Al despertar todo era de un blanco pulcro y con un aroma a flores frescas, en una enorme cama de sabanas blancas lo único que recordaba el hermoso ente recostado en ellas era más que nada frustración, un vestido blanco de bodas, un hombre rubio y apuesto de traje y después nada, dolor intenso y desvanecido en los sueños.
Se encontraba semidesnudo y con flores a su izquierda, hermosas y de colores casi como si las hubieran cortado esa mañana de verano.
Saco la pierna derecha y tentó la alfombra beige, curioso. Se paro como si nada y se encamino hacia el espejo de enfrente, pecho amoratado, cabello largo y negro, cabeza vendada, valla que dolía.
La perilla se gira y deja ver a un hombre muy apuesto para sus ojos, con una sonrisa impecable, cabello más brillante que el sol mismo y con unos ojos de suspiro, un mar profundo e inexplorable, cuerpo indomable…
¿Qué me paso?
Me miro fijo y yo no le pude seguir el juego porque su mirada me atormentaba, su expresión detonaba asombro y felicidad plena, me asusto un poco pero mas aun cuando camino hacia mi y me tomo entre sus fornidos brazos regalándome su aliento en mi costado izquierdo, llamándome por lo que parecía mi nombre. No se quien soy.
Lo abrace por igual, que hombre tan calido, apacible, tan hermoso. Se separo de mí para mirarme a los ojos y voltee a otro lado, esos ojos que me regalaban amor y me hicieron suspirar al notarme. No quería romper lo que fuera que teníamos pero tenia que saber quien era este hombre tan regala sonrisas. “¿Quién eres?”, pregunte curioso y esbozando una sonrisa que duro poco al notar como agachaba la cabeza completamente entristecido, seguro pregunte algo que no debía, seguro nos conocíamos compartiendo algo hermoso, algo que al tratar de recordar me dolía el pecho pero no por los moretones sino algo por dentro un poco a la derecha cerca del centro de este.
Me sonrió de nuevo pero no con felicidad, y la fresca ventisca entro por la gran ventana que dejaba ver un enorme jardín, siento nostalgia, como un deja vu pero con unas terribles ganas de llorar. Esta última sonrisa me dolió de nuevo en aquel lugar dentro de mi pecho.
Entro la señorita hermosa de cabellos castaños obscuros y ojos azules, me sonrió y se vino un recuerdo, ella era la dama del vestido blanco de bodas, tan amable comportándose conmigo y yo, odiándola sin saber porque.
Accidente de auto, perdida total y yo vivo e inconsciente, fue lo que dijo el rubio mientras apretaba las manos de su, lo que parecía ser su esposa, la dama del vestido de bodas Sif.
¿En donde estoy?
Mi verdadero hogar no sabia en donde estaba aunque estando aquí, en la casa de este rubio y su dama, me sentía apacible y tranquilo, aun mas cuando cada cinco minutos este caballero venia a supervisarme y hablar conmigo.
Por lo que sabia, tenía que estar bajo la mirada de alguien de confianza por lo que toda mi ropa y algunos objetos personales estaban en esta habitación, hacia un mes de lo del accidente y hacia unas horas que yo había despertado.
En el pórtico del gran jardín trasero de la enorme casa de los Odinson platicábamos este muchacho y yo.
Me contaba anécdotas y mirábamos fotografías para hacerme recordar tan siquiera 5 minutos de lo que llegue a vivir, el reía, yo reía y su esposa como buena ama de casa preparaba la comida.
Sentía mucho miedo al tener que voltear a verle el rostro, cuando nos quedábamos en el silencio incomodo podía jurar que me palpaba con la mirada, yo le veía de reojo pero me rehusaba a voltear ya que algo dentro de mi me advertía que si miraba esos ojos quedaría petrificado como lo hacía medusa con sus presas.
Seré tonto pero al final cedí a mis ganas de poder escanear de mejor manera su rostro y efectivamente me había quedado petrificado por su hombría, por sus ojos que me dejaban ver que no solo me miraba sino que me observaba y al final por esos labios carnosos y rosados que me regalaron otro recuerdo, recuerdo de su tacto en múltiples ocasiones…
Cuando por fin despertó.
Las ganas que tenía de partir el mundo cuando pensé que se me iba me confundieron mas el raciocinio, haberme ofrecido a hospedarlo en mi nueva casa para cuidar de el y negarle a mi esposa la luna de miel que se merecía. Que buena mujer es ella.
Como todas las noches, me escabullía de entre las sabanas y los brazos de mi esposa para ir a visitar al intruso del cuarto del fondo que me tenía confundido. Cual animal asechando me metía con el a la cama y me abrazaba de su inconsciente cuerpo para olerlo y quedar dormido unos minutos mientras me cercioraba de que siguiera respirando, tan hipnótico era ver desde mi posición como las sabanas subían y bajaban indicándome que no lo había perdido, que seguía con ese leve movimiento que indicaba vida iluminado por la luz de luna que entraba de lleno cubriendo la habitación de un azul noche y resaltando aun mas las facciones de mi amigo dormilón.
A veces lloraba preguntándome porque de su acción que lo llevo a esto; nunca había sido imprudente hasta lo que pasó el día de mi boda. Otras noches le hablaba y entre sus sueños sabía que sonreía para mí. Cuando los días pasaron y la confianza que había cuando estaba despierto se incremento mas ahora que dormía yo llegaba a besarlo, un beso leve y suave en los labios esperando a que despertara así como los cuentos de hadas aunque como adulto sabia que no ocurriría, tenia el riesgo de quedar en estado vegetativo pero yo no perdía la esperanza, fuera como sea que despertara con tal de que lo hiciera.
Si dolió y si duele que el amigo de toda tu vida no te reconozca, pero funciono haberme tirado al suelo a llorar dentro de mí recamara mientras mi mujer le pedía que la ayudara con los álbumes de fotografías, por lo menos me desahogue.
Ahora en el pórtico mirándolo como si estuviera enamorado de el mirando su perfil perfecto, se me rehusaba a mirarme hasta que por fin gane y nos observamos frente a frente mientras que parecía que con solo mirarme a los ojos el nunca me había olvidado aunque lo hizo y de alguna forma tenia que volver hacerlo recordar tantos buenos momentos, tanta tensión sexual que me transmitía pero que por miedo nunca correspondía y ahora nunca podré corresponder.
Ya lo sabía
Nunca fue como las demás mujeres, ella es firme y resistente cual roble en la plenitud de su primavera numero veinte.
Loki cree que nunca me di cuenta pero siempre supe lo que sentía por mi, el me lo dijo cuando éramos adolescentes en una de nuestras tantas borracheras y como cobarde me lo guarde esperando a que se olvidara de ello o a que yo me pudiera olvidar de ello, guardando su sentimiento haciéndome sentir celoso cada vez que salía con alguien, soy egoísta y aun así negué quererlo mas allá.
Por ahora estoy feliz con que este despierto a mi lado aunque una parte de mi esta mas tranquila ya que si a olvidado todo y con todo me refiero a aquel sentimiento que no va a ser correspondido por lo menos ya no va a sufrir por mis indiferencias.
Por lo menos ya no me va a amar
Por lo menos…yo ya no sentiré que lo traiciono
Ya no me va a amar…Ya no me ama.