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UN ROMANCE PARA KELLIN por suicidal teddy

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Notas del capitulo:

Disculpen por la demora =)

- Así que soy tu primer novio – su voz llegó a mí con claridad. Me levanté sobresaltado. Le había confesado estupideces el día anterior. Demonios, lo recordaba todo.

- No sé de qué me hablas. No recuerdo nada – Craig estaba sentado con el torso desnudo apoyado sobre la almohada. Tenía un cuaderno en las manos, de hecho, no llevábamos ropa. Sentí que la sangre subía rápidamente a mis mejillas.

- Claro que recuerdas, gordito – presionó mi cara con ambas manos. Me besó -. Ven aquí – se recostó sobre mí.

- Espera un momento – lo empuje bruscamente - ¿Por qué me tocas? ¿Por qué te sobrepasas? Nosotros solo tenemos toqueteos – resolví enojado.

- Kellin, acabamos de tener sexo – repuso divertido. Ignoré ese detalle tan evidente.

- Cállate. Te dije que no recuerdo…

- Pues entonces te refrescaré la memoria – se abalanz recorriendo mi cuerpo con sus manos.

- ¡Basta! Allí no – intenté escabullirme -. Dime de una vez por todas que quieres de mí.

Craig se detuvo. Regresó a su posición inicial y me sonrió acariciando mi cabello. Grandísimo descarado. ¿Ahora qué? ¿Con qué derecho se atrevía a mirarme con expresión angelical?

- Estuve pensando en eso mientras dormías – explicó -. La situación se ha salido de control. La verdad es que…me gustas – un escalofrío se apoderó de mí al escuchar sus palabras -. Quiero que seamos pareja de verdad. Aunque no estoy seguro de que sea bueno para ti. Soy un pésimo novio, Kellin, no quiero lastimarte. Por otra parte el asunto de Cris es verdad. Quiero decir, me interesan los chicos, estuve enamorado de él un buen tiempo – contempló mi rostro por varios segundos, esperando un respuesta. Le devolví la mirada impasible -. No te sorprendes – concluyó frunciendo el ceño -. Ya lo sabías ¿Quién te contó?

- ¿De qué hablas? – solté rápidamente -. Claro que no lo sabía. Lo que pasa es que enmudecí de la sorpresa. ¿Ves? Recién estoy reaccionando – mentí nervioso.

- Solo pudo haber sido mi hermana – comentó tratando de contener la risa -. Luego hablaré con ella. De cualquier forma será mejor que sepas mi versión – tomó el cuaderno y saco unas hojas de su interior -. Ten, acabo de escribirlo. Lee con cuidado, es todo lo que tengo que contar. Así que no responderé preguntas al respecto.

 

- No eres estúpido. No deberías empeñarte en algo que no sucederá – comentó por enésima vez, negándose a mis tentativas.

Muchos habían logrado una oportunidad tan solo por despertar un poco de su interés, pero yo era una de sus excepciones. Cuántas veces le había suplicado que me dejara tomar su mano, besar sus labios, ofrecerle mi compañía. Sin embargo, su implacable rechazo me sumía en la humillación. Sería la última vez que sus labios ajenos, sus frases tajantes y su afecto infértil me destrozaban el corazón. Desde entonces dejé de hablarle por días, semanas y meses; todavía con la esperanza de ser extrañado. Jamás ocurrió.

La primera noticia que tuve de él fue producto de la casualidad. Me hallaba leyendo en el patio de la universidad, al igual que nuestro primer encuentro. De repente una voz interrumpió mi lectura.

- Me enteré de que te has mudado con un sujeto mucho mayor que tú – oí decir con amargura.

- Se llama Pete – explicó su interlocutor -. Estamos viviendo juntos desde hace una semana, pero ya lo sabes ¿Ryan te cuenta todo no?

Reconoció la voz de Cris al instante; suave y apagada, semejante al susurro de los árboles. No podía verlos, pero allí; oculto entre los arbustos, presenciaría la discusión que se avecinaba.

- ¿Cómo puedes decir eso? – atacó el otro. Era aquel muchacho tan estridente; estaba seguro -. Ryan te quiere, lo sabes.

- Ryan nunca me ha mencionado…

- Pero está claro Cris. Te metes con cualquiera ¿Porqué no le diste una oportunidad?

- ¿Estás seguro de lo que me pides Seany? – preguntó dulcemente-. Debes amarlo mucho para sacrificar tus sentimientos. Es una pena que te ignore de esa forma e incluso te cuente todo ¿Crees que no lo sospecha? Yo se lo he dicho un millón de veces – Christofer era tan cruel y adorable al mismo tiempo.

- Zorruelo – soltó alzando la voz -. Eres un promiscuo que se mete con todos. No mereces nada. Ojalá que te quedes solo para siempre.

- Sean – dijo una tercera persona - ¿Por qué le estás diciendo esas cosas tan horribles a Christofer?

- Ryan…Es verdad. Es un hombrezuelo.

- ¡Sean! Discúlpate ahora mismo ¿No tienes vergüenza?

El  silencio aconteció a sus palabras. Ryan insitió.

- ¿Qué esperas? Me enojaré contigo – regaño paternalmente.

El gemido del pasto al ser pisoteado me indicó que alguien se marchaba rápidamente.

- ¿A dónde vas? Ven aquí – gritó Ryan.

- Ve por él – ordenó Cris.

Bajo el radiante sol, los pájaros emitían su canto, ajenos a lo ocurrido.

- Supongo que te parece divertido – su bello rostro apareció ante mí. Me sonrió ligeramente y se sentó junto a mí. Por primera vez, después de dos meses, me dirigía la palabra.

- Sí, armó un pequeño escándalo, aunque veo que no estás molesto – sus largos dedos reposaban a unos centímetros de mi mano. Intenté acercarme con un ligero movimiento, pero se distrajo sacando una cajetilla de su bolsillo.

- Es un estúpido – colocó un cigarro entre sus labios -. Qué más da.

- ¿Y estas con una persona mayor?- pregunté de inmediato.

- Tiene treinta y dos años. Se llama Pete White. Escribe novelas, a veces pinta.

- ¿El escritor? – Imposible. ¿Donde pudo conocerlo?

- Resultó ser mi vecino – explicó recostándose. Su mirada se perdió entre las nubes -. Admito que al principio no me interesaba, pero es un sujeto muy particular.

- Estás enamorado de él – una pequeña llama se encendió en mi pecho. Contemplé su delicado perfil; el enojo desapareció.

- Creo que…si. Es curioso. No dude al mudarme con él. Sin embargo – suspiró -. Tiene un hermano especial.

- ¿Qué quieres decir?

- Acaba de cumplir dieciocho años, casi un niño, inexperto, completamente antisocial, salvo conmigo.

- Está obsesionado contigo – interrumpí fastidiado -. Me pregunto por qué será - De pronto quise lastimar sus sentimientos.

- Qué se yo – dijo hastiado-. No imaginas las tácticas que utiliza para seducirme – continuó mortificado. Por primera vez, descubrí en su semblante un señal de preocupación -… es aterrador y al mismo tiempo enternecedor. Pete lo desprecia, no tiene padres, no tiene amigos. Me ha elegido sabiendo que soy la persona menos indicada.

- Es un capricho ¿Por qué te preocupas? Nunca te han importado los sentimientos de los demás.

- Me importa, sí. No como Ryan. Es un nudo en el pecho que surge cada vez que veo sus ojos tristes, ocultos en sus frases indiferentes. Juraría que puedo sentir su soledad, que pronto me perderé en el laberinto que ha construido para mí.

Descubrí que Christofer por fin había conocido el amor. Estaba  curado y todavía no era consciente de ello.

- Sal de esa casa – tomé su mano desesperado. Jamás renunciaría a él-. Ven conmigo. Te amo.

- Pronto me marcharé. He conseguido una beca de intercambio – ignoró mi petición -. Pete me ha dicho que me conviene ir y que amar es una gran responsabilidad.

- ¿En dónde? ¿Por cuánto tiempo? Estaba a punto de iniciar el posgrado, pero podría…- sí, lo dejaría todo por el; mi casa, mi trabajo en la revista, mis amigos.

- Basta. Llevamos tres años con lo mismo. Te aprecio Craig, de lo contrario te habría largado de mi vida hace tiempo. ¿No crees que es humillante? Tal vez debería escribir alguna novela para deshacerme de ti…-agregó con una sonrisa burlona.

El brillo en sus ojos; estaba harto de mí y de ese endemoniado sentimiento que me consumía por dentro. No lo entendía; estaba lejos de mi voluntad. Lo odié tiernamente. Escribiría su historia, su infame búsqueda del amor, que a tantos había dejado en el vacío. Porque sí, era hermoso, deliciosamente despiadado y frágil. Su cariño era genuino, puro, pero solo para algunos. Demasiado especial para concluir su búsqueda en un niño estúpido, huérfano, con poco que ofrecer, un egoísta que solo ambicionaba las posesiones de su hermano. Porque sí, Cris me narró la forma en la que logró atraparlo embusteramente, poco antes de marcharse de la ciudad. De eso ya hace más de un año, cuando decidí rehabilitarme hasta que por fin, hace un par de meses, me atreví a escribir su nombre y recordar su rostro sin desear besar sus labios.

 

Doblé el papel en silencio. Jamás había sentido algo así por alguien. No podía imaginar a Craig implorando un poco de amor ¿Realmente lo había olvidado? ¿Era yo quien ocupaba su corazón ahora?

- Hace poco lo viste – recriminé -. ¿No sentiste nada por él?

- Vino a buscar unas cosas. Por eso lo seguí. Quería saber si aún lo amaba. Solo somos amigos, como siempre – acarició mi mejilla. No pude evitarlo. Estaba conmovido.

- ¿Estás seguro?

- Quiero comenzar todo de nuevo. Aunque no creo que sea bueno para ti.

Parecía sincero, pero mis dudas no se disiparon del todo. Todavía sentía algo por él, lo sabía. ¿Además a que se refería con hacerme daño? ¿Era solo Christofer o había algo más? Aún así deseaba estar con él. Tomé su mano y lo besé.

- Si me haces alguna estupidez te arrepentirás. ¿Entendiste?

- Esta bien – sonrió angélicamente -. Te quiero, Kellin.

- ¿Terminarás de escribir la historia? Quiero saber qué sucede – lo abracé.

- De acuerdo, bolita de billar. Ya es hora de levantarse – me besó lentamente. Era un sueño.

Obedecí de buen humor. Por fin todo tenía un desenlace feliz. Mientras ordenaba la sala, descubrí la casaca de Dylan sobre el sillón. Se la devolvería; tenía su dirección. Además Craig estaba en el supermercado. Tenía tiempo de sobra.

Dylan vivía en una zona bastante acomodada. Su casa no era muy grande, pero se veía muy acogedora desde afuera. Toqué el timbre tres veces. Un chico me abrió la puerta; delgado y bajito, llevaba una gorra y una casaca al menos dos tallas más grande.

- Hola ¿Se encuentra Dylan? – pregunté-. De parte de Kellin.

Me observó de pies a cabeza con gesto hostil.

- Que onda. Quién eres o qué – me estaba faltando el respeto. Yo era su mayor.

- Soy un amigo. Vine a devolverle su casaca – se la mostré para que me creyera. Me la arrebató de un tirón y la examinó con cuidado.

- ¿Y cómo es que la tienes? – demandó.

- Que te importa – respondí fastidiado -. Son nuestras  cosas ¿Puedo pasar?

- Espera – desapareció cerrando la puerta.

¿Quién era ese tarado? Parecía ser su hermano menor, aunque no tenía los mismos rasgos. Estuve esperando una eternidad. Ya estaba a punto de irme cuando Dylan apareció.

- Hola, Kellin. Disculpa la demora – me sonrió -. Frank me dijo que estabas buscándome.

- ¿Frank? ¿Ese es tu novio? – Sean tenía razón; era un matón.

- Con cuidado – dijo bajando la voz – En mi casa no saben. ¿Cómo has estado? Pensaba ir a  verte. Ayer me quedé con la duda – seguro por escándalo que hice.

- No te preocupes. Todo está bien. Vine a devolverte tu ropa – sonreí -. Se la di a Frank. ¿Vive contigo?

- Está de visita. Discúlpalo es un poco descortés, pero es buena persona.

- Dylan ¿Tanto te demoras? – dijo Frank saliendo. Estaba marcado su territorio -. Tu mamá quiere que le ayudes a mover unas cosas.

El timbre de mi teléfono nos interrumpió. Era Craig. Tal vez había llegado a casa.

- ¿Dónde estás? – preguntó al otro lado del auricular.

- Ah, estoy en casa de Dylan. Vine a dejarle sus cosas.

- Ya veo, que bien, entonces nos vemos – colgó ¿Había hecho algo malo?

- Bueno Dylan, me tengo que ir – me despedí rápidamente. Algo no andaba bien. Debía volver a casa.

Durante el camino lo analicé y llegue a la conclusión de que estaba exagerando. No era para tanto, seguro solo eran ideas mías. Sin embargo, al llegar a casa, me topé con Craig parado en el marco de la puerta, esperándome. Por su expresión supe que no había exagerado lo suficiente.

Era hombre muerto.

 


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