Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

UN ROMANCE PARA KELLIN por suicidal teddy

[Reviews - 115]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

La puerta se cerró despacio, quizá consciente de que un poco de discreción no era mala idea después de todo. Nathan se hallaba a unos centímetros de él, inexpresivo, como siempre.

- ¿Sabes? Últimamente pasas mucho tiempo con el pequeño Nate – acusó Pete con una sonrisa amable es sus labios. Había estado esperándolos en la salita de estar, mientras leía su correspondencia.

- Lo acompaño a casa – comentó pensativo. Sí, se frecuentaban más. Era sencillo acostumbrase a él…curioso -. La noche es peligrosa para niños inexpertos como él. Deberías estar aliviado – sonrió dulcemente.

- Nathan sabe cuidarse solo – repuso mirando a su hermano -. Me temo que no eres de mucha ayuda al respecto. ¿Quién cuidará de ti? Las rosas inglesas son muy codiciadas en éstos días – besó sus labios ligeramente. Tal vez entendía el propósito del pequeño mejor que él -. Si es una molestia vivir tan lejos – agregó recorriendo su cuello sin desviar su atención de Nathan -, siempre podrías mudarte a una zona aledaña. Iríamos a visitarte de vez en cuando.

Nathan permaneció en silencio, disimulando cualquier reacción. La cortesía de Pete no tenía reparos.

- Ya es tarde – sentenció de repente -. Ve a dormir – Contempló la figura del pequeño subir las escaleras pesadamente.

- Era una sugerencia – comentó Pete -. Tu sabes – hizo un ademán –. Eh, será mejor que visitemos Arcadia, rosa.

Tomo su mano cuidadosamente y lo condujo por aquellos parajes ya conocidos. Retornó en la madrugada; su amante había sido vencido ya por el sueño. Lo amaba, pero repudiaba su actitud hacia su hermano menor. Se puso algo de ropa y salió discretamente de la habitación.

Lo halló dormido. Se inclinó y acaricio sus cabellos. Algo en su interior se reveló; era un afecto triste lo que lo había conducido hacia él. Se reconocía, había sido contagiado por un pesar ajeno que ahora caía pesado sobre su corazón. Era la primera vez que le ocurría algo así.

- ¿Qué haces aquí? – su vocecilla soñolienta interrumpió el silencio -. Viniste por mí – extendió su dedo índice y acarició su mejilla. Un cosquilleo reconfortante se apoderó de él -. Creí que estabas teniendo sexo con mi hermano.

- No digas esa palabra…

- Así se llama. Me gusta el ruido que haces cuando estás con él – comentó con simplicidad -. No puedo verte, pero te escucho claramente.

- ¿Nos has visto? – pregunto sin poder ocultar la sorpresa en su voz.

- Alguna vez. Tenía curiosidad por saber cómo eras – que niño tan…- Duerme conmigo – se hizo a un lado -. Hoy no ha sido un gran día.

Sin saber por qué, se recostó junto a él. La calidez de las sábanas lo invitó a cerrar los ojos. Nathan rodeó su cuello.

- Dime que algún día serás mío – susurró.

- Pete y yo…

- Te quiero – pronunció aferrándose a su cuerpo.

Encontró sus labios y le dio el beso más sublime que había tenido en su vida.

 

 

 

Craig me había mandado el último capítulo a mi correo, ignorando por completo lo sucedido unos días antes. Ni una palabra al respecto. Todavía me trataba como su novio, pero no estuve tranquilo esos días; solo pensaba en él, en su cercanía, en sus malditas intensiones conmigo. Admití que me había enamorado de él sin saber por qué y no quería demostrárselo. Primero muerto; no me expondría a ser lastimado por su crueldad ¿Qué debía hacer? ¿Tomar enserio la debilidad que tenía hacia mí y conquistarlo? ¿Había olvidado a Christofer? ¿Entonces por qué escribía tanto sobre él?

- ¿Bolita, llevamos este cereal? – me devolvió a la realidad en un instante. Estábamos haciendo las compras en el supermercado, como si fuésemos una pareja normal - ¿En qué estas pensando?

- En nosotros – respondí distraídamente -. Quiero decir – agregué al ver la sorpresa en su cara -. En que nuestra relación no es real ¿No?

- ¿Eso te molesta?

- Creo que entre nosotros pasan muchas cosas que no entiendo bien. Además dijiste que lo intentáramos.

- Que intentáramos una relación similar a una real –aclaró -. Nos ha ido bien – sí, pero yo lo quería.

- El otro día – insistí -. ¿Recuerdas? Creía que no sé…sentías algo por mí.

- Lo dices por el toqueteo - ¿toqueteo?  Para mí no fue eso -. Verás, Kellin, no fue la gran cosa. Así que deja de tener ideas extrañas – acarició mi cabello como si todo eso fuera una estupidez.

- Tienes razón – acepté -. No son más que tonterías – me olvidaría de él. Tenía que hacerlo.

Aquella noche me refugié en un bar; por segunda vez en mi vida me senté en la barra, con la intensión de reformar mi vida. Necesitaba volver a empezar.

- Tú – gritó una voz a mi lado. No tardé en reconocerlo; ojos pequeños, cara de niño, el cabello lacio a un costado -. Me llamo Sean ¿me recuerdas? Coincidimos en el aeropuerto hace una semana. Estabas desayunando unas donuts – hablaba con tanto entusiasmo que por un momento creí que éramos amigos.

- Si, recuerdo. Me llamo Kellin –saludé desganado. No estaba de humor para sociabilizar -. ¿Qué haces aquí? ¿No eres muy chico todavía?

- ¿Yo? Si ya tengo veintitrés. Mi amigo si es un niño – señaló a su acompañante -. Se llama Dylan. Vinimos ahogar nuestras penas.

Un chico de cabello corto, tez ligeramente oscura me dirigió una sonrisa fugaz. Parecía muy serio y por alguna razón tuve la certeza de qué le gustaba el hip-hop. Tenía la onda.

- Yo también estoy aquí por lo mismo, aunque lo mío es más complicado.

- ¿Cómo lo sabes? – protestó Sean -. Cuéntanos qué te pasa y nosotros veremos si es cierto.

Les narré mi historia a ese par de desconocidos. Me desahogué; al fin alguien más sabía del lío en el me había metido.

- Les dije que era complicado – me defendí automáticamente.

- Olvidaste decirnos que estabas mal de la cabeza – sentenció Sean - ¿Cómo aceptaste una cosa así? ¿En qué mundo?

- Lo sé –farfullé arrepentido -. Al inicio todo parecía una broma de dos o tres días.

- Creo que debes irte de esa casa – intervino Dylan – conversa con él. Estoy seguro  de sus intenciones van más allá de un cuento – había permanecido callado hasta entonces.

- Tienes razón – acepté. Sin embargo no era tan fácil para mí -. ¿Y qué hay de ustedes?

- La persona que amo está enamorada de otro. También se llama Christofer – suspiró -. Lo he intentado todo, pero Ryan no es para mí –al parecer había encontrado a otros como yo -. Y Dylan tiene un novio que lo maltrata. Se llama Frank; es un matoncito.

- No exageres Sean – comentó Dylan.

- Es cierto. A mí y a Ryan nos da pena. Te trata horrible – Dylan hizo un gesto de desagrado -. Bueno, bueno. Lo importante es que estamos aquí – agregó rápidamente -.Hagamos un brindis por eso.

Bebimos hasta autodenominarnos los tres tristes tigres. Estábamos muy borrachos, es decir Sean y yo. Dylan estaba completamente sobrio. Captó mi atención; era parco y reservado para su edad. Nunca había conocido a alguien así.

- Tu teléfono suena – vociferó Sean. Era Craig. Seguramente ya era muy tarde.

- Es el idiota de mi novio – dije desafiante. La valentía corría por mis venas. ¿Craig? ¿Y a mi qué?

- Mándalo al diablo – me alentó Sean -. Se lo merece – era muy, muy buena idea. Contesté y puse altavoz.

- ¿Qué quieres? Estoy ocupado – solté cortante.

- ¿Dónde estás? – su voz llegó hacia nosotros -. ¿Estás borracho?- Se exasperó un poco.

- Me estoy divirtiendo con mis amigos ¿Por qué? Volveré mañana, ebrio, vomitado y sin zapatos.

- Deja de decir estupideces – se rió al otro lado -. Iré a recogerte ¿Dónde estás?

- No es necesario. Todavía no tengo ganas de volver. Bueno te dejo porque tu voz me aburre. Adiós – colgué el teléfono victorioso. Me sentía estupendo.

- Bien hecho – vociferó Sean divertido.

- Será mejor que nos vayamos – comentó Dylan consultando su reloj -. Te llevaremos a tu casa.

Estacionamos frente a la puerta de mi edificio. Hice un puchero al percatarme de la oscuridad de la noche; había planeado llegar al amanecer.

- Creo que olvidé mi casaca en el bar – anuncié al bajar del auto. El frío de la madrugada era intenso.

- Usa la mía – dijo Dylan sacándose la polera. Era tan amable – Te acompañaré hasta la puerta ¿Puedes caminar? – en realidad no.

- Cárgame – solicité trepándome en su espalda. Creí que se molestaría, pero comenzó a caminar conmigo a cuestas.

Todavía me pregunto  cómo llegó a mi apartamento. No estaba seguro de ser tan pesado, pero con seguridad Craig jamás habría avanzado más de un par de metros llevándome encima de él.

- Dime la verdad ¿Te gusta el hip hop, no? – pregunté muerto de curiosidad.

- ¿Qué?

- Apuesto a que rapeas frente al espejo – insistí.

- El rap y el hip hop no son lo mismo – se rió.

Craig apareció repentinamente en el marco de la puerta. Nos observó detenidamente. Dylan me soltó en silencio. Resbalé, pero no solté sus brazos. Era hombre muerto.

- ¿Quién eres? – preguntó hacia Dylan con las manos en los bolsillos.

- Dylan – contestó en voz baja -. Soy…

- ¿Quién? – demandó. Parecía enojado, parecía que pronto nos golpearía a los dos.

- Es mi mejor amigo – intervine exasperado - ¿Qué es esto? ¿Un interrogatorio? – ataqué detrás de Dylan.

- Igual, supongo que gracias por traerlo – me tomó de la mano torpemente.

- ¡No!-grité desesperado – ¡Sueltame!

- ¿Qué te pasa Kellin? Baja la voz. Vas a despertar a los vecinos.

- No dejes que me llevé, Dylan – solté aferrándome a él –Me golpeará hasta morir.

- ¿De qué hablas? – preguntaron al unísono -. Ven aquí – me atrajo a su lado. Grité una vez más, pero Craig me cubrió la boca con sus manos -. Baja la voz – fui arrastrado hacia el interior. Dylan me lanzó una mirada de preocupación desde el pasillo.

- ¿Estará bien?- lo escuché preguntar.

- No te preocupes, adiós –Craig cerró la puerta de golpe. Mi irá emergió otra vez.

- ¿Por qué lo tratas así? Ha sido amable conmigo.

- Entonces te gusta – anunció acercándose a mí.

- ¿Qué? No es tu asunto. No tenemos nada de verdad. Puedo salir con quien sea. Si quiero me regalo ¿y qué?

- No, no puedes ¿De quién es esto? – cogió el cuello de mi casaca.

- De él

Me besó con furia. Sus labios se movían impetuosos sobre los míos, intenté alejarme de él, pero me sostuvo firmemente de las muñecas. Descendió por mi cuello  apasionadamente. Craig estaba sobrio, su perfume era tan penetrante que pronto cedí, me entregué a mi propio deseo y comencé desvestirlo. Una vez más abracé su torso y sentí el contacto de su piel con la mía. Se deshizo de mis ropas, sobretodo de la casaca de Dylan.

- Te vas a arrepentir. Tú maldito – lo señale con el dedo -. ¿Sabes lo que me estás haciendo? Eres mi primer novio, mi primer beso, mi primer… todo – me reí en su expresión de sorpresa – Creo que metí la pata.

- Shhhh – susurró -. Cállate ya – se acomodó detrás de mí y cogió mis caderas. Lo sentí; estaba listo. Al fin.

Dolió una mierda.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).