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No siempre ganan los Buenos por Fenix de chocolate

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Bien, déjame adivinar.-fijo cruzándose de brazos.- ¿quieres ver al sexy rubio?

 

-Vaya copia barata…parece que no solo eres un espejo mágico pero también eres adivino.-me burlé.-Claro que sí. ¿Acaso crees que quiero ver tu asquerosa cara?

 

-Siempre tan educado bastardo.-dijo, cruzándose de brazos.-Pues lamento informarte, que al utilizar el Chidori en tu amado espejo gastaste la poca energía que habías juntados después de te teletransportarse.-abrí los ojos sorprendidos, no queriendo creer lo que mi copia barata, que sonrió malicioso burlándose de mi desgracia. Así que ¡tendrás que esperar Bastardo!-gritó alegre el muy idiota, para después desaparecer dejándome allí con ganas de ahorcarlo.

 

_-_-_-_

 

Naruto por su parte, estaba siendo arrastrado por el pequeño Deidera, mientras este volaba velozmente por la floresta, ignorando los reclamos del rubio mayor que trataba por todo soltarse del polvo que lo hacía volar, como podía.

 

-¡SUÉLTAME DE UNA VEZ DEIDERA!-gritó Naruto, ya harto de ver como aquella cosita linda y peque lo lleva como nada.

 

-¡Espera un poco!-afirmó Deidera, ya harto pero de oír al rubio.

 

-¡YO ME CALLO CUANDO ME SOLTARES!­-bramó Naruto, y Deidera sonrió al ver la poza. Para después acelerar y por fin parar, abruptamente cabe decir, sobre la poza.

 

-Muy bien, si con eso te callas.

 

Naruto tuvo un pésimo presentimiento, al ver como el pequeño rubio sonría maliciosamente, para después mover levemente su mano, haciendo que todo el polvo mágico desapareciera y con eso el rubio cayera en la –poza, hundiéndose.

 

-¡DEIDERAAAAAHHHH!-escuchó Deidera, sonriendo.

 

-Bien, esto ya está.-la hadita suspiro.-Solo falta conquistar a mi Sasori.

 

Y así, con las esperanzas en alta y con un miedo latente de ser rechazado, volvió al escondrijo bajo la cascada, sintiendo como el olor a madera húmeda lo calmaba. Aunque su corazón latía cada vez más rápido a la medida que se acercaba a la puerta que lo separaba de su espacio preferido de la casa. Un sitio que era dominado por el dulce olor de su amor.

 

-Sin miedos.-susurró, dándose el apoyo que necesitaba. Para después golpear la porta.

 

-Entre.-escuchó la voz de su amor, que sonaba tan inexpresivamente esperanzada.

 

Y su corazón se estrujo, al pensar que aquel dulce sonido era dedicado a otro. Pero eso serbio de refuerzo a sus intenciones. Y por eso entro sin más, encontrándose con su amor acostado boca abrazo en su cama, mirando a la puerta y sus hermosos ojos lila brillaron al verlo. Y eso hiso que su corazoncito parar para después empezar a latir como un loco.

 

-Sa-Sasori n-no Danna-a.-tartamudeó acercándose como una marioneta a manos de su marionetista.

 

-Acerca Deidera.

 

Sasori se sentó en la cama, encarando al pequeño, tratando de ver si estaba todo bien con él. Había tenido un presentimiento horrible. Y un sueño mucho peor.

 

-¿Estás bien Danna?-preguntó Deidera asustado, acariciando la mejilla de su Danna.- ¿Te duele mucho la espalda?

 

El bermejo negó con la cabeza. Bajando la cabeza, para después volver a alzarla clavando su mirada en la pequeña figura de Deidera que  se estremeció ante tal ataque.

 

-¿Q-qué se-e p-pasa Danna?

 

-¿Naruto te hiso algo?-inquirió Sasori ignorando a la pregunta del rubio, tratando de aclara las dudas existentes en su mente.- ¿Te beso? ¿Trató de aprovecharse de ti? ¿Se atrevió a tocarte?-cuestionó de una vez, bombardeando al rubio, que con los ojos extramente abiertos viendo como el bermejo se alzaba y se tornaba cada vez más amenazante a la medida que preguntaba.

 

-N-No.-respondió medio aturdido.-No me hiso nada.

 

-Bien.-dijo Sasori calmándose.-Y ¿Dónde está?

 

Ante esa pregunta Deidera bajó su cabeza avergonzado y susurró: -Lo deje allá.

 

-¿QUÉ?

 

-¡LO DEJE ALLÁ!-bramó Deidi.- ¡YA NO SUPORTABA VER COMO ÉL SE ACERCABA A TI TAN ÍNTIMAMENTE Y TU CORRESPONDÍAS! ¡DEJÁNDOME DE LADO!

 

El pobre Deidera, que se encontraba con su espalda tensa, puños cerrados y ojos fuertemente cerrados, tratando de ignorar la presencia del pelirrojo, quien no podría estar enternecido con la escena de cellos de su pequeño rubio. Y sin poder contenerlo, se recordó del día en que lo encontró en el medio de la floresta atrapado en una armadilla para pasaros.

 

Flash Back

 

Era una fría mañana de invierno como otra cualquiera y yo caminaba bajo la fría sombra de los desnudos arboles, buscando madera seca para mis marionetas, cuando lo encontré. Atrapado en una pequeña armadilla de pájaro gritando por ayuda. Era tan escandaloso.

 

-Mocoso.-llamé, haciendo que él me mirada mal.-Si no dejas gritar, harás con que el hombre que pos ahí la armadilla te venga buscar.

 

-¡Eso quiero!-gritó, y yo sonrió ante sus idiotice y pregunté.- ¿Acaso no sabes lo que los humanos hacen a criaturas como tú?

 

Él alzo una ceja mirándome curioso.

 

-Las comen al desayuno.

 

La cara que hiso el pequeño no tuvo precio. Se quedo blanco como la nieve y más helado que está. Y por eso no conseguí contener la sonora carcajada que emergió de mi garganta, saliendo espitosamente de mi boca y que iluminó el claro.

 

Ya hacía años que no me reía así, desde la muerte de mi familia. Pero aquel pequeño me había devuelto mi sonrisa y solo por eso merecía mi ayuda. Aunque, decidí hacerlo sufrir un poco más.

 

-N-No es cierto. ¿Cierto?-pobrecito, estaba realmente asustado. Y yo afirmé lo dicho, asintiendo con mi cabeza, mirándolo lo más serio que conseguía.-Entonces ¿qué esperas?-preguntó afligido.- ¡SÁCAME DE AQUÍ!

 

Yo solo contuve otra carcajada que hacia cosquillas en mi garganta y lo saque de aquella armadilla lo más delicadamente que pude. Para después sentir como él se pegaba a mi rostro, dando besito en mi mejilla. Besitos que calentaron mi alma, llenándome de un dulce sentimiento que confundí con amistad.

 

Flash Back End

 

Pero ahora podría estar seguro que es amor. Amor por este pequeño que me mira con un lindo sonrojo, esperando que le digiera algo, pero yo decidí hacerlo sufrir un poco.

 

-Y eso ¿Por qué?-pregunté, como si no entendiera la escena de celos que él me estaba haciendo. Olivándome por completo del rubio.

 

-¿ACASO NO ES OBVIO?-gritó desesperado acercándose a mi rostro.- ¡TE AMO! ¡TE AMO TANTO DANNA!

 

Y después de esta declaración tan explosiva mi rubio, si mi rubio, me beso. No en la mejilla. No en la nariz. Pero en los labios. Mi primer beso. Yo sé que es vergonzoso, pero nunca antes, ya que era una marioneta, sentí la necesidad de ser besado y cuando era humano era demasiado joven para hacer tal cosa.

 

-¿Enserio pequeño?-inquirí, sabiendo que estaba siendo maldoso, y más después de aquel beso tan dulce.

 

-¡CLARO QUE SI! ¿Qué más tengo…

 

­ya arto de tantos reclamos, y de ver aquellos lindo y pequeñitos labios moverse inútilmente, volví a besarlo. Dejándolo mudo y petrificado. Tanto que sus alitas dejaron de moverse y el cayo sobre mis piernas sin mover un único musculo.

 

Y yo, inevitablemente, me enternecí acercando mi mano para acunarlo contra mi pecho, pero antes de hacerlo el moviéndose a la velocidad de la luz, colocándose frente a mi rostro, nuevamente.

 

-Quiero que me tornes una de tus marionetas.

 

-¿QUÉ?-sus palabras me sorprendieron.- ¿ACASO SABES LO QUE ESO SIGNIFICA?

 

-Quiero poder ser de tu tamaño, para poder abrazarte, besarte, cargarte…hacerte el amor.-confesó, sonrojado y yo sentí mis mejillas arder. Tengo la certeza que debería parecerme un tomate o una manzana.  Pero la idea que él se tornara algo eterno, pero inmóvil me mataba. No consigo concebir vida sin aquel rubio explosivo a mi lado.

 

-Pe-pero…sabes q-que serás como los otros… ¿cierto?

 

-No.-respondió.-Tú tienes mi corazón, como tu abuela tenía el tuyo.-llevó mi dedo a su pecho, y yo me quede boquiabierto.-Así yo seré el mismo y tendré las fuerzas para levantarte siempre que cayas.  

 

Sus palabras me supieron a paraíso y yo sentí un fuego nacer en mi corazón, dándome fuerzas para hacer todo. Solo tenía que encontrar madera buena, la mejor madera de todas, ya que iba hacer el cuerpo de su amor y encontrar el recipiente perfecto el maravilloso corazón, que fue capaz que esculpir la palabra amor en su tabla.

 

_-_-_-_

 

Suspiré viendo como los mesero se movían de un lado al otro, llevando consigo las cervezas en charolas para servirlas a todos aquellos hombres, que como yo no tiene nada mejor que hacer a las 9 de la mañana. Solo beber y olvidar de todas las cosas que atormentaban nuestra ya atormentada mente.

 

-¿Qué haces aquí tan temprano, Jiraya?-preguntó el tabernero acercándose a mí, inundando mi olfato con su intenso olor a alcohol, medio bebido, medio servido. Dejándome aun más tonto que ya estaba.

 

No sé el porqué de él saber mi nombre, tampoco sé si él me dijo lo soy o si simplemente no me lo recuerdo. Pero eso no me importaba nada. Solo quería seguir bebiendo, hasta dejarlo seco.

 

Y él al parecerse entendió mis intenciones, ya que continuó sirviendo, hasta que volvió a romper el silencio, con una pregunta que me llamó a la realidad.

 

-¿Dónde está el chico rubio que siempre anda contigo?

 

 Y de repente silencio. Pude ver como todos los donceles y doncellas que servían las bebidas a los hombres, me miraban fijamente, demandando una respuesta. Cosa que no sabía y al no saberlo firmaba mi sentencia. Ya que a mi ex esposa, a mi hijo y a mi nuera no le gustara saber que le perdí a su bebe.

 

_-_-_-_

 

Sentí como mi cuerpo luchaba contra aquel sufoco. Podía sentir como el oxígeno acababa en mis pulmones. Al mismo tiempo que mi cuerpo se tornaba cada vez más pesado, al igual que mis parparos que se cerraron lentamente, privándome de aquel mundo azul


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