Aragorn miraba preocupado como Legolas atendía a Boromir. Si no hubieran llegado en ese momento, el joven gondoriano podría haber… negó con la cabeza tratando de apartar esas ideas. Gimli le reclamaba levemente el haber dejado ir a Frodo. Pero para asombró de todos, Boromir antes de caer dormido, dijo, que eso había sido lo mejor.
Legolas cansado, lanzó algunas hierbas a un lado y guardó otras en su morral. Aragorn busco su mirada y vio en ella preocupación, dolor y algo de angustia, más se sintió aliviado al notar que en el alma de sus compañeros aun había esperanza. Y mucha entereza. Se alegró, porque temió que si ellos la perdían; él no podría sacar fuerzas fácilmente.
- ¿podrá viajar? – preguntó al elfo que descansaba sentado en un tronco
- ¿Qué te parece? – el rubio respondió con un tanto de sarcasmo
- Solo preguntaba… - suspiró – no podremos seguir a Merry y a Pippin, no con él – señaló a Boromir – en ese estado
- Podríamos dejarlo en Rohan – comentó Gimli – no creo que lo traten mal, siendo quien es
- Ese es el menor de los problemas – intervino Legolas - ¿Creen, acaso, que se resignara? La única forma de hacerlo quedarse seria desnucándolo allí y marcharnos
- ¿y qué esperamos entonces? – rio el enano, haciendo reír a sus compañeros – ahora, ya en serio, no creo que pueda montar. Mucho menos correr…
De repente un silencio corto atravesó la conversación. Solo se escuchaba el lejano y a la vez envolvente lenguaje del bosque
- ¡ah! – exclamo Aragorn – perdemos mucho tiempo en esto… ya deben habérsenos adelantado bastante.
- Bueno… deberíamos caminar al menos en lo que decidimos… - gruño Gimli
Legolas solo se estiro y se dispuso a ir por el cuerpo del gondoriano. Aragorn lo miro con una ceja alzada y con unos “pocos” (para no agraviar tanto al pobre) celos. Suspiró y se acercó al menor con voz tranquila pero firme le increpó:
- ¿piensas cargarlo tú todo el camino?
- No creo que seas capaz de dejarlo aquí- le dijo con obviedad – pero si es necesario lo llevare yo mismo hasta Gondor – se enfrentaron entonces ambas miradas. La mirada plateada cambio su semblante e hizo sonreír al dueño de la mirada azulada
- No es necesario. Le dejaremos en Rohan – suspiró el montaraz
- ¡eso! –exclamó el enano – no creo que sea conveniente que con esas heridas lo tengamos con nosotros en semejante jaleo.
- Es un buen punto – musitó el rubio – bueno. Yo cargare con él por 3 horas. Después ustedes lo harán
Los otros dos asintieron sin saber en qué se metían. Cuando Legolas se movía, incluso con Boromir en la espalda, era grácil y de movimientos agiles. Aunque el mayor problema fue para Gimli, el pobre tenía la agilidad de un trol ebrio.
Y si se empecinó en cargarlo más tiempo cuando Aragorn le ofreció ayuda; cuando Legolas le pregunto si no quería descansar se indignó y se le metió la idea de cargarlo todo lo que restaba del día. Claro que los otros se negaron, pero bueno, Gimli era un buen enano y como todo buen enano tenía la idea incrustadísima en la mente.
Luego de unas cuantas horas corriendo, encontraron a los Rohirim. Y aunque desconfiaron primero, no tardaron en llevarlos consigo. A medio camino, se dieron cuenta de que debían tomar una decisión. Así que decidieron que Gimli “descansara” y se fuera con los jinetes y con Boromir, mientras ellos iban a por Merry y Pippin.
Para Aragorn significo poder liberar un poco de tensión sus músculos, ya que todo el camino tuvo que soportar al crío ese… ¡Eómer! ¡Se le insinuaba descaradamente a Legolas! ¡Y éste solo le sonreía! Bueno ya hablaría de eso con Legolas. Tomaron un poco de comida y continuaron su viaje.
Legolas por su parte aunque no lo expresara; estaba emocionado de poder ver tanto… porque a su edad se era un crío, y no se veían ese tipo de paisajes. Aunque seguía incomodo por la presencia del edáin, decidió que debía tomarlo como siempre le repetían los gemelos: “no hay mal, que por bien no venga”
Ambos cabalgaban en silencio, Aragorn miraba de reojo al rubio, que parecía en completa armonía con todo. Podía ver su perfil elegante, su mirada afilada y penetrante, y sin ser consiente suspiró pesadamente. Y en cuanto se puso a pensar en ese suspiro, encontró que era igual a esos suspiros que tenía cuando hace veinte años comenzó a suspirar por Arwen. O por la idea que tenia de ella.
No, no y no. Él no estaba enamorado del elfo. ¿O sí? Claro que no… aunque tal vez… solo era… suspiró nuevamente, antes de continuar su dialogo interior.
- ¿Estás seguro de que querías retomar nuestra amistad? – oyó la voz de su acompañante – al menos esfuérzate en que así parezca
- …- el montaraz lo miro con sorpresa, pero agradeció oír la voz de Legolas – eh, perdón, pero tú tampoco ayudas mucho – rió un poco
- ¡oh! ¡pero si yo soy el agraviado! – exclamó – se supone que tú repares tu error, Estel.
- Haa –suspiró – muy bien… mmm… hagamos esto ¿ves eso? – señalo un montículo de piedras a lo lejos – si tu llegas primero, me disculpare de la forma en que se te ocurra….
- Y si llegas tu primero… -entrecerró los ojos y dejo la frase en el aire
- Harás lo que yo te pida – le sonrió
- Vale – le devolvió la sonrisa
- ¿Seguro que vas a apostar en una carrera contra un elfo? – el rubio alzó una ceja
- ¿seguro que quieres aportar contra un montaraz? – rio el otro.
Para Aragorn era como volver veinte años en el pasado, por lo que se limitó a disfrutar momento
- Hum… no tengo mucho que perder – alzo los hombros el elfo y a la señal de Aragorn le susurró al caballo, que comenzó a correr
- Ya veremos – le contestó el otro – vamos, no habrás abandonado tan pronto – miró por encima de su hombro al oírlo detenerse
- Estel… - le llamó - ¡mira! ¡es…! ¡es él! – gritó arrobado - ¡es Mithrandir!
- ¡¿Qué?! – Aragorn miró de inmediato hacia atrás y volvió sobre sus pasos
Cuando estuvo a la altura del oji azul pudo comprobar que una figura blanca se dirigía hacia ellos con una rapidez pavorosa. Aun si sus ojos no eran tan virtuosos como los del príncipe del Bosque Negro, también podía definir que quien se acercaba era Gandalf, montado en un gran corcel blanco como la túnica de su jinete. Sintió que un gran peso se le era quitado de sus ya cansados hombros de sus ya cansados hombros. Sonrió y corrió al reencuentro de aquel viejo necio y sabio.
Legolas por su parte se sintió animado. La presencia del mago le tranquilizaba. Ahora tenía más esperanzas. Esperanza… eso era Gandalf para la tierra media. Y no dudo en seguir a Aragorn, y salir al encuentro. Gandalf les sonrió cuando estaban a unos metros de él. Luego les tranquilizo. Diciéndoles que Merry y Pippin ya estaban a salvo.
Legolas sonrió para sí mismo cuando el mago dijo: “Y les aseguro que la están pasando muy bien juntos”, “Seguro que si” pensó el elfo.
Gandalf miró a los dos seres que tenía ante sí. Y se dio cuenta que el mas cambiado era Aragorn. El heredero de Isildur veía con otros ojos. Y veía a otros. Tal vez ya estaba asumiendo que si él no tomaba el mando de todo lo que venía preparando; no funcionaria. Tal vez ya se había dado cuenta de que Arwen no era la compañera adecuada para él. Tal vez incluso ya había aceptado su amor por el elfo que incondicionalmente - y eso lo sabía el príncipe rubio- lo apoyaría.
Hablaron acerca de lo que debían hacer. Luego casi llegando al castillo, Gandalf decidió meterse un poco en el asunto…