aquella gente, solo era un joven que estudiaba en el instituto, no sabía ni entendía nada de medicina, pero ahora al leer los nombres de los muertos que aún yacían estirados allí, en aquellas camas se daba cuenta de lo insignificante que era todo el esfuerzo que dedicaba, la gente seguía muriendo, las personas que morían superaban a las que lograban sobrevivir, se sentía tan pequeño, tan inútil y otra vez las lagrimas hacían su aparición, la depresión que sufría lo corroía por dentro y por fuera, como un metal que con el calor, la humedad y el tiempo se corroe.

 

 

El joven castaño se sentó en una silla y se sujeto la cabeza con ambas manos, cubriéndose el rostro para evitar gritar, tenía la frente perlada de sudor y los ojos húmedos por culpa del llanto. Estaba muy cansado y ya no sabía que más hacer. Miró las ventanas de aquel lugar, la ventilación era poca o nula, el calor era abrasador, incluso a él le costaba respirar con normalidad, sus parpados se fueron cerrando pero fue entonces cuando se puso en pie de nuevo y espabilo su mente, habían hombres que lo necesitaban, necesitaban de un apoyo psicológico, alguien que les calmara con palabras mientras eran operados, alguien con quien hablar en los momentos de tristeza, por todo ello no podía dormirse.

 

Se puso en pie y se acercó a las camas de los heridos, intentaba darles una sonrisa amistosa, tenderles una mano para girarse cuando querían dormir o simplemente para escucharlos quejarse por el dolor de una herida o por culpa de la soledad.

 

La noche cayo en Kioto y los fanalitos que se encontraban aún en pie se iluminaban de manera intermitente pues las conexiones de luz habían sido cortadas o saboteadas, pero en el hospital todo seguía igual, la luz no llegaba hasta aquel lugar y la poca que llegaba se iba tan rápido como llegaba , aún así, los médicos y sanitarios seguían operando con pequeñas velas, el agotamiento de todos los sanitarios era generalizado, un sentimiento de impotencia los invadía pero no les hacía rendirse a pesar de que las horas pasaban y el calor ya se había ido.

 

A la lejanía se podía oler el humo de los bombarderos y de las casas derruidas y consumidas por el fuego, el enemigo no estaba tan lejos pero esperaban que no llegaran a Kioto hasta dentro de unos meses o al menos hasta dentro de unas pocas semanas, de lo contrarío clausurarían y cerrarían aquel hospital, aunque en el mejor de los casos lo usarían los Aliados para curar a sus propios enfermos dejando a los japoneses abandonados en calles y caminos.

 

 

Un médico le dio permiso a Misaki para recostarse y descansar unas horas pues se había fijado en el rostro de fatiga y cansancio que lucía el castaño. Misaki aunque dudoso aceptó la amable oferta y se recostó en un colchón que había en el suelo, pues las camas y las literas eran utilizadas por los enfermos.

 

 

El sueño de Misaki no fue para nada agradable ni tranquilo, soñó con su casa siendo bombardeada, ese lugar que tantos recuerdos tenía almacenados, los recuerdos de sus padres, pero que ahora solo vivían él y su hermano mayor, el único lugar donde el espíritu de sus progenitores moraba, aquel lugar donde ellos creyeron sentirse seguros y protegidos, aquel lugar que ellos querían proteger incluso con sus vidas de ser necesario, ahora se encontraba hecho un montón de escombros consumidos por el fuego, solo era una casa rural, no molestaba a nadie, no tenían armamento, así pues no podían entender por que razón había sido el objetivo de un bombardeo. Sin ningún lugar donde esconderse o protegerse tuvieron que esconderse en la escuela de Misaki, pero no era el único en aquella triste y desagradable situación, sus amigos y compañeros de escuela también habían perdido su hogar o incluso a algún familiar en el derrumbe de sus casas, ellos al menos se habían podido salvar los dos. Esa pesadilla que siempre lo acompañaba, ocurrida cuando Misaki tenía catorce años, dos años atrás, hacía que se revolviera en medio de espasmos y sudores fríos.

 

Abrió los ojos y solo pudo ver el techo grisáceo y blanco del hospital, recordó que solo había sido una pesadilla, esa misma pesadilla que tenía noche tras noche. Aunque había despertado aún tenía muy presente aquella pesadilla que era también un recuerdo de aquella guerra, no tenían hogar al cual regresar, era en aquellos momentos en los que se encontraba solo, él y su mente en los que pensaba que sería de él y su hermano cuando la guerra terminara, a donde irían, quien los iba a querer, no tenían a nadie esperándolos, estaban solos en el mundo, pero no quería vagar cual alma solitaria por el resto de sus días, eso era tan doloroso, tan triste, la pena era tan grande, era enorme, un peso que pesaba demasiado a su conciencia, su consciente sabía que debía cargar con todo aquel peso de estar solos, de no tener ni un hogar, ni una persona ni un corazón esperando su regreso, su llegada con una sonrisa.

Se giró y miró la pared que tenía frente suya, tenía enormes manchas de humedad, no quería volver a dormirse por que temía que aquel recuerdo volvería hacer su presencia en su subconsciente, había intentado provocarse el sueño con todo tipo de productos alcohólicos, pero el resultado y el sueño siempre eran los mismos, una terrible pesadilla, quizás en algunos momentos soñaba con los buenos recuerdos pero aquellos bonitos sueños eran rápidamente sustituidos por la pesadilla de su casa aniquilada, su hermano y él refugiándose en una escuela llena de gente y llanto, muchos llantos que se podían oír procedente de los más pequeños, de aquellos infantes que también se encontraban solos o con algún hermano, con su madre, hermana o padre, pero en algunos casos habían perdido a sus padres y solo quedaban los hermanos y hermanas que también eran niños o demasiado jóvenes para entender la lógica si es que la había o la razón de aquella guerra que había desmembrado a sus familias dejándolos a cargo de bebes o niños muy pequeños.

 

Intentó volver a cerrar sus ojos y por una vez en mucho, mucho tiempo pudo dormir sin tener que soñar en nada, solo con la mente en blanco, dejando a su consciencia descansar, tomar un descanso de su mente que tanto necesitaba. No supo sí fue por puro agotamiento o porque razón, pero agradeció muchísimo aquella noche sin más pesadillas.

 

Notas finales:

No soy una experta en el tema de la Segunda Guerra Mundial, así que perdón por los fallos y errores que pueden haber.

Personalmente me siento bastante satisfecha con este primer capítulo, no esperaba que me llegara la inspiración para escribir este fanfic. En verdad debo confesar que tenía miedo de escribirlo, temía que no fuera lo suficente bueno el resultado, no estoy bien informada y temo que eso pueda perjudicar de alguna u otra forma mi narración, pero intentare ser lo más fiel posible a la historia, aunque no me sera facil.

 

He escrito este fanfic por qué varias personas apoyaron esta idea, quería que aquellas personas que han comentado en mis anteriores trabajos pudieran dar también su opinión con este trabajo nuevo que he hecho.

 

Espero que sea de su agrado, que lo disfruten del mismo modo que yo he disfrutado al escribirlo, quiero saber su opinión.

 

También quiero que se trasladen a aquella época de guerra, por eso he intentado ser lo más detallista posible, de hecho este primer capítulo tiene 4 paginas completas cuando los otros trabajos solo ocupan 3 paginas o el principio de una cuarta pagina.

 

Este fanfic quiero que sea un drama, reflejar la violencia de un conflicto belico, por ello la comedia aquí no tiene lugar ni espacio.

 

Aún estoy diseñando el personaje de Usami en mi mente, pues aún no sé como voy a narrarlo y cuando va a aparecer.

 

Gracias por leer y comentar.

 


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