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Una broma pesada, un ente perverso y un Loki al borde del infarto. por Melancholy

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Notas del fanfic:

Llevaba varios meses con esta idea en mente y no terminaba de desarrollarla~finalmente, aquí tengo el resultado y, aunque no estoy especialmente orgullosa, solo por lo que me ha costado terminar este pequeño fic me doy por satisfecha xD Espero que sea de su agrado y, de antemano, gracias por leer <3

Un molesto hormigueo recorrió su espalda. Loki trató vanamente de ignorarlo, acurrucándose entre la calidez de las mantas que lo arropaban. Sin embargo, cuando unos labios gélidos estremecieron la piel de su nuca, el gruñido que había permanecido atascado en su garganta se liberó, imitando el siseo salvaje de una bestia embravecida.

 

—¡Thor! —bramó el hermano más joven, irguiéndose violentamente para encarar al nombrado. Ante el preludio de una inminente agresión, éste cesó apresuradamente el contacto. Loki respiró hondamente durante unos instantes, buscando aplacar su  instinto homicida. Una vez logrado dicho objetivo, añadió—: Hermano, lamento mucho que te hayas desvelado, pero yo no soy el responsable, de modo que...

 

—Vamos, Loki —gimió Thor, advirtiendo la perorata del más joven—. ¿No puedes hacer un pequeño sacrificio? Dudo que vayas a morir por pasar una sola noche en mi compañía...

 

—No se trata de eso. ¿Qué te hace pensar que viniendo aquí conciliarás mejor el sueño? —Ante la ausencia de respuesta, Loki insistió—: Si te soy sincero, no veo dónde está la diferencia entre tu alcoba y la mía.

 

—Tú, querido hermano; tú eres la diferencia —canturreó Thor, carcajeándose suavemente tras escuchar el bufido emitido por su hermano.

 

—No soy tu bufón personal, Thor: no voy a entretenerte a costa de mi propio descanso.

 

—No es necesario que lo hagas. Para eso me basto en solitario —aseguró el mayor, aprovechando un descuido de su acompañante para intentar someterle bajo su robusta figura.

 

En consecuencia a aquella acción, ambos jóvenes se vieron enfrascados en una enérgica aunque inofensiva batalla en busca de control, rodando incansablemente sobre el lecho hasta casi caer de bruces al suelo. Loki gimió de frustración tras permitir que sus muñecas fueran apresadas, elevadas y aplastadas con firmeza contra una de las almohadas. Reacio a darse por vencido a la primera dificultad que se le presentaba, el joven comenzó a patalear y a contorsionarse con rabia, liberando una retahíla de insultos que tan solo provocaron la risa de su protagonista. Por su parte, éste último se limitó a reforzar el agarre de sus dedos sobre la trémula carne, permitiendo a su vez que la totalidad de su peso recayese sobre el cuerpo ajeno.

 

Viéndose totalmente inmovilizado, Loki cesó sus intentos de huída, fulminando a su captor con la mirada. —¡Suéltame, ahora!

 

—¡Tranquilo! —exclamó Thor con diversión.

 

—¡Thor, déjalo ya, me estás haciendo daño!

 

—Oh, lo siento —murmuró Thor, contemplando con arrepentimiento la piel ligeramente enrojecida de su víctima, la cual no dudó en acariciar tiernamente con la yema de sus pulgares, buscando enmendar su error. Al parecer, la excitación del momento le había obnubilado la mente, haciéndole emplear más fuerza de la debida en sus acciones—. Aflojaré un poco, pero no voy a soltarte —sentenció segundos más tarde, para sorpresa del más joven, quien le miró con incredulidad.

 

—Thor, necesito descansar, ¿puedes entenderlo? —El aludido arqueó exageradamente las cejas, fingiendo ignorancia. Y Loki terminó por explotar ante tal gesto—. ¡No puedes ser más inmaduro, cargante, infantil, necio...!

 

—¡Oh, sí, todo cuanto quieras! —concedió Thor, riendo sin poder evitarlo—. Pero éste inmaduro, cargante, infantil y necio está consiguiendo desvelarte aún en contra de tu voluntad... —se mofó, saboreando el triunfo en cada letra bajo la mirada asesina de Loki, quien no tuvo más remedio que callar ante la evidencia.

 

—Pues te felicito. Suéltame...

 

—Me temo que no podré complacerle, su alteza.

 

—¡Thor...!

 

El cielo rugió por un breve instante, desviando la atención de ambos hermanos.

 

—Se avecina una tormenta... —comentó Thor, liberando finalmente a su hermano.

 

—Eres asombrosamente intuitivo... —ironizó Loki, acomodándose con hastío en su lado predilecto del lecho.

 

Ambos jóvenes decidieron poner fin a su trasnoche. Minutos más tarde, el estruendo de los relámpagos y el singular repiqueteo de la lluvia contra los amplios ventanales inundaban la estancia.

 

Un par de esmeraldas temblorosas parpadearon en la oscuridad. Seguidamente,  un débil lamento abandonó los labios de Loki; no comprendía cómo algo tan básico como la lluvia podía crearle tal desasosiego. Instintivamente, se llevó una mano al pecho, presionando con ligereza;  tenía el pulso peligrosamente acelerado. Figuras siniestras se proyectaban en las paredes, bailando con cada haz de luz que irrumpía en el dormitorio y entorpeciendo aún más su razonamiento.

 

«No son más que sombras, Loki... —se dijo el joven, sin demasiada convicción—. Deja de sugestionarte por estas sandeces... »

 

 Los oídos del joven volvieron a vibrar, y en sus facciones se dibujó una perfecta mueca de angustia. A falta de algo a lo que poder aferrarse para calmar su ansiedad, se apegó al cuerpo de su hermano tanto como le fue posible, provocando que éste se removiese ligeramente.

 

—¿Quién es el que molesta ahora, hum? —masculló un adormilado Thor, buscando la mirada del aludido.

 

—Calla y duerme, ¿quieres? —contestó un ofuscado Loki, sintiéndose tremendamente ridículo por sus acciones. Sin embargo, en su fuero interno admitía preferir la vergüenza al miedo.

 

—Estás temblando... —comentó el mayor, ignorando las últimas palabras de su hermano y atrayéndolo hacia sí. Loki agradeció profundamente ese gesto, arrebujándose contra su pecho como un niño en busca del calor y la protección de su padre—. ¿Te encuentras bien? 

 

—Sí... —mintió Loki, segundos antes de sobresaltarse a causa de un nuevo estrépito. Rápidamente, la risa de Thor taladró sus oídos, crispándole aún más los nervios—. No le veo la gracia, imbécil.

 

—Loki, ya eres mayorcito para esos miedos nocturnos... —se burló el mayor, recibiendo el leve impacto del puño ajeno sobre el pecho.

 

—Tengo el oído sensible, eso es todo.

 

—Oh, por supuesto, ¿en qué estaba pensando? —Thor no se molestó en ocultar el sarcasmo.

 

—No sé por qué me molesto en darte explicaciones. Eres insufrible... —siseó Loki, tratando de incorporarse con la clara intención de recuperar su posición anterior.

 

—Loki... —reclamó Thor, tratando de retener a su hermano, sin demasiado éxito ante el manotazo que éste le propinó en venganza.

 

Nuevamente, las palabras fueron relegadas por el sonido de la lluvia, los truenos y el viento flagelando los cristales. Para su desgracia, el hijo de Odín había vuelto a desvelarse, y ahora suspiraba con fastidio. Su mirada se clavó fugazmente en la espalda de Loki, culpándole de su actual estado de vigilia, pese a que ambos se hallaban en iguales condiciones. En su afán por escarmentarle, Thor permitió que su mente fuese asaltada por cientos de ideas perversas. Segundos más tarde, sus labios se curvaron en una sonrisa ladina.

 

—Curioso... Es más de media noche y mis oídos no han percibido ningún sonido... extraño –comunicó Thor, asegurándose de captar la atención de Loki, quien agudizó los oídos al instante.

 

—¿De qué estás hablando?

 

—¿No te lo he contado aún? —inquirió el mayor, haciéndose el indignado. Seguidamente, y bajo la mirada recelosa aunque intrigada de Loki, comenzó a relatar—: Al parecer, hace años, antes de que tú y yo naciéramos, un prisionero fugitivo fue ejecutado por nuestro padre en esta misma alcoba. Poco antes de expirar, juró vengarse de su verdugo desde la otra vida; aseguró que, más tarde o más temprano, su ira le alcanzaría a él y a sus futuros descendientes. Ignoro cuánto hay de cierto en esta historia. Seguramente, no sean más que habladurías. Sin embargo, algunas noches, creo escuchar el eco de unos pasos al otro lado de la puerta. Deberías estar más pendiente, hermano. ¿Qué tal si hay un espíritu acechándote sin que te des cuenta?

 

 —Te estás riendo de mí, ¿no es así? —titubeó Loki. El miedo anidando en la boca de su estómago.

 

 —En absoluto. No hay ni un ápice de engaño en mis palabras...

 

—¿Ah, no? Pues tu semblante da a entender exactamente lo contrario... —bufó el más joven, forzándose a sí mismo a recuperar la compostura—. Buen intento, aunque fallido al fin y al cabo. Buenas noches.

 

 —Como quieras, hermano —concedió Thor, alzándose ligeramente de hombros—. Pero se dice que, cuando se ha producido una muerte violenta, el espíritu del difunto vaga entre dos mundos en busca de venganza...  —insistió, forzando la voz hasta conferirle una tonalidad realmente macabra.

 

Un escalofrío atravesó la columna de Loki. Exasperado, vociferó:

 

—¡Thor, te lo advierto, se cometerá un crimen real aquí si no detienes esto ahora!

 

—De acuerdo, de acuerdo. —Rió Thor—. Tan solo quería que estuvieses al corriente de los terribles hechos acaecidos en tu amada y sagrada alcoba...

 

—Olvídame —dictaminó Loki, quien a pesar de su aparente indiferencia, ya se hallaba receptivo a cualquier tipo de estímulo.

 

Una intensa e inexplicable sensación de vértigo lo invadió, arrancándole de los brazos de Morfeo. No sabría decir con exactitud cuántas horas había dormido, pero a juzgar por el peso de sus párpados, Loki apostaría a que no habían sido más de tres. Al menos, el estruendo había cesado y el viento amainado, aunque el aguacero persistía.

 

El joven príncipe frunció el ceño. De repente, sentía un gran vacío a su lado. Un vacío que le angustiaba de sobremanera.

 

—Thor... —llamó a su hermano con voz temblorosa, mientras se viraba con lentitud. Tal y como se temía, estaba solo—. ¿Thor? —insistió, alzando ligeramente la voz. Lo único que obtuvo en respuesta fue un inquietante mutismo—. Thor, por favor... deja de jugar y sal de donde quiera que estés...

 

Irremediablemente tenso, el joven se incorporó con sigilo. Podía percibir claramente la presencia de alguien más en la estancia, amparada entre las sombras. Loki recordó las palabras anteriormente dichas por su hermano, y la idea de que estas fueran ciertas lo atemorizó.

 

—¡Thor! —gritó ahogadamente, tanteando el aire en busca de cualquier objeto que pudiese servirle como arma.

 

Loki cayó presa del pánico cuando, de improviso, llegó a sus oídos el débil repiqueteo de unos pasos aproximándose con lentitud, acompañado por una respiración profunda e irregular.

 

—¡Thor, basta! ¡¿Me oyes?! —gritó el atemorizado muchacho. Entonces, aquel sujeto detuvo su avance, mientras bajaba su volumen respiratorio—. ¿Thor? —balbució, aturdido.

 

—Me temo que no. —Aquella voz grave y espeluznante le cortó el aliento. Definitivamente, ese no era su hermano—. ¿Sorprendido, hijo de Odín? ¿Creías estar siendo victima de un juego macabro?

 

—¿Quién eres y qué has hecho con Thor?

 

—Deberías preocuparte más por ti mismo; estás en un grave aprieto en estos momentos...

 

—Llamaré a los guardias...

 

—No llegarían a tiempo. Los de tu estirpe sabéis mejor que nadie lo sencillo que es arrebatar una vida; incluso la herida más insignificante, si se abre en el lugar indicado, puede resultar letal. Además, liquidar a un fantasma no resulta nada sencillo...

 

—¿Qué es lo que quieres? —indagó Loki, con un hilo de voz.

 

—Venganza —respondió el hombre, paralizando a su receptor—. No te inquietes, pequeño, hoy es tu día de suerte. Me deshice de tu hermano con  demasiada premura, y no pienso cometer el mismo error dos veces; voy a disfrutar cada segundo de tu agonía...

 

Aquellas palabras horrorizaron a Loki, quien retrocedió por inercia hasta chocar de espaldas contra una pared.

 

—Desnúdate —ordenó el espíritu con voz firme.

 

—¿Qué? —inquirió Loki a su vez. Un sudor frío resplandeciendo en su piel.

 

 —No intentes ponerme a prueba, muchacho; mi paciencia es muy limitada...

 

—Espera...

 

—¡Hazlo!

  

 Con dedos temblorosos, Loki comenzó a desprenderse de sus ropajes. Aun envuelto en oscuridad, pudo distinguir una pequeña sonrisa triunfal en la cara de su opresor.

 

—¿Qué es lo que pretendes? —inquirió el joven, estremeciéndose de solo imaginar las vejaciones a las que podría ser sometido a manos de aquel ser.

 

—Creo haberlo dicho hace un momento; simplemente, busco algo de diversión antes del clímax  —contestó el aludido, acortando lentamente las distancias mientras admiraba embelesado el cuerpo desnudo de un indefenso y desprotegido Loki. 

 

—Detente —exigió Loki, armándose de valor pese a su crítica situación. El espectro hizo oídos sordos a dicha orden, aligerando el paso hasta que ambos estuvieron frente a frente. Entonces, alargó un brazo hacia él—. ¡No me toques! —bramó, empujando el torso ajeno con ambas manos.

 

Loki pagó cara su osadía, pues no tardó en ser abofeteado con fuerza, precipitándose violentamente sobre el lecho.

 

—Contén ese brío, pequeño, o tendré que hacerte daño —advirtió su agresor.

 

El joven comenzó a desesperarse. Una parte de él se rehusaba a ser sometida, mientras que la otra temía correr un riesgo inútil. Aquel debate interno fue interrumpido por el mismo Loki cuando, de forma súbita, su agresor fue bañado por un fugaz destello lunar. La figura ajena era alta, ancha y recia cual muro de piedra, y su única vestimenta era una mortaja putrefacta y repleta de jirones. Ante una iluminación tan escasa, resultaba imposible vislumbrar cicatrices o deformidades; sin embargo, Loki sintió crecer el temor dentro de sí. 

 

—Ahora, te estarás quieto y seguirás mis indicaciones al pie de la letra —exigió el espectro. Dado que Loki se limitaba a observarle con expectación, tuvo que tomar su silencio como una afirmación—. Quiero que te recuestes y que abras las piernas tanto como te sea posible —ante la falta de iniciativa por parte de Loki, cuyo rostro se hallaba deformado en una mueca de espanto, bramó—: ¡No me hagas perder el tiempo, mocoso!

 

Finalmente, el joven acató la orden con movimientos lánguidos. Satisfecho, el espectro se inclinó sobre el lecho y se acomodó entre las elegantes e interminables piernas de su víctima. Después, las acarició con deleite, sintiendo su exquisita suavidad. El pulso de Loki se aceleró a un ritmo vertiginoso. Aquellos dedos inquietos le cosquilleaban osadamente la piel, explorando y estimulando regiones altamente peligrosas.

 

—Por favor... —sollozó Loki, consciente de que no lograría conmover al contrario. Casi de inmediato, unos labios hambrientos se adhirieron a su cuello, besando, mordiendo y succionando la piel nívea—. Ah... no... —gimoteó, repentinamente extasiado.

 

—El aroma de tu piel es tan embriagador... alimenta mis ansias por tenerte —susurró el ente. Su voz enronquecida por el deseo.

 

Sin esperar una respuesta, el espíritu guió los labios hacia el oído izquierdo del joven y lo invadió con la punta de la lengua, trazando con ésta pequeños círculos en la zona. El cuerpo de Loki se convulsionó con violencia, instándole a continuar con su morbosa labor. Cuando se hartó de aquella acción, centró su atención en el lóbulo, ensalivándolo y aprisionándolo cuidadosamente entre los dientes. Mientras, sus manos amasaban el torso ajeno con fervor, apretando las sensibles tetillas entre los dedos, pellizcándolas hasta endurecerlas por completo.

 

Atrapado en un vaivén incontrolado de sentimientos confrontados, Loki luchaba por contener cada uno de los sonidos que intentaban emerger de su garganta. Usando la yema de los dedos, el espectro comenzó a palpar su llano vientre, haciendo un lento descenso hacia la cara interna de la ingle, la cual recorrió delicadamente en dirección a su sexo.

 

 —Descuida, no planeo causarte daño alguno, por ahora... —musitó el espíritu, advirtiendo la rigidez de las extremidades del menor.

 

 Loki se mordió el labio con una fuerza desmedida cuando una mano audaz se cerró en torno a su miembro y comenzó a masajearlo de forma lenta y sutil, aunque con gran destreza. Esta vez, no pudo reprimir un melódico y prolongado suspiro de satisfacción.

 

—Eso es, pequeño; disfruta mientras puedas...

 

En esta ocasión, y pese a las amenazantes palabras del espectro, Loki no dio muestras de sentirse intimidado. El placer nunca antes experimentado, la enfermiza excitación que le provocaba el hecho de estar siendo forzado y la candente atmósfera rodeándoles enturbiaban por completo su mente, dejándole a la deriva en un mar de ideas y pensamientos sin sentido.

 

Fieros mordiscos eran repartidos a lo largo y ancho de sus caderas, resplandeciendo en la blancura de su piel como pequeños estigmas de pasión que, a juzgar por el ardor presente en la zona castigada, tardarían en desaparecer. Loki ahogó un grito de sorpresa al percibir un frío rastro de humedad en su entrepierna, cerrando los ojos de puro éxtasis.

 

 Una lengua ávida se contorsionaba contra aquel férvido trozo de carne, dibujando con esmero todos y cada uno de los pliegues que lo surcaban. Loki aulló tras sentir una ligera aunque igualmente enloquecedora presión sobre la pequeña hendidura del glande, la cual comenzaba a liberar pequeñas gotas de amargo elixir. El joven no lograba concebir cómo el terror más profundo podía dar paso al deleite absoluto en cuestión de unos pocos minutos. A duras penas podía controlar la entrada y salida del aire de sus pulmones, mientras su hombría era engullida con deliciosa parsimonia por la cavidad bucal del contrario.

 —Ya basta...—sollozó el muchacho, al límite de su resistencia. La tibia humedad rodeando su sexo, los constantes roces de los dedos ajenos en la parte inferior de sus testículos, los sucios jadeos de su acompañante... cada gesto, fricción, toque o caricia hacía peligrar el escaso raciocinio que aún poseía—. Detente... te lo ruego... —insistió, aún sabiéndose totalmente ignorado.

 

 En respuesta a dicha súplica, el aludido comenzó a succionar su miembro con vigor, amenazando en varias ocasiones con hundir los dientes en su piel. Cuando un dedo travieso se abrió camino entre sus nalgas y tanteó la rugosidad de su esfínter, una ola de placer se desplegó en el interior del muchacho, llevándole a derramar su esencia en los labios del ente mientras emitía un estridente alarido de placer.

 

 —Francamente... delicioso.

 

Aquellas palabras originaron un intenso rubor en las mejillas de Loki, quien miraba a su acompañante con ojos acuosos mientras aspiraba grandes bocanadas de aire. Sonriendo con burla, el espectro aproximó ambos rostros hasta que sus concernientes respiraciones se fusionaron. Tras besar intensamente los labios ajenos, encaró a un sofocado Loki y murmuró:

 

—Para estar tan asustado, tus gritos denotaban cualquier cosa menos pánico, ¿no te parece, hermano?

 

Gracias al efecto demoledor del orgasmo, Loki tardó una décima de segundo más en reaccionar. Aquella voz se le antojaba sospechosamente familiar. —¿Thor?

 

 —Para servirle, joven Loki —Rió el aludido.

 

Mientras, Loki le observaba fijamente desde su posición, boquiabierto y blanco como la cal. Debió extrañarse de que un fantasma tuviese un cuerpo físico, mas en aquellos momentos le fue imposible pensar con coherencia.

 

—Te mato... ¡Te mato, te mato, te mato...! ¡¡Te mato!! —vociferó el más joven, lanzándose fieramente contra su hermano, quien le esquivó con agilidad sin dejar de carcajearse, incorporándose rápidamente—. ¡Maldito perturbado! ¡¿Cuál es tu problema?! —inquirió, imitando la última acción del mayor sin darle la más mínima importancia a su desnudez.

 

—Vamos, Loki, no ha sido para tanto...

 

—¡Ven aquí, imbécil!

 

Ambos hermanos empezaron a corretear infantilmente en torno al lecho, viéndose obligados minutos después a hacer una breve pausa ante la escasez de oxígeno a su alrededor. 

 

—Escúchame un momento, hermano... —jadeó Thor, sorprendentemente cohibido por la muestra de carácter del contrario.

 

—¡Me has golpeado, me has humillado, y quien sabe si no hubieses seguido hasta las últimas consecuencias! —reclamó Loki, rojo de ira.

 

—No puede haber intimidación si no se ha infligido antes un daño físico, ¿no te parece? —se defendió el mayor, aún a sabiendas de no tener justificación alguna—. Respecto a todo lo demás... supongo que estás en lo cierto. Sin embargo, eso no quita que finalmente lo hayas disfrutado. A las pruebas me remito —añadió, señalando con un pequeño gesto la mancha de humedad en el lecho.

 

—Fuera de mi alcoba...

 

—Loki...

 

—¡¡Largo!! ¡¡Desaparece de mi vista, animal!! —exigió el nombrado, forzando al mayor a abandonar la estancia a base de puñetazos y furiosos empujones.

 

 —¡No desperdicies energía inútilmente, Loki, estoy curtido en mil batallas! —comunicó un divertido Thor, ya prácticamente en el exterior.

 

Con la respiración agitada, Loki se encerró dando un fuerte portazo. El calor acumulándose nuevamente en sus mejillas.

 

«Al final, tendré que darle la razón a ese idiota... »

Notas finales:

¿Insultos, denuncias, tomates, lechugas? Todo será bien recibido e_e

 

¡Besos y abrazos! <3


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