Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

UN ROMANCE PARA KELLIN por suicidal teddy

[Reviews - 115]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

A los lectores que aún encuentran esta historia interesante, muchas gracias por acompañarme hasta aquí y disculpen por la demora en actualizar.

 

Saludos!

 

SENDEROS QUE SE BIFURCAN

 

Las manecillas del reloj marcaban las seis. Un día después, la hora se repetía y tal vez, el momento también.

La cafetería estaba llena, pero, media hora antes, había conseguido un lugar; una pequeña mesita redonda, de madera, con dos sillones de cuero negro alrededor. La taza de café tenía la mitad del contenido aunque las galletas todavía estaban en el platito de loza, completas. A su izquierda se hallaba la puerta del local, hacia donde miraba de vez en cuando para verificar que...

Su ex novio estaba en la barra, recibiendo una bebida fría. No lo había visto entrar ni hacer el pedido. Llevaba una camisa gris, casual, con todos los botones sujetos lo cual le daba un aspecto aún más infantil. El pantalón negro se ajustaba con discreción en sus piernas, terminando sobre unas zapatillas casuales de gamuza roja. Su acostumbrada gorra había desaparecido dejando al descubierto su cabello corto. Se giró y buscó con la mirada un lugar disponible. Encontró su presencia y su rostro se iluminó allí mismo.

 

- Hey - le dijo al llegar a su mesa - !Qué sorpresa! ¿Puedo? Es que no hay sitio - agregó al ver su expresión.

- Puedes, pero sin parlotear - respondió bajando la vista sobre lo que estaba escribiendo.

- ¿Es otra canción? - preguntó, pero le lanzó una mirada asesina -. Perdón - dijo rápidamente. Un año sin verse y seguía siendo tan entrometido como antes.

Desde ese momento el único ruido que hizo fue el que emitía el sorbete de su bebida. Le echó un vistazo de reojo; observaba la calle a través de la mampara, absorto en sus propios pensamientos. Le sorprendió ya que su ex novio no solía ser una persona por naturaleza reflexiva.

  • ¿Terminaste? - le preguntó al notar su atención.

  • Algo así - cerró de golpe la libreta negra en la que había estado escribiendo.

  • ¿No te parece una grandiosa coincidencia? - le sonrío. Su voz infantil volvió a aparecer.

  • ¿Qué cosa? - preguntó a la defensiva.

  • Pues que hayamos vuelto a encontrarnos. Quiero decir, ayer, después de tanto tiempo y, bueno, hoy. Debe ser por algo ¿No crees? - y le dió un último sorbo a su frappé para afianzar su sospecha.

  • Vine porque estoy escribiendo y éste lugar me ayuda a ello. Eso es todo - aclaró. Seguramente, el loco de su ex novio creía que eso significa que podrían volver o algo así.

  • Pues estaba pensando…

  • Piensas tonterías - interrumpió.

Su expresión se congeló por un segundo, luego bajó la mirada y asintió jugando con el vaso de su batido, casi vacío. Por un momento creyó que lloraría como solía hacer durante los últimos meses de su relación, sin embargo clavó sus ojos en él y descubrió una vez más la dulzura que emanaba  de ellos. Recordó que era una de las cosas que más amaba de él; ahora era lo único que lograba que no se fuera dejándolo varado en el lugar.

  • Seamos amigos - insistió con seriedad.

  • No.

  • Jake, no entiendo. No recuerdo haberte hecho nada para que terminemos así - se inclinó sobre la mesa con el ceño fruncido.

  • Te he dicho muchas veces que no fuerces las cosas. No todo tiene que ser como tú quieres.

  • De acuerdo - suspiró -. Como tú digas - esbozó una sonrisa mientras guardaba el teléfono en su bolsillo. Se alistaba para irse.

  • El tipo de ayer ¿Es músico? - preguntó con la imagen del aquel sujeto rubio rodeando el cuello de su ex novio con demasiada confianza.

  • ¿Craig? No. Es editor, pero trabaja en una revista de música - agregó rápidamente. De repente la alegría volvió a su cuerpo. Era evidente que le gustaba ese tipo -. Es muy conocida y él es el Jefe así que seguramente lo conoces o lo harás muy pronto.

  • Es raro...que lo conozcas - comentó acercando la taza de café a sus labios.

  • Pues lo conocí hace más de un año. En una de tus presentaciones - abrió los ojos de par en par a causa de la impresión, pero su ex novio no lo notó porque estaba concentrado en contar su propia historia -. Hablamos un poco e intercambiamos números de teléfono...

  • ¿Por qué intercambiaste números con un desconocido cuando éramos novios? - el café frío invadió su paladar.

  • No tiene nada de malo - respondió con sencillez -. Me cayó bien, eso es todo.

  • Pudo esperar otra cosa de ti - acotó.

  • Pues no fue así. Al principio nos escribíamos de vez en cuando. Luego intentamos encontrarnos, pero yo tenía algunos viajes pendientes y él estaba ocupado con su trabajo y otras cosas, así que fue imposible. Entonces a Craig se le ocurrió una idea muy rara, pero espectacular. Me propuso que nos comuniquemos por cartas y acepté. Al inicio fue extraño, pero me acostumbré pronto y, para ser honesto, de otra forma no nos conoceríamos tanto como ahora. Es una persona noble, aunque él dice que antes era distinto. Me resulta difícil de creer.

  • Estás parloteando otra vez.

  • Tienes razón...y ya debo irme - sentenció consultando su reloj. Se levantó y le dirigió una sonrisa -. Fue un gusto volver a verte. Ya sabes que siempre te desearé la mejor de las suertes - al parecer no pensaba insistir en ser su amigo.

El chico desapareció detrás de la gran puerta de vidrio que separaba la cafetería de la calle. El nombre de Craig estuvo dando vueltas en su cabeza por varios minutos hasta que  finalmente se decidió. Tomó el teléfono y marcó el número de su representante.

  • Te llamó para confirmar la cita de mañana - le dijo sin esperar su saludo.

  • Excelente - oyó a su interlocutor.

 

**********************************************************************************

 

“Cochinaditas grasosas”. El eco de su voz retumbó en mi conciencia mientras abría el taper de tecnopor en donde se encontraba mi desayuno; un sandwich enorme de pan de molde con muchísimo jamón y queso, rematado por un huevo frito y papas al hilo. Lo habían cortado en cuatro para facilitar mi indigestión. Inmediatamente, la oficina se llenó de un ligero aroma a comida. Qué importaba.

 

Craig entró bastante apurado. Apenas me saludó con un murmullo y dejó sus cosas en su cajón. De repente se detuvo en seco y me escudriño con la mirada.

  • Chatarra - señaló -. Apesta.

  • ¿Y? - solté a punto de perder la paciencia.

  • Quedamos en evitar estas cosas en la oficina.

  • No especificamos nada - repliqué mordiendo un pedazo de aquella maravilla -. Además esta es mi oficina.

  • ¿Te vas a poner en un plan ridículo? - preguntó exasperado.

  • Mide tus palabras, recién llegado - le respondí de mala gana, dándole un sorbo a mi café. Atrás había quedado el Kellin que toleraba sus majaderías.

  • Guarda eso un momento, Kellin.

  • Vete al diablo - alcancé a decirle antes de que saliera del lugar. Me recosté sobre el asiento mientras gozaba mi triunfo.

Craig apareció nuevamente, esta vez seguido de un desconocido. Vestía completamente de negro y era muy pálido, con el cabello recortado de forma que evocaba un estilo sesentero. Estaba seguro de que lo había visto en otra parte, pero no podía precisar dónde. Me distraje tanto tratando de recordarlo que apenas noté que Craig me había arrebatado el desayuno de las manos. Demasiado tarde; cuando quise reaccionar, ya lo había echado al tacho de basura. Le habría mandado al demonio si no fuera porque la presencia del chico me lo impedía; tenía que dar la impresión adecuada de jefe del área finanzas. Sin embargo eso no se quedaría así.

  • Por aquí, por favor - indicó Craig. Se sentó detrás de su escritorio y le mostró una sonrisa al desconocido.

Sin pensarlo, me levanté de mi asiento y cogí una pila de fólderes que descansaban junto a la agenda del idiota. Los coloqué en el tacho de basura sin ningún tipo de remordimiento. Me había vengado. Volví a mi lugar, sintiendo la mirada de Craig sobre mí. ¿Se había molestado?

- Seguro tu representante debe haberte comentado que queremos incluirte en el próximo número de la revista. Tu colaboración consistiría en que cuentes cómo te iniciaste en la música y cuáles fueron los obstáculos que tuviste para llegar hasta aquí. Qué percepción tienes de otros artistas jóvenes y cuáles son tus espectativas del medio.

- Será una entrevista - le oí decir mientras trabajaba en mi computadora.

- Con una sesión de fotos. Aproximadamente tres horas. La información económica la tiene tu representante.

- No hay problema. Cuál es fecha que proponen.

- Podemos tener todo listo para este viernes a las diez de la mañana.

- De acuerdo. Para mí está bien ese día.

- Genial. ¿Que tal estuvo el café ayer? - el tono de Craig cambió abruptamente. Había dejado de ser formal para volverse familiar, casi confidencial. Observé que el chico se había quedado de piedra al oír su comentario.

- Ya lo sabes. Supongo que te mandaron una cartita - se burló el desconocido. ¿De qué estaban hablando?

- De hecho fueron mensajes de texto - comentó Craig con naturalidad-. Supongo que ya sabes que tengo la información de primera mano.

- Cualquiera podría hacerlo - ambos sonreían, pero era obvio que se deseaban el mal. Me pregunté si se conocían de alguna parte -. Es muy sencillo.

- Parece que te molesta - declaró Craig con la mirada encendida.

- No tolero las situaciones pegajosas.

- Jake, esa clase de casualidades no existen. En todo caso, no las mereces. Veo que no has aprendido la lección y, a menos que sea a propósito, no volverá a ocurrir. Finalmente, estamos aquí por trabajo - agregó rápidamente. Cruzó sus largos dedos sobre la mesa-. Me disculpo por mi falta de profesionalismo - Era mentira. Craig no se disculpa así nada más, menos en esos términos.

Jake se levantó de la silla y salió de la oficina sin decir una palabra. Me quedé muy intrigado por lo que había presenciado. Los infelices habian peleado en clave para aturdirme.

- ¿Y hará la entrevista? - atiné a preguntar.

- Ni siquiera él lo sabe. Esperaremos - respondió anotando algo en su agenda.

- !Idiota! ¿Crees que he olvidado que has tirado mi comida al tacho? - resoplé.

- Ah sí, perdóname - contestó con naturalidad -. Tenía visitas.

- Mira, Craig, no seas cretino. Siempre te pasas de la maldita raya.

- ¿Qué raya? - su sonrisa maliciosa se rebeló ante mí -. ¿La que tienes atrás?

Juro que iba a estallar, pero la secretaria entró en ese instante para interrumpir mis intenciones criminales.

- Aquí tienes su pedido, Kellin- me entregó una bolsa de papel. Aturdido, descubrí que tenía un sandwich de jamón, queso y huevo en el interior.

- Perdóname - repitió desde su mesa -. ¿De verdad creíste que te iba a dejar sin desayuno?

- Gracias, Jess. ¿Pero cómo supiste?- balbucee al comprobar que las papas fritas también estaban allí.

- Soy observador- indicó posando sus ojos azules en mí. ¿Por qué demonios tenía que resultarme tan atractivo?

- Parece que te has vuelto menos imbécil que antes- comenté como quien no quiere la cosa. La secretaria se retiró en silencio.

- ¿Entonces le has pedido a alguien que recupere todos mis documentos?

- No. Ahora mismo estás hablando con Kellin el rudo. Ése no se arrepiente de nada.

- Mierda, Kellin, ¿Por qué eres así? - el ruido de su silla giratoria me advirtió que se acercaba.

En tan solo unos segundos lo tenía junto a mí. Para mi sorpresa, me rodeó con sus brazos y me apretó contra su pecho. No era la primera vez que me abrazaba, pero él no era una persona afectiva así que nunca había tenido esa actitud conmigo, tan de repente.

- Craig - ahogué un gruñido. Sentí la tela de su corbata sobre mi mejilla. Recordé la calidez de su cuerpo, de aquellas noches perdidas.

- Shhh. No quiero discutir contigo nunca más. Es solo que no congeniamos - ¿aquello era un beso cayendo en mi frente? Rayos, solo deseaba cerrar los ojos y borrar el pasado que nos atormentaba. Lentamente, deslicé una de mis manos sobre su espalda. Lo abracé.

- Craig - Jess entró sin avisar otra vez causando que saltara sobre mi asiento de la impresión. Felizmente sonó mi anexo y pude hacerme el tonto -. Hay un joven que te bus...

- Dile que pase inmediatamente por favor.

- Sí, estoy revisando la información que me enviaste - le dije a mi interlocutor mientras leía mi correo electrónico.

- Hola ¿Lo tienes a la mano? - escuché la voz de un chico. Tenía un acento extraño, como si viniera de otro lugar.

- Sí - respondió Craig -. Lo tengo justo...aquí- su entonación se desinfló.

- Wow, !lo tiraste a la basura!- el chico hablaba dulcemente, sin ningún tipo reproche.

- Alguien cometió la torpeza de ponerlo aquí. Pero no te preocupes; no le pasó nada. Ten.

- No hay problema. Gracias por guardarlo. Nos costó mucho conseguir los anexos de este trabajo. Acabas de salvar mi curso.

 

¿Quién era esa persona? Aparté la vista de mi computador; un joven alto, de cabello castaño corto se hallaba frente a Craig. Llevaba un polo azul marino, unas zapatillas casuales del mismo color y una mochila beige, seguramente repleta de libros.

 

- Te ves muy importante con ese traje - le sonrió. Sus facciones delataban su bondad desde todos los ángulos -. Serás mi modelo a seguir.

- ¿Qué dices? - Craig se veía divertidísimo, mostrando todos sus dientes al universo.

- Digo que ya me voy - soltó alarmado-. !Es tarde! Tú me distraes - guardó el folder que tenía en la mano casi con desesperación.

- Oye - Craig lo abrazó sin motivo alguno. Por un momento parecía que estaba viendo una escena de una estúpida película romántica -. Ten cuidado.

 

No puedo negar que me molestó verlo así. ¿No se suponía que no era cariñoso? ¿Entonces porque tenía a ese chico en sus brazos? Apoyaba la cabeza en su hombro, al igual que hace ¿un par de días? Claro, sí, pero no era Craig, sino Ryan y no lo abrazaba, sino que intentaba ¿besarlo?

¿Cómo había podido olvidarlo? !Ryan había tratado de engañar a Sean con ese chico!

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).